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Crimen Yanqui Caso #46: La esclavitud en la industria camaronera de Tailandia

Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

EL CRIMEN:

A los estadounidenses les encantan los camarones. Consumen más camarones que cualquier otro marisco, 590 millones de kilógramos al año, casi dos kilógramos por persona. La mayoría de los camarones se pelan y limpian para que los consumidores puedan trasladarlos fácilmente del refrigerador al sartén. Lo que la mayoría de los estadounidenses no sabe, y lo que se les esconde a ellos, es lo que lo hace posible que disfruten de su marisco favorito: trabajadores esclavizados, a menudo mantenidos en servidumbre por deudas y por otros medios, en Tailandia, de donde viene gran parte de los camarones en Estados Unidos.

Los mariscos son una industria grande en Tailandia, de $ 7 mil millones, que emplea a 650.000 trabajadores, basada en el trabajo de dieces de miles de esclavos. La mayoría son pescadores empobrecidos migrantes de Camboya, Laos y Myanmar desesperados por encontrar cualquier trabajo que puedan. La industria de exportación de mariscos de Tailandia se ha expandido en los últimos años, y los agentes han comenzado a reclutar niños migrantes y gente discapacitada. Los agentes mienten sobre los salarios y drogan y secuestran a los migrantes, vendiéndolos a los capitanes tailandeses de buques pesqueros o a las empresas que son dueños de esos buques. Un esclavo cuesta alrededor de $ 1000, y los trabajadores son obligados a pagar su “deuda” con sus salarios, que a menudo no reciben por meses, años o, a veces, nunca.

Tailandia es uno de los principales países exportadores del camarón y envía casi la mitad de su captura anual a Estados Unidos, que importa el 90 por ciento de sus camarones. El camarón de Tailandia es una de las fuentes principales de camarón para el mercado estadounidense en general, para la producción y cadenas de suministro de grandes tiendas de alimentos en Estados Unidos como Walmart, Costco, Kroger, Whole Foods y grandes cadenas de restaurantes como Red Lobster y Olive Garden. Los camarones tailandeses también se encuentran en las famosas marcas de mariscos y alimentos para mascotas en Estados Unidos. Se venden a través de las cadenas de supermercados en decenas de miles de tiendas a millones de estadounidenses.

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En fábricas y cobertizos inhumanos y humeantes, limpian y pelan camarones pescados por esclavos en barcos tailandeses. Tailandia exporta casi el 50 por ciento de su captura anual a Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos ha criticado durante mucho tiempo la industria pesquera tailandesa y a las autoridades tailandesas por la trata de personas y el trabajo forzado, pero ha hecho poco para impedirlos. Foto:  AP

Las tripulaciones pescadoras que pescan camarones trabajan largas horas y a menudo son objetos de abuso físico. La Organización Internacional del Trabajo hizo una encuesta en 2013 a 600 pescadores que trabajaban a bordo de barcos tailandeses, y descubrió que casi el 25 por ciento trabaja 20 horas al día, siete días a la semana, y el 14 por ciento informó que sus horas eran “indefinidas”. Otro estudio encontró que varios pescadores eran forzados a comer metanfetamina para que trabajaran más duro, más rápido y por más tiempo. En un barco, castigaron con la tortura y la muerte a los trabajadores migrantes que trataron de huir. Arrojaron a algunos cadáveres al agua, los cuerpos amoratados encontrados más tarde pesados por cadenas. “Torturaban y asesinaban a los pescadores y luego los arrojaban al mar”, dijo una víctima de la trata que escapó. Tales informes de testigos presenciales de asesinatos en el mar son comunes.

Gran parte de la captura se lleva a uno de los cientos de cobertizos en una ciudad portuaria a solo una hora de la capital, Bangkok, donde pelan y limpian los camarones. Algunos cobertizos no son más grandes que un garaje grande, atiborrado de trabajadores encerrados que a menudo son golpeados. Los esclavos están encerrados, obligados a pelar y limpiar camarones por casi 24 horas del día sin días libres. “A veces, cuando trabajábamos las lágrimas corrían por nuestras mejillas porque era tan agotador y no podíamos soportarlo”, dijo uno. Una mujer embarazada de ocho meses sufrió un aborto espontáneo en el piso del cobertizo, pero le dijeron que siguiera trabajando aunque sufría una hemorragia. Una mujer embarazada que escapó fue rastreada, regresada al cobertizo y esposada a otra trabajadora para evitar que escapara de nuevo. Unas 10.000 niñas y niños entre las edades de 13 y 15 trabajan en cobertizos como estos.

