La globalización imperialista
y la lucha por un futuro diferente

Parte 2: Sórdidos secretos de la economía global

Raymond Lotta

Obrero Revolucionario #934, 30 de noviembre, 1997

LA EXPANSIÓN Y CRISIS POSGUERRA

Para entender correctamente las tendencias principales de la economía mundial, es necesario tener presente que el capitalismo funciona dentro de un marco económico-político global definido por un contexto histórico específico. Estados Unidos emergió de la II Guerra Mundial como el rey del estercolero imperialista. El conflicto terminó con la derrota de Alemania y Japón; además, los aliados de Estados Unidos--Inglaterra y Francia--quedaron muy debilitados. Así, Estados Unidos emergió como la potencia imperialista con mayor capacidad productiva, financiera y militar. El desenlace de la II Guerra Mundial fue la reorganización de la economía mundial, y Estados Unidos fue el actor central y mayor beneficiario.

Las economías destruidas por la guerra se reconstruyeron dentro de un nuevo marco mundial, más integrado, de inversión y comercio. Se ayudó a Alemania y Japón a recuperarse con el fin de utilizarlos como baluartes económicos y estratégicos contra la (entonces socialista) Unión Soviética y, después, la China maoísta. Se establecieron nuevas relaciones económicas internacionales y un nuevo orden monetario basado en el dólar. Nuevas instituciones globales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), concretaron y facilitaron esos cambios.

El comercio mundial creció enormemente; sobre todo hubo un gran aumento en la inversión de capital imperialista en el tercer mundo: en los recursos naturales, en la agricultura y--especialmente en los años 60--en el sector manufacturero. Los ingredientes esenciales del auge de la posguerra fueron materias primas baratas, alta rentabilidad de las inversiones en manufactura y la transformación del tercer mundo orquestada por los imperialistas.

Pero, con el tiempo, la situación se transformó en su contrario. La brutal expansión del imperio suscitó resistencia y luchas de liberación nacional. El crecimiento de la economía mundial dio lugar a crisis.

Para principios de los años 70, los imperialistas occidentales se estaban topando con ciertos límites. La revitalización económica de Europa occidental y Japón creó nuevos rivales para Estados Unidos. El costo de librar la guerra genocida de Vietnam fracturó el orden monetario internacional. La inflación mundial se disparó. El sistema del dólar con garantía de oro se resquebrajó. Mientras Estados Unidos contemplaba una derrota en Vietnam, Japón lo estaba suplantando como el principal exportador de capital de la región asiático-pacífica. La rentabilidad estaba en declive en todos los países industrializados avanzados y las inversiones de largo plazo se restringían. Asimismo, el desarrollo dependiente y desequilibrado del tercer mundo creaba nuevas barreras a la expansión imperialista.

Un punto de viraje ocurrió en 1974-75: la economía mundial imperialista experimentó la primera contracción global desde la Gran Depresión (que empezó en 1929) y entró en una crisis estructural profunda. El auge de la posguerra terminó; la posición dominante del imperialismo estadounidense en el orden capitalista mundial se estaba socavando.

Esa crisis se caracterizó por una fuerte baja de crecimiento e inversión. De 1948 a 1973, la economía mundial creció a un ritmo de 5%; pero de 1974 a 1989, disminuyó a 2.5% (la mitad). La crisis también se caracterizó por una aguda inestabilidad financiera: hubo enormes fluctuaciones del valor de la moneda en muchos países y el peligro de quiebra de importantes instituciones bancarias en los años 80.

A su vez, esa crisis global suscitó la crisis de la deuda en el tercer mundo. Por un lado, la baja económica y la menor rentabilidad en los países avanzados a finales de los 70 y principios de los 80, empujó a los bancos a invertir enormes cantidades de capital de préstamo excedente en un grupo selecto de países del tercer mundo. Países como México y Brasil llegaron a ser importantes centros de crecimiento para el imperialismo. Pero, por el otro lado, los países deudores encontraron más difícil exportar sus productos y ganar divisas debido al lento crecimiento de las economías imperialistas y sus medidas proteccionistas. Además, su dependencia de capital y tecnología de los países capitalistas avanzados ocasionó una demanda más fuerte de préstamos y más préstamos.

LA RIVALIDAD ESTADOUNIDENSE-SOVIÉTICA
Y EL FIN DE LA "GUERRA FRÍA"

Pero hay que añadir otro elemento importante: la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética socialimperialista se estaba intensificando.

