Si se es una de las personas que se dice a sí misma que los “adultos” en la Casa Blanca refrenarán a Trump en cuanto a una guerra nuclear, más vale leer este artículo

21 de enero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Donald Trump sigue provocando a Kim Jong-un, líder de Corea del Norte, y amenaza con atacar al país de 27 millones de personas. El mundo se tambalea al borde de una posible guerra nuclear. Esto es real. Significaría un holocausto de sufrimiento indescriptible.

¿Qué está usted haciendo al respeto? ¿Esperando que los “adultos” de la Casa Blanca puedan desviar a Donald Trump para que no inicie una guerra contra Corea del Norte?

Piénselo mejor. Un artículo reciente en la revista The Atlantic revela los despiadados cálculos de una gran potencia que están detrás de las peligrosas acciones y amenazas que Estados Unidos está haciendo en la Península Coreana, en particular la perspectiva y pensamiento del consejero de Seguridad Nacional H.R. McMaster, un “intelectual” en el gabinete de Trump.

McMaster es una figura “respetada” en el establecimiento militar de Estados Unidos, considerado uno de los “pensadores sobre el futuro de la guerra”. El artículo de la Atlantic plantea el interrogante: “¿Por qué insiste el asesor de seguridad nacional de Donald Trump —más vigorosamente que cualquier funcionario de la administración excepto el propio presidente— que a Kim Jong-un se le deba negar la capacidad de poner una ojiva nuclear en un misil que puede llegar a Estados Unidos, incluso si esto requiere iniciar un conflicto militar con el Norte que podría convertirse en una guerra catastrófica?”

Cualquier ataque militar de Estados Unidos a Corea del Norte —inclusive un ataque que se llama “sangrarle la nariz”, o sea un ataque rápido con el fin de enviar un “mensaje” a la dirigencia norcoreana— sería una agresión completamente injusta y un crimen de lesa humanidad de proporciones monstruosas. Y también podría escalar muy rápida y horriblemente en una guerra más grande con consecuencias catastróficas para millones de vidas humanas. John Nagl, un teniente coronel jubilado que trabajó con McMaster en Irak, describió este escenario: “Le ‘sangramos la nariz’ a Corea del Norte. Responden con un ataque de artillería convencional contra Seúl [la capital de Corea del Sur]. Usamos armas nucleares. China se moviliza [para evitar la caída del régimen de Kim].... Hay todas las posibilidades de que “sangrarle la nariz” a Corea del Norte termine en una guerra global entre China y Estados Unidos”.

Una prueba de voluntades

Esto es pura locura. Pero hay una lógica, una lógica imperialista, detrás de esta locura. McMaster y otros ven amenazado el dominio global de Estados Unidos desde varios frentes, con diferentes potencias y fuerzas poniendo a prueba el poderío de Estados Unidos, averiguando las debilidades, y viendo cómo responda Estados Unidos. McMaster saca lecciones de los períodos antes de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, períodos de maniobras, desafíos y tensiones complejos entre las potencias mundiales que culminaron en guerras catastróficas.

McMaster cree que, de manera similar a la década de 1930 antes de la Segunda Guerra Mundial, múltiples estados grandes y fuertemente armados hoy se enfrentan y se contienden entre sí por una posición dominante. Estos rivales actuales y potenciales quieren “modificar el orden global” del dominio de Estados Unidos. McMaster, el régimen de Trump y Pence y la clase dominante en su conjunto, inclusive la dirección del Partido Demócrata, están decididos a prevalecer en esta situación, cueste lo que cueste. Recuerde que se calcula que entre 60 y 80 millones de personas murieron en la Segunda Guerra Mundial. El armamento actual empequeñece la capacidad destructiva de los arsenales utilizados en la Segunda Guerra Mundial. El estudio de McMaster de la década de 1930 no es una investigación académica de interés histórico. McMaster está calculando cómo manejar un imperio a través de un tsunami de sangre, muerte y destrucción, y emerge “victorioso”.

¿Qué tiene que ver con Corea del Norte? Incluso muchos “expertos” de la clase dominante estadounidense reconocen que las pocas armas nucleares y misiles de Corea del Norte no son armas de “primer golpe”, sino un intento por parte de los líderes del país de “disuadir” (impedir) un ataque de una potencia mucho más poderosa como Estados Unidos. Kim Jong-un, líder del régimen norcoreano, ha señalado que las potencias estadounidenses y europeas presionaron a Muamar el Gadafi de Libia a abandonar el programa nuclear de ese país, y luego Gadafi fue derrocado por la fuerza y asesinado.

