Años 60: Revocar veredictos justos va contra la voluntad del pueblo

Soldados negros, rebelión
y la caída de la bandera

Obrero Revolucionario #995, 21 de febrero, 1999

Por 30 años, el gobierno se ha quejado del "síndrome de Vietnam"; es decir, cuando agrede a otros países, siempre tiene que preocuparse por la opinión pública. Sabe muy bien que millones de este país no confían en sus motivos. No hay apoyo automático para sus guerras; los estrategas militares tienen muy presente que puede prenderse una ola de resistencia, sobre todo "si hay bajas estadounidenses".

Esa falta de confianza de la ciudadanía es un gran problema para los guardianes del Nuevo Orden Mundial. Añoran los "días de antaño", los años 50, cuando mucha gente creía que Estados Unidos era invencible y que el mundo era como las películas de John Wayne: el ejército yanqui de gorra blanca matando a los "indios y hombres malos" en nombre de "la verdad, la justicia y la tradición".

Hoy poderosas fuerzas de la clase dominante han lanzado una ofensiva para "enderezar" la cultura y meter por el "buen camino" al pueblo estadounidense. Quieren revocar los veredictos correctos de los años 60 y retomar el lema de "Dios, familia y patria" como el mito oficial de un país purgado y dominado por tradiciones retrógradas.

Si bien la inquisición que se ha desenvuelto en Washington, D.C., no aborda directamente los temas de militarismo y patriotismo, los conservadores odian a Bill Clinton porque lo ven como símbolo del "síndrome de Vietnam". Al principio de su presidencia, el senador Jesse Helms hizo un comentario muy asombroso: advirtió que corría peligro si iba a bases militares en Carolina del Norte, el estado de Helms.

Para mucha gente progresista es muy perverso que la derecha trate a Clinton como símbolo de los 60, dado que ha lanzado ataques contra otros países, empezando con el bombardeo a Irak en los primeros días de su gobierno. Además, acaba de proponer el primer aumento importante del presupuesto militar en muchos años. Por esas acciones y tantas más lo odian, y lo ven correctamente como fiel representante del imperialismo yanqui.

Sin embargo, para fuerzas poderosas de la clase dominante el hecho de que Clinton evadiera el servicio militar y participara en protestas contra la guerra de Vietnam es repugnante, es traición; exigen que la sociedad estadounidense lo vea como tal (como antes). Es decir, un presidente con tal historial es totalmente inaceptable, aun si ahora lanza misiles.

Antes de la guerra de Vietnam, no se había visto una resistencia antibélica tan masiva ni el imperialismo yanqui se había visto tan desenmascarado. Nunca había sufrido una derrota tan contundente como en Vietnam; millones de personas se opusieron a la agresión yanqui.

A continuación ofrecemos una cronología de los heroicos soldados negros, quienes jugaron un papel clave para establecer muchos veredictos correctos.

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Julio de 1967, Camp Pendleton, California: En medio de la rebelión de Detroit, dos soldados negros solicitaron una reunión especial con los oficiales para tratar el tema de por qué los "negros deben luchar en una guerra de blancos", la guerra de Vietnam. El alto mando les dio un castigo ejemplar; los condenó por hacer "declaraciones desleales"; por "aconsejar, fomentar y provocar insubordinación; falta de lealtad; y por desobedecer órdenes". A uno lo sentenciaron a 10 años de cárcel y al otro a seis.

En el verano de 1968, la insubordinación imperaba en todas las ramas de las FFAA; era tan grave que perjudicaba la capacidad de combatir. En 1971, el Armed Forces Journal informó: "Con pocas excepciones, la moral, la disciplina y la capacidad de combatir de las FFAA de Estados Unidos no han sido tan bajas en todo este siglo y posiblemente en toda la historia del país. Todo indica que el ejército que está en Vietnam está a punto de hundirse; las unidades evitan o rehúsan combatir, matan a sus oficiales y suboficiales, están corroídas por drogas y donde no están a punto de amotinarse han perdido el ánimo. Fuera de Vietnam, la situación es casi igual de grave".

En marzo de 1965, llegaron los primeros soldados yanquis a Vietnam; contaban con una poderosa máquina de guerra y tenían entendido que iban a aplastar una fuerza guerrillera políticamente aislada y con armamento inferior. Pero muy pronto captaron que confrontaban una resuelta revolución armada que contaba con pleno apoyo del pueblo. Estados Unidos luchó por ocho años, gastó 120 billones de dólares, envió tres millones de soldados y, al final, perdió la guerra.