Bueno, la Unión Soviética fue un país socialista, pero en 1956 una nueva clase explotadora tomó el poder y estableció el capitalismo de estado. Los nuevos dirigentes capitalistas se empeñaron en forjar un imperio internacional y empezó a surgir un mundo imperialista "bipolar". Desde principios de los 70, la Unión Soviética se vio cada vez más en la necesidad, y con la capacidad, de enfrentar al bloque imperialista del Occidente. Después, para finales de los 70, la misma Unión Soviética experimentó serios problemas económicos.

El conflicto geopolítico más importante de finales de los 70 y de los años 80 fue este: la crisis de la economía mundial se entretejía con la rivalidad global entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y la atizaba. La situación no podía seguir así: una de las dos potencias tenía que triunfar. Los dos bloques iban inexorablemente hacia la guerra mundial. El desenlace fue que una de las potencias imperialistas, la Unión Soviética, se derrumbó.

El derrumbe de la Unión Soviética y su bloque en 1989-91 es el cambio más importante en las relaciones interimperialistas desde la II Guerra Mundial. La destrucción de la estructura de relaciones internacionales de la época de la "guerra fría" ha llevado a la resolución de ciertas contradicciones, pero otras persisten y se intensifican.

Esos cambios y virajes han producido consecuencias geopolíticas y económicas de gran alcance.

Estados Unidos ha resurgido como la única superpotencia imperialista, con más posibilidades de imponer sus "soluciones" en zonas de conflicto como Sudáfrica y Centroamérica.

El hecho de que la confrontación militar global entre los bloques de Estados Unidos y la ex Unión Soviética terminó significa que los imperialistas occidentales tienen más tecnología y capital disponibles, sobre todo Estados Unidos, que están aplicando a los sistemas de producción y mercadeo globales. Desde luego, Estados Unidos mantiene arsenales capaces de destruir mil veces toda la humanidad, y también sigue realizando asesinas intervenciones. Asimismo, los riesgos geopolíticos a la inversión capitalista en algunas partes del tercer mundo han disminuido.

El campo en que los imperialistas se pelean por mercados se ha ampliado; centenares de millones de trabajadores del antiguo bloque socialimperialista soviético y de China (donde se restauró el capitalismo en 1976, después de la muerte de Mao) se han sumado a una fuerza laboral más integrada del mundo.

Estos cambios son importantes. El capitalismo mundial ha experimentado cierta restructuración y su marco geopolítico global se ha modificado. Eso ha estimulado la inversión, el crecimiento y más reorganización.

Sin embargo, un rasgo particular de la situación mundial actual es que a pesar de todos los cambios, la economía mundial carece de expansividad y manifiesta inestabilidad. Además, para inmensos sectores de las masas en todo el mundo la pobreza y la miseria son peores cada día.

De 1990 a 1995, la producción mundial creció a un ritmo promedio anual de menos de 2.5%. Hoy día, la economía de Europa occidental está estancada y su crecimiento es muy lento. Japón todavía no se recupera de la recesión y crisis financiera de principios de esta década. Rusia experimenta uno de los episodios más bárbaros de la historia económica del siglo 20. Por lo general, en los países imperialistas ni la inversión en fábricas y maquinaria ni el aumento de la productividad ha alcanzado los niveles de la expansión de posguerra. Industrias clave de la economía mundial, como la industria automotriz, experimentan un problema de sobrecapacidad. Una gran parte de los movimientos mundiales de capital son especulativos y de corto plazo. La inestabilidad financiera y monetaria amenazan la economía mundial.

Por otra parte, el tercer mundo sigue con una enorme deuda externa. En 1995, la deuda era el triple que en 1980. Muchos países de Africa sufren los horribles estragos del estancamiento económico, enfermedades y colapso de la infraestructura. México ha experimentado una serie de crisis en estos años. En los países imperialistas se está desmantelando el "estado benefactor", y en el tercer mundo la "austeridad" y los mortíferos programas de "ajuste" del FMI son el pan de todos los días.