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Después de una redada en noviembre de 2015 en un cobertizo de camarones en Tailandia, los niños se aguardan antes de ser llevados a un refugio gubernamental para la trata de personas, donde podrían quedarse por años o ser deportados de regreso a Myanmar. Foto:  AP

Después de limpiar y pelar los camarones en fábricas y cobertizos, los cargan en camiones y los envían a varias grandes empresas exportadoras tailandesas, que luego venden camarones en enormes cantidades a grandes conglomerados estadounidenses como el Chicken of the Sea Eastern Fish Company. Estos conglomerados luego venden otra vez los camarones a los fabricantes de alimentos para elaborar alimentos procesados y congelados, a minoristas y proveedores de servicios de alimentos como restaurantes, y a marcas vendidas directamente a consumidores y minoristas.

LOS CRIMINALES:

El gobierno de Estados Unidos: Defiende la dominación imperialista general de Estados Unidos sobre Tailandia, la que incluye respaldar a su reaccionario régimen pro Estados Unidos y alentar, proteger y facilitar los lazos y relaciones económicos de explotación con Tailandia. El Departamento de Estado de Estados Unidos ha emitido informes que critican Tailandia por el trabajo esclavo y otros abusos, pero recientemente Estados Unidos afirmó que las cosas están mejorando. Los grupos de derechos humanos como Humanity United, sin embargo, escriben que no han visto ningún “cambio significativo”, que el “abuso atroz en la industria pesquera” continúa, y “Más bien al contrario, las condiciones están empeorando para los trabajadores migrantes, en lugar de mejorar”.

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Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian   

La esclavitud desempeñó un papel importante en el desarrollo histórico de Estados Unidos; hoy la riqueza y el poder de los Estados Unidos descansan sobre un sistema mundial de explotación imperialista que tiene atrapadas a cientos de millones, y, en última instancia miles de millones de personas, en condiciones marginalmente superiores a las de los esclavos. Ahora bien, si esto parece una afirmación extrema o exagerada, piense en las decenas de millones de niños en todo el tercer mundo que, desde una edad muy temprana, están trabajando casi todos los días del año —como los esclavos en las plantaciones del Sur de los Estados Unidos solían decir, “desde no poder ver en la mañana, hasta no poder ver en la noche”— hasta que estén agotados físicamente…. Simple y llanamente, estas son condiciones muy similares a las de la esclavitud…. Esto incluye el acoso sexual descarado hacia la mujer, así como también muchas otras humillaciones.

Todo esto forma la base sobre la que se apoya el sistema imperialista, con el imperialismo estadounidense sentado encima de todo hoy.

—Bob Avakian, Lo BAsico 1:4

Las tiendas y minoristas de alimentos, los restaurantes, las marcas de productos del mar y de alimentos para mascotas, y el capital estadounidense en general, que dominan y dan forma a la producción y cadenas de suministro alrededor del mundo y sacan extra- o super-ganancias usando el trabajo barato de esclavos. Han luchado contra los esfuerzos populares para impedir que vendieran camarones producidos por esclavos, y las cortes de Estados Unidos los han apoyado. En enero de 2017, un juez federal rechazó una demanda que afirmaba que el minorista gigante Costco intencionalmente había vendido camarones congelados que venían de la agricultura de esclavos tailandeses. El juez dictaminó que los demandantes no habían demostrado que Costco tenía que informar a sus clientes que la esclavitud podría estar involucrada en la producción de los camarones que vendía.

El gobierno tailandés: La junta militar que gobierna Tailandia ha afirmado en varias ocasiones que está tomando medidas contra la esclavitud y la trata de personas en la industria pesquera y que ha implementado varias medidas para hacerlo. Pero los grupos de derechos humanos han informado que, en realidad, la esclavitud, la trata de humanos, y los asesinatos todavía son omnipresentes en la industria pesquera. La policía tailandesa y el poder judicial son cómplices. Casi nunca hay arrestos o acusaciones contra los que están involucrados en la esclavitud y la trata de personas. Cuando la policía realiza redadas en las fábricas y cobertizos, a menudo envían a trabajadores migrantes a la cárcel, y los propietarios salen impunes. Varios ex esclavos han informado que la policía los detiene y luego los vende a los agentes que, a su vez, los venden de nuevo a la industria pesquera.

