Cambios de ánimo SB: Los años 60 y los años 90

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #902, 13 de abril, 1997

Podemos aprender más sobre la situación actual si examinamos a fondo las importantes diferencias entre este período y los años 60. Por ejemplo, este no es un período de expansión de las economías imperialistas; social y políticamente, buena parte del movimiento de los años 60, como el movimiento pro derechos civiles y la fundación de la organización Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS), fueron condicionados por la expansión de la economía. A pesar de que el movimiento apuntaba a cambiar la situación, no dejaba de ser condicionado por esa expansión y el "optimismo" que la acompañaba, ese optimismo tipo Kennedy-Camelot, que reflejaba las condiciones materiales de amplias capas de la población en Estados Unidos.

Se ha dicho que los años 60 fueron de creciente esperanza (lo cual me parece válido con tal de que lo analicemos críticamente) y que los movimientos de ese entonces, incluso los que más se radicalizaron, fueron, en gran parte, moldeados por el conflicto entre esa creciente esperanza y las frustraciones y limitaciones que la truncaron. Esa fue una mezcla muy explosiva.

En Estados Unidos y el mundo la economía experimentó un boom antes de la guerra de Vietnam; luego, factores económicos interrelacionados con la guerra transformaron la situación en su contrario. Antes, en los años 50 y 60, grandes sectores de la población se mudaron a los suburbios y parecía que, de una manera u otra, todos tenían posibilidades de ascenso social, todos sacaban provecho. Pero otros sectores importantes de la población, en particular las masas negras y la clase media negra, fueron excluidos; esa fue una de las mayores y más explosivas contradicciones sociales de ese período.

Eso es muy diferente al período actual; no digo que no hay mejoramiento alguno ni, por otra parte, que no se han visto esperanzas truncadas. Pero la situación actual es muy diferente, las esperanzas son muy diferentes. Se podría decir que es un período de esperanzas reducidas para importantes sectores de las capas medias, aunque no de todos, porque la intensa polarización social actual afecta incluso a esas capas medias. Debido a cambios objetivo-económicos, así como a medidas conscientes de la clase dominante, importantes sectores de la clase media tienen menores esperanzas. No existe la misma clase de optimismo espontáneo (si me permiten decirlo así) que tenía la mayoría de la sociedad en los años 60.

Estaba leyendo el libro de Jonathan Kozol Amazing Grace, y si bien conocemos las condiciones que describe del Sur Bronx y de las masas básicas en general, no deja de ser una descripción muy vívida y gráfica. Naturalmente, las esperanzas de las masas más destituidas y desesperadas son muy diferentes a las de esas mismas masas hace 25-30 años. Todo eso nos presenta grandes problemas. Existe un grado de fatalismo y derrotismo que tenemos que combatir a sabiendas, y lo estamos haciendo. Pero eso establece un marco diferente con respecto a cómo se desenvuelve la situación y a cómo se presentan los problemas.

En otros escritos he dicho que no se van a repetir los años 60; las contradicciones se presentarán y se resolverán de una manera diferente. A nivel estratégico, eso es una ventaja para nosotros porque es una expresión de que los imperialistas tienen menos reservas (y eso es algo que tenemos que investigar más a fondo). Además, a diferencia de los años 60, hoy se choca más clara y más rápidamente con las relaciones sociales fundamentales.

Por ejemplo, con el movimiento pro derechos civiles de los años 60, particularmente en el Sur, muchos se dieron cuenta de que esta sociedad tenía un problema muy serio, que en el Sur existía una Sudáfrica, aunque se suponía que este país era el paladín de la democracia mundial. Algo andaba muy mal y muchos de los que querían resolver esa contradicción se radicalizaron.

Hace poco vi un video del documental "Freedom on My Mind" (Pensando en la libertad), sobre el movimiento de derechos civiles en el Sur, y ahí se ve desenvolver ese proceso, no solo para las masas negras, sino también para los universitarios negros y blancos y otros que se involucraron a ese movimiento. Sabemos que fue una experiencia radicalizadora porque muchos de nosotros la vivimos. Pero por otro lado, digámoslo así: en ese entonces uno podía moverse bastante antes de chocar con las relaciones y condiciones subyacentes, con las limitaciones subyacentes del sistema. Había más espacio para maniobrar: la clase dominante tenía más espacio dentro de las limitaciones impuestas por la democracia burguesa; y las masas tenían más razón para pensar que esas contradicciones se podían resolver trabajando con el sistema, aunque al mismo tiempo muchos se estaban radicalizando.

Leí una entrevista que le hicieron a Mario Savio cuando estuvo en Berkeley en 1994 para el 30 aniversario del Movimiento pro Libertad de Expresión (del cual fue un importante líder y símbolo). Habla de las ganas que tenía de meterse de nuevo en el movimiento porque estaban bajo fuego muchas de las causas que lo llevaron a involucrarse en la política, y que una vez más se presentaban los mismos problemas. También hizo una comparación entre ese período y hoy, y dijo que hoy la situación es más complicada.

