México: Confrontación en Chiapas

Obrero Revolucionario #949, 22 de marzo, 1998

Después de la masacre de 45 campesinos por un grupo paramilitar en Chiapas el pasado diciembre, el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, dijo que procuraría reiniciar las conversaciones de paz con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y establecer el "orden" en ese estado. ¿Pero qué ha significado eso para el pueblo de Chiapas?

Las comunidades y las carreteras están rodeadas por el ejército y más militarizadas que nunca; helicópteros y aviones de caza sobrevuelan bajito para asustar, o quizá están practicando para bombardeos; los soldados se meten a las viviendas con el pretexto de que están buscando "armas prohibidas" y se llevan lo poco que tienen las familias. Por otro lado, los paramilitares siguen sembrando terror, y muchos campesinos se han tenido que refugiar en campamentos donde hay muy poca comida y donde las condiciones de salud son pésimas.

Un visitante a un campamento describe la situación: "Los refugiados tienen muy poca comida y muy pocos servicios médicos; están muy alto, donde hace mucho frío, a más de 7000 pies sobre el nivel del mar y donde más llueve en todo México. La muerte de niños, que ya es grave en Chiapas, debe ser mucho peor en los campamentos. Estaba grabando conversaciones con refugiados en un campamento cerca a Polhó, y casi no se podían oír por la tos de los niños" (Alejandro Nadal, The Bulletin of the Atomic Scientists, marzo-abril 1998).

Ha habido muchos enfrentamientos con las fuerzas armadas del gobierno. El 12 de enero, la policía estatal disparó contra una multitud que protestaba en Ocosingo y mató a Guadalupe Méndez López de un tiro en el corazón. Ella era una indígena tzeltal de 38 años de edad.

El New York Times del 6 de marzo informa que el 1º de marzo, en la comunidad de San Jerónimo Tulijá, una patrulla del ejército federal intentó entrar a esa comunidad, pero cientos de mujeres armadas con palos entraron a la cancha de fútbol, donde estaban los soldados, para correrlos. Los soldados dispararon latas de gas lacrimógeno. Tres días después, los soldados regresaron y esa vez los esperaban "en filas de cien muchos jóvenes con paliacates rojos y mochilas verdes, el uniforme de los zapatistas", y campesinos. Ese día, el ejército federal decidió retirarse.

El gobierno habla hipócritamente de la paz, pero sus fuerzas armadas siguen hostigando a los chiapanecos y cercando las bases del EZLN.

La doble táctica contrarrevolucionaria
del gobierno

La masacre del 22 de diciembre en Acteal la llevó a cabo un grupo paramilitar ligado al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), el principal partido de la clase dominante que controla el aparato federal y también muchos gobiernos estatales, como el de Chiapas.

Como consecuencia de la masacre de Acteal, el gobierno arrestó a un puñado de individuos y reemplazó a unos pocos funcionarios, pero Zedillo y otros líderes del PRI siguieron negando responsabilidad por la masacre y todo vínculo con los paramilitares. Sin embargo, la verdad es que los paramilitares juegan un importante papel en la estrategia contrarrevolucionaria del gobierno en Chiapas. (Ver el recuadro "La estrategia paramilitar del gobierno mexicano".)

Acteal está situado en los Altos de Chiapas, donde el 1º de enero de 1994 miles de campesinos tomaron las armas y se rebelaron bajo la dirección del EZLN. Desde ese entonces, el gobierno, con el respaldo de Estados Unidos, viene aplicando una doble estrategia contrarrevolucionaria para aplastar la justa rebelión de las masas campesinas.

Por un lado, ha realizado pláticas con el EZLN y ofrecido promesas de "reformas" y "desarrollo económico". En 1996, Zedillo incluso firmó el Acuerdo de San Andreas, el cual promete autonomía para los pueblos indígenas, aunque en todo momento ha impedido su implementación.

Por el otro lado, ha despachado miles de soldados para sitiar las bases del EZLN en la selva Lacandona. La tercera parte del ejército federal, 70.000 efectivos, está en esa región y, con la policía estatal y los paramilitares, siembra terror contra los partidarios del EZLN. Todo eso ha llevado a una fuerte polarización y actualmente unas comunidades están dominadas por fuerzas del PRI y otras por fuerzas que apoyan al EZLN.

Antes de la masacre de Acteal, los paramilitares ya habían cometido muchas barbaridades. El 19 de septiembre, atacaron a partidarios de los zapatistas y quemaron docenas de viviendas en varias comunidades. En Limas Chitamucum mataron a siete personas el 2 de octubre. El 4 de noviembre, el grupo denominado Paz y Justicia atentó contra el obispo Samuel Ruiz, a quien el gobierno acusa de ser zapatista. En febrero se encontraron los cadáveres de siete partidarios zapatistas en una cueva cerca de Petpejel; su paradero era desconocido desde octubre y se sospecha que fueron asesinados por paramilitares.

