MLM vs. Anarquismo, parte 5

Hacer la revolución en el mundo tal como es

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #923, 14 de septiembre, 1997

Para concluir esta serie, quiero examinar otro aspecto del anarquismo. A veces los anarquistas dicen que al tumbar el sistema, además de eliminar los "residuos" del capitalismo en la superestructura política e ideológica, podrán acabar de golpe con todos los aspectos de las relaciones de producción capitalistas. Al respecto, el caso del Partido del Trabajo Progresista (PLP), unos falsos comunistas cuasianarquistas, es un tanto curioso y vale la pena examinarlo.

Durante los años 60, el PLP decía que era "maoísta" y por lo general así se le consideraba; hasta cierto punto defendía la China socialista y la Revolución Cultural. Pero después, aparentemente se impacientó por la complejidad y las dificultades de la sociedad socialista y la lucha para avanzar al comunismo en un mundo dominado por el imperialismo, y dijo: "Más vale eliminar todo eso de una vez por todas y brincar directamente al comunismo". Parece que se cansó de bregar con lo que caracteriza el socialismo como un período largo y sumamente contradictorio de transición al comunismo y dijo: "¡Al diablo todo eso! Mejor brincamos directamente al comunismo. ¿De qué sirve el socialismo? Solo trae problemas; la experiencia demuestra que en el socialismo se presentan todo tipo de problemas". Asumió una posición semianarquista, que aparenta ser de extrema "izquierda".

Es ilustrativo un informe que leí de una reunión donde un militante del PLP dijo: "¡Vamos a hacer la revolución y ahí mismo vamos a eliminar el dinero!". ¡Sueñan! Primero, con esa línea jamás van a dirigir una revolución y, cuando se haga la revolución de verdad (y no la imaginaria del PLP), no podremos eliminar de golpe el dinero porque no será posible eliminar las condiciones materiales, las contradicciones, que hacen que sea necesario. Para que haya producción e intercambio sin dinero se necesitará un largo período histórico de transición, un período de lucha revolucionaria a nivel mundial que genere nuevas condiciones materiales e ideológicas.

En sus escritos sobre economía política, Marx explica que hay dos tipos de trabajo: el trabajo "simple" y el trabajo "complejo". El trabajo simple requiere ciertas habilidades elementales; el complejo requiere habilidades cuyo desarrollo implica más tiempo y estudio. Ese es un hecho objetivo.

En una palabra, sin preparación uno no puede ser físico nuclear, pediatra, ingeniero, arquitecto ni planificador económico. No se requiere pasar media vida en el sistema de educación burgués, pero sí se necesita cierto grado de preparación académica, y eso implica trabajo y lucha. Tampoco se puede prescindir de esas profesiones. Si después de la revolución se eliminara a los físicos y a los científicos de toda clase, a los médicos, etc., sería imposible satisfacer las necesidades de las masas. El pueblo diría: "Qué vuelva la pinche burguesía, ¡ya!". Ese es el problema que tendrían. El pueblo exigiría: "Que se largue de aquí el PLP y que regrese la burguesía, que por lo menos sabía cómo resolver ciertos problemas".

Hay que reconocer la realidad: el pueblo necesita comida, ropa, servicios de salud, etc., y eso requiere gente con cierta preparación. Las masas no podrán encargarse de todo eso de la noche a la mañana.

La contradicción intelectual/manual

La revolución socialista se propone superar la diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y dirigir a las masas a dominar y transformar todas las esferas de la sociedad--económica, social, política e ideológica, así como la educación y la cultura--para avanzar hacia el comunismo como parte de la revolución proletaria mundial.

Al alcanzar el comunismo a nivel mundial, se habrán superado las grandes contradicciones sociales, como la intelectual/manual, junto con el intercambio de mercancías y el uso del dinero. Ya no se requerirán para la producción e intercambio de los productos necesarios para vivir ni para impulsar el progreso general de la sociedad y el pueblo. Pero para llegar a tal punto, se necesitará un largo período de transición, una lucha revolucionaria de proporciones históricas, y no es posible hacerlo de la noche a la mañana, como se imagina el PLP.

Entonces, ¿qué se va hacer? ¿Echar a un lado a los médicos, físicos, maestros y los demás que se prepararon en la vieja sociedad? ¿Matarlos? ¿Meterlos a la cárcel? O se les va a decir (como al parecer el PLP propone): "Van a seguir trabajando en su profesión, pero les vamos a pagar lo mismo que a los demás". De hacer eso, se plantearían dos problemas: uno político y el otro material, económico.

El problema político es que esa gente tiene cierta preparación y está acostumbrada a cierto ingreso. Muchos aceptarán ajustes de salario, sobre todo si se gana su apoyo para la lucha revolucionaria, pero muy pocos estarán dispuestos a eliminar las diferencias de salario de una vez. De hecho, no se debe hacer eso, por razones objetivas muy concretas y, repito, tampoco van a estar conformes los profesionales. ¿Entonces qué se va a hacer? ¿Encañonarlos para que trabajen? Bueno, las fuerzas burguesas también tendrán armas y podrán hacer lo mismo. Es decir, las fuerzas de la restauración capitalista siempre estarán al acecho y aprovecharían tal política idiota.

Ese problema político va ligado a un problema fundamental de índole material y económica. El hecho es que la producción y el intercambio en la sociedad se basan en el gasto e intercambio de trabajo humano. El trabajo calificado representa más gasto de trabajo humano, pues requiere mayor tiempo para desarrollarlo que el trabajo simple (como el trabajo que se requiere para preparar a un médico o a otro "profesional"). No debemos subordinarnos a esos "profesionales", ni acceder a sus prejuicios pequeñoburgueses y sus privilegios, pero sí tenemos que reconocer la realidad material con todas sus contradicciones.

Se requiere más tiempo de trabajo para preparar a los "profesionales". Entonces, de acuerdo a la realidad material, si se quisiera pagarles lo mismo que se paga por el trabajo simple, de hecho se intercambiarían cantidades desiguales de trabajo. Eso sería irracional: afectaría la producción y el intercambio en general, y sabotearía la economía. Los profesionales gastarían cierta cantidad de trabajo humano (trabajo "complejo" o "multiplicado") para prepararse, pero se les pagarían salarios (en dinero o con un equivalente, si se ha abolido temporalmente el dinero) que representan menos que el trabajo gastado en su preparación. Eso causaría un desequilibrio por intercambiar cantidades desiguales de trabajo y provocaría caos en la economía y también en el sistema político.

Repito, lo que pasaría entonces es que las fuerzas burguesas dirían: "¿Se acuerdan de nosotros? Nosotros sabíamos manejar eso mejor que ellos", y la gente les haría caso porque sería cierto. Saben manejarlo mejor que eso, mejor que los anarquistas pequeñoburgueses e idealistas como el PLP, pero no mejor que el proletariado cuando lo dirige una vanguardia marxista-leninista-maoísta con su concepción del mundo y método materialista dialéctico. Así que hemos examinado un punto muy importante del materialismo, del materialismo dialéctico e histórico, y tenemos que aplicarlo para manejar las contradicciones materiales concretas de la base económica, así como las de la superestructura ideológico-política, y lograr la transformación revolucionaria de la sociedad, en el mundo tal como es.


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