Escándalo de Washington: Lucha intestina de la clase dominante

El molde de la rectitude presidencial

Ala Roja

Obrero Revolucionario #979, 25 de octubre, 1998

"En el mundo actual los crímenes más horrendos se cometen en nombre de la democracia".

Bob Avakian, Democracia:
¿Es lo mejor que podemos lograr?

Me cuesta captar la lógica de la clase dominante. El jefe supremo está en tela de juicio; es decir, por tercera vez en la historia del país, el Congreso tendrá que decidir si destituye al presidente por "traición, soborno y otros delitos graves o delitos menores". Se habla sin cesar de la "autoridad moral" de la presidencia, de los principios de los "padres de la patria"; se dice que Clinton ha "manchado la dignidad de la presidencia".

Estoy ocupada con los preparativos para el 22 de octubre; en el fondo está el bla bla bla de las audiencias de la Cámara de Representantes. De repente interrumpe mi concentración la irritante voz de Henry Hyde con sus babosadas, diciendo que el presidente es la "conciencia de la nación". Me pongo a pensar en todas las vidas que Hyde ha destruido con su cruzada implacable contra los derechos reproductivos. Imagino una larga fila de mujeres guerreras vestidas de camuflaje, de pijamas negras; tienen cuentas y plumas. Vienen a rendir testimonio contra Hyde por negarles su humanidad, burlarse de su pobreza, arrinconarlas a terribles situaciones sin alternativas. En eso, todo se transforma en un enorme púlpito de huesos y uno por uno los diputados se acercan al micrófono.

Para ellos, ¿qué significará "manchar la presidencia"? Es difícil encontrar la lógica, pues por lo que veo la presidencia produce una infamia tras otra. Consulto un libro que me recomendaron, Lies My Teacher Told Me (Las mentiras que me enseñaron), del pedagogo James W. Loewen. Un camarada me dijo que ayudaría a entender el drama nacional de la destitución del presidente. Como los diputados siguen con su incesante bla bla bla--un supuesto curso de educación cívica para la nación--me parece un momento oportuno para hojear el libro.

La semana pasada leí The Death of Outrage (La muerte de la indignación), de William Bennett, uno de los "expertos en moral" de la clase dominante que clama por la destitución de Clinton. El libro echa un rollote sobre los criterios de la rectitud moral (para variar). En su búsqueda de presidentes limpios y honrados, Bennett encuentra a George Washington, un canalla que era dueño de esclavos: "Su ejemplo fue tan edificante para la gente a su alrededor como el efecto de dicho ejemplo ha sido duradero".

¡Ahora sí estamos en la pista de la tal "autoridad moral"!

Busco a George Washington en el libro Las mentiras... y encuentro que más que ser un simple dueño de esclavos, fue un fuerte defensor de la esclavitud; además, su gobierno prestó miles de dólares a los esclavistas franceses de Haití para sofocar el levantamiento de esclavos dirigido por Toussant L'Overture, pues temía que una república negra en Haití marcara la pauta para la rebelión de los esclavos en Estados Unidos.

Bob Avakian señala en "Predicando desde un púlpito de huesos": "Hoy en día, no hay en Estados Unidos ningún politiquero de peso que defienda la esclavitud (aunque es difícil ver a tipos como Pat Roberts y Jesse Helms y no ver amos y capataces de esclavos). Pero, ¿hay algún importante representante de la clase dominante estadounidense que no considere `grandes hombres' a esclavistas como George Washington (el `padre de la patria'), Thomas Jefferson (principal autor de la `Declaración de Independencia') y James Madison (principal autor de la Constitución de los Estados Unidos), y a quienes William Bennett presenta como modelos de `virtud' en su best seller, Libro de virtudes? Más aún, ¿hay representante alguno de la clase dominante capitalista dispuesto a decir que debido a que su riqueza y el poder de su estado llevan en sus venas mano de obra esclava, su riqueza fue mal conseguida y por ende su poder es ilegítimo?"

En los primeros capítulos de Las mentiras... se aborda el tema de Woodrow Wilson--uno de los "grandes" presidentes--quien fundó la Liga de Naciones y, "con grandes reservas", metió el país a la I Guerra Mundial. En realidad, fue un gandalla. Despachó 11 veces al ejército contra la Revolución Mexicana, además de mandar envenenar a Pancho Villa, un líder de dicha revolución. Wilson ordenó la invasión de Cuba, la República Dominicana, Panamá, Haití y Nicaragua, invasiones que prepararon el terreno para las dictaduras de Batista, Trujillo, los Duvalier y los Somoza. Se negó a respaldar la petición de Ho Chi Minh para que el Tratado de Versalles otorgara a Vietnam su independencia de Francia. Por otra parte, Wilson vio el triunfo de la Revolución Rusa como un gran peligro; en 1918, organizó una invasión secreta contra la nueva Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y envió ayuda financiera a los contrarrevolucionarios (blancos).