Le preguntaron: "¿Por qué piensas que los universitarios son diferentes; por qué no militan con el mismo entusiasmo que lo hiciste tú?". Esencialmente respondió que las condiciones materiales son diferentes y que los problemas surgen de una manera diferente. Lo "bueno" y lo "malo" no siempre está claro, no se ve nítidamente. Muy pronto uno se ve ante la cuestión de clase. También dijo lo siguiente: no es solo lo "bueno" y lo "malo" del racismo, sino que uno se topa con la cuestión de clase. En una palabra, lo que decía es que uno se tropieza con toda la estructura de la sociedad, que se topa rápidamente con eso.

Repito, estratégicamente esa es una ventaja para nosotros, aunque tácticamente nos presenta problemas porque la gente no ve espontáneamente cómo lidiar con esa situación, una situación que parece agobiante. Tanto en el sentido ideológico (en su concepción del mundo) como en el práctico, o sea, en el sentido de ver una fuerza material capaz de extirpar todo eso, la gente por lo general no ve cómo resolverlo. Por tanto se siente derrotada en vez de motivada e inspirada para luchar de una manera consecuente por un cambio fundamental. Naturalmente, todo eso es muy contradictorio, pero es un aspecto importante de la situación objetiva y afecta el estado de ánimo y los sentimientos.

Es otro ejemplo de cómo se va a desenvolver la situación en este período que es un período de gran cambio y trastorno, de otra forma que los años 60. Como dije, estratégicamente, es una ventaja y, precisamente por las razones por las cuales es estratégicamente favorable, también es un tanto más difícil tácticamente. Hoy estamos cara a cara con las contradicciones fundamentales y soluciones fundamentales necesarias. Uno se ve ante los problemas sociales, el problema y la solución fundamental, más rápidamente.

No digo que no hay caminos falsos, no es un camino rectilíneo; e indudablemente veremos enorme complejidad y líneas contrincantes, así como falsas ilusiones sobre soluciones reformistas, etc., etc. Sin embargo, lo que quiero recalcar es que objetivamente, y hasta cierto punto subjetivamente, ¡de repente! en cuanto uno desafía las injusticias de este sistema, se encuentra cara a cara con las contradicciones fundamentales de la sociedad. Así que la diferencia entre este período y los años 60 es sustancial. A nivel táctico eso nos presenta problemas, aunque estratégicamente la situación es más favorable.

Por otra parte, no podemos esperar que la situación se desenvuelva por "caminos conocidos" para nosotros, los "veteranos" del movimiento revolucionario. En cierto sentido, podemos decir filosóficamente que no hay caminos conocidos. Es importante reconocer que existe la identidad relativa, que toda identidad es relativa (y temporal). Si no se comprende eso, si no se ve la identidad relativa, caeremos en el agnosticismo y otras desviaciones filosóficas. La incertidumbre absoluta no corresponde al mundo tal como es y cómo cambia. Pero por otro lado, la identidad es relativa: contradictoria, en movimiento, se desarrolla, está en lucha y cambia. No hay caminos predeterminados, existe una constante interrelación dialéctica entre la necesidad y el accidente, y por eso no podemos predecir cómo se desenvolverá la situación, aunque en cualquier momento dado podemos anticipar ciertas características generales con relativa certeza.

Además de ese principio filosófico general, no debemos buscar analogías con los años 60, no debemos esperar que se repitan. Hay mucho que aprender de ese período, mucho que enseñar a la nueva generación, así como mucho que recordar a la vieja generación (¡si me atrevo a usar esas palabras!) sobre ese período y de esa rica experiencia. Es muy necesario y correcto hacer eso, más. Pero la situación se va a desenvolver de una manera diferente. Los "veteranos" no debemos quedarnos "estancados en el pasado"; no debemos buscar "caminos conocidos" porque si lo hacemos no vamos a ver importantes cambios.

Así que hay importantes diferencias entre los años 60 y hoy, como también similitudes fundamentales. O sea, tenemos el mismo sistema y las mismas contradicciones fundamentales, y muchas de las manifestaciones de esas contradicciones relacionadas a importantes problemas sociales son las mismas. Además de la explotación clasista, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial y el sistema imperialista y su base material, muchos de los problemas particulares, ya sea la cuestión nacional, la cuestión de la mujer y otras importantes, se presentan tanto de una manera sustancialmente igual que antes, como con nuevas características, con diferentes aspectos, que son importantes. Tenemos que lidiar tanto con las similitudes fundamentales (con las importantes semejanzas de cómo se presentan hoy esas cuestiones), como con nuevos aspectos muy diferentes a los de antes.


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