La fruta del diablo

Batalla por la justicia en los campos de fresa de California

Obrero Revolucionario #905, 4 de mayo, 1997

La industria de la fresa de California ha hecho su agosto. En 1995 vendió más de $576 millones de fruta y California produjo el 80% de las bayas consumidas en Estados Unidos. De 1974 a 1994, California triplicó su producción de fresas, y el consumo nacional se duplicó. Aunque la siembra de fresa puede ser riesgosa, es uno de los cultivos más lucrativos de California, con ganancias anuales de entre $10.000 y $20.000 por acre. Solo la manzana deja más ganancias al año.

Pero los trabajadores que cosechan la fresa viven en pésimas condiciones y dicen que la fresa es "la fruta del diablo". Un trabajador del campo de 38 años le dijo al periódico San Francisco Chronicle: "El trabajo en el campo es duro, y el peor es la fresa". La producción de fresa ha subido drásticamente, pero los salarios de los trabajadores han caído. Un estudio sobre el salario por hora de los trabajadores del campo de California, que toma en cuenta la inflación, indica que desde 1985 los salarios han bajado 53%.

Cosechar fresa le roba la vida a los trabajadores; su promedio de vida es apenas 49 años: ˇ20 años menos que el promedio nacional!

En la primavera empieza la temporada de la cosecha en California y dura nueve meses. Este año se prepara una importante batalla: 20.000 trabajadores lucharán por mejorar sus condiciones de trabajo y por contratos sindicales con el sindicato United Farm Workers (UFW).

COSECHA DE MISERIA

La fresa crece en plantas de cuatro a cinco pulgadas de altura en macizos de ocho a doce pulgadas de altura. Para cosecharla, los trabajadores pasan doblegados de 10 a 12 horas al día. Muchos sufren heridas permanentes y padecen de dolores de espalda. La cosecha de la fresa requiere, además de vigor, habilidad, pues es una fruta delicada y solo se debe cortar del tamaño, firmeza, forma y color debidos. Además, tienen que saber cómo empacarlas para que atraigan a los consumidores en las tiendas. Los trabajadores tienen que cuidar la planta y cosechar la fruta. La irrigación tiene que ser cuidadosamente atendida y la fruta mala tiene que ser descartada para no arruinar a la buena.

Las condiciones en que trabajan no son dignas ni de animales. Si bien el sistema de irrigación de la fresa es sofisticado, muchas veces los trabajadores no tienen agua para tomar, y los baños, donde existen, son sucios o no tienen agua corriente.

Los trabajadores no tienen un sistema de antigüedad y todos tienen que hacer cola cada año para que les den trabajo. Y cuando, destruidos por tanto trabajo, ya no pueden cosechar la fruta con la destreza de los jóvenes, se quedan sin ningún medio para ganarse la vida y mantener a su familia. Es común que los mayordomos obliguen a las mujeres a acostarse con ellos si quieren trabajo.

Las autoridades estatales calculan que el trabajador promedio de la fresa solo gana $8500 durante los nueve meses que dura la cosecha, o sea, apenas un poco más de la mitad de los $15.000 que define el nivel de pobreza para una familia de cuatro. La mayoría gana $5 ó $6 la hora, aunque otros ganan menos del salario mínimo.

Con sus míseros salarios, apenas pueden dar de comer a su familia. Un artículo reciente de la revista The Nation contó la historia de una madre soltera de 18 años que ya tenía cuatro años trabajando y que apenas ganaba $30 al día. Los gastos mensuales para los artículos de primera necesidad para ella y su bebé sumaban $700, y su salario mensual era $750. La despidieron por distribuir botones del sindicato.

El uso de insecticidas es considerable en el cultivo de la fresa y pone en peligro la salud de los trabajadores. Un análisis de los químicos tóxicos en los campos de fresa demuestra que el gobierno estatal, los politiqueros y los agricultores se preocupan más de las ganancias que de la vida y la salud de los trabajadores.

Uno de los químicos que más se usa en los campos de fresa es el bromuro de metilo, que según la Agencia para la Protección del Ambiente es de los más venenosos (categoría tóxica I); ataca al sistema nervioso, los pulmones, los riñones, los ojos y la piel. Se ha demostrado que causa defectos congénitos en animales y aunque desde 1990 se ha prohibido en zonas residenciales; se sigue usando en el campo.

Antes de aplicar el bromuro de metilo, se tapan los macizos de fresa con plástico, supuestamente para que no se escape. En ocasiones han tenido que evacuar vecindarios debido al escape del químico venenoso y los científicos piensan que daña el ozono. Los trabajadores tienen que cubrir con tierra los bordes del plástico para que no se escape el veneno, y tienen que hacerlo inmediatamente después de que lo rocían. Un trabajador que hizo eso por varios años dijo tuvo que dejar de hacerlo porque está perdiendo la vista. "Si uno no es rápido, le caen descargas del veneno".