Cuando redactaron la carta magna de la Liga de Naciones, Wilson--un presidente "modelo" según Bennett--vetó una cláusula sobre la igualdad racial. Asimismo, alabó la película The Clansmen (Los del Ku Klux Klan)--una tristemente célebre película racista de D.W. Griffith conocida actualmente como Birth of a Nation (Nace una nación)--cuando la vio en una función privada en la Casa Blanca. Dicha película se basó en un libro escrito por un compañero de estudios de Wilson, Thomas Dixon, con el objetivo explícito de fomentar la supremacía blanca y reavivar al Ku Klux Klan (una organización racista que siembra terror). Según Loewen: "El racismo que se filtraba desde la Casa Blanca animaba al Klan y eso fue una diferencia con el antiguo Klan del período de la Reconstrucción [tras la guerra de Secesión, en el siglo 19]". El nuevo KKK cobró influencia en todo el país: durante la segunda presidencia de Wilson, el país experimentó una ola de pogroms racistas; el siguiente presidente (Warren G. Harding) entró al KKK en una ceremonia en la Casa Blanca.

Volviendo al libro de Bennett, encuentro que figuran en la lista de presidentes rectos después de la II Guerra Mundial Harry Truman, Dwight D. Eisenhower, Jimmy Carter y Ronald Reagan. Dice Bennett: "Dichos hombres, al igual que todos nosotros, tenían sus deficiencias y fallas; cometieron errores pero, al fin y al cabo, su integridad era de toda confianza".

Finalmente voy captando lo que quiere decir rectitud presidencial. El ejemplo de Harry Truman--el único hombre de la historia que ha mandado soltar bombas atómicas--nos lleva a entender el drama de moral que se está desenvolviendo en el Congreso. A lo mejor invitarán a los pueblos de Hiroshima y Nagasaki a las audiencias de destitución del presidente. George Kennan, jefe de Planeación del Departamento del Estado durante el gobierno de Truman, dijo lo siguiente respecto a la dominación yanqui del planeta: "Tenemos el 50% de la riqueza mundial pero apenas el 6.3% de la población. Es natural que esta situación provoque envidia y rencor. El futuro nos presenta el reto de crear un patrón de relaciones que nos permita mantener dicha disparidad y nuestra posición en ella. No nos engañemos: la situación no nos permite el lujo de altruismo ni caridad a los pobres del mundo, ni objetivos ilusorios como derechos humanos, elevar el nivel de vida y democratización".

El general Eisenhower--otro de los hombres rectos de Bennett--aplicó tal concepción de autoridad moral. Se hizo experto en tumbar gobiernos que no le cuadraban a la estructura de poder estadounidense. Por ejemplo, durante su gobierno, la CIA derrocó al primer ministro de Irán, Mussadegh, en 1953 para que el brutal sha volviera al poder. En 1954, amenazó con invadir a Guatemala cuando el gobierno de Jacobo Arbenz propuso una reforma agraria y una línea de ferrocarril que perjudicaba el monopolio de la compañía United Fruit. Después un golpe de la CIA lo tumbó. En 1957, Eisenhower mandó a la CIA a organizar un fraude electoral en Líbano para evitar la victoria de los musulmanes. Posteriormente, cuando estos lanzaron una rebelión, despachó a 15.000 infantes de marina para imponer un gobierno cristiano.

En la misma galería de hombres rectos está Jimmy Carter, el "humilde" dueño de una granja de cacahuates en el estado de Georgia, quien alabó al sha de Irán por crear una "isla de estabilidad" en el Golfo, cuando estaba masacrando a 10.000 personas en las calles de la capital, Teherán, con armamento yanqui.

Otro que figura en la lista de presidentes rectos de Bennett es Ronald Reagan, quien por poco lanza una tercera guerra mundial para que Estados Unidos siguiera como la potencia mundial Número Uno. Reagan selló los 80 con la moral del "lucro al mando". Invadió a Granada, despachó la infantería de marina a Líbano y mató a la hija del jefe de estado de Libia en un bombardeo. El grupo musical The Clash cantó "Washington Bullets" y "Armagideon Times", cuando el gobierno de Reagan derramó sangre por todo Nicaragua y Centroamérica. El escándalo Irán/Contra reveló toda una serie de acciones ilegales por parte del presidente, el vicepresidente, miembros del gabinete, agentes como Oliver North y funcionarios del gobierno de Israel, Irán, Brunei, etc.

Me viene a la mente una rima siniestra: "Bombas, mentiras y golpes de estado son los juguetitos de los señores presidentes". Es innegable que Clinton es del mismo molde. Además, tiene talentos muy especiales y útiles para la estructura de poder: por un lado echa su rollo de "diversidad e igualdad", y por el otro recorta el welfare y mete a 750.000 personas al bote. Sin embargo, con el pretexto de salvaguardar la moral presidencial, fuerzas poderosas de la clase dominante están emperradas en tumbarlo. Por medio de la actual inquisición quieren imponer la política de la crueldad en forma extrema, es decir, el patriarcado al máximo, mayor represión, más leyes represivas y el imperio de normas religiosas en la vida civil. Ese es el propósito de su inquisición y, si tales paladines de la moral se salen con la suya en esta cruzada de castigo, patriarcado y pobreza, será sumamente malo para el pueblo.


This article is posted in English and Spanish on Revolutionary Worker Online
http://rwor.org
Write: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Phone: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(The RW Online does not currently communicate via email.)