Se calcula que en los dos años que precedieron a la masacre de Acteal los paramilitares mataron a 1500 personas. Miles más han tenido que irse a consecuencia de la represión. Se calcula que el 30% de la población de Chenalhó (donde está Acteal) se ha ido.

En una entrevista que le hizo el New York Times a Ernesto Zedillo en enero, dijo que su gobierno ha cambiado de estrategia a raíz de la masacre de Acteal. Según él, la situación se agravó porque el gobierno ha sido demasiado "blando" y no ha tenido "una fuerte presencia" en la zona. Por tanto, dijo: "Quiero que las instituciones federales tengan una mayor representación y seguir negociando".

El "cambio de estrategia" quiere decir que habrá mayor militarización y más cháchara de "paz".

La dirección del EZLN advierte que el gobierno está preparando una mayor ofensiva. Desde 1994, el EZLN ha procurado evitar enfrentamientos con el ejército federal, y se ha replegado a sus bases de la selva Lacandona. Por medio de su control de esas zonas, el EZLN ha querido demostrar su fuerza y utilizarlas como palanca para su lucha política con el gobierno. Todo eso responde a su estrategia general.

Los zapatistas han dicho claramente que no se proponen tomar el poder nacional. Eso difiere mucho de la estrategia maoísta de la Revolución de Nueva Democracia. Si bien los zapatistas recalcan que luchan por la democracia y la autonomía de los pueblos indígenas, no tienen un programa para que los obreros y campesinos conquisten el poder en todo el país. Y aunque han movilizado al campesinado para que empuñe las armas, no practican la estrategia de la guerra popular prolongada de cercar las ciudades desde el campo.

Apoyo militar de Estados Unidos

Otra táctica del gobierno tras la masacre de Acteal ha sido atacar a los partidarios extranjeros del EZLN. Ya ha deportado a varios supuestamente por "violar las condiciones de su visa" y está investigando a docenas. El gobierno y la prensa han aprovechado la situación para regar el cuento de que el EZLN es controlado por "extranjeros".

Esa es una acusación ridícula de boca de los vendidos que firmaron el TLC (el acuerdo que ha permitido que potencias como Estados Unidos desplacen a campesinos a la fuerza para trabajar en maquiladoras y explotarlos más) y que dependen del apoyo y adiestramiento militar yanqui para reprimir al pueblo de Chiapas y otras partes.

Al igual que en muchos otros países latinoamericanos, el apoyo militar yanqui tiene el pretexto de la "guerra contra la droga". Según informa la Federación de Científicos Americanos, el "General Barry McCaffrey, el zar de la droga de la Casa Blanca, viajó a México en marzo de 1996 y concluyó un acuerdo para que soldados mexicanos reciban entrenamiento en el cuartel Bragg y otros, además de un obsequio de 73 helicópteros, cuatro aviones radares C-26, largavistas para la noche, radios y otros aparatos militares. Por si eso fuera poco, la Casa Blanca ha asignado $9 millones de ayuda militar para el año 1998 (en 1996 la ayuda fue de $3 millones), para que el gobierno mexicano les compre nuevas armas a empresarios estadounidenses".

Tras el levantamiento de Chiapas en 1994, la venta de armas de Estados Unidos a México aumentó de $16 millones a $54 millones; 700 oficiales (la mayor cantidad de Latinoamérica) han recibido entrenamiento en Estados Unidos en los últimos 10 años; en 1996-1997, más de 3000 soldados mexicanos fueron entrenados en el cuartel Bragg por Boínas Verdes, una "unidad especial" que ha cometido crímenes contra el pueblo, de Vietnam a El Salvador.

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Hace cuatro años, el levantamiento de Chiapas estremeció a México y el mundo, y le dio pesadillas a la clase dominante mexicana y sus padrinos en Washington. Hoy, las demandas de tierra y libertad de las masas campesinas son más urgentes que nunca.

Lo que dicen dos universitarios mexicanos que acaban de visitar Chiapas sobre las condiciones de vida de las masas es muy diciente: "Pasamos por dos comunidades... y vimos tremenda pobreza; recogen agua cuando llueve, la tierra casi no rinde y solo vimos uno que otro tallo de maíz. Solo tienen unos pocos animales: cerdos, borregos, burros, caballos, gallinas y unas cuantas vacas. Varios señores nos dijeron que calculan que hay más o menos 2000 soldados en pequeñas unidades dispersas por las montañas, y que de vez en cuando bajan para registrar a los campesinos. Nos dijeron que temen que se metan en las comunidades para registrar las viviendas y las familias.... Nos dijeron que es importante ver lo que pasa en Nuevo Mexiquillo, porque en cualquier momento los podrían atacar los militares".


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