Bob Avakian, Presidente del PCR, ha dicho: "A pesar de toda su tecnología de matanza en masa, su fuerza militar está orientada a aplastar a sus oponentes rápida y abrumadoramente; pero cuando se encuentra en una situación que no le permite hacer eso, y especialmente cuando sufre muchas bajas y no tiene perspectivas de ganar pronto, se le dificulta mantener la lealtad de amplios sectores de la población (surgen problemas de deslealtad en sus propias FFAA, una gran parte de cuyo personal es nuestra gente: los que no tienen `nada que perder')".

"Ningún vietnamita me ha llamado nigger"

A mediados de los años 60, estallaron rebeliones urbanas en Estados Unidos y muchos negros se inclinaban hacia la revolución; la clase dominante metió a centenares de miles de chavos negros en el ejército y la infantería de marina. Como dijo el comandante del Sexto Distrito de Reclutamiento de San Francisco: "El presidente Johnson quería sacarlos de la calle". Pero el tiro les salió por la culata: la opresión racista que existía a todo nivel de las FFAA se entremezcló con todas las contradicciones que desató el fracaso en la guerra; el auge de lucha negra estremeció las fuerzas armadas y suscitó movimientos radicales y antibélicos. Fue un potente ejemplo del papel estratégico que pueden desempeñar las masas negras en la revolución en Estados Unidos.

Antes de los 60, casi no se oía hablar de protestas en las fuerzas armadas; en un principio, muchos soldados negros pensaban que el servicio militar les daba la "oportunidad de superarse". Como el Presidente Avakian comentó: "Los 60 no siempre fueron los 60".

Sin embargo, el profundo racismo prendió la ira de los soldados negros y latinos. Un informe de la Fuerza Aérea reconoció: "El tratamiento desigual se expresa en castigos desiguales, vocabulario ofensivo e insultante, designación desigual de tareas, escasez de productos para los negros en los comisiaratos del ejército (PX), hostigamiento de parte de la policía militar que dispersa a grupos de más de cinco negros y aplicación desigual de los reglamentos". Antes de 1966 los negros sumaban más del 20% de las bajas yanquis en la guerra de Vietnam (mucho más que su porcentaje en las fuerzas armadas); según datos oficiales la cifra bajó de 11 a 13% después.

La guerra se extendió y la lucha en los ghettos se intensificó; ya se perfilaba una nueva corriente: muchos soldados negros seguían a Malcolm X y estaban de acuerdo con su apoyo a la revolución vietnamita. Malcolm se burló de la hipocresía de los politiqueros que mandaban a los negros a "ser violentos" en Asia, pero querían que fueran sumisos ante las leyes racistas en el país. Casi de la noche a la mañana todo el mundo se radicalizó; en los cascos aparecieron el puño del poder negro y el símbolo de la paz. Los soldados no se cortaban el pelo como era reglamentario; andaban con pelo largo o "afro" y se saludaban al estilo del poder negro.

En su libro Giant Steps (Pasos gigantescos), Kareem Abdul Jabbar cuenta lo que le pasó a su amigo Munti: "Mi amigo Munti, que vivía en mi edificio, fue a Vietnam con muchas ganas de pelear. Era el puntero en las patrullas, y le encantaba. Pero un día su escuadrón cayó en una herradura, una emboscada clásica del Viet Cong en que dejan avanzar a una patrulla hasta que está casi completamente rodeada y comienzan a disparar desde 270 grados. A la mayoría de los tipos les dieron y a Munti le rozaron una mejilla; un trozo de metralla le rebotó en la boca. Estaban rodeados, varios estaban agonizando y de repente los disparos pararon y les gritaron en inglés: `¿Por qué pelean con nosotros, hermanos negros?' La emboscada terminó con la misma velocidad con que comenzó. Después de eso, Munti se alborotó. Eso aumentó su conciencia política mil veces; le habían perdonado la vida. De ahí en adelante Munti decidió que no iba a pelear más".

Un veterano negro dijo: "La mayoría de los soldados eran como yo... muy ingenuos, no sabíamos qué chingados pasaba. Ho Chi Minh dijo algo que nos hizo pensar mucho: `Es una guerra civil...' Estaba claro que nosotros éramos los agresores, pues estábamos a 22.000 km de donde vivíamos, combatiendo a los vietnamitas en su territorio. No nos parecía que estábamos luchando por nuestro país; la mitad de los negros pensábamos que no era nuestra guerra y simpatizábamos con Ho Chi Minh".

Un dicho favorito de los soldados negros en Vietnam era: "Ningún Viet Cong me ha llamado nigger".

Las rebeliones de los ghettos retumban en Vietnam

Un reportero que estaba en la base de los marines de Khesanh escribió: "La muerte de Martin Luther King impactó la guerra como ningún otro suceso del exterior.... Parados alrededor del radio oíamos los disparos de armas automáticas en varias ciudades". El asesinato de Martin Luther King prendió rebeliones urbanas en todo el país y protestas o "incidentes raciales" en todas las bases militares de Asia.