Existe una crisis de desempleo a nivel mundial. El bajonazo económico mundial de principios de los 90 ha terminado, pero el 30% de la fuerza laboral está desempleada o subempleada, una cifra que no se veía desde la Gran Depresión. En Europa occidental, uno de cada nueve trabajadores no tiene empleo. En Asia, Africa y América Latina, casi un billón de personas carecen de empleo o ganan un salario inadecuado para mantenerse. En América Latina, el 80% de los empleos "creados" en los últimos años son de la llamada "economía informal": trabajos que pagan una miseria y no son regulados por el gobierno. Cada año unos 75 millones de personas emigran del tercer mundo buscando trabajo.

Durante seis años la economía estadounidense ha experimentado un período de reactivación y ha buscado agresivamente fortalecer su posición en los mercados internacionales. A nivel interno, esa reactivación ha cobrado fuerza debido a reorganización de las corporaciones, reducción de planta, adopción de nuevas tecnologías de información y de reducción de costos, y desalmada restructuración de la fuerza laboral y las relaciones obrero-patronales. Además, Estados Unidos ha recuperado cierta ventaja competitiva a raíz de las dificultades económicas que experimentan Japón y Alemania.

Estados Unidos sigue siendo el país con la economía más grande y más fuerte del mundo, pero su fuerza económica global--su porcentaje de la producción e inversión mundiales--ha disminuido en comparación con el período de 1950 a 1960. La "guerra fría" dejó a Estados Unidos debilitado en el campo financiero. Sus grandes déficits comerciales y presupuestales le dificultan recurrir a medidas fiscales expansionistas y de política monetaria.

Las consecuencias de lo que he descrito han sido sumamente importantes: Estados Unidos ya no puede desempeñar el mismo papel de "locomotora" de la economía mundial. Es decir, no puede estimular el crecimiento y jalar a las demás economías nacionales de la misma manera que lo hizo en las décadas después de la II Guerra Mundial. Lo que también es importante es que ninguna otra potencia imperialista puede hacerlo; o sea, ninguna puede jugar el papel dirigente ni orquestar la economía mundial como lo hizo Estados Unidos en la posguerra. Además, existe una intensa competencia y rivalidad geoeconómica entre Estados Unidos, Japón y la Alemania reunificada.

Hay ciertos elementos contradictorios en la situación mundial, unos favorables y otros no tan favorables para las luchas populares; pero la situación en conjunto da amplias oportunidades para el avance revolucionario; es decir, para que las guerras populares en los países oprimidos se desarrollen más y para que se inicien nuevas; para luchas y preparativos revolucionarios en los países imperialistas; y para crear una situación más favorable por medio de lucha.

UNA NUEVA OLA DE GLOBALIZACIÓN

Estoy consciente de que he abarcado mucho en esta plática, pero todo esto forma parte del contexto para entender mejor la actual ola de globalización imperialista. Durante los últimos 20 años, la economía mundial se ha integrado mucho más. Industrias importantes se han reorganizado a nivel mundial debido a crisis y a nuevas oportunidades de inversión imperialista. La agricultura del tercer mundo se ha integrado más completamente a las cadenas de producción y mercadeo de la agroindustria imperialista. En la operación del capital mundial han ocurrido transformaciones de organización y tecnología, con consecuencias económicas y sociales profundas.

Sin embargo, esos cambios ocurren dentro del mismo sistema imperialista. Es decir, es la misma economía de explotación, la misma política de dominación, y la nueva ola de globalización imperialista dará los mismos resultados: más opresión, nuevos puntos nodales de crisis y conflicto imperialista... y más resistencia.

Esta ola de globalización gira en torno a tres fenómenos interrelacionados. El más importante es esta intensificada globalización de la producción. Las nuevas tecnologías de producción, transporte y comunicación juegan un papel clave en ese fenómeno. Por una parte, han facilitado la división del proceso de producción en a distintos países, así como la coordinación de esas actividades; de esta forma se ha aumentado la tasa de ganancias. Por otra parte, un porcentaje mucho mayor de la producción mundial se organiza firmemente bajo el control y la dominación del capital transnacional.

La intensificada globalización de la producción representa un cambio cualitativo. Se ha globalizado una gama mucho más amplia de actividades de manufactura, del agro y de la industria de servicios. Hoy más que nunca, el capital compara los costos y oportunidades de inversión a nivel mundial; cruza y recruza las fronteras nacionales. Más que nunca, el proceso de trabajo se integra, se transforma y se abarata a escala mundial.

