Otra vez al Congreso

Enmienda fascista contra la quema de la bandera

Obrero Revolucionario #967, 26 de julio, 1998

Por cuarta vez desde 1989, el Congreso va a considerar una fascista enmienda a la Constitución para prohibir la quema de la bandera; nos recuerda a los zombis que una y otra vez salen de la tumba en una película de horror. La propuesta, cuyo nombre oficial es Enmienda para Consagrar la Bandera, autoriza al Congreso a castigar a quien la "profane físicamente"; de hecho, limita la libertad de expresión (supuestamente una garantía constitucional) y declara que la bandera un icono sagrado.

La Cámara de Representantes ya la aprobó y el 24 de junio el comité judicial del Senado la mandó al Senado para que se someta a voto con la recomendación de que la apruebe. Si recibe el voto de dos tercios del Senado, entonces habrá una votación en cada estado. Y si tres cuartos de los estados la ratifican, pasará a ser parte de la Constitución.

El Senado tiene hasta noviembre para aprobar la enmienda. Si no, habrá que reiniciar todo el trámite para el próximo año.

En el histórico fallo Texas v. Johnson de 1989, la Suprema Corte dijo que quemar la bandera es una forma de expresión política protegida por la Constitución. La enmienda anularía ese fallo; "profanar la bandera" se prohibiría en la Constitución.

Joey Johnson, partidario del PCR y acusado en el caso Texas v. Johnson, señaló por qué esa enmienda es tan peligrosa para el pueblo: "Los que apoyan la enmienda dicen que es una cuestión de respeto a la bandera. El senador Orrin Hatch dijo: `No tenemos rey. No tenemos religión estatal. Pero sí tenemos una bandera'. En realidad, es una cuestión de darle al gobierno el poder de dictar un solo significado a la bandera y quienquiera que, en protestas dramáticas o expresivas, diga que la bandera significa otra cosa... pues, podría ir a parar a la cárcel. Con el pretexto de `proteger' un `símbolo nacional', las autoridades quieren callar la protesta y la crítica, imponer una mentalidad de `mi patria ante todo, tenga o no razón', y crear un clima de intimidación contra los que denuncien y ataquen los crímenes del sistema.

"El propósito de la propuesta enmienda es limitar el ámbito de la oposición política y hacer obligatorio el patriotismo. No nos engañemos, eso es lo que significa: es una mordaza fascista para callar y reprimir al pueblo con el cuento de `respetar' la bandera. Los que apoyan la enmienda dicen que no es sino una restricción incidental de la libertad de expresión. Pero establece un precedente peligroso: no hay gran trecho entre decir que no se puede criticar ni desdeñar un símbolo del gobierno, y prohibir toda crítica al gobierno".

El 8 de julio, el comité judicial del Senado realizó una audiencia acerca de la enmienda para llenar los actas con más testimonios a su favor. Uno de los testigos "astros" fue el ex entrenador de béisbol Tommy Lasorda, conocido por sus anuncios de un producto para adelgazar (hasta que se volvió a engordar). Otro fue John Schneider, estrella de la comedia de TV Dukes of Hazzard, en la que ostentaba la bandera confederada de los esclavistas. Hace poco Schneider grabó una canción escrita por Orrin Hatch titulada "Amo la gloriosa bandera". La audiencia fue una babosada, pero la enmienda es una verdadera amenaza a los derechos políticos del pueblo.

Después de la votación en el comité judicial, Edward Hasbrouck, activista contra la enmienda, escribió: "Hoy la Enmienda para Consagrar la Bandera está más cerca a la aprobación que nunca, más que en 1989, 1990 ó 1995. Igualmente, la Primera Enmienda [libertad de expresión] está más cerca que nunca a ser parcialmente anulada". Sesenta senadores se han comprometido a apoyar la enmienda; solo necesitan siete votos más para aprobarla. En 1995, la enmienda perdió en el Senado por solo tres votos. Dice Hasbrouck: "Todos los observadores están de acuerdo en que la votación en el Senado será reñida y que, al máximo, faltan solo uno o dos votos para que la enmienda sea aprobada por los dos tercios necesarios del Senado".

Una enmienda a la Constitución no requiere la aprobación del presidente ni puede ser vetada por él. Las legislaturas de 49 estados le han pedido al Congreso aprobar una enmienda contra la quema de la bandera. Por eso, si se aprueba en el Senado, seguramente los estados la ratificarán y pasará a ser parte de la Constitución.

La clase dominante no está unida con respecto a esta enmienda. En 1995, un vocero de la presidencia dijo que las leyes contra la quema de la bandera cuentan con el apoyo de Clinton, pero que no quiere cambios a la Constitución. (Clinton no se ha expresado oficialmente acerca de la enmienda actual.) Ciertas fuerzas de la clase dominante temen que imponer restricciones a la Primera Enmienda provocará el coraje de grandes sectores del pueblo y lanzará a millones a la oposición.

Tuvimos un vistazo de eso en 1990, durante el caso de Texas v. Johnson y otro caso de quema de la bandera. En varias ciudades, se exhibieron obras de arte que presentaron la bandera para incitar nuevas formas de pensar. Posiblemente la más conocida fue la obra de Dread Scott "¿Cuál es la manera más apropiada de exhibir la bandera estadounidense?", que invitó al público a pisarla. En las facultades de derecho se debatían las leyes y enmiendas sobre la bandera, y los caricaturistas políticos las ridiculizaban. Hubo protestas contra las leyes sobre la bandera, con la participación de gente que cree que la Constitución y la Carta de Derechos hacen que Estados Unidos sea un "modelo de democracia" y de gente que ven en la bandera un símbolo sangriento del imperialismo yanqui. Después de un fallo de la Suprema Corte en 1989 que limitó el derecho al aborto, estallaron protestas en más de una docena de ciudades donde, especialmente las mujeres, quemaron la bandera para expresar su coraje.

Sin embargo, es evidente que importantes sectores de la clase dominante consideran que la enmienda contra la quema de la bandera es parte necesaria de su actual programa reaccionario. Dijo Joey Johnson: "Hoy en Estados Unidos la reverencia obligatoria a la bandera es parte de un viento chovinista y vengativo que pregona: los blancos primero, los valores tradicionales primero, solo hablar inglés y todos debemos adorar la bandera. Poderosas fuerzas políticas están agitadas por lo que llaman la `fragmentación' de Estados Unidos; les preocupa que los inmigrantes estén aguando la `identidad nacional'; lloriquean por la falta de respeto a lo que Newt Gingrich llama `los valores de la civilización americana'; y se quejan de los que no `cuadran': los inmigrantes, las madres que reciben welfare, los chavos negros, `esos' que amenazan a `nosotros'. Dicen que a los que no lucen, hablan o se portan como `nosotros' se les puede demonizar y criminalizar".

Es preciso que todos los que se oponen a la injusticia actúen para frenar este atropello al disentimiento y la protesta.


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