Carl Dix, vocero nacional del Partido Comunista Revolucionario, EU, recuerda: "Recibí mi primera orden de conscripción en abril de 1968, unos pocos días después del asesinato de Martin Luther King y de las rebeliones que sacudieron a muchas ciudades. No tenía la menor gana de presentarme al ejército, así que les devolví la orden y les avisé que estaba ocupado. Entonces unos policías militares me entregaron a mano otra orden de que me presentara en junio.... Fui al fuerte Bragg, en Carolina del Norte, donde un gran letrero decía: `Bienvenidos a la tierra del KKK'. Al ver el letrero pensábamos: `¿en qué nos han metido?'".

Un veterano negro dijo: "Lo que vivíamos era la pesadilla americana.... Nos ponían en las líneas del frente en el extranjero y en la parte de atrás en nuestro país".

En varias ocasiones, el ejército reprimió protestas negras en ciudades estadounidenses, lo cual inquietó profundamente a los soldados negros. El 23 de agosto de 1968, estalló un motín muy importante en Fort Hood, Texas: 100 soldados negros de la Primera División de Caballería se reunieron para platicar de la situación; 43 soldados anunciaron que no irían a Chicago a patrullar la Convención Nacional del Partido Demócrata. Más de la mitad eran veteranos de Vietnam. Los acusaron de motín, que conlleva la pena de muerte; pero debido a la atmósfera política tan explosiva del ejército y la sociedad, decidieron tapar las noticias del motín y les dieron sentencias mínimas o los trasladaron.

Por todo Vietnam y dondequiera que había tropas, soldados negros decían `chinga al ejército'. Lucharon contra la opresión racista; desobedecieron órdenes de combate y mataron a sus oficiales con granadas (fragging).

En las palabras de un veterano blanco: "Cuanto más trataban de someternos, más les salía el tiro por la culata. A un tipo lo regañaron por su afro. Con eso bastó. Nos reunimos todos en un bunker, todos estábamos furiosos. `Tenemos que hacer algo con este oficial', dijeron unos. `¡Reventémoslo!'. Otros pensaron que eso complicaría la situación. Como solo una tercera parte quería matarlo en ese momento, se decidió darle una advertencia. Se le puso una granada en la cama con una nota: `No nos sigas jodiendo'".

En una base los oficiales izaron la bandera de la Confederación (la bandera de los estados esclavistas) y les decían "nigras" a los soldados negros. Cuando los negros dijeron que no saldrían a patrullar en esas circunstancias, el oficial sacó su pistola y el soldado James "Brother Smiley" Moyler lo mató con su M-16.

Los 60 parieron revolucionarios

Dice Carl Dix: "Recibí órdenes de presentarme el 31 de diciembre para salir a Vietnam, pero el 5 de diciembre me enteré de que asesinaron a Fred Hampton y Mark Clark. La policía de Chicago cercó su casa a las tres o cuatro de la madrugada, abrió fuego y los asesinó a los dos. Luego oí la versión de los Panteras Negras y me dije: `Carajo, la policía llevó a cabo una operación de cerco y aniquilamiento en medio de Chicago'. La misma semana atacaron la sede de los Panteras en Los Angeles, y despacharon tanques y morteros a las calles de L.A. La guerra no solo se libraba en Vietnam, también en Estados Unidos y me tocaba decidir de qué lado estaba. Ahí decidí que no podía participar en la guerra de Vietnam, que no podía ir a luchar en nombre de Estados Unidos".

Carl fue uno de los 6 de Fort Lewis, seis soldados que desobedecieron órdenes de ir a combatir a Vietnam. El juez militar ni oyó sus argumentos; les dijo que siguieran hablando mientras fue al baño. Carl Dix pasó dos años en la cárcel militar de Leavenworth.

El Partido Pantera Negra exhortaba a los soldados negros a "salirse del ejército ya o a destruirlo desde adentro". Según una encuesta, el 76% de los soldados negros apoyaban al líder de los Panteras Eldridge Cleaver y estaban considerando seriamente la cuestión de derrotar al gobierno por las armas. Formaban ramas clandestinas del Partido Pantera Negra en Vietnam.

Carl Dix dice: "Todo lo que había visto me decía que el problema radicaba en quienes detentaban el poder en la sociedad y cómo lo ejercían, y que nunca iban a ceder el poder de buena gana. Si quería un cambio, tendría que entrarle a la revolución. El sistema subrayó esa lección cuando mandó a la Guardia Nacional y la chota a balear a estudiantes que protestaban en las universidades Kent State y Jackson State poco antes de que me metieran a la cárcel de Leavenworth por no ir a pelear a Vietnam".

