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Tres ejemplos en solamente dos días de la manera en que el New York Times, sí, el New York Times, entrena a la gente para que sea ignorante, arrogante y chovinista

4 de enero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Muchas personas progresistas y pensantes confían en el New York Times para proporcionarles una interpretación más o menos acertada de lo que sucede en el mundo. Se reconoce como una fuente seria de información más o menos objetiva sobre los acontecimientos más significativos en el mundo.

Para que quede claro, el New York Times —a diferencia de, digamos, las Noticias Fox— por lo general no inventa mentiras escandalosas y afirma que son ciertas (aunque sí causó un daño considerable al perpetuar independientemente la mentira descarada de que Irak poseyera armas de destrucción masiva, una mentira que justificó la desastrosa guerra de George W. Bush contra Irak). Y en este momento, por lo general, Trump lo ataca por informar algunas cosas con precisión. Sin embargo, por lo que eligen incluir, lo que eligen resaltar, y lo que eligen ocultar, de hecho entrena a sus lectores con una metodología errante y una visión invertida del mundo, como demuestran los siguientes ejemplos:

El horror en Guatemala donde nunca se menciona al perpetrador principal

El artículo de Daniele Volpe en el New York Times del 22 de diciembre, “Víctimas de la guerra civil de Guatemala yacen en paz, tres décadas después”, describe una pequeña porción de los crímenes cometidos en contra de la población indígena de Guatemala. Ella escribe: “Durante la guerra, se destruyeron del 70 al 90 por ciento de los pueblos de la zona y el 60 por ciento de la población fue desplazada, forzada a abandonar sus casas y buscar refugio en la zona montañosa cercana, según informó una comisión de la verdad de las Naciones Unidas. La investigación de la ONU estima que cerca de 7000 personas del pueblo Ixil, una etnia maya, fueron asesinadas”.  Continúa: “Las operaciones en contra de los ixiles se intensificaron bajo el mandato del general Efraín Ríos Montt, quien tomó control del gobierno en marzo de 1982. El ejército masacró a pueblos enteros, arrasó edificaciones y destruyó los rebaños de ganado”.

En este artículo entero, no aparecen las palabras “Estados Unidos”. Volpe no menciona toda la fea historia de Estados Unidos de más de un siglo en Guatemala. Se puede comenzar esa historia con la expropiación de tierras por la empresa United Fruit en 1906; en la década de 1930, la United Fruit Company era el mayor terrateniente de Guatemala. El papel de Estados Unidos se aumentó en particular después de la elección de Jacobo Árbenz en 1954. Árbenz comenzó a recuperar tierras de la United Fruit y dárselas a los campesinos sin tierra. En respuesta, la CIA orquestó un golpe de estado para derrocar al gobierno de Árbenz, instalando al coronel Carlos Castillos Armas, entrenado en la Escuela de Comando y Estado Mayor General de Estados Unidos en el Fuerte Leavenworth. Arrestaron a miles de personas, torturando a muchas, y devolvieron la tierra a United Fruit.

A fines de la década de 1960, más de 1000 fuerzas especiales yanquis operaron en las tierras altas de Guatemala entrenando militares guatemaltecos y operando a su lado. Surgió una insurgencia guerrillera contra los gobiernos reaccionarios. Siguieron más masacres, pero a principios de la década de 1980, con toda América Central en plena agitación, Estados Unidos respaldó el ascenso al poder de Efraín Ríos Montt mediante un golpe militar. Ríos Montt intensificó el genocidio de los indígenas con el apoyo de Estados Unidos. Incluso después de que el genocidio en Guatemala llegó a ser conocido internacionalmente, el presidente de Estados Unidos, Reagan, llamó a Ríos Montt: “un hombre de gran integridad personal y compromiso”. (Vea “Caso # 95: El carnicero de Reagan comete el genocidio en Guatemala”).

