Acabar con el 'pedado', Parte 2

Lo que es bueno para los opresores es malo para los oprimidos

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #982, 15 de noviembre, 1998

"Por cualquier lado que se mire, no cabe duda de que en la actualidad hay lo que se podría llamar una `crisis moral en Estados Unidos'. Ha habido un considerable `derrumbamiento de la moral tradicional'. Pero la respuesta a esto, si se piensa en lo que más le conviene a la gran mayoría de la población de Estados Unidos y a la gran mayoría de la humanidad, no es reafirmar agresivamente esa `moral tradicional', sino conseguir que la humanidad encarne una moral radicalmente diferente, a medida que vaya transformando radicalmente la sociedad y el mundo, y como algo necesario para lograrlo. No se trata de apretar las cadenas de la tradición sino de romperlas".

Bob Avakian

En vista de la actual lucha intestina de la clase dominante, la serie de artículos de Bob Avakian sobre la "crisis de la moral" es muy pertinente. Entre estos importantes ensayos figuran: "Predicando desde un púlpito de huesos: Lo que no dice `Virtudes' de William Bennett, o necesitamos moral, pero no la moral tradicional", y "Acabar con el `pecado' o, necesitamos moral, pero no la moral tradicional (Parte 2)". En la parte de "Acabar con el `pecado'" que publicamos a continuación, habla sobre la moral comunista.

El OR publicará más partes de esta serie y los lectores las encontrarán en su totalidad en el website del OR en: http//mcs.net//~rwor

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Veamos el problema de la política y el poder político. ¿Cómo y quién debe gobernar la sociedad? Otra de las grandes acusaciones contra los comunistas es que creemos y practicamos la dictadura. Eso es cierto; los comunistas decimos de frente que nuestro objetivo político inmediato es tumbar el sistema capitalista e imponer una dictadura, pero precisamente la dictadura del proletariado: el gobierno de la clase y las masas oprimidas que anteriormente eran explotadas, y la represión de la vieja clase explotadora y los nuevos explotadores y opresores que surjan.

Esa dictadura tiene dos diferencias esenciales de otras formas de poder político, de otros Estados: primero, por primera vez en la historia, representa el gobierno de los que eran explotados y actúa en beneficio de las masas populares; segundo, y más esencial, el objetivo del Estado proletario no es perpetuar el statu quo sino seguir revolucionándolo, con la meta final de abolir todas las formas de explotación y opresión, así como todas las diferencias de clase (lograr "las 4 todas"*), y abolir toda forma de Estado, toda forma de gobierno, que permita que un grupo de la sociedad domine a los demás. En lo que no se diferencia de otros Estados es en que el Estado proletario es una dictadura: la dictadura es la característica esencial de todo Estado, admítalo o no, incluso del Estado "democrático" burgués que existe hoy en Estados Unidos.

En Estados Unidos, y en todas las sociedades divididas en clases, una clase tiene una posición dominante en la economía; controla las fuerzas de producción, la tierra, la maquinaria y demás, y a las masas trabajadoras; y sobre esa base controla las instituciones y aparatos políticos, y domina las esferas de la cultura y la ideología. Como expresión concentrada de eso, tiene un monopolio de las fuerzas armadas, con las que impone su gobierno y reprime a quienes le amenazan. Eso es dictadura, aunque a los dominados se les permita votar sobre cuál grupo de politiqueros debe administrar la dictadura en nombre de la clase dominante.

Desde el punto de vista de los principios y la moral comunistas, la dictadura del proletariado es necesaria y buena, mientras que la dictadura de la burguesía es el obstáculo directo que impide la emancipación de las masas y el avance de la humanidad, y en ese sentido es "mala".

Los comunistas luchamos por la igualdad entre las naciones, y entre el hombre y la mujer, pero no entre las clases. No puede haber igualdad entre clases, porque una clase u otra tiene que gobernar y organizar la sociedad conforme a sus intereses fundamentales, y solo por medio de la dictadura del proletariado se podrá, de una vez por todas, superar la división de la sociedad en clases.

Esto ilustra de nuevo por qué no puede haber una moral trascendental, aplicable por igual a todos y en todos los tiempos, sin diferencias de clases. De la misma manera que no se puede practicar en una sociedad dividida en clases "el amor por toda la humanidad" (sin diferencias de clases), tampoco se pueden aplicar cosas como la "regla de oro": si el proletariado "no hace" contra la burguesía lo que no quiere que la burguesía haga contra él (si el proletariado no tumba a la burguesía y ejerce su dictadura sobre ella), lo que sucederá en concreto es que la burguesía ejercerá su dictadura sobre el proletariado y explotará a las masas; y no se lograrán abolir las diferencias de clase, la opresiva división de funciones y los antagonismos sociales.

Naturalmente, no basta con que una clase dominante (o su dirección política) simplemente diga que representa la dictadura del proletariado y que está gobernando en nombre de las masas; eso tiene que comprobarlo en los hechos, en la realidad concreta. Todos los órganos del Poder y, en realidad, todo aspecto de la superestructura ideológica y política deben caracterizarse por la creciente participación consciente de las amplias masas; por la superación de la división entre el trabajo intelectual y el manual y de las otras grandes divisiones; y por el avance hacia la conquista de "las 4 todas" en unísono con la lucha revolucionaria del proletariado y las masas oprimidas del mundo entero. Aquí se ve nuevamente el principio de unidad fundamental entre la meta final del comunismo y los fines y los medios a cada paso del trayecto hacia esa meta final.

Eso es lo que representó la Gran Revolución Cultural Proletaria de China: una "revolución dentro de la revolución" sin precedentes, librada por cientos de millones de personas contra las condiciones, relaciones, costumbres, hábitos y formas de pensar que obstaculizaban a las masas gobernar y transformar la sociedad, y contra las fuerzas sociales y políticas que reforzaban esos obstáculos.

Si bien la Revolución Cultural fue dirigida por Mao y sus camaradas revolucionarios del Partido Comunista, fue, como el propio Mao dijo, un gigantesco levantamiento desde abajo, y uno de sus más importantes objetivos fue desenmascarar los aspectos negativos del Partido y revolucionarizarlo como parte clave de la revolucionarización de toda la sociedad. Precisamente por eso la Revolución Cultural, y el papel de Mao, han sido desvergonzadamente tergiversados y calumniados por las fuerzas sociales y políticas reaccionarias que atacó: tipos como Deng Xiaoping y la clase dominante de Estados Unidos y el resto del mundo imperialista.

CONTINUARA

* La base de la moral comunista está concentrada en lo que los maoístas llaman "las 4 todas", tomadas del resumen que hizo Marx de las metas y los objetivos de la revolución comunista: la supresión de todas las diferencias de clase (o "diferencias de clase en general"); la supresión de todas las relaciones de producción en que estas descansan; la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción; y la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales. (Véase, "¿Qué es la moral comunista?", OR, No. 841.)


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