Un marine negro le dijo a un reportero en Vietnam que unos compañeros de Detroit estaban llevándose morteros en el morral: "¿Ves ese mortero? Con eso se puede volar una comisaría".

En el otoño de 1972, los marineros negros del portaaviones Kitty Hawk se rebelaron hartos del racismo que sufrían a bordo, y exigieron que el barco se retirara de la guerra. Un mes más tarde, 150 marineros negros, chicanos y blancos se apoderaron de varias partes del portaaviones Constellation durante 24 horas; pelearon con la policía militar y marineros racistas; hicieron que el barco volviera a su puerto de San Diego.

A principios de los años 70, los soldados negros eran el 53% de los presos en las cárceles de la Fuerza Aérea y el 30% en las cárceles del ejército, aunque solo eran el 12.1% de los soldados. Lógicamente, dichas cárceles militares en Vietnam y Estados Unidos eran centros de lucha. Carl Dix pasó 15 meses en el calabozo por organizar una huelga de hambre en la cárcel de Fort Lewis.

El 16 de agosto de 1968, hubo una gran rebelión en la cárcel de los marines en Danang. Dos semanas después, 250 soldados se rebelaron en la cárcel Longbinh (LBJ); controlaron la cárcel casi un mes. En Estados Unidos en 1969, hubo rebeliones en Fort Dix, Fort Jackson, Fort Riley (tres veces) y Camp Pendleton, entre otras. Una de las demandas en Fort Dix fue: "¡Libertad para Huey P. Newton, los 21 Panteras de Nueva York, los 27 del Presidio y todos los presos políticos!".

El 4 de julio de 1970, unos mil soldados de todas las nacionalidades asistieron a una conferencia organizada por soldados negros en la Universidad de Heidelberg sobre la guerra de Vietnam, el papel militar y económico de Estados Unidos, y el racismo en las FFAA. Dos meses después, estallaron bombas molotov en la base Nellingen. Según un observador, unos 100 soldados blancos y negros marcharon por la base, gritando: "¡Revolución!" y "¡Unanse!".

Dos ejércitos

En vastas zonas de Vietnam parecía que había "dos ejércitos": los oficiales y sus allegados, por un lado, y los soldados que se sumaban a la resistencia contra la guerra, por el otro. Eso causó peleas en muchas unidades, sobre todo en la retaguardia. Se solía calificarlas de "incidentes raciales" pero, en realidad, el antiimperialismo de los soldados negros afectó profundamente a los soldados blancos de la clase obrera. Los negros y latinos llamaban "grises" a los compañeros blancos que se oponían a la guerra y al sistema.

Un veterano blanco de una familia acerera de Pensilvania le dijo al OR: "En Long Than North me asignaron a un pelotón de seguridad. Nuestra base era una pequeña operación de apoyo, suministros, mantenimiento y artillería. El sargento al mando era un negro llamado Sugar Bear. Tan pronto llegué, Sugar Bear me hizo a un lado y me dijo: `No estamos aquí para matar VC (vietnamitas), sino para sobrevivir. Si te las das de macho vas a terminar frito'. Le dije: `Conmigo no hay bronca'. Nos llevamos de lo más bien. En nuestro pelotón decíamos patrullas de `rodeo y evitación' en vez de patrullas de `cerco y aniquilamiento'. Cuando nos tocaba hacer patrulla nocturna, caminábamos medio kilómetro hasta un cultivo de caucho y ahí nos quedábamos toda la noche. No había mucha acción porque básicamente había una tregua extraoficial con los VC de la zona. Como la mitad de los soldados del pelotón eran negros. Había dos grupos: los mariguanos y los tomadores. Los mariguanos negros y blancos se entendían de lo mejor, aunque tenían sus diferencias, como en la música: los negros escuchaban Motown y los blancos a Janis Joplin. Jimi Hendrix era donde todos coincidíamos.

"Una noche Sugar Bear decidió abrirme los ojos otro tanto. Estaba de cotorreo con unos amigos y me grita: `Oye, ¿has oído hablar del imperialismo?' Lo único que se me ocurría era Chrysler Imperial. O sea, ni idea de lo que quería decir la palabra. Solo sabía que era un carro. Algo grande, eso es todo. Todos se carcajearon. Luego luego me invitó a unos grupos de discusión sobre el periódico del Partido Pantera Negra. Había visto el periódico, pero no me había dado cuenta de nada. Sugar Bear recibía paquetes de periódicos. Ahí es donde aprendí a escribir como se debe `AmeriKKKa'".

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