Acabar con el 'pedado', Parte 3

Criterios de la moral comunista

Reflexiones sobre la violencia revolucionaria

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #983, 22 de noviembre, 1998

"Por cualquier lado que se mire, no cabe duda de que en la actualidad hay lo que se podría llamar una `crisis moral en Estados Unidos'. Ha habido un considerable `derrumbamiento de la moral tradicional'. Pero la respuesta a esto, si se piensa en lo que más le conviene a la gran mayoría de la población de Estados Unidos y a la gran mayoría de la humanidad, no es reafirmar agresivamente esa `moral tradicional', sino conseguir que la humanidad encarne una moral radicalmente diferente, a medida que vaya transformando radicalmente la sociedad y el mundo, y como algo necesario para lograrlo. No se trata de apretar las cadenas de la tradición sino de romperlas".

Bob Avakian

En vista de la actual lucha intestina de la clase dominante, la serie de artículos de Bob Avakian sobre la "crisis de la moral" es muy pertinente. Entre estos importantes ensayos figuran: "Predicando desde un púlpito de huesos: Lo que no dice `Virtudes' de William Bennett, o necesitamos moral, pero no la moral tradicional", y "Acabar con el `pecado' o, necesitamos moral, pero no la moral tradicional (Parte 2)". En la parte de "Acabar con el `pecado'" que publicamos a continuación, habla sobre la moral comunista.

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Veamos otro problema específico que se destaca hoy de una manera aguda en Estados Unidos. ¿Cómo se aplican los principios comunistas y la moral comunista a la pena de muerte, a ejecuciones llevadas a cabo por el Estado? Al igual que con la cuestión del poder político en general, los comunistas no analizan esto en abstracto, sino dentro del marco de una clase u otra y, fundamentalmente, con respecto a si contribuye a avanzar a "las 4 todas".

Los comunistas se oponen a que el Estado burgués aplique la pena de muerte porque en la mayoría de los casos la aplicará contra los oprimidos y será un instrumento para reforzar su dictadura, robustecer su aparato represivo y crear un ambiente político más represivo que, repito, servirá principalmente para someter a los oprimidos y a los que se oponen al statu quo. Eso se ve clarísimo cuando el Estado burgués quiere ejecutar a su oposición política, y especialmente a los revolucionarios.

Por otro lado, los comunistas saben que bajo la dictadura del proletariado habrá que ejecutar a ciertos individuos, en particular a los representantes del viejo orden que han cometido atrocidades contra el pueblo, y que eso es algo positivo, pues ayuda a las masas a levantar la frente, a aplastar la vieja maquinaria estatal, a establecer y desarrollar sus propias formas y órganos de poder político, y a impulsar la transformación revolucionaria de la sociedad. Eso es muy importante cuando recién se establece la nueva sociedad, cuando el Estado proletario empieza a consolidarse y la vieja maquinaria estatal de la burguesía, que por tanto tiempo ha sometido a las masas por medio de la intimidación y el terror, está siendo aplastada y desmantelada.

Esa posición diferente hacia la pena de muerte en dos sociedades completamente diferentes, bajo el gobierno de clases completamente opuestas, representa la aplicación consecuente de los principios comunistas, de su ética y moral.

Diferenciar entre la violencia reaccionaria y
la violencia revolucionaria

Además, los principios y la moral comunistas no se oponen a la violencia ni a la guerra en un sentido general. Los comunistas se oponen a la violencia y la guerra reaccionarias, que en esta época se definen como las que contribuyen a que el imperialismo, la dictadura burguesa, y la explotación y opresión que son la esencia de ese sistema, sigan dominando.

Una de las cosas más notorias y repugnantes de la tan cacareada discusión actual de parte de los politiqueros y la prensa sobre la violencia y sus causas en Estados Unidos es el interminable debate de que el problema es la música rap y las películas, o el hecho de que los ciudadanos tengan rifles de asalto. Pero en ese "debate" se ignora el genocidio que cometen las FFAA con armas de destrucción masiva (que el presidente, los oficiales militares y otros representantes de la clase dominante justifican en sus discursos); ¡aparentemente, eso no promueve violencia! ¿Quién más que esos instrumentos y voceros de la clase dominante "enseña a nuestra juventud que la violencia es la manera de resolver los problemas", y para colmo, la violencia reaccionaria?

¿¡Qué quiere decir cuando esos politiqueros y cagatintas se lanzan a expresar su horror ante lo que ocurrió hace poco en Oklahoma City (la calamidad es real, pero la expresión de horror de esos politiqueros y otros es pura hipocresía), pero apoyan y corren a "venderle" al pueblo estadounidense el bombardeo de Irak, que causó destrucción y muerte de mucha gente, sobre todo de niños, a una escala por lo menos mil veces mayor que lo de Oklahoma City?!

En oposición a todo eso, los comunistas apoyan la violencia y la guerra revolucionarias, pues sirven para superar y eliminar el dominio imperialista, la dictadura burguesa, el capitalismo y demás formas de explotación y opresión, y para lograr finalmente "las 4 todas".

