El movimiento #YoTambién: Mantener el premio en nuestra mira

11 de deciembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Un auge de lucha de masas muy justo ha brotado en torno a una importante contradicción divisoria sísmica de ésta y de todas las anteriores sociedades de clases. El acoso sexual y el asalto sexual han perdurado milenios y son endémicos, a escala mundial. Es un problema que afecta negativamente a todas las niñas y mujeres en este planeta: indirectamente, ya que todo caso de degradación, humillación y deshumanización de cualquier niña o mujer se proyecta, en última instancia, sobre TODAS las niñas y mujeres; y, por supuesto, las afecta directamente mucho más frecuentemente, porque sería difícil encontrar a una sola mujer adulta en cualquier parte del mundo que no tuviera muchas historias personales de #YoTambién.

A esta luz, el comienzo de la reciente declaración de Bob Avakian sobre este tema sigue siendo muy importante: “El torrente de indignación contra este abuso sexual y contra los acompañantes encubrimientos y complicidad institucionales tan comunes… es justo y justificado y desde hace tiempo necesario, y se debe apoyar, alentar, propagar y defender de contraataques”.

Este auge de lucha debe ir más lejos. Al mismo tiempo, de hecho es necesario en este momento reconocer y superar algunas tendencias negativas que podrían servir para desviar y desbaratar esta lucha. 

¿Qué deben ser las metas de esta lucha?

Cuando el auge de lucha #YoTambién emergió, además de las denuncias iniciales en la prensa y el torrente de expresiones muy justas de agravios, se centraba de manera muy importante en toda la cuestión de la COMPLICIDAD Y LOS ENCUBRIMIENTOS INSTITUCIONALES (semejante al comportamiento de la Iglesia Católica en relación a los curas pedófilos). Esto fue una parte grande de lo que este auge de lucha tenía de nuevo y sin precedentes históricos: no sólo su amplitud y alcance, que daba la impresión del rompimiento de una presa como nunca visto antes, a escala mundial, sino también la atención seria que se puso en el hecho de que estos comportamientos individuales no podían continuar sin contar con la protección y defensa de manera rutinaria y sistemática por parte de las instituciones dirigentes en cada rincón y esfera de la sociedad. Esto era un acontecimiento nuevo, y muy bienvenido. 

Una de las cosas muy importantes en relación con esto es cuando se empieza a reconocer el papel y la complicidad de las instituciones, se pone a cuestionar la cultura prevaleciente en general. Se empieza a ponderar qué tipo de cultura y qué tipo de sistema son éstos en que vivimos que producen y mantienen semejantes instituciones y semejante cultura.

Si bien el auge de lucha de masas todavía señala en ocasiones el problema de la complicidad institucional, el hecho es que lo que viene prevaleciendo CADA VEZ MÁS es que se centra en acusar y destruir a hombres INDIVIDUALES. Esto está ligado a lo que de hecho es una terrible epistemología, que tiene que ver con la práctica ahora increíblemente común hoy de tratar automáticamente a todas alegaciones y acusaciones como hechos comprobados, y de inmediato y en efecto tratar a los individuos acusados como “culpables hasta que se demuestre lo contrario”, a la vez que diversas instituciones dan pasos concretos inmediatos para despedirlos de su empleo, acosarlos tanto de modo que huyan de la vida pública, invalidar y enterrar su arte u otras obras, privarles de representación, demolerlos en las redes sociales y en general convertirlos en léperos y parías sociales. ¿Cuál es el objetivo? ¿Desatar una cultura de schadenfreude 1 y venganza? ¿Es eso la solución al acoso y asalto sexuales tan extendidos y universales? Y la práctica descrita no significa que las instituciones “se estén responsabilizando” — significa que las instituciones se están lavando las manos de su responsabilidad abandonando a las personas acusadas y rápidamente “pasando a otros asuntos”.

A un nivel muy básico, la opresión de las mujeres está ligada a la emancipación de toda la humanidad, en dos sentidos profundos. Primero, no tendría ningún sentido hablar de la emancipación de la humanidad sin la plena emancipación de más de la mitad de la humanidad de las formas muy específicas y generalizadas de opresión que sufren cada día. Y segundo, la lucha por la liberación de las mujeres sólo se podría lograr como un componente crucial de la lucha general por superar todas las divisiones de clase, todas las relaciones de producción de las cuales surgen esas divisiones, todas las instituciones que apuntalan y refuerzan esas relaciones (incluida la opresión de las mujeres en todas las esferas de la sociedad) y todas las ideas que surgen de eso y lo refuerzan. La dominación a las mujeres durante los últimos 10 milenios no es un producto de la naturaleza humana, sino que surge de la manera en que la sociedad humana se desarrolló a partir de las sociedades comunales de recolectores-cazadores.

Este momento ha impulsado a mucha gente a bregar más profundamente con las raíces de todo esto y cómo deshacerse de ello. Una tarea crítica que tienen los comunistas revolucionarios en esta lucha es arrojar luz sobre este punto, y más en general alentar el tipo de cuestionamiento que se adentre en qué es la raíz del problema y qué es el carácter de su solución.

