Elia Kazan:
Premian a un solpón

Michael Slate

Obrero Revolucionario #1001, 11 de abril, 1999

El 7 de enero, la Academia Cinematográfica anunció que iba a galardonar al cineasta Elia Kazan, director de On the Waterfront, Viva Zapata, y docenas más de películas y obras de teatro; en marzo recibió un Oscar honorario en reconocimiento de su obra. Kazan es tristemente célebre por ser la figura más destacada de Hollywood que colaboró en los años 50 con la represión anticomunista del Comité contra Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes (HUAC) y del senador Joseph McCarthy (que se conoce como macartismo). Al comparecer en una audiencia del Congreso en 1952, delató a sus viejos compañeros de The Group Theater por su afiliación con el Partido Comunista de Estados Unidos en los años 30.

A mí me da mucho coraje que premien a Kazan porque, como dijo Mao, revocar veredictos correctos va en contra de la voluntad del pueblo. Las audiencias de McCarthy y la lista negra de Hollywood fueron una de las más viles campañas de represión política contra artistas en la historia contemporánea.

Me parece muy necesario hablar con los compañeros artistas de la nueva generación sobre la importancia de esta situación, o sea, ¿por qué premian a Kazan ahora? A veces es difícil trazar las conexiones, pero en este caso el mismo sistema casi casi nos hace el favor. A mediados de enero la prensa y las autoridades atacaron salvajemente al grupo de rock Rage Against the Machine porque organizó un concierto de apoyo a Mumia Abu-Jamal. Para mí, el reconocimiento a Kazan es un puente que une la represión cultural de los años 50 con el hostigamiento político y las guerras culturales de hoy.

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No es la primera vez que una organización cinematográfica propone honrar a Kazan, pero hasta ahora siempre se han tenido que echar para atrás por protestas. Además, en los últimos años muchos grupos artísticos se han autocriticado por su posición durante el macartismo. Pero ahora la Academia toma la decisión de galardonar a Kazan, a pesar de la protesta de muchos sobrevivientes de la lista negra (los que no pudieron trabajar en Hollywood por décadas porque el gobierno los tachó de subversivos), quienes han condenado a Kazan de soplón y traidor.

Por otra parte, varios artistas que tenían una posición muy firme contra el macartismo en aquellos tiempos han aflojado y dicen que se debe honrar a Kazan por su obra, siempre y cuando se le critique por sus cosas malas; otros justifican el premio diciendo que debemos separar su arte de su política.

Hay que captar muy bien el significado de este premio y, por eso, es preciso analizar las audiencias de HUAC sobre la influencia comunista en la industria cinematográfica en el marco de los años 50. El mundo de aquel entonces era muy diferente: existía un campo socialista, es decir, la Unión Soviética y China eran países socialistas que inspiraban a los pueblos del mundo a luchar contra el imperialismo yanqui; los pueblos de Corea e Indochina libraban guerras anticoloniales. Por su parte, los yanquis pensaban lanzar una guerra contra los países socialistas, y correspondía a los intereses fundamentales de la humanidad defenderlos ante la agresión imperialista.

El Partido Comunista apoyaba a la Unión Soviética y se hubiera opuesto a la agresión contra ella; sin embargo, dicho partido no era muy revolucionario, y fomentaba patriotismo y confianza en la democracia burguesa. Por lo mismo, muchos de sus militantes y partidarios no estaban preparados para confrontar a los inquisidores de HUAC.

Como el conflicto con la Unión Soviética y China se recrudecía, la clase dominante no quería que comunistas y progresistas trabajaran en la esfera cultural, donde podían generar oposición popular a una guerra contra esos países. Por eso, HUAC desató una gran persecución y criminalizó por sus creencias políticas a miles de personas: pacifistas, antirracistas, comunistas e inclusive liberales.