Para los gobernantes de Estados Unidos, detener el desarrollo de armas nucleares de parte de Corea del Norte —mediante una guerra si es necesario— tiene grandes implicaciones para todo su poderío global. El artículo de la revista Atlantic caracteriza el pensamiento de McMaster y otros: “Los aliados y adversarios alrededor del mundo están observando si Estados Unidos aprueba o no la prueba de voluntades en la península coreana, lo que ayuda a explicar las preocupaciones de McMaster sobre desencadenar una carrera de armas nucleares y perder la alianza de Estados Unidos con Corea del Sur y su presencia en Asia Oriental… lo que ayuda a explicar por qué McMaster ha hecho que sea tan enorme lo que está en juego en la crisis nuclear de Corea del Norte”.

Con esta línea de razonamiento, los gobernantes de Estados Unidos no consideran acontecimientos como el reciente “descongelamiento” en la relación entre Corea del Norte y Corea del Sur y la posibilidad de conversaciones entre los dos gobiernos como “señales esperanzadoras” que disminuyen la posibilidad de una guerra. De hecho, si el régimen de Trump y Pence pensara que Corea del Norte estuviera logrando crear divisiones entre Corea del Sur y su padrino imperialista Estados Unidos, esto podría obligar a Estados Unidos a intensificar sus acciones belicistas en contra de Corea del Norte para evitar que Estados Unidos sea visto como débil a los ojos de sus rivales y contrincantes alrededor del mundo.

McMaster no es un bocón chillón que se ponga como loco con rabietas furiosas. No se jacta de que su “botón nuclear... es mucho más grande y más poderoso” que el de Kim Jong-un. Es completamente racional y de sangre fría en sus cálculos acerca de conflictos que podrían conducir a intercambios de armas nucleares y la muerte y destrucción inimaginables que causarían.

A donde llegará el aferrarse a la esperanza (ilusión) de que los demócratas impedirán una guerra

Si las figuras “cuerdas” del régimen como McMaster no van a prevenir esta guerra (y de hecho la están preparando y promoviendo activamente), ¿qué pasa con los principales demócratas?

Estos funcionarios demócratas son las mismas personas que, en su convención nacional de 2016 para nominar a Hillary Clinton, suprimieron a algunos delegados que coreaban consignas anti-guerra, dirigiendo a los otros delegados a gritar de modo jingoísta “¡USA! ¡USA!”. Estos son los mismos políticos de la clase dominante que elogiaron a McMaster cuando Trump lo nombró el año pasado. Las mismas personas, como Pelosi y Schumer, que han presionado a Trump para ser más duro con las sanciones en contra de Corea del Norte y otros países acusados de comerciar con ella, antes de recurrir al “último recurso” de la guerra. Este es el mismo Partido Demócrata cuyos congresistas votaron unánimemente en mayo pasado por imponer sanciones a las empresas que hacen negocios con Corea del Norte. El mismo Partido Demócrata cuyo miembro de mayor rango en el Comité de Relaciones Exteriores (Edward Markey de Massachusetts) escribió una carta alabando a Trump por las sanciones que impuso a Corea del Norte.

Aquí está una cosa central en la que todos en el séquito de Trump y Pence y en el Partido Demócrata están de acuerdo: es intolerable que Estados Unidos permita que Corea del Norte mantenga una fuerza disuasiva nuclear.

¡¿¡¿Y se supone que hay que esperar que estos demócratas impidan que los monstruos en la Casa Blanca lancen la Tercera Guerra Mundial?!?! No lo harán, porque ven su responsabilidad, cuando los republicanos están en el poder y lanzando guerras, como la de “convencer a aceptarlo” a los sectores más anti-guerra de la población, y cuando ellos mismos están en el poder, la de lanzar las guerras ellos mismos — cuando piensan que los intereses del Estados Unidos lo requieren. Estos intereses son intereses imperialistas, basados en la premisa de la supuesta “justicia” de que Estados Unidos domine el planeta. Aferrarse a la esperanza (la ilusión) de que los demócratas impidan que los fascistas en el poder vayan a la guerra facilitará estos crímenes inminentes.

Un reto ante todo el mundo

Y eso lleva a un reto moral que todos enfrentamos: Permanecer en silencio —y cómplice— sobre la intensificación de los planes y maniobras de este régimen por una guerra imperialista criminal.... O hacer todo lo posible para dar la voz de alarma y convocar a otros a decir ¡NO !, y trabajar para construir lo único que tiene siquiera la posibilidad de impedir esta catástrofe: la acción masiva e independiente contra la guerra. La situación es extremadamente urgente y hay muchísimo en juego para la humanidad y urge que las personas se tomen la posición justa, ya.

 

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