En memoria de Konpè Fouyapòt

Obrero Revolucionario #916, 20 de julio, 1997

El 5 de mayo, murió en Miami de una enfermedad crónica Evens Gabriel. Tenía 37 años y era un periodista revolucionario de la comunidad haitiana, conocido como Konpè Fouyapòt (camarada investigador). El pueblo se entristece por su fallecimiento.

Desde su juventud, Fouyapòt se entregó del todo a la lucha para liberar a Haití. La energía de la lucha popular corría por sus venas y alumbraba su rostro, aun cuando le agobiaban dificultades personales o la enfermedad. Es difícil imaginarlo sin vida.

Evens se crió en Haití durante la dictadura de los Duvalier, cuando la menor resistencia podía resultar en prisión, tortura y muerte. Al igual que miles de jóvenes, Evens se metió al remolino rebelde del cantante Manno Charlemagne, una de las pocas voces de protesta no silenciada. Se unió a grupos que preparaban la resistencia armada (conocidos como "Kamoken"). Pero en 1983, alguien los traicionó y muchos de sus camaradas fueron ejecutados; él a duras penas logró escapar a Estados Unidos.

Desde aquí, Evens continuó luchando por la liberación de Haití. En 1987 consiguió trabajo en Miami como locutor de uno de los programas radiales más populares de Radyo Komoken. Era popular porque hacía un análisis radical y tomaba el lado de la lucha popular. Declaraba, sin ambigüedad, que el imperialismo era responsable de los problemas de Haití y que solo la revolución armada los podía resolver.

A mediados de los años 80, Evens se puso en contacto con el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) y fue uno de sus firmes partidarios. Para él, era el movimiento más serio en asuntos de revolución, y por eso se dedicó a estudiar qué sería necesario para iniciar la guerra popular en Haití y ayudó en ese trabajo. Por la emisora leía declaraciones de maoístas haitianos, tradujo al criollo y leyó declaraciones del PCR, y distribuía en los círculos de jóvenes revolucionarios literatura del MRI y del PCR.

Aunque se dedicaba principalmente a la lucha en Haití, Fouyapòt también apoyaba la guerra popular en Perú. Cuando fue capturado el líder de esa guerra popular, el Presidente Gonzalo (Abimael Guzmán), y el MRI formó el Comité Internacional de Emergencia para Defender la Vida de Abimael Guzmán (CIE), Fouyapòt viajó a su conferencia fundadora en Alemania, desde donde informó a Miami por teléfono. La Conferencia le pidió que se responsabilizara de movilizar a los haitianos en la defensa del Presidente Gonzalo, y a poco tiempo de su regreso, las paredes del Pequeño Haití en Miami estaban decoradas de pintas rojas en defensa del Presidente Gonzalo y de apoyo a la guerra popular, como el único camino para la liberación de Perú y Haití.

Ese fue el tipo de periodista que fue Fouyapòt: siempre en la lucha, del lado del pueblo y, desde esa perspectiva, daba noticias y análisis. En 1990, un pequeño comerciante reaccionario le dio una paliza a un haitiano, que después fue arrestado. Fouyapòt ayudó a organizar una protesta de cientos de personas. Unos meses después, cuando estalló una lucha popular en Haití, Fouyapòt dijo: "Mientras que las masas de Haití hacen la historia una vez más, los exilados aquí en Estados Unidos, han decidido aportar a esa lucha". Fouyapòt fue parte del grupo de 40 personas que se tomó el Consulado Haitiano y que puso al conocimiento público los archivos que probaban que era un nido de espionaje e intrigas del gobierno reaccionario.

Si bien su espíritu latía con el movimiento popular, también lo afectaban sus debilidades. En 1990, Jean-Bertrand Aristide, un cura que desempeñó un importante papel en la lucha de Haití, se postuló para la presidencia. La peligrosa ilusión de seguir un camino pacífico para lograr cambios radicales afectó a muchos, entre ellos Fouyapòt. Cuando Aristide ganó, Fouyapòt aceptó un cargo en la nueva administración y regresó a Haití.

Aristide implementó una que otra reforma y predicaba "un matrimonio entre el ejército y el pueblo". Eso dio a los reaccionarios tiempo para recuperarse y lanzar un sangriento golpe de estado en 1991. Aristide le suplicó al pueblo que no resistiera, que mejor era esperar que los rescatara el imperialismo estadounidense. Esa línea tuvo mucha influencia, pero afortunadamente Fouyapòt no tomó esa posición y se fue a los barrios pobres de Puerto Príncipe con las masas que luchaban. Una vez más se exilió en Estados Unidos, desde donde jugó un importante papel de oposición a la alianza entre Aristide y Estados Unidos y a una invasión yanqui.

Fouyapòt se autocriticó: "Cometimos grandes errores...dijimos que teníamos el poder cuando no era cierto. Luego cuando se dio el golpe, sorprendió a todos". También dijo que eso redobló su "determinación de hacer lo que sea necesario para liberar al pueblo". Pero Fouyapòt cometió otros errores serios, como trabajar con la policía. Sea cual fuera su intención, el efecto fue emborronar la distinción entre el pueblo y el enemigo.

Las masas haitianas vieron con preocupación sus errores, pero al morir, hicieron un análisis balanceado de su vida. En programas de radio, casas particulares y durante el entierro, muchos recordaron cómo fusionó su vida con la de las masas y concluyeron que había muerto un corazón revolucionario.

Con ese mismo espíritu, los maoístas revolucionarios lamentamos su muerte y nos da pena saber que no verá el inicio de la guerra popular en Haití. Que su muerte sea un acicate para trabajar con más empeño por la construcción de una organización marxista-leninista-maoísta en Haití y otras partes del mundo, para que espíritus elevados como el de Fouyapòt puedan cantar su canción con el pueblo armado en la guerra para construir un nuevo mundo.


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