Desde la Nueva York ocupada: Hablan las compañeras

Debbie Lang

Obrero Revolucionario #997, 7 de marzo, 1999

Tras el asesinato de Amadou Diallo en Nueva York, el buró del OR organizó un equipo multinacional para hacer entrevistas en varias comunidades. Esta es la segunda parte de su informe:

Desde la ejecución policial de Amadou Diallo el 4 de febrero, ha habido manifestaciones, reuniones y vigilias en muchos barrios. Por todas partes, mujeres de diversas nacionalidades han estado hombro a hombro con los hombres, muchas veces en las primeras líneas de la lucha.

Cuando Kadiadou Diallo, la madre de Amadou Diallo, llegó a Nueva York de Guinea (Africa occidental), fue a donde murió su hijo y empezó a llorar incontrolablemente. A las pocas horas encontró las fuerzas para hablar de su hijo. Su dignidad e inquebrantable resolución de obtener justicia han sido una fuente de inspiración y fuerza para muchos.

Durante una rueda de prensa en la oficina del Movimiento de Acción Nacional en Harlem, le dijo a un grupo de partidarios: "Les agradezco, compañeros y compañeras. Me han dado la valentía para estar aquí hoy. No es nada fácil. Pero todos me están apoyando y están llorando conmigo. Todos lloramos la muerte de este hijo".

Se dirigió a Iris Báez y Margarita Rosario, miembros de Padres Contra la Brutalidad Policial, un grupo que ha desempeñado un papel importante en la lucha por justicia para Amadou Diallo. Ambas madres perdieron un hijo a manos de la policía de Nueva York. Kadiadou Diallo les dijo: "Entiendo cómo se sienten, compañeras. Yo también perdí un hijo. Estamos sufriendo, estamos llorando. Pero no me saldrán más lágrimas, porque los he visto a todos y porque sé que todo el mundo está llorando con nosotras".

Una y otra vez Kadiadou ha rechazado las invitaciones a reunirse con el alcalde Rudolph Giuliani. En el avión que llevó al cadáver de Amadou de regreso a Guinea, habló con un corresponsal del programa de televisión Like It Is acerca del plan de Giuliani de dar a los agentes balas de punta hueca: "Me enfureció mucho leer en el periódico que el alcalde quiere cambiar las balas. Me puse a pensar: ¿Cuál es su problema? ¿Es un ser humano?... No son cazadores. El artículo me sorprendió y no terminé de leerlo. Dejé caer el periódico y me dije: No soy una política pero voy a luchar contra esos tipos. Ese es mi compromiso". Kadiadou también dio un mensaje a los neoyorquinos: "Tienen que ponerse de pie: blancos, negros, latinos, todos los compañeros y compañeras deben reclamar justicia".

En una rueda de prensa en defensa de Mumia Abu-Jamal, una compañera de Mujeres por la Justicia me dio un volante sobre un mitin frente a la alcaldía el 8 de marzo "en defensa de Amadou Diallo y todas las víctimas del terror policial". Decía: "Hay escuadrones de la muerte sembrando terror en nuestros barrios y matando a balazos a nuestros hijos y esposos. Con motivo del Día Internacional de la Mujer, invitamos a todas las mujeres a unirse a nosotras para luchar contra el racismo". En el mitin hablarán madres de víctimas de la brutalidad policial, entre ellas Kadiadou Diallo, Iris Báez y Margarita Rosario.

En un mitin frente a la alcaldía el 22 de febrero, ocho personas (seis mujeres y dos hombres) de la Coalición Metropolitana pro Justicia se encadenaron y se echaron a la calle para reclamar justicia. Bloquearon el tráfico casi 30 minutos en la hora pico. Durante esa protesta hablé con Lucy González, miembro de Padres Contra la Brutalidad Policial. Una chusma de racistas blancos (entre ellos varios hijos de policías) le dio una paliza a su hijo, Jovan González. No los han castigado.