Muchos trabajadores dicen que el insecticida les ha dañado permanentemente la vista, que han perdido la sensación en los dedos y que les han salido ronchas y verrugas en la piel. En 1996 se iba a prohibir el bromuro de metilo, pero el gobernador de California, Pete Wilson, convocó una reunión especial de legisladores para postergar la decisión porque los agricultores de la fresa dijeron que los perjudicaría.

El bromuro de metilo no es el único veneno que se usa en el cultivo de la fresa: en 1992 se usaron 11.400 libras de Benomyl, 40.000 libras de Captan, 11.500 libras de productos de cobre y 368.000 libras de azufre. Se sabe que Captan causa cáncer y por eso se ha prohibido en muchos cultivos desde 1989. Se sigue usando en los campos de fresa y otros cultivos porque los agricultores dicen que prohibirlo les costaría mucho dinero. Los reglamentos federales dictan que si un trabajador tiene que entrar en una zona donde se ha rociado Captan hace menos de 48 horas, tiene que ponerse ropa protectora. Los agricultores de la fresa lograron conseguir una excepción a esa regla para mandar a los trabajadores a campos donde se había rociado 24 horas antes. En los últimos seis años, el uso de Captan en los campos de fresa ha aumentado siete veces.

TUGURIOS EN LOS SUBURBIOS

"Quizás la mitad de los trabajadores migratorios del condado de San Diego, por lo menos 14.000 personas, viven al aire libre. La escasez de viviendas baratas se agudizó a principios de los años 80 y empezaron a aparecer tugurios de cientos de casuchas. Cuando los suburbios invadieron terrenos agrícolas en el norte del condado de San Diego, la gente adinerada suburbana y los trabajadores del campo acabaron de vecinos. En un tugurio grande que visité, las mujeres lavan ropa en un arroyo cerca de un complejo amurallado, con canchas de tenis, piscina y un aviso que promete: VIDA DE COUNTRY CLUB".

De un artículo de Eric Schlosser sobre los trabajadores de la fresa, Atlantic, 1995.

En los años 60, muchos agricultores daban vivienda a los trabajadores, aunque pésima. Pero hace 10 años el gobierno federal promulgó leyes para mejorar la vivienda, y la respuesta de muchos agricultores fue cerrar sus campamentos. Como consecuencia, los trabajadores ahora tienen que pagar renta, que viene a costarles la tercera parte de su salario, además de $10 a $25 por el transporte al trabajo.

Eric Schlosser dice que en vez de construir viviendas para los trabajadores, las autoridades han declarado "estados de emergencia" y tumbado las casuchas de los tugurios. Los trabajadores han tenido que esconderse. Schlosser describe cómo llegó a un nuevo tugurio después de cortar una apertura en un malla de acero y cruzar altos matorrales que parecían "de un laberinto medieval". Y dice: "Nos topamos con la primera casucha, un carpa de madera cubierta con bolsas de basura.... Las casitas eran de madera y camufladas con ramas y hojas...".

En Watsonville, muchos trabajadores viven en casas pequeñas, con siete y ocho personas en cada cuarto. Otros pagan de $100 a $200 al mes para dormir en garajes con cuatro o diez personas más. Una encuesta realizada en Soledad (en el valle central de California) dio cuenta de que 1500 personas, un cuarto de la población de la ciudad, vive en garajes, otros pagan para dormir en carros y los trabajadores nuevos duermen al aire libre. Hace unos años, se descubrió que en las colinas del valle de Salinas cientos de trabajadores de la fresa vivían en cuevas.

AGRICULTURA SUBSIDIADA

La mayoría de los trabajadores de la fresa son indocumentados; el hambre y salarios de $5 o menos al día en México los han hecho venir a Estados Unidos. Lo que ganan aquí no les alcanza para mantener una familia aquí, pero es 10 veces más de lo que ganaban allá. Cada vez más, los trabajadores de la fresa son mixtecas del estado de Oaxaca, uno de los pueblos más explotados de todo el hemisferio. Un profesor de antropología de la Universidad de California en Riverside dice que las alternativas que tienen son: "emigrar o morirse de hambre".

La jornada de los mixtecas de Oaxaca a los campos de la fresa es peligrosa. En Ciudad de México son acechados por "la mordida" y en San Diego son víctimas de chusmas racistas de adolescentes, de los marines del cuartel Pendelton o de otras pandillas racistas organizadas.

Una de las mentiras que se escucha es que los indocumentados "desangran la economía", cuando en realidad subsidian un importante sector de la agricultura de este país. A fines de los años 70, cuando el sindicato UFW estaba en su apogeo, contaba con 200.000 trabajadores migratorios. Hoy se calcula que hay 900.000 trabajadores migratorios.

