Albania Capitalista: La estafa y la rebelión
Parte 1: La estafa

Obrero Revolucionario #903, 20 de abril, 1997

Sali Berisha llegó a la presidencia en 1992. Su tarea fue abrirle las puertas plenamente a las inversiones capitalistas, lo que llamó "integración con Europa". Se comprometió a desmontar completamente el sistema de propiedad socialista: destruyó la planificación centralizada de la economía; la propiedad estatal de la industria; la propiedad colectiva de la tierra.

Sali Berisha contaba con el apoyo entusiasta de Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas, quienes lo respaldaron como a Yeltsin en Rusia y a otros de su calaña en Europa oriental.

En 1992, se hablaba mucho de inversiones extranjeras, préstamos, nuevas industrias, prosperidad y elecciones como en el Occidente. A la población se le dijo que al abrazar el capitalismo estilo occidental, pronto tendría el nivel de vida que tienen los alemanes y los italianos. La consigna de Berisha para las elecciones de marzo de 1992 fue: "Conmigo, todos ganamos".

Pero se omitió una verdad esencial: la raíz del capitalismo es la propiedad privada de la producción social. En la sociedad capitalista, la riqueza de un puñado se debe a que la gran mayoría trabaja y vive en pobreza. Es cierto que algunos países tienen un nivel de vida relativamente alto, pero eso se debe a que a nivel mundial el sistema capitalista/imperialista somete y explota a billones de seres humanos por todo el mundo.

Lo que se les ofrecía a las masas albanesas era entrar al mercado capitalista mundial, pero no como beneficiarios sino como explotados.

Esa realidad se expresó rápida y contundentemente, al igual que en otros países de Europa oriental y la ex Unión Soviética. El gobierno de Berisha ha sido cada vez más salvaje y fascista. ĄDe repente en enero de 1997, el pueblo se dio cuenta de que le habían robado todo lo que tenía!

Desde enero, ha habido una rebelión por todo el país contra el gobierno. Buena parte del país está fuera del control del gobierno central; y el estremecimiento se ha sentido en los Balcanes y el resto de Europa.

Inversiones: El juego capitalista

Empezando en 1991, Albania experimentó cambios drásticos: la destrucción de la propiedad colectiva en el campo y el reparto de tierras particulares.

La promesa de mano de obra barata atrajo unas cuantas inversiones capitalistas, principalmente de Alemania e Italia. Compañías estadounidenses y europeas gastaron $100 millones para explorar sus depósitos minerales, y anunciaron que encontraron gran cantidad de petróleo. Los infantes de marina de la VI Flota estadounidense pusieron un centro de entrenamiento en las montañas albanesas. El gobierno albanés firmó un pacto militar con el gobierno militar fascista de Turquía, que pertenece a la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN, que dirige Estados Unidos).

Se estableció un nuevo sistema bancario y se urgió a la población que invirtiera su dinero en fondos de inversión.

Ahora la prensa de Occidente dice que esas instituciones financieras eran "estafas" o "chanchullos". Pero eso no es lo que se le dijo al pueblo cuando se le urgía depositar su dinero en ellas. Le decían que así es como la gente común y corriente invierte su dinero en las sociedades capitalistas para asegurarse un futuro próspero. Una vez desmantelado el antiguo sistema socialista que garantizaba trabajo, pensión, servicios de salud y educación, ahora cada cual sería responsable de su supervivencia y prosperidad. No bastaba ahorrar, pues existía el peligro de que de un día al otro la inflación se comiera los ahorros. Por eso se aconsejaba invertir en el nuevo sistema bancario. Y el pueblo lo hizo.

Entre 1992 y 1995, el parlamento reestructuró las leyes bancarias. Asesorado por un equipo del Fondo Monetario Internacional (FMI), la última versión de las leyes bancarias quitó las estipulaciones que hubieran obligado a los bancos a asegurar las inversiones. Aparentemente, los expertos del FMI pensaron que esas estipulaciones hubieran sido demasiado agobiantes para las recién nacidas instituciones bancarias capitalistas.

De repente, surgieron "fondos de inversión" rivales que prometían un enorme rendimiento. En su competencia por inversionistas, el rendimiento prometido subió de 8 a 20, 80 y hasta 100% al mes. Se sabía que esas instituciones estaban ligadas al gobierno y se decía que era lo último.

Muchos campesinos estaban pasando dificultades, pues las parcelas que les dieron después de desmantelar las cooperativas no rendían lo necesario para vivir. Así que muchos vendieron su pedazo de tierra e invirtieron el dinero. Unos 500.000 albaneses emigraron a Europa occidental para trabajar y enviar dinero a sus familias. Buena parte de ese dinero fue a parar en los "fondos de inversión".

Para septiembre de 1996, esos fondos contaban con $1,2 billones: casi todos los ahorros de la población.

Con ese dinero, la nueva clase capitalista pudo comprar los sectores más lucrativos de la economía estatal. Como todo mundo sabe hoy, invirtió sus ganancias de la típica manera capitalista: en cuantas bancarias privadas en el extranjero. También se dice que los fondos de inversión sirvieron para lavar dinero de narcotraficantes albaneses e italianos. El mayor fondo, llamado Vefa, invirtió dinero en la campaña electoral de Berisha. El dueño de Vefa, Vebia Laimucaj, fue designado representante de Albania ante la OTAN. Se dice que otro de los fondos financia al Partido Socialista.