Criterios de justicia revolucionaria

Al mismo tiempo, los comunistas se oponen a la venganza y a actos de violencia que sean contraproducentes al logro de "las 4 todas", aunque se lleven a cabo contra miembros de las clases dominantes y explotadoras.

Eso me hace recordar otra escena de la película Espartaco: en cierto momento, después de que Espartaco y otros gladiadores esclavos se han escapado, regresan al coliseo y varios de ellos empiezan a arrastrar a sus ex esclavistas y capataces a la arena para obligarlos a ellos a "luchar hasta la muerte". Pero Espartaco, su líder, lo impide, no porque simpatice con los opresores sino por el efecto que tendría en sus compañeros. Espartaco comprende que la violencia que él y otros esclavos desataron cuando se levantaron, y en las batallas que tuvieron con los ejércitos romanos, era necesaria y liberadora; pero esa "lucha hasta la muerte" en la arena no contribuye a su liberación, sino más bien la perjudica, pues degrada a los ex esclavos.

(El principio que rige aquí se aplica no solo a problemas decisivos, como la emancipación de los esclavos y la liberación de la mujer y de las naciones oprimidas, sino también a problemas como los tales "derechos de los animales", algo que se ha vuelto bastante popular, especialmente en las capas privilegiadas de la sociedad burguesa. Si bien el concepto de "derechos de los animales" no tiene fundación, ya que el "derecho" es un fenómeno de la organización social humana y no tiene ningún significado aparte de las relaciones sociales humanas [¡aparte de los humanos, los otros animales no consideran el tema de los "derechos de los animales"!], sí hay que considerar el problema del efecto, en los seres humanos y en su sociedad, del tratamiento que se da a los animales y, por extensión, a las plantas y el medio ambiente.

Al igual que las demás especies, los seres humanos siempre han abordado y siempre abordarán todo--no puede ser de otra manera--desde el punto de vista de su especie. Pero precisamente desde ese punto de vista, el sufrimiento que les causan a los animales, o la destrucción de las plantas, que no tenga como motivo superar el sufrimiento humano ni hacer avanzar a la sociedad, que apenas sea una expresión de crueldad o de prepotencia, o cuyo único propósito excelso sea obtener artículos de lujo para las capas sociales privilegiadas, parasíticas e indulgentes, todo eso degrada a los seres humanos y por tanto hay que condenarlo.)

La moral comunista también se opone al consumo de drogas y alcohol cuando degradan física e ideológicamente, conducen a la violencia y al maltrato, así como al robo y hurto de los mismos oprimidos, porque todo eso fortalece al opresor, divide y desmoraliza a las masas, y hace más difícil que reconozcan sus verdaderos intereses y que se unan para luchar por ellos.

Por otra parte, los comunistas no dejan de condenar y desenmascarar que la raíz de las contradicciones y antagonismos entre el pueblo es el sistema, sus relaciones sociales, sus instituciones e ideología; y los comunistas se oponen incansablemente a las maniobras de la clase dominante--que ha robado, masacrado, destruido en una escala masiva y constante, incluso con armas nucleares, para proteger sus intereses reaccionarios--cuando intenta aprovechar los actos de violencia y crimen entre el pueblo para robustecer su aparato represivo y seguir sometiéndolo de la manera más violenta y degradante.

En todo momento es necesario trazar líneas de demarcación entre el pueblo y el enemigo, y para hacer eso hay que distinguir entre qué clase representa las condiciones, relaciones, instituciones e ideas sociales que hay que barrer y, por otro lado, qué clase debe pasar a la posición dominante, y qué clases y grupos hay que ganarse para dar el próximo gran salto adelante para conseguir la liberación de las masas populares y lograr "las 4 todas". El objetivo estratégico debe ser unir a todos los que se pueda unir contra el verdadero enemigo. E incluso cuando hay que enfrentar al enemigo, es necesario actuar conforme a los intereses fundamentales del pueblo, y orientarse por los principios y la moral comunistas que representan la máxima expresión de esos intereses fundamentales.

Por ejemplo, en ninguna circunstancia se puede permitir la violación, no importa la procedencia de clase de la víctima ni lo que haya hecho. En el curso de la revolución, las masas tendrán que ajusticiar a quienes tienen deudas de sangre con el pueblo, pero la justicia revolucionaria jamás incluye la violación, pues la violación en sí es una expresión salvaje de la opresión y degradación de la mujer, y de por sí refuerza esa opresión y la opresión en general.

De igual manera, jamás se pueden aceptar ni tolerar ataques racistas contra gente de color, incluso contra funcionarios del Estado burgués que han cometido crímenes contra el pueblo, porque semejantes ataques encarnan y perpetúan toda una historia de atrocidades, como los linchamientos y bárbaras matanzas a que han sido sometidos los negros (y otros oprimidos) desde que llegaron a las Américas como esclavos, y después bajo el capitalismo. Repito, una cosa es ajusticiar a cualquiera que ya ha cometido crímenes contra el pueblo, de cualquier clase o nacionalidad que sea, pero los ataques racistas jamás deben ser parte de la justicia revolucionaria, pues fortalecen a los explotadores y la opresión que representan.

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Continuará.


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