Al mismo tiempo, mientras las personas están batallando contra esto, hay algo muy real en juego que ganar en este momento, aun cuando este sistema capitalista imperialista, y patriarcal, sigue gobernando. Podemos y debemos exigir, y luchar por, un cambio real en la cultura, ahora mismo. ¡ESTO TIENE QUE TERMINAR! Cambiar las cosas en esta manera, ahora mismo, tiene una importancia real para poder llegar a la sociedad emancipadora a la cual se dedica la revolución. Los medios que usamos para hacerlo deben estar acordes con los objetivos.

Una epistemología equivocada, una cuestión de moral y el tipo de sociedad por el cual luchamos

Un aspecto muy perturbador es la forma en que se distinguen muy poco entre los diferentes casos de acoso sexual y asalto sexual. Que quede claro: TODOS estos casos están mal y tienen que TERMINAR. Pero, por degradantes que sean, los casos de bromas sexistas estúpidas al estilo de Al Franken o incluso cuando un ebrio toquetea a una mujer en una fiesta delante de otras personas, no están del mismo nivel que el comportamiento de alguien que aprovecha su posición de poder sobre la vida y carrera de otros para perpetrar sistemáticamente todo un patrón de acoso y seria coacción e intimidación al estilo de Weinstein. Así que, si la meta es reconfigurar toda la cultura y ponerle fin a esto de verdad, en lugar de solamente conseguir 15 minutos de venganza contra individuos, se debe trazar las diferencias de severidad. 

Además, están todas las cuestiones del debido proceso legal y la protección de los derechos de los individuos que pueden haber sido falsamente acusados. (Sí, los hay y los habrá, aunque sean una minoría. Hay que abordar correctamente este aspecto también.) La situación actual es tal que con cada vez mayor frecuencia, la mera mención de una acusación, incluso en ciertas ocasiones solamente en la forma de un rumor, se considera LO MISMO que una declaración de culpabilidad más allá de cualquier duda, al menos en la corte de la opinión pública — y sobre tal base y punto, en esencia y de la noche a la mañana se puede destruir a un individuo.

Y, en esto hay una cuestión general que es muy importante: ¡¡No podemos tener una epistemología para las personas que nos caen bien y otra epistemología diferente para las que nos caen mal!! — o sea, un enfoque que es una característica de la política de identidad relativista. Por ejemplo, si bien se justifica odiar fieramente a Roy Moore por todo lo que él representa que hasta la fecha ya está bien comprobado con evidencia (sus discursos y acciones, etc.), parece que en el momento actual en realidad no hay pruebas definitivas de algunas de las alegaciones sobre su comportamiento de hace 40 años, de las cuales con tantas ganas quieren hacer uso sus rivales políticos con el fin de destruirlo. Es muy posible que él haya hecho esto, pero este movimiento debe representar un modelo de normas más elevadas de principios e integridad y no debe caer en mentalidades de chusmas con la noción de que basta con meras acusaciones, de que hay que creer siempre a todas las mujeres y de que ¡no importan los derechos de los individuos, cuando de todos modos se ha generalizado tanto el problema del acoso sexual y el asalto sexual!

Aunque se comprobara que Moore fuera culpable de las acusaciones más serias en su contra, no obstante su crimen mucho más mayor —el crimen del cual sobra evidencia y el cual él no solo comete sino que admite a diario— aún sería su papel como el abanderado para las más reaccionarias políticas y prácticas teocráticas odia-mujer (así como racistas, anti-gay y por supuesto, chovinistas pro Estados Unidos).

Denunciar los excesos mientras se apoya al rumbo principal

En cualquier auge de lucha de masas justo contra cualquier forma de opresión, habrá excesos y acciones equivocadas de parte de las masas. Y no se puede usar como pretexto el hecho de que los oprimidos cometen y cometerán excesos en la lucha contra su opresión, con el propósito de echar agua fría a los propios auges de lucha justa — esto es un principio que BA ha enfatizado firmemente. Pero eso no significa que de alguna manera no haya problema con los “excesos” o la persecución equivocada o la privación de los derechos a los individuos. Esto no está bien, y cuando estas cosas ocurran, es necesario criticarlas y elevar las normas — o sea librar lucha, no de manera menos combativa sino con principios e integridad más elevados. Si no, en el discurso se corre el peligro de dejar de lado el objetivo estratégicamente favorable de centrarse en la complicidad institucional, o de que esto se relega a una importancia secundaria, mientras que una cultura cada vez más vengativa con cada vez mayor frecuencia cambia el objetivo diario a los hombres individuales y busca no tanto un cambio al por mayor en la cultura, sino una destrucción total de individuos, uno por uno.