Los símbolos de la nueva clase capitalista son carros de lujo, antenas parabólicas y contactos en el gobierno. Esos "hombres de negocios" crearon una bolsa en 1996 y empezaron a comprar los sectores de la economía que les parecían lucrativos.

Naufragio total,
gracias a la libre empresa

Cuando Albania era socialista, la población era relativamente pobre, aunque había mejorado muchísimo con la revolución. Construyó una industria moderna en lo que era una sociedad feudal, a pesar del constante hostigamiento, amenazas militares y bloqueos económicos de los países capitalistas vecinos. El pueblo se sentía orgulloso de su autosostenimiento e igualdad socialista.

Al momento que le abrió la puerta al capitalismo mundial, Albania naufragó. Mercancía barata extranjera inundó al país y hubo que cerrar muchas fábricas.

La agricultura se estancó. Los graneros, guarderías, comedores populares y molinos colectivos dejaron de funcionar cuando se desarticuló la organización colectiva de las aldeas. Fue una situación de sálvese quien pueda, y un puñado se hizo rico a expensas de la mayoría. Así resucitaron las tradiciones reaccionarias de los clanes patriarcales.

Las promesas de inversiones extranjeras se desvanecieron, supuestamente porque Albania no cuenta con la "infraestructura" necesaria para que las inversiones sean fructíferas: carreteras, vías férreas y electricidad. Unos cuantos capitalistas italianos abrieron fábricas y apareció uno que otro negocio albanés, que ponían a trabajar a los trabajadores largas horas por $20 a la semana.

Quizás la mayor "industria en ascenso" ha sido el contrabando: por Albania pasan armas y petróleo hacia el norte, a Yugoeslavia, y pasa droga hacia el occidente, a través del mar Adriático, a Italia. Se dice que la policía secreta, la Shik, ligada a la mafia italiana, está involucrada en ese contrabando. En las montañas se está cultivando coca y marihuana.

Hay 400.000 desempleados en un país de 1.500.000 adultos. Menos del 10% de la capacidad industrial funciona. Muchos trabajadores se han ido de las ciudades al campo, a pesar de que ahí también está muy difícil sobrevivir y muchos pasan hambre. El ingreso anual per cápita es $360.

Un capitalista italiano dijo en una entrevista de prensa que la situación de los albaneses es tan mísera que solo comen pan y cebolla. Para colmo, se jactó de que eso hace más fácil acostarse con trabajadoras de su fábrica.

Al tener que vivir así, las masas estaban furiosas.

Un estado fascista
debidamente elegido

Las promesas de "democracia" electoral como en Occidente se agriaron. Después de que ganó las elecciones de 1992, Berisha recurrió a los métodos más crasos para robarse las siguientes elecciones. Excluyó a partidos de la oposición, arrestó a algunos de sus líderes y muchos delegados de la oposición boicotearon el parlamento.

La policía y la policía secreta cobraron mayor fuerza. Un incidente tristemente recordado fue la paliza que le dieron a los pensionados que protestaban contra el fraude de las elecciones de mayo de 1996. Arrestaron a periodistas que criticaban al gobierno y les apretaron las riendas a los canales de TV y las emisoras de radio.

Berisha creó un estado fascista electo, copiando el modelo impuesto por Occidente en Chile, Perú, Guatemala, Turquía, Croacia, Rusia, Rumania, etc. Hasta hace un año, el 6 de marzo, el Washington Post decía que Berisha es "Nuestro hombre en Tirana".

La desvergonzada estafa
de todo un pueblo

En el otoño de 1996, un enorme desastre azotó al pueblo; cada vez más fondos de inversión dejaron de pagar el interés mensual prometido: habían quebrado. A los inversionistas les dijeron que sus ahorros simplemente desaparecieron. Un millón, en un país de tres y medio millón de habitantes, fue estafado. Pero los albaneses no son los primeros; lo mismo sucedió en Macedonia, Bulgaria, Rumania y Rusia.

En el programa de la cadena PBS Lehrer News Hour, un "experto" dijo, lleno de arrogancia, que el pueblo mismo tenía la culpa, que debía haber sabido que era imposible que gente común y corriente cosechara las ganancias prometidas. Señaló que el total del dinero estafado equivale al producto bruto del país de un año, y que el pueblo simplemente debe aceptar el hecho de que ningún gobierno lo puede reembolsar. Para concluir, dijo que el pueblo tiene que comprender que el capitalismo no garantiza ganancias, que la ganga de unos es a expensas de otros.

En Albania, el ministro de Hacienda, Riouan Bode, dijo: "Esto es el capitalismo; las compañías pueden quebrar".

*****

En 1991, cuando se desplomó la Unión Soviética y el capitalismo occidental se impuso en Europa oriental, el Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista dijo en una declaración a los pueblos de Europa oriental: "Si queréis saber lo que es en realidad la democracia occidental, apagad la emisora Europa Libre y buscad la forma de preguntárselo a los negros de Sudáfrica, a los palestinos de Gaza, a los barrenderos árabes de París, a los inmigrantes turcos de Hamburgo, a los mineros de Iglaterra o a los habitantes de los ghettos de Chicago: que os cuenten las `maravillas' de la democracia occidental. O simplemente esperad a verlo con vuestros propios ojos".

El pueblo albanés lo ha visto con sus propios ojos.


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