La Suprema Corte censura el arte

Obrero Revolucionario #971, 30 de agosto, 1998

"...Soy de la familia de las ovejas negras
Somos las ovejas que no tenemos pastor
que no tenemos modales
que no tenemos pradera
Somos las ovejas que cruzamos la sierra por la senda
precipitosa para llegar al otro lado del alma
El destino de las ovejas negras no es necesariamente tener familia
ni vivir la vida como mande el American dream
El destino de las ovejas negras es iluminar la vida...".

De "La oveja negra", Karen Finley

El 25 de junio, la Suprema Corte examinó y ratificó una ley que impone un "criterio de decencia" para las becas artísticas; dijo que la NEA (dependencia del gobierno federal que otorga las becas) debe tomar en cuenta "normas de decencia así como respeto a las diversas creencias y valores del pueblo estadounidense". Los jueces votaron 8 a 1 a favor de la ley; el juez David H. Souter discrepó y opinó que viola la primera enmienda constitucional (libertad de expresión). Todo esto comenzó hace nueve años con ataques a los artistas progresistas por el senador Jesse Helms en el Congreso; el Departamento de Justicia de la administración Clinton defendió esta ley de censura.

De nuevo la estructura del poder ataca a las "ovejas negras"; quiere callar a los oprimidos y a todos los que se oponen a los mandatos de Amerikkka y el cristianismo fundamentalista. La decisión de la corte podría maniatar la expresión artística en todo el país.

De hecho, la historia de esta ley es una cronología de la censura del arte por la estructura de poder, que busca legitimar los valores del fascismo cristiano en el campo de la cultura.

En 1990, el Consejo Nacional de las Artes--los meros meros de la NEA--canceló las becas de cuatro actores (de un total de 18): Karen Finley, Jim Fleck, Holly Hughes y Tim Miller, conocidos por sus obras radicales que cuestionan la moralidad tradicional racista y machista; con excepción de Finley, son homosexuales. La NEA afirmó que su trabajo artístico violaba una promesa de no caer en la obscenidad que firmaron al solicitar la beca. El director de la NEA, John Frohnmayer, explicó que fue necesario cancelar las becas debido a "ciertas realidades políticas". ¿Qué pasó con los "criterios artísticos" y el proceso supuestamente "imparcial" de otorgar las becas?

Fue nada más ni menos un caso de persecución política. La estrategia del gobierno era atacar a esos actores radicales para establecer un precedente para más ataques. En seguida se desataron batallas en torno a la censura en varios museos importantes.

Muchos "artistas guerreros", como los llama Karen Finley, protestaron contra la NEA; rechazaron sus becas, convocaron ruedas de prensa, tacharon la promesa de no ser obscenos en las solicitudes de beca, etc. Los cuatro artistas--"los cuatro de la NEA"--entablaron una demanda para recuperar sus becas.

En 1990, el Congreso aprobó la "ley de decencia" para becas artísticas. Los cuatro de la NEA modificaron su demanda con el fin de atacar la ley y se sumaron más demandantes. La corte federal de Los Angeles y la novena corte de apelaciones federales de San Francisco decidieron a favor de su demanda; en 1992, recuperaron las becas y se dictó un amparo contra la ley de decencia.

Sin embargo, la administración Clinton apeló esa decisión dos veces y finalmente el caso llegó a la Suprema Corte. En marzo, el Departamento de Justicia dio su interpretación de la ley ante la corte: no viola los derechos de los artistas dado que la NEA, y no el Congreso, la aplica. El abogado de los artistas, David Cole, dijo que la ley limitaría gravemente la expresión artística porque "discrimina al arte que tiene un mensaje radical o rebelde. El gobierno no tiene el derecho de imponer la ideología", pues eso viola la primera enmienda constitucional. Sin embargo, la corte aceptó la interpretación del Departamento de Justicia.

Fue una maniobra típica de Clinton: defendió esa ley reaccionaria (que da luz verde a los fascistas cristianos y policías del arte de todo el país) con el pretexto de que es simplemente una recomendación y no implica mayor problema para artistas de distintos puntos de vista. La magistrada Sandra Day O'Connor expresó la opinión de la mayoría de los magistrados de la corte: cuando el gobierno es un "patrocinador", la falta de precisión no presenta mayor problema constitucional.

Mejor dicho, si la NEA no está de acuerdo con la política de un artista, puede negarle una beca. Además, cualquier institución que patrocine a dicho artista está sujeta a presiones políticas y corre el peligro de perder los fondos federales. Por otra parte, la nueva ley es una maravilla para los reaccionarios que quieran cancelar exhibiciones radicales en bibliotecas, museos e instituciones culturales. Para colmo, ahora tres senadores y tres representantes participan (sin derecho a voto) en el Consejo Nacional de las Artes, la instancia de la NEA que aprueba las becas. No es necesario ser marxista-leninista-maoísta para reconocer que estamos ante un ejemplo clarísimo de dictadura de la burguesía en la esfera del arte.

Esos ataques reaccionarios han perjudicado mucho a las artes, sobre todo a los artistas radicales y los espacios artísticos alternativos no comerciales. Las becas otorgadas a dichos artistas jamás han sido muy grandes, pero otros donadores siguen la pauta de la NEA a la hora de contribuir a proyectos artísticos. La NEA da fondos a muchos museos, la opera, compañías de danza y teatros; ahora muchos van a procurar no ofender a los policías del arte. Más que nunca, estos tiempos exigen que los artistas sigan luchando y que el pueblo los defienda.

¡No a los censores!

¡Sí al arte que libera!

¡Arte peligroso para tiempos peligrosos!


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