Escándalo de Washington: Lucha intestina de la clase dominante

Inquisiciones y cosechas amargas

Ala Roja

Obrero Revolucionario #978, 18 de octubre, 1998

Hora tras hora de testimonio en video, las grabaciones que Linda Tripp hizo para entrampar a Monica Lewinsky, los testigos obligados a comparecer ante el gran jurado; todo eso me recuerda la obra teatral The Crucible, que relata la historia escalofriante de los juicios por brujería en Salem, Nueva Inglaterra, en el año 1620. Es una obra muy contundente escrita por Arthur Miller después de otra serie de juicios por motivos ideológicos: los del macartismo en los años 50. The Crucible describe una inquisición despiadada, cuyo objetivo era consolidar las relaciones ideológicas, políticas, jurídicas y de propiedad de la burguesía a través de una cruzada moral. Hace unos años, la obra se filmó y fui al estreno de la película con unos camaradas el día 25 de diciembre. La película es una protesta contra la cruzada para reimponer los valores tradicionales en Estados Unidos en los umbrales del siglo 21. Había mucha gente en el estreno y pensé: ˇqué padre que justo en navidad tanta gente venga a una película que condena la inquisición cristiana de nuestro tiempo!

No soy la única que haya señalado el paralelo entre la inquisición de Salem y la inquisición de Starr. En la película acerca de Salem, los hombres y mujeres que sufrieron la persecución de la inquisición se merecen nuestro apoyo total. En cambio, la situación del momento es mucho más compleja: nos plantea el reto de repudiar la actual inquisición sin defender a Bill Clinton, quien en realidad ha jugado un papel muy siniestro en esta cruzada para reimponer la moral y los valores tradicionales, así como leyes injustas, lo que ahora pone en peligro su propia presidencia. Como dijo Malcolm X, refiriéndose al presidente John F. Kennedy, quien cayera como consecuencia de una lucha intestina muy fuerte en el seno de la clase dominante: está recogiendo su amarga cosecha.

Al escribir estas líneas, dejo volar la imaginación; sueño con manifestaciones multitudinarias, compañeras estudiantes que levantan el puño en alto, en pleno desacato a la moral puritana y gritan: "ˇAbajo la inquisición! ˇAbajo la política de la crueldad! ˇJamás retrocederemos a la moral sexual de los años 1950 ni de 1620!" Me acuerdo de una frase de Bob Avakian, de su libro Democracia, żEs lo mejor que podemos lograr?: "Si a cada vocero de la burguesía no se le permitiera decir ni una palabra por un siglo entero, mientras que los revolucionarios proletarios tuvieran acceso ilimitado a todos los medios de difusión, ˇlos revolucionarios todavía no tendrían `igualdad de expresión' con los reaccionarios!". Suelto una carcajada. Este episodio insólito de la política nacional me hace pensar que nuestra clase, el proletariado, podría demorar más de dos siglos después de tomar el poder para alcanzar dicha "igualdad de expresión".

Clinton es un mujeriego; es obvio que eso sería totalmente inaceptable para un dirigente revolucionario. Sin embargo, es una barbaridad afirmar que sus encuentros con Monica en la oficina oval hayan manchado la autoridad de la presidencia. Los verdaderos crímenes de la oficina oval son, por ejemplo, las decisiones que desembocaron en la muerte de millones de personas en Hiroshima, Vietnam, Panamá e Irak. Recuerdo cuánto me asombré en los años 60 cuando supe que desde esa oficina John y Robert Kennedy mandaron intervenir los teléfonos y oficinas de sus propios aliados del movimiento de derechos civiles, como Martin Luther King. Me acuerdo de los complots siniestros de COINTELPRO que tramaron Richard Nixon y J. Edgar Hoover del FBI contra los Panteras Negras, y el operativo Garden Plot que llevó a la matanza de estudiantes de la universidad de Kent State. ˇNi hablar de Watergate! Viene a la mente ese payaso canalla Ronald Reagan; no se "acordaba" de sus propias acciones en la guerra ilegal de Nicaragua que causó la muerte de decenas de miles de personas a manos de los mercenarios de la contra. Su teniente leal, Oliver North--una autoridad moral muy de moda en estos días--le mintió al Congreso y luego se ofreció como chivo expiatorio para que George Bush llegara a la presidencia. En fin, la oficina oval está empapada de sangre.

Sin embargo, Bill Clinton tenía tantas ganas de llegar allí; fingió tener mucho corazón cuando en realidad representa los intereses de una clase desalmada y sinvergüenza. Durante los últimos cuatro años del gobierno de Clinton, han zampado a 750.000 personas a la cárcel, principalmente jóvenes negros y latinos. Clinton promete guarderías y educación, mientras construye prisiones y campos de trabajos forzados. Apenas inició su gobierno bombardeó a Irak; tiempo después mandó atacar a Sudán.

Todo eso se justificó con la mentira y el engaño. Los mismos congresistas que quieren destituir a Clinton por obstrucción de justicia fueron los que aplaudieron el bombardeo de una fábrica farmacéutica en un país pobre de Africa que solo tenía dos. Tras el ataque a Jartum, la capital de Sudán, corrieron a echar mentiras para justificarlo. Así que, en cierto sentido es justo que el Congreso juzgue a Clinton por mentir, pues los congresistas son expertos en mentiras y él fue elegido presidente precisamente para mentir. Así que desde una perspectiva histórica, valga la redundancia, están recogiendo su amarga cosecha.