En los años 80 y 90, las medidas del gobierno estatal contra los sindicatos y a favor de los agricultores han llevado al despido de trabajadores sindicalizados y su reemplazo por trabajadores indocumentados. La parte de cada dólar que se gasta en la producción de fresa destinada a los trabajadores ha bajado de 17,5 centavos en 1985 a 9,2 centavos en 1995.

LOS AMOS DE LA FRESA

Ante el amplio apoyo que se han ganado los trabajadores de la fresa, la prensa y los agricultores quieren hacer creer que el agricultor de fresa es un pequeño agricultor, de pocos recursos, perjudicado por el sindicato. Esa es una gran mentira. En una época, la industria de la fresa de California estaba fracturada y consistía de muchos agricultores y un sistema de distribución débil. Pero hoy es una industria dominada por grandes corporaciones y gigantescos agricultores.

Es una especie de pirámide en cuya cumbre están ocho grandes corporaciones de transporte refrigerado como Driscoll, Well-Pict, Gargiulo y otras. Gargiulo es una compañía subsidiaria de la corporación Calgene, a su vez una subsidiaria de la gigantesca corporación Monsanto, valorada en $8 billones, que entre otros productos hace Nutrasweet. Debido a que controlan la refrigeración y transporte (la fresa hay que refrigerarla inmediatamente después de cosecharla para que no se dañe), esas corporaciones dominan a los agricultores; son las que establecen las normas para la industria, ya sea la clase de fruta que se siembre, los insecticidas que se usen o la cantidad de tierra que se cultive.

El siguiente nivel de la pirámide está ocupado por los agricultores. Una cantidad relativamente pequeña de grandes agricultores domina la industria. En California, 42 agricultores grandes responden por el 70% de los sembrados de fresa, y los primeros 10 responden por el 26%.

Luego siguen los pequeños agricultores. Muchos de ellos en realidad son subcontratistas. Más o menos la mitad de los agricultores de la fresa son subcontratistas. Según Eric Schlosser, subcontratar "no es tanto una clase de producción agrícola como un fraude elaborado y bien organizado".

Los subcontratistas de la fresa son trabajadores del campo a quienes les han dado la oportunidad "de tener su propio rancho". Los terratenientes deciden casi todo sobre el cultivo de la fresa; los subcontratistas tienen que alquilarles la maquinaria al precio que ellos dicten, y pedirles dinero prestado al 19%. Y cuando hayan terminado de cosechar la fresa, tienen que vendérsela al precio que dicten, y con frecuencia el precio es por debajo del promedio. Casi todos los subcontratistas terminan endeudados. Un abogado de California Rural Legal Assistance dijo: "En esencia es una forma de peonaje".

Las complejas relaciones sociales y económicas de la industria de la fresa son muy ventajosas y beneficiosas para las grandes corporaciones. Sacan ganancias de la superexplotación de los trabajadores y evaden su responsabilidad por las pésimas condiciones en que trabajan. Es una situación similar a la de la compañía Nike, que emplea subcontratistas en Indonesia, quienes a su vez pagan $1 al día a los trabajadores para que Nike haga su agosto. Debido a esa telaraña de relaciones, el UFW ha dicho que su lucha es contra la industria de la fresa en general, incluso contra las corporaciones de transporte refrigerado.

BATALLA EN LOS CAMPOS

Los trabajadores de la fresa que se están organizando para luchar por mejores condiciones de trabajo tienen que encarar la violencia y el despido. Hampones contratados por los agricultores han atacado a organizadores del sindicato y a los trabajadores que los respaldan, y muchos de los trabajadores que luchan por el sindicato han sido despedidos y corren el riesgo de ser deportados.

Una huelga de los trabajadores de la fresa de Watsonville hace dos años contra la compañía VCNM muestra lo que encaran. Ante las pésimas condiciones de trabajo y el maltrato, como el acosamiento sexual de las mujeres, los trabajadores salieron en huelga y marcharon a la oficina del UFW. Dos días después el 87% votó a favor de ser representados por el UFW.

En vez de negociar con el sindicato, VCNM arrasó los campos y dejó a 400 trabajadores sin trabajo. Un capataz de VCNM les dijo que todos los agricultores se habían puesto de acuerdo y que no iban a emplear a trabajadores de VCNM que apoyaron la huelga. Después dijo que VCNM seguiría operando en otro lugar y que solo contrataría a los trabajadores que se opusieron a la huelga.

Los agricultores de la fresa esperan que esas tácticas aplasten y desmoralicen a los trabajadores. Sin embargo, los trabajadores del campo llevan décadas luchando contra toda clase de ataques salvajes y tienen muchos aliados, como se vio en la protesta del 13 de abril en Watsonville.

Estamos en el umbral del siglo 21 y hay trabajadores que siguen viviendo en cuevas sin poder dar de comer a sus hijos después de trabajar 10 y 12 horas al día. El sistema capitalista trata a nuestros hermanos y hermanas que cosechan lo que comemos peor que a animales. ˇYa se le acabó el tiempo! ˇYa no más!


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