LA COARTADA:

El gobierno de Estados Unidos afirma que el gobierno militar tailandés continúa avanzando en la lucha contra el problema del trabajo esclavo y la trata de personas y, por lo tanto, no se requieren acciones punitivas como sanciones. Los gigantes multinacionales como Walmart y Costco afirman que no están conscientes del uso del trabajo de esclavos en Tailandia, o que la cadena de suministro es tan compleja que es imposible rastrear y averiguar que los camarones que venden son producidos por esclavos.

EL MOTIVO VERDADERO:

El capitalismo global, el capitalismo-imperialismo estadounidense en particular, es lo que domina y da forma a la cadena de producción altamente integrada y desarrollada que lleva el camarón tailandés producido por esclavos desde el océano hasta las mesas estadounidenses. Hoy, el uso global de la externalización y la subcontratación es una característica central de la producción capitalista mundial. Es extremadamente ventajoso para el capitalismo-imperialismo de Estados Unidos porque aumenta su rentabilidad y flexibilidad y lo libera de las “cargas” de las reglas sobre el ambiente, la labor, y otras regulaciones. Esto le da a los explotadores globales “una negación plausible”: “Otra persona esclavizó a los trabajadores, no sabíamos nada”.

El poderío del estado imperialista refuerza todo este orden económico. Lo respalda y protege, a veces hasta instalando regímenes brutales y opresivos que sirven al imperialismo.

Tailandia es uno de ellos. Durante muchos años, ha sido el aliado más firme de Estados Unidos en el Sudeste Asiático. Durante la guerra de Vietnam, Tailandia albergó siete bases aéreas desde que los aviones yanquis lanzaban misiones diarias para atacar objetivos estratégicos en Vietnam del Sur, Vietnam del Norte, y Laos. Tailandia también albergó una base naval de Estados Unidos e instalaciones portuarias que suministraron municiones militares críticas a la región. Al apogeo de la guerra, casi 50.000 militares yanquis estaban estacionados en Tailandia, y unos 40.000 soldados y marineros tailandeses luchaban junto a los estadounidenses como parte de las llamadas Fuerzas del Mundo Libre.

Hoy en día, los imperialistas estadounidenses consideran a Tailandia un factor crítico para sus intereses estratégicos en la región, incluida la “guerra contra el terror”. Abu Zubaydah, el más alto sospechoso de al-Qaeda, fue torturado con el submarino y sometido a otras torturas ilegales en un “sitio negro” secreto en Tailandia durante las operaciones de interrogaciones de la CIA en 2002. Estados Unidos también ve a Tailandia como un aliado importante contra la creciente influencia de China en el Sudeste Asiático. Y existen amplios vínculos económicos, comerciales y de inversiones entre los dos países. En octubre de 2017, Trump extendió la alfombra roja de la Casa Blanca para el primer ministro de Tailandia, la misma persona que en 2014, como comandante en jefe del ejército, derrocó al gobierno elegido.

Estas son las razones por las que Estados Unidos rechaza considerar seriamente sanciones u otras acciones que ayudarían a terminar la pesadilla que viven las decenas de miles de esclavos atrapadas en la industria pesquera de Tailandia.

Fuentes

An AP investigation helps free slaves in the 21st Century” [Una investigacióñ de la AP ayuda a liberar a esclavos en el siglo XXI], Associated Press, julio de 2016

Thailand’s Seafood Slaves: Human Trafficking, Slavery and Murder in Kantang’s Fishing Industry” [Los esclavos de mariscos de Tailandia: La trata de personas, la esclavitud y el asesinato en la industria pesquera de Kantang], Environmental Justice Foundation, London, 30 de noviembre de 2015

Exclusive: U.S. to upgrade Thailand in annual human trafficking report” [Exclusiva: Estados Unidos va a subir de categoría a Tailandia en el informe anual sobre la trata de personas], Reuters, 28 de junio de 2016

Retail giant Costco wins dismissal of prawn lawsuit over Thai forced labor” [El minorista gigante Costco gana, se desestima la demanda en su contra sobre el trabajo forzado en la industria de los camarones], Reuters, 25 de enero de 2017

Thailand: Forced Labor, Trafficking Persist in Fishing Fleets” [Tailandia: El trabajo forzado y la trata de personas perduran en las flotas pesqueras], Human Rights Watch, 23 de enero de 2018

Thai seafood: are the prawns on your plate still fished by slaves?” [Mariscos tailandeses: ¿los camarones en su plata, todavía son pescados por esclavos?], The Guardian, 23 de enero 2018

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