Por una parte, esa producción globalizada se hace en la "fábrica global": distintas fases de producción se realizan en diferentes países. A veces las corporaciones transnacionales la controlan directamente, como ocurre, por ejemplo, en el sector automotriz y otros sectores de gran intensidad de uso de capital. La última ronda de inversiones estadounidenses en la industria automotriz de México combina tecnología moderna y alta productividad con salarios que son la octava parte de los estadounidenses.

Otra parte de la producción globalizada la manejan compañías del tercer mundo, sobre todo cuando se trata de los sectores de gran intensidad de uso de mano de obra (no altamente mecanizados), como las maquiladoras de la industria costurera de Centroamérica y Asia oriental. A veces esto también sucede con la alta tecnología: en Bangalore, India, vemos "plantaciones de alta tecnología" donde producen software para computadoras y los profesionales reciben la quinta parte del salario que se paga en Estados Unidos.

La globalización crea "nuevas jerarquías" de producción imperialista. Los países imperialistas controlan directamente ciertas industrias estratégicas de alta tecnología, como telecomunicación y la industria aeroespacial, pero destinan la industria liviana (como la industria textil) y aspectos del montaje de las nuevas industrias de alto crecimiento (como chips de computadora) a los países oprimidos más pobres. Asimismo, una porción de la industria pesada en declive que se centralizaba en los países imperialistas, como acero y construcción naval, ahora se ha expandido a unos pocos países del tercer mundo. Una parte cada vez más grande de los productos manufacturados de exportación del mundo se produce actualmente en el tercer mundo.

La manifestación más marcada de la globalización desde 1990 ha sido el dramático aumento de la salida de capital imperialista privado al tercer mundo. De hecho, la inversión extranjera directa en las naciones oprimidas se ha triplicado en los últimos cinco años; en 1995, la inversión extranjera en el tercer mundo representó el 35% de la inversión extranjera; en 1988 representaba el 18%. Durante la recesión de 1990-93, la salida de nuevas inversiones extranjeras directas de los países imperialistas disminuyó, pero en los mismos años la inversión imperialista en el tercer mundo aumentó en un 50%. Así que los mercados y las ganancias sacadas del tercer mundo han sido importantes como estímulo a las economías imperialistas.

¿Por qué se da ese aumento significativo en la salida de capital a ciertas regiones del tercer mundo? Por una parte, el capital imperialista necesita reducir costos debido al lento crecimiento y las intensas presiones competitivas de la economía mundial. Necesita movilidad y encaminar las inversiones a donde sean más rentables. Por otra parte, como ya hice mención, la resolución de la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética ha reducido ciertos riesgos y obstáculos geopolíticos a la exportación de capital y tecnología al tercer mundo.

El segundo fenómeno de la nueva ola de globalización, relacionado con el primero que acabo de describir, es la mayor globalización de las finanzas, es decir, la banca, los mercados de capital y la bolsa electrónica (que facilita el traslado de enormes cantidades de capital por todo el mundo). La globalización e integración financiera posibilita la rápida combinación y asignación de capital, y hace más fácil invertirlo y desinvertirlo.

Es la época del "capitalismo cada vez más rápido"; el capital tiene que responder rápidamente a las oportunidades de sacar ganancias. Grandes cantidades de capital de corto plazo salen de un país a otro buscando ganancias rápidas; entran y salen del mercado financiero y de la bolsa de los países del tercer mundo. El gran crecimiento del sector financiero y de movimientos de capital especulativo está estrechamente relacionado con la disminución de la formación de capital de largo plazo en los países imperialistas.

El tercer fenómeno es la globalización de la política macroeconómica de los países oprimidos. Me refiero a la virtual toma de las riendas de la economía de países del tercer mundo por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, provocada por la crisis de la deuda. Esa autoridad externa ha impuesto medidas de austeridad y ajuste que han recortado los salarios y bajado el nivel de vida; asimismo, ha reprogramado esas economías para la producción de artículos de exportación y la mayor integración de los mercados domésticos de riqueza, bienes y bienes raíces a la economía internacional.

Este tipo de control económico no es nada nuevo en la historia del imperialismo, pero cabe señalar dos cosas acerca de lo que ha ocurrido en el tercer mundo durante los últimos 20 años. Para empezar, los programas de ajuste del FMI--se han aplicado simultáneamente a más de 100 países deudores--resultaron en una enorme transferencia de recursos financieros del tercer mundo a los países imperialistas durante los años 80. Igualmente--y siguiendo en los años 90--esos programas han favorecido a la industria manufacturera que utiliza mano de obra barata y aprovecha la pobreza y las grandes reservas de trabajadores del campo. Las medidas del FMI/Banco Mundial han estimulado la integración más completa de la manufactura de mano de obra barata al mercado mundial.

