Comunismo y religión, Parte 2: El cristianismo (continuación)

La teología de la liberación y la auténtica liberación

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #913, 29 de junio, 1997

Hay una pregunta de suma importancia en el contexto del fenómeno de promoción de la religión que está tan en boga hoy: ¿cuál es la falla esencial y fundamental de la "teología de la liberación" y de todas las otras tentativas de basar la lucha de los pobres y los oprimidos, la lucha contra la guerra, etc., en las enseñanzas religiosas y específicamente en la religión cristiana y la "tradición judeo-cristiana"?

La falla esencial y fundamental es que toma una experiencia histórica muy particular y limitada (la experiencia del pueblo judío hace miles de años, consignada en las escrituras judías y en el Antiguo Testamento de la Biblia, y la experiencia del desarrollo de la secta cristiana hasta llegar a ser una religión de amplio alcance) y la "eleva" al nivel de universalidad. Trata de "glorificar" esa limitada experiencia histórica humana (de elevar ese fenómeno humano al nivel divino, de darle forma y manifestación sobrenatural) y de sobreponerla en la realidad y la base material de la sociedad hoy, de darle una universalidad que no puede tener. "Glorificar" tiene un significado concreto aquí: no es solo darle universalidad a esa limitada experiencia histórica humana, sino reforzar dicha universalidad dándole una manifestación y un poder sobrenatural.

A veces me pregunto: ¿por qué los seguidores de la "teología de la liberación", si verdaderamente quieren eliminar la opresión, la pobreza y la guerra, y tomar partido con los pobres y los oprimidos, por qué no descartan la religión? ¿Por qué se aferran a algo que objetivamente es una traba? La respuesta (o en buena parte la respuesta) es que no se han convencido de que sea posible o deseable hacer esos cambios por mano humana, por acciones de seres humanos conscientes. Se aferran a la idea de que tales cambios precisan una intervención divina, de que para que sean posibles y salgan bien se necesita una mano divina.

Esa es esencialmente la concepción de quienes sincera y seriamente quieren servir a los intereses de los pobres y los oprimidos, pero todavía no pueden descartar la religión, en la forma que sea, todavía no pueden dar el paso para hacer esa ruptura radical. Muchas veces, cuando hablan o cuando escriben sobre la "teología de la liberación", hacen un noble esfuerzo de reinterpretar la religión, en especial la Biblia, al servicio de la lucha contra la opresión, la pobreza, la guerra, etc. Pero cuando terminan siguen con un problema fundamental: se basan en un ser o fuerza sobrenatural que no existe.

Algunos dicen, directa o implícitamente, que en realidad no saben si Jesús fue divino, si en realidad fue el hijo de dios o una emanación de dios (o cual sea su interpretación de la Trinidad). Dicen que muchas cosas que dice la Biblia, todos esos milagros y demás, en realidad no existieron o muchos no existieron o todos son cuestionables o quién sabe. Algunos llegan a decir, o dan a entender, que en realidad no podemos saber si dios existe, como ser sobrenatural aparte y por encima de la existencia humana, pero que en realidad eso no importa porque lo que importa es el conjunto de creencias, vivir esas creencias: que si la gente actúa conforme a esas creencias y principios, el mundo será mejor y eso es lo importante. Algunos dicen que la importancia de la religión cristiana no es su interpretación oficial (que habrá salvación en otra vida), sino vivir esos principios hoy, en esta vida: que si todo mundo siguiera esos principios hoy, la economía, el sistema político y las relaciones sociales serían mucho mejores, el mundo sería mucho mejor para la gran mayoría de la humanidad, para la humanidad entera.

Una experiencia histórica muy limitada

Esa gente tiene un verdadero interés por la gran mayoría de la humanidad, por el destino de la humanidad, pero el problema que tiene (tiene varios problemas, política e ideológicamente, pero el problema esencial y fundamental) es que í importa, importa muchísimo, si Jesús fue divino o no. Importa si hay dios, dioses u otras fuerzas sobrenaturales, o si no los hay.