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Me da asco que Henry Hyde juzgue a cualquiera; es un individuo repugnante, autor de la enmienda que eliminó la ayuda federal a mujeres pobres para aborto. Hyde acaba de recibir otro premio de la iglesia católica por sus servicios, sobre todo por atacar el aborto. El ataque al aborto se basa en mentiras que destruyen la vida de millones de mujeres: la mentira de que dios manda a la mujer a parir, de que el aborto es matanza, de que los fetos son niños. żAcaso Clinton ha protestado desde la oficina oval? żAcaso ha dicho que no se debe permitir que un individuo como Hyde participe en el gobierno o que su enmienda ha sido una catástrofe para las mujeres pobres del país? ˇPara nada!; en cambio, ha dicho que el aborto debe ser "legal pero inusual". Pues, que Clinton recoja su amarga cosecha.

Hace unos años, antes de esta inquisición, estaba platicando con un viejo amigo, un demócrata liberal asqueado con Clinton y me decía que mucha gente que votó por él se sentía muy decepcionada. Respondí: "Pues, porque piensan que ellos lo eligieron". En realidad, la estructura de poder lo escogió como representante para un tiempo de grandes transformaciones, para imponer cambios con un mínimo de conflicto. (Y ahora vemos un fenómeno parecido en los países imperialistas de Europa, donde políticos del mismo corte imponen grandes recortes de los programas sociales, etc.)

La neta: puede que Clinton sea un tipo muy inteligente, estudiado y conectado, pero no por eso llegó a Washington. El hecho es que la estructura de poder necesitaba a un individuo que pudiera combinar una cantaleta progresista con la política de la crueldad, sobre todo después de la Rebelión de Los Angeles: un acontecimiento glorioso que mostró al presidente George Bush muy cariacontecido cuando llegó a Sur Centro, Los Angeles. Era obvio que se necesitaba una nueva cara en la presidencia. Es irónico, pero se podría decir que Clinton llegó a la presidencia gracias al pueblo negro, pues después de la rebelión, la estructura de poder necesitaba un sujeto capaz de tocar el saxofón mientras platicaba con los negros de "eliminar el sistema de welfare tal como lo conocemos". Clinton cumplió muy bien su papel, hasta que poderosas fuerzas de la clase dominante decidieron pararle la música.

Ahora la estructura de poder está atacando a Clinton por sus raíces y moral (o falta de moral) rurales, como suelen hacer con los negros (de quienes también dicen que tienen "menos moral"). Mucha gente se está dando cuenta de que la prensa proyecta un mensaje racista de doble filo al decir que Clinton cuenta con el apoyo decidido de los negros pero no de otros sectores. Por otra parte, muchas mujeres se dejaron engañar por el programa de Clinton que, por un lado, prometía abrirles un espacio en la vida política y, por el otro, ponía una nueva cara a la moral tradicional. Da lástima que esas compañeras, agarrándose a un clavo ardiendo, se hayan dejado convencer de que elegir a tipos como Clinton es la única forma de defenderse de los fanáticos derechistas. Ahora se dice que para luchar contra esta inquisición hay que defender a Clinton porque, al atacarlo, están atacando a los negros y a las mujeres. Eso ha sembrado mucha confusión entre gente que quiere luchar contra esta peligrosa campaña de moral tradicional y leyes represivas.

Quisiera mencionar un caso ilustrativo que hace resaltar lo peligroso que es pensar de tal forma. Resulta que el Departamento de Justicia de Clinton entabló acusaciones contra una psiquiatra de Boise, Idaho. Una cosa espantosa de la inquisición de Starr es que han cambiado muchas leyes para otorgar mayores poderes a los fiscales. Muchos expertos en la materia han señalado que es muy raro entablar acusaciones de perjurio en una demanda civil, y encima una demanda civil ya rechazada por una corte inferior, mucho menos cuando se trata del presidente del país. Sin embargo, ha salido a la luz que el Departamento de Justicia entabló acusaciones de obstrucción de justicia contra una psiquiatra, empleada de la Administración de Veteranos, porque declaró bajo juramento que no tuvo una relación sexual con un paciente, que la demandó por violar la ética profesional. La doctora no tenía antecedentes penales, pero finalmente se declaró culpable de obstrucción de justicia. Sufrió humillación pública y su carrera se acabó. El 20 de julio la sentenciaron a seis meses de arresto domiciliario con una pulsera electrónica.

Para mí esa historia escalofriante de la policía del sexo deja muy claro que la administración Clinton ha coadyuvado a crear el clima que produjo la inquisición de Starr. Asimismo, demuestra que al librar nuestra lucha contra la política de la crueldad... el patriarcado, el castigo y la pobreza, no podemos confiar en las instituciones del sistema. Luchemos contra la inquisición con todo corazón, contra el clima represivo del patriarcado y la policía del sexo. Clinton y sus secuaces están cosechando lo que sembraron; no vayamos a lamentar su amarga cosecha.


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