Los desempleados trastornan a Francia

Obrero Revolucionario #943, 8 de febrero, 1998

En Francia, la tasa de desempleo ha sobrepasado el 12% durante varios años. Más de tres millones de personas están desocupadas; un millón tiene más de un año sin trabajar y para los jóvenes la tasa de desempleo es más alta. Aparte, muchos desocupados no figuran en las cifras oficiales (por haber pasado demasiado tiempo sin trabajar).

Desde noviembre, los desempleados han estado protestando por la falta de trabajo y exigiendo más compensación y asistencia pública. Han hecho plantones en las oficinas gubernamentales, la bolsa de valores y los bancos; han bloqueado los ferrocarriles. Miles han participado en marchas de protesta.

Richard Dethyre, jefe de una organización nacional de desempleados, dijo: "Los que antes eran simples estadísticas están alzando la frente".

Las protestas estallaron cuando el gobierno, encabezado por el Partido Socialista, anunció que iba a dar un pequeño aumento en la asistencia pública a cientos de miles de personas que habían agotado sus prestaciones de desempleo. El miserable aumento, de apenas $7.50 al mes, prendió la ira popular, pues se vio como un insulto.

Los plantones empezaron en la ciudad sureña de Marsella y en las regiones pobres del norte, donde la tasa de desempleo es más alta. Para fines de diciembre había plantones por todo Francia. En Marsella, ocuparon ocho oficinas gubernamentales y bloquearon el tránsito ferroviario en la estación central. Asimismo, se sentaron en los rieles y pararon el tránsito entre París y la región de Bourdeaux, en el suroeste del país.

En Lyons, la segunda ciudad del país, hicieron un plantón en Credit Lyons, un banco importante del gobierno. El 4 de enero, tomaron la caseta de cobro de una carretera muy transitada de la región central y dejaron pasar sin pagar.

El día de Año Nuevo, 60 personas sin techo chocaron con la policía a raíz de protestas en la zona turística de París. Primero, iniciaron un plantón en el Hotel Royal Monceau; el gerente les ofreció cientos de dólares por irse, pero un manifestante tiró el dinero al suelo y dijo: "No estamos pidiendo una limosna". Después, ocuparon el restaurante Fouquet, donde los ricos gastan cientos de dólares en una cena. Abandonaron el lugar cuando el gerente prometió llevar comida a otro grupo que estaba en un plantón en las oficinas de la asistencia pública.

Los desempleados han exigido empleo, un aumento de prestaciones y un aguinaldo. El primer ministro, Lionel Jospin, prometió crear 700.000 trabajos, pero el gobierno ha pactado con los demás gobiernos imperialistas de Europa occidental para crear una moneda común (con el fin de ser más competitivos frente a los imperialistas de Estados Unidos y Japón) y eso ha llevado a reducciones de planta y recortes de programas sociales.

Recientemente el Los Angeles Times escribió: "Los desempleados que figuran en las cifras oficiales en Francia son la parte más visible de una creciente clase baja de siete millones de personas que sobrevive por medio de trabajos eventuales y jornadas reducidas". Según las encuestas, un 67% de la población francesa apoya las protestas de los desempleados.

Con el año nuevo vinieron más protestas. El gobierno anunció otra pequeña concesión: como medida de emergencia iba a dar mil millones de francos (aproximadamente 165 millones de dólares) a los desempleados. Eso viene siendo menos de $60 para cada trabajador sin empleo y, para colmo, era solo por una vez.

Después de dar esa miseria, el gobierno atacó con saña. Un alto funcionario exigió el fin de los plantones y declaró: "Hoy no hay nada que justifique la continuación de esas acciones ilegales". El 10 de enero, policías antimotín desalojaron a los manifestantes; sin embargo, unos días después, iniciaron nuevos plantones en muchas de las mismas oficinas.

El 13 de enero fue un día de grandes marchas en París, Marsella, Arras, Grenoble y otras ciudades. En París, participaron 10.000 personas; 300 ocuparon la Bolsa, tiraron agua y basura desde el balcón, e hicieron pintas: "Muerte a los especuladores" y "ĦQué nos den dinero para vivir!".

En las protestas han participado contingentes de inmigrantes de Africa y Asia. La discriminación y los ataques racistas contra los inmigrantes en Francia están en aumento y los grupos derechistas los culpan por los problemas económicos y sociales del país. En un mitin frente a la Secretaría del Trabajo en París el 7 de enero, un vocero de Sans Papiers de Saint Bernard (un grupo de inmigrantes indocumentados) dijo: "Culpan a los inmigrantes por el desempleo. Sin embargo, los desempleados y los inmigrantes nos solidarizamos en las protestas; no permitiremos que nos dividan ni que nos ataquen uno por uno".

En Estrasburgo, en la frontera con Alemania, el desempleo y la brutalidad policial prendieron una rebelión de jóvenes el día de Año Nuevo. El alcalde dijo que no se había visto un "motín" de tal magnitud desde 1974. La prensa informó que se destruyeron 50 carros, 32 paradas de bus y 22 teléfonos públicos, y que estallaron bombas caseras en distintos puntos. La policía arrestó a una docena de jóvenes de 13 a 20 años de edad.

El desempleo llega al 35% en Estrasburgo. Los inmigrantes de Argelia, Marruecos y los demás países del norte de Africa viven en barrios pobres. La situación de los inmigrantes es semejante en París y la mayoría de las ciudades francesas.

Al igual que los jóvenes negros de Estados Unidos, el sistema ha criminalizado a toda una generación de jóvenes africanos en Francia. Un sociólogo dijo: "En Francia la palabra `joven' ha llegado a ser sinónimo de `delincuente africano'". En diciembre, la policía mató a balazos a un africano de 16 años en una barricada cerca de Fountainebleau. Días después, un policía mató en una comisaría a un desempleado de Lyons que tenía 24 años.

En los proyectos de Estrasburgo, las paredes están cubiertas de pintas que dicen: "ĦAbajo la policía!".


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