Que quede claro: Es probable que sean ciertas muchas, y hasta la mayoría, de las acusaciones y denuncias contra los acosadores y agresores, al menos tratándose de toda la gama y la totalidad de estas acusaciones. Es muy improbable que se encuentre a una sola mujer adulta en ninguna parte del mundo ¡que no tuviera varias historias propias tipo #YoTambién! Así que se necesita mucho un auge de lucha de masas y una repugnancia de masas contra todo esto, y que se propague y se desate, como BA ha enfatizado también. Pero hay que hacerlo correctamente, con las normas correctas y los métodos correctos y la epistemología correcta.

Una contradicción compleja

Esta contradicción profunda tipo grieta divisoria de la sociedad, que afecta negativamente a todas las niñas y mujeres en el planeta (y sí, a muchos niños y hombres también), puede y debe entenderse como una contradicción profunda “entre el pueblo y el enemigo” en ese sentido. Pero esta contradicción —que en realidad surge del funcionamiento de este sistema— no obstante se manifiesta frecuente o incluso típicamente, como una contradicción en el seno del pueblo. Esto es un asunto muy importante en que hay que reflexionar y con lo que hay que bregar para determinar la mejor manera de dirigir en relación con esta batalla actual y más en general: una contradicción clave “con el enemigo” que muchas veces se manifiesta como una “contradicción en el seno del pueblo”.

El acoso sexual y el asalto sexual afectan negativamente a todas las niñas y mujeres durante su vida, y asimismo todos los niños y hombres son moldeados, entrenados y atrapados, a un grado u otro, desde una edad temprana, en una cultura prevaleciente que de rutina fomenta, alienta, defiende y normaliza la práctica de la supremacía masculina en un sinfín de formas, que van desde “bromas” sexistas a la pornografía y a las formas cotidianas y constantes del acoso menor, a los asaltos físicos abiertos, y la violación, la cual es el ejercicio definitivo del poder para humillar, degradar, disminuir y deshumanizar. TODOS estamos ahogándonos en esta cultura pútrida. ¿No tenemos que lidiar con la manifestación de estos problemas vía los niños y los hombres, TODOS los niños y hombres, moldeados por el patriarcado desde la infancia, los niños y los hombres que incluyen a seres queridos — padres, novios, esposos, hijos, mejores amigos? La página web presenta obras, en particular de BA, que tratan este tema, y algunos de los artículos de las últimas semanas empiezan a hablar de esto, pero hace falta hacer mucho más.

Cuestiones agudas

Ahora mismo la lucha ha llegado a una coyuntura crítica. ¿Cómo se sostendrá y se hará avanzar, y cómo se debe hacerlo? Una cosa es segura: no se sostendrá de ninguna manera buena si lleguen a prevalecer una epistemología incorrecta y unos métodos incorrectos. Pero también hay unas cuestiones sobre las cuales es necesario reflexionar acerca de lo que la burguesía ya está haciendo y lo que hará en última instancia en relación con todo eso. Ahora mismo están haciendo uso de esta lucha como un fútbol político para sus propias rivalidades y objetivos (¡mientras siguen dejando al agresor sexual en jefe en su cargo!). (Lea “¡El agresor sexual en jefe tiene que marcharse!” aquí). Pero dada la omnipresencia del problema de marras, ¿realmente pueden dejar que rueden cabezas en posiciones dirigentes en todas las instituciones importantes de su sociedad? Esto va a convertirse rápidamente en un problema para ellos. ¡Y, desde luego, ellos no comparten nuestro deseo de desencadenar la furia de las mujeres en toda su extensión! Así que eso también es un problema para ellos. ¿Dónde y cómo tratarán de contener o parar este auge de lucha: con un suicidio de un acusado que luego conduzca a una contra-reacción? ¿Con nuevas leyes contra la difamación? ¿Con la represión abierta del movimiento? ¿Con la promoción de Pence como un guardián de la moralidad tipo Guardianes del Juramento? ¿Con una transformación de la noche de la mañana al estilo de El cuento de la criada? Quizás con cualquiera de estas cosas o algo completamente diferente — nadie puede decir con seguridad… y precisamente por eso, bregar con tales resultados es una importante parte de lo que todos debemos hacer.

Todo esto subraya tanto que la lucha debe seguir avanzando, como la importancia crucial de bregar sobre CÓMO hacerla avanzar. Sería incorrecto en la misma medida o bien echar agua fría sobre el auge de lucha justa en nombre de no cometer excesos, o bien seguir pasivamente a la cola de los impulsos espontáneos de la gente (cultivados por la clase dominante), y así dejar que toda la cosa degenere en la forma de una cultura de venganzas, schadenfreude, un deporte de sangre que singulariza a los individuos lo que en última instancia deja en la impunidad a las instituciones y a todo el maldito sistema. Hay demasiado en juego —para toda la humanidad y para las mujeres— como para hacer algo menos que luchar por esto a fin de avanzar en la dirección correcta.


1. Schadenfreude es una palabra del alemán que significa regodearse de la desgracia ajena. [regresa]

 

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