El peligro de manejar si uno es negro o latino

Parte 1: Historias de horror de
las carreteras de Estados Unidos

Obrero Revolucionario #1019, 22 de agosto, 1999

Los negros y latinos lo saben: la policía los para una y otra vez por nada. A los chavos los maltrata, registra y amenaza sin pretexto alguno; es difícil encontrar a uno que no haya pasado por esas. A los conductores negros y latinos los detienen por ridículos pretextos: infracciones insignificantes, porque supuestamente el carro se parece a uno robado o porque ellos ``se parecen a un sospechoso''. Enseguida siguen el interrogatorio, el registro, los insultos y hasta el arresto. ¿El crimen? En los barrios pobres es conocido como ``manejar negro o manejar café''.

Eso se llama ``racial profiling'', la práctica muy común de los departamentos de policía por todo el país de fichar por el color de la piel y la ropa.

Desde que el gobierno lanzó su ``guerra contra la droga'', esta clase de hostigamiento se ha intensificado en las carreteras, los barrios y en la frontera.

A veces el resultado es más que humillación y arresto: es muerte a manos de la policía. Ya vimos eso en el famoso caso de Jonny Gammage en Pittsburgh y lo volvimos a ver hace poco en Chicago donde, la misma noche, la policía mató a LaTanya Haggerty, una analista de sistema que iba a su casa del trabajo, y a Bobby Russ, un alumno de la Universidad Northwestern.

Millones de negros y latinos piensan en cómo van a evitar a la policía cuando compran un carro y cuando planean por qué ruta viajar. Los padres aconsejan a sus hijos que manejen con cuidado y que no digan nada cuando los paren, para que no les den una paliza o los maten. Un universitario nos dijo que sus amigos toman rutas secundarias cuando viajan a Chicago desde su universidad en el Sur. La mamá de