Se calcula que han asesinado a más de 150,000 personas los gobiernos guatemaltecos sucesivos que recibieron apoyo militar, económico y diplomático de Estados Unidos. Pero el artículo del New York Times borra y oculta por completa esta fea y horrenda historia. No solo tapa sino que nunca menciona la verdadera causa del problema: el dominio de Estados Unidos y la represión genocida horrible por medio de terceros. El lector queda con “qué triste” y la idea de que es muy lamentable que “la gente de allí nunca haya aprendido a civilizarse”... mientras pela un plátano sobre su cereal de desayuno y pasa la página a un anuncio de joyas caras para la Navidad.

La catástrofe ambiental en Indonesia por la que no hay nadie culpable

El mismo día, en la portada del New York Times salió un artículo que le parte el corazón a uno y le pone furioso, “An Ultimatum for Jakarta: Redevelop or Drown” [Un ultimátum para Yakarta: reurbanizarse o ahogarse]. Este artículo describe las formas en que el cambio climático ha entrelazado con el desarrollo vertiginoso y no planificado para no solo amenazar a la ciudad de Yakarta en el futuro, sino que más o menos inmediatamente poner en peligro el destino de 30 millones de personas. El artículo trata la corrupción en el gobierno. Sin embargo, no menciona el papel de Estados Unidos en la instalación violenta de los regímenes lacayos violentos, corruptos y neocoloniales que han gobernado Indonesia durante más de 50 años en nombre de sus señores imperialistas (principalmente estadounidenses), comenzando con un golpe de 1965 orquestado y directamente ayudado por la CIA. Este golpe derrocó a un gobierno, aplastó totalmente al Partido Comunista de Indonesia y asesinó a entre medio millón y un millón de personas. El artículo no menciona que los regímenes puestos en el poder por ese golpe abrieron las compuertas a todo tipo de inversión imperialista e incorporaron a Indonesia en el mercado mundial de formas que han despojado al medio ambiente a la nación.

Otra vez, el Times deja, y dirige, a los lectores a sacudir la cabeza sobre las políticas locas “por allá” que han causado una catástrofe ambiental.

Nada en estos artículos es una mentira ni “fake news” / noticias falsas. Sin embargo, aun así oculta la verdad porque oculta las verdaderas relaciones y causas.

Pero ahora considere un artículo del día anterior para ver cómo le están entrenando a usted a ver la historia dentro de las fronteras de Estados Unidos. Considere al decano de los columnistas del New York Times, Thomas Friedman, y vea si usted se unirá a nosotros para decirle:

Estimado Thomas Friedman: Vete a la mierda

De la columna del 20 de diciembre de Thomas Friedman en el New York Times, “How Trump Made Putin’s Christmas” [Cómo Trump hizo que la Navidad de Putin fuera feliz]: “Primero, siempre hemos educado a nuestros ciudadanos en la tecnología principal del día y más allá — en la era de la desmotadora de algodón, eso significaba el inicio de la educación primaria universal”.

No, estimado Thomas, la desmotadora de algodón, la cual la operaron los propios esclavos, significaba la expansión masiva de la esclavitud. Significaba 3.2 millones de personas esclavizadas en Estados Unidos para 1850. Significaba esclavos sujetos a la “máquina de látigos”, ya que la principal forma de aumentar la productividad era azotar a los seres humanos esclavizados cada noche que no cumplieran con la cuota asignada. Aumentaban las cuotas con regularidad. (Vea The Half Has Never Been Told: Slavery and the Making of American Capitalism [La mitad nunca se ha contada: La esclavitud y la construcción del capitalismo estadounidense], de Edward Baptist).

¿¡¿La educación primaria universal?!? En realidad, las leyes estatales prohibían a los esclavos aprender a leer. Cualquier esclavo que se atreviera a desafiar esa ley estaba sujeto al asesinato o la mutilación.

Deje a un lado todos los otros crímenes intelectuales de Thomas Friedman (por ejemplo, apoyar la guerra contra Irak, continuamente promover y dar un cheque en blanco al sionismo, la globalización, etc.). ¿Qué clase de mentalidad de la descarada supremacía blanca puede escribir esa basura? ¿Qué tipo de sociedad es ella en la que los liberales —sí, los liberales— pueden convertir a una persona que se ha comprobado ser o un ignorante o amoral en uno de los más destacados de sus comentaristas políticos?

Una sociedad bancarrota tanto intelectual como moralmente.

 

 

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