Si bien el macartismo en las artes es muy conocido, lo mismo ocurrió en escuelas; con médicos y abogados; y hasta en el Departamento de Estado. Bastaba rumores para destruir una carrera, llamar a declarar y meter a la cárcel. Se establecieron compañías y boletines especiales con el propósito de listar "subversivos"; corrieron a los comunistas de los sindicatos. A finales de esa inquisición, el Congreso había fichado a unas 100.000 personas de todos los sectores de la sociedad.

Los artistas denunciados y los que se negaron a colaborar no podían trabajar (a menos que fuera con seudónimo), en muchos casos por 10 o hasta 20 años. Músicos como Paul Robeson no pudieron dar conciertos. De hecho, muchos artistas jamás volvieron a trabajar. Algunos se quebraron: se suicidaron o murieron de alcoholismo.

En 1947, cuando comenzaron las audiencias de HUAC, los 10 de Hollywood (un grupo de actores, escritores y directores, entre ellos varios militantes y partidarios del Partido Comunista) no quisieron responder a preguntas sobre el partido ni dar nombres de otros artistas. A finales de 1950 estaban en la cárcel y HUAC seguía a la carga.

Posteriormente, varios testigos decidieron dar nombres de presuntos comunistas, pero hacía falta un personaje prominente para darle un sello de legitimidad al macartismo. En ese momento Elia Kazan, destacado director progresista y ex militante del Partido Comunista, se ofreció. El 10 de abril de 1952 compareció ante HUAC; hizo todo lo que le pedían y más. Informó sobre el papel del Partido Comunista y sus militantes en Hollywood. Delató a sus antiguos camaradas del partido y colegas del Group Theater de los años 30. Para colmo, sacó un desplegado en el New York Times que exhortaba a seguir su ejemplo.

En su autobiografía Kazan explica que quería aplastar la conspiración comunista mundial, y defender a Estados Unidos y al sistema que lo había beneficiado tanto. Su lealtad al imperialismo era muy buena para la clase dominante, sobre todo dada la situación de enfrentamiento y posible guerra contra los países socialistas. En esos momentos el gobierno necesitaba fomentar una actitud de patriotismo ciego, y Kazan animó a dar testimonio y alentó el macartismo.

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Elia Kazan apoyó una vil campaña de represión política; tomó el lado de los opresores contra los pueblos del mundo; y ha defendido sus acciones por casi 50 años. Se dice que está bien galardonarlo porque hay que separar su política de su arte; pero el propio Kazan jamás separaba la política y el arte. Al contrario, declaró en varias oportunidades que los artistas comunistas no debían trabajar simplemente por sus creencias políticas. Además, su obra está llena de expresiones políticas reaccionarias y desvaloriza el potencial de cambio revolucionario.

Las audiencias de HUAC, la lista negra, el clima de terror político, todo eso fue un tremendo atropello contra el pueblo. Los grandes cambios que el mundo ha experimentado--la restauración del capitalismo en la Unión Soviética en los años 50 y en China después de la muerte de Mao--no borran esa verdad. Tampoco debemos permitir que las deficiencias del Partido Comunista sirvan de pretexto para disculpar a Kazan. No es justo ser soplón de la estructura de poder, así de sencillo.

Las consecuencias de esa represión política se han sentido durante décadas; tuvo eco en los ataques contra artistas radicales en los años 60 que apoyaron al Partido Pantera Negra, por ejemplo, en el hostigamiento del compositor y director de orquesta Leonard Bernstein, y en el suicidio de la actriz Jean Seberg, ambos por su asociación con los Panteras.

Hoy seguimos sufriendo las consecuencias de HUAC, por ejemplo, cuando hostigan a artistas por defender a Mumia Abu-Jamal, por condenar la agresión yanqui o por oponerse a la brutalidad policial.

He aquí el verdadero legado de Elia Kazan; ¡qué vergüenza que la Academia honre su obra!, pues le está rindiendo homenaje a todo eso.


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