Le pregunté sobre su experiencia con la policía. Me dijo que ha hostigado e insultado a la familia una y otra vez, y describió un incidente que ocurrió en un parque: "Un agente quería jugar béisbol en el lugar donde mi hijo montaba en bicicleta. Pensaba que estaba solo. Empezó a gritarle en voz alta que quería jugar béisbol, que Jovan se fuera, que no debía estar ahí, que era su parque y no de él. Por supuesto unos vecinos corrieron a decirme lo que pasaba y me le planté. No me importaba que fuera policía. Le estaba gritando a mi hijo. Es un lugar público, un parque, donde él tenía todo el derecho de montar en bicicleta".

La mayoría de las víctimas de la brutalidad policial que entrevistamos son hombres. A muchas mujeres, lo que las afecta más que nada es que temen que la policía agarre y meta a la cárcel a su esposo, sus hijos, su padre o sus hermanos sin razón... o que los ejecute (como a Amadou Diallo). Una señora negra me dijo en la protesta frente a la alcaldía: "Cada vez que mi esposo sale de la casa, no sé si lo volveré a ver. Eso es lo que pienso y así es la vida que tengo que vivir. Tengo un hijo de 19 meses y me preocupa mucho lo que le pasará. Todo lo que le voy a dar, todo lo bueno que le voy a enseñar para que lo comparta con el mundo, ¿tendrá la oportunidad de compartirlo? ¿O terminará como Amadou?"

Los hombres nos hablaron de incidentes en que la policía ha maltratado a una mujer o a hombres y mujeres. En el barrio donde vivía Amadou, un hombre negro nos contó que hace poco un agente atacó a una muchacha: "La muchacha iba en bicicleta. El saltó de la patrulla y le dio un golpe en la espalda. Se cayó. Le bajó los pantalones pero no encontró nada. Grité para que vinieran a ver". El agente lo arrestó a él y pasó varios días en la cárcel.

En las capas más oprimidas encontramos la mayor cantidad de mujeres víctimas de la brutalidad policial. Durante la manifestación del Día de Indignación el 22 de febrero, vi a una señora negra como de 40 años que estaba sola. Era vendedora ambulante, como Amadou Diallo. Me dijo que la policía la hostigaba, le robaba y la ha metido a la cárcel varias veces: "La policía se me acerca, me roba mis artículos y me habla como si fuera una perra.... No quiero tener problemas ni ir a parar a la cárcel. Estoy trabajando y no tengo tiempo para la cárcel. Así que trato de evitarlos. Sé que van a venir, pero no tengo que respetarlos ni respetar el trato que nos dan a los pobres y a la gente en general".

Conocí a Hope en Harlem cuando nuestro equipo hablaba con unos inmigrantes frente a un restaurante africano. Es una señora negra alta, de voz suave y muy linda. Tenía puesto un turbante y pensé que iba para una mezquita cercana, pero se nos acercó. No tiene casa, está embarazada y tiene el virus HIV. A duras penas se las arregla desde que Giuliani recortó los servicios sociales y cerró los centros de distribución de comida. Le pregunté sobre su reacción a la muerte de Amadou Diallo. Me dijo: "Me puse triste porque iba a su casa de la tienda. No tenía arma ni nada pero le dispararon. Creo que los que lo mataron deben pagar".

Hope ha tenido mucha experiencia con la brutalidad policial. La voz se le trabó. Señaló una cicatriz debajo del ojo derecho y dijo: "Estaba en Times Square. Ahí venden droga pero yo nada más pedía unos centavos para comprar comida. Un agente se me acercó y me hostigó. Me empujó al suelo y me estrelló la cara contra la acera. Por eso tengo esa cicatriz.... Otra vez entraba al tren. Un agente pensó que no había pagado, pero no tenía razón. Me hostigó, me trató muy mal. Me estrelló contra la pared, por lo que tengo otras cicatrices en el brazo. Por aquí los agentes son remalos, remalos. Espero que un día tengan que pagar por todo lo que nos han hecho a los negros. No solo los negros... los negros y los blancos. Espero que tengan que pagar porque no es justo....

"Es una infamia. Simplemente porque estoy en la calle dicen que estoy vendiendo droga. ¿Nada más porque soy negra estoy vendiendo droga? ¡Ni modo! No es justo. No es justo. Uno de estos días vamos a unirnos y parar esta brutalidad policial".

(Continuará)

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