En el campo del tercer mundo, la globalización ha producido una agricultura más capitalizada y mayor proletarización de los campesinos. Pero también produce una explotación más intensa de los campesinos y los pobres del campo. Me refiero a la agricultura de subsistencia, la aparcería, los acasillados y otras formas de trabajo atado o servidumbre, y el trabajo de temporada. Lejos de transformar a todos los campesinos en obreros, el imperialismo está incorporando la opresión semifeudal a su dinámica general de opresión.

GLOBALIZACIÓN, COLUSIÓN Y RIVALIDAD

En cierto sentido, los imperialistas tienen un plan común. Se unieron para caerle encima a Irak. Han usado los programas de "ajuste estructural" del Banco Mundial para obligar a los gobiernos del tercer mundo a pagar la deuda y para crear nuevas oportunidades de explotación y saqueo de esos países. Asimismo, los tratados de "liberalización de comercio" les han servido para abrir las economías de los países oprimidos a más inversión, control y propiedad extranjeros. Los recientes acuerdos de la Organización Mundial de Comercio han establecido el marco de la actividad económica internacional.

Esos acuerdos facilitan la inversión de capital donde pueda sacar la máxima ganancia y posibilitan las ventas en cualquier país que ofrezca el mercado más grande. Además, los imperialistas están formalizando lo que llaman "derechos de propiedad intelectual" para tener más control y sacar más ganancias del conocimiento acumulado de la humanidad.

Pero la nueva ola de globalización entraña competencia para reducir costos y rivalidad entre los imperialistas acerca de cómo se va a establecer la autoridad para imponer las reglas que rigen el comercio y la inversión, es decir, acerca de cuál potencia va a ser la fuerza dominante en ciertas regiones. La región asiático-pacífica es un campo de batalla importante, precisamente porque es la región de crecimiento más dinámico de una economía mundial que actualmente experimenta un crecimiento lento. Estados Unidos y Japón usan foros como APEC (Cooperación Económica Asiático-Pacífica) para impulsar sus propios proyectos económicos y estratégicos en la región.

Un aspecto de la mayor competencia geoeconómica entre los imperialistas es la tendencia hacia la regionalización y la formación de bloques económicos regionales. Estados Unidos está reforzando su control económico de América Latina. Japón quiere afianzar y expandir su posición económica dominante en Asia oriental. Alemania está jugando un papel más agresivo en el continente europeo. Todas las potencias imperialistas comercian e invierten en esas regiones, y Rusia es una especie de comodín ahorita, pero de todas formas existe una tendencia a formar bloques económicos.

Podemos decir que por un lado, la integración regional de Asia orquestada por Japón y la integración regional a través de NAFTA orquestada por Estados Unidos forman parte de un proceso de reducir los costos laborales y aumentar la rentabilidad. Por otro lado, la integración regional es parte de una estrategia imperialista: los rivales establecen posiciones privilegiadas respecto al comercio y la inversión con el fin de competir con mayor eficacia a nivel mundial. Por ejemplo, uno de los motivos de Estados Unidos para fortalecer su posición en el comercio y las inversiones en América Latina es precisamente reforzar su capacidad de competir contra Japón a escala mundial.

LA GLOBALIZACIÓN EN RESUMEN

En resumen, ¿qué es la globalización? Es mayor movilidad geográfica de capital, la posibilidad de trasladar los recursos de un sitio de bajo costo a otro y de usar la amenaza de tales traslados como un garrote contra los trabajadores. Es combinar la tecnología más moderna con la mano de obra más barata y las conexiones del mercadeo mundial. Es mayor penetración de los países oprimidos por los bancos y corporaciones de los países imperialistas. Es quitar las protecciones a los trabajadores y los reglamentos que protegen el medio ambiente con el lema de "armonizar" las normas. Es obligar a los obreros y campesinos a trabajar por salarios más bajos y en peores condiciones.

Estos son algunos de los "sórdidos secretos" de la globalización imperialista. Por una parte, es una tendencia permanente del desarrollo capitalista y, por otra parte, es un ataque económico e ideológico contra las masas del mundo entero.


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Continuará

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