El mundo sería otra cosa, el universo sería otra cosa, si efectivamente hubiera dioses o fuerzas sobrenaturales. De hecho, los comunistas seríamos unos tontos—ateos que somos—y estaríamos en la luna si en realidad hubiera dios (o dioses). La cosa sería muy distinta si hubiera un dios que creó toda la realidad y que fundamentalmente la controla, si todo estuviera en las manos de dios; o si, en realidad, la verdad es al revés, si no hay dios ni fuerzas sobrenaturales y está en las manos humanas transformar la sociedad y el mundo, transformando continuamente la necesidad en libertad. ¡Esa es otra cosa! No hay vuelta de hoja.

Pero hay otro problema. Pongamos de lado por un momento esa cuestión fundamental (si existen seres o fuerzas sobrenaturales). Incluso si tomamos esos principios religiosos (como los interpreta esa gente) y decimos que hay que aplicarlos en la vida diaria, persiste el problema de que esos principios vienen de la Biblia, de la "tradición judeo-cristiana", vienen de una tradición religiosa muy específica.

Pueden decir: "Bueno, no sé si en realidad es verdad que esto emana de lo divino, que tiene inspiración divina", pero no están dispuestos a abandonar la tradición religiosa de que es parte. Y esa tradición religiosa tiene muchos lastres. Esa tradición religiosa, y las escrituras en que se basa, es un reflejo de una sociedad en determinado momento; es una experiencia histórica limitada, pero asimismo es una experiencia histórica limitada fundamentada en relaciones de explotación y opresión, de rivalidad entre diferentes sectores de la sociedad, diferentes pueblos, naciones y demás. Se fundamenta en eso, lo refleja y lo manifiesta; no hay vuelta de hoja.

Veamos un ejemplo concreto de esto: el afán de las feministas bibliólogas de escribir la Biblia de una forma que no sea sexista. En vez de llamar a dios "El", lo llaman "el ser supremo" o como sea. ¿Pero qué cambia llamarlo "El" o "el ser supremo" si ese ser supremo dice que todas las mujeres deben obedecer a su esposo y suelta otros rollos patriarcales? ¿Qué cambia que sea un hombre, una mujer o algo neutro el que diga eso? El problema es que sigue propugnando la opresión patriarcal. No se puede cambiar eso cambiando las palabras con que se describe la deidad.

Lo mismo se aplica a todas las otras clases de relaciones de opresión y a las guerras de saqueo y explotación, guerras para extender imperios, guerras para imponer una doctrina religiosa, que defiende la Biblia (e igualmente el Corán y las escrituras de las principales religiones del mundo). No se puede borrar eso cambiando sus manifestaciones superficiales, cambiando las palabras con que se expresa. Lo que quiero dejar en claro es que el cristianismo, y la "tradición judeo-cristiana", y en general las tradiciones religiosas del mundo representan una experiencia histórica muy limitada, pero más que eso, obsoleta históricamente. Las relaciones que reflejan y se manifiestan por medio de esas escrituras son obsoletas históricamente: hay que cortarlas y acabar con ellas, junto con todas las otras relaciones de explotación y opresión.

Abandonar lo obsoleto

Aquí quiero relatar una anécdota muy interesante. Mucha gente que lee la Biblia está tan enrollada en eso, la ve con tanto respeto y misterio, que muchas veces no capta lo que dice. Incluso gente que puede citar capítulos y versículos a veces no capta lo que está leyendo. Esta anécdota es sobre esa contradicción y para mí concentra muchas contradicciones con las que vamos a tener que bregar, que vamos a tener que solucionar, a lo largo de toda una época histórica. Leí un informe de una ciudad donde un grupo de estudio estaba leyendo los ensayos sobre la moral*; una participante es muy religiosa pero también tiene inclinaciones revolucionarias; es una contradicción muy intensa.

En los ensayos sobre la moral se citan muchos pasajes de las escrituras y se explica lo que quieren decir en realidad; por ejemplo, pasajes del libro de Isaías de la Biblia, donde dice que los enemigos de Israel y del dios de Israel serán sacrificados y que no escapará ninguno: las mujeres serán violadas y los niños serán descuartizados. Esto está en el libro de Isaías, que muchos defensores de la "teología de la liberación" citan al hablar de acabar la opresión y la guerra, porque tiene versículos como "volverán las espadas en rejas de arado". Pero hay que examinar el contexto de eso en Isaías y ver cómo se dará: solo se dará después de haber aplastado a todos los enemigos de Israel. Entonces las naciones volverán sus espadas en rejas de arado, según Isaías.

Leer eso le planteó una contradicción muy intensa a esa persona religiosa de inclinaciones revolucionarias. Según dice el informe que leí, cotejó todas las citas en la Biblia para ver si era cierto lo que decían los ensayos sobre la moral, si la Biblia efectivamente decía eso, o si era una invención. Volvió y dijo que sí, que todas esas afirmaciones (todas las explicaciones de lo que en realidad dice la Biblia) eran correctas, que la Biblia dice lo que los ensayos afirman que dice. Así que en este momento la síntesis que ella ha hecho—y esto me parece muy divertido, pero expresa grandes contradicciones que vamos a tener que manejar correctamente durante toda una época histórica, antes y después de la toma del poder—su síntesis es que dios habla por boca del autor de esos ensayos, ¡aunque él no lo sepa!

Esto concentra tantas contradicciones, a tantos niveles, de gente que gravita hacia las ideas y el análisis comunistas, que reconoce su verdad y su fuerza, su correspondencia con la realidad, por un lado, pero que por otro lado todavía se aferra a la tradición religiosa que rechazamos, que no quiere abandonarla. Yendo más allá de esa persona (a quien espero que podamos convencer y ayudar a dar el salto necesario para romper con eso), hablando de la sociedad y de las masas en general, esas contradicciones se reproducirán continuamente, de varias formas, a lo largo de toda la época histórica de la revolución proletaria, hasta que el mundo llegue al comunismo.

Esta anécdota es en cierto modo una ilustración de la afirmación de que la Biblia, y la época y la sociedad que refleja—las relaciones sociales que se reflejan en esos principios—son limitadas históricamente y, es más, obsoletas históricamente.

Muchas culturas tienen sus propios mitos, mitos de creación y resurrección (del rey o del dios o dioses). Las distintas sociedades tienen diferentes tradiciones religiosas. ¿Así que por qué "privilegiar" una y no otra; por qué decir que una debe ser la guía de toda la humanidad? Además, ¿por qué decir que algo obsoleto debe ser la base para liberar a la humanidad, cuando encarna una época y unas relaciones sociales que la humanidad puede y debe superar?

Todos esos mitos y tradiciones son condicionados y limitados por la historia y el tiempo (y son anticuados hoy); todos encarnan varias formas de división de clases, explotación, opresión, varias formas de saqueo y guerra, y una manera de ver la naturaleza y la sociedad que no corresponde correctamente a la realidad material, a su contradicción interna, movimiento y transformación. Lo que esto ilustra, una vez más, es la necesidad de hacer las dos rupturas radicales de que hablaban Marx y Engels: la ruptura con las relaciones tradicionales de propiedad y con las ideas tradicionales. No debemos pensar ni esperar que las masas populares harán esas dos rupturas todas a la vez (como he recalcado, va a tomar toda una época histórica), pero en todo momento debemos luchar, especialmente con los avanzados, para ayudarlos a desembarazarse de todos esos lastres, de esa carga, y a hacer una ruptura radical con las ideas tradicionales y con las relaciones tradicionales de propiedad.

* "Predicando desde un púlpito de huesos: Lo que no dice `Virtudes' de William Bennett, o necesitamos moral, pero no la moral tradicional", y "Acabar con el `pecado' o, necesitamos moral, pero no la moral tradicional (Parte 2)". Estos ensayos se publicaron parcialmente en el OR en una serie titulada "Qué es la moral comunista" entre el 28 de enero y el 12 de mayo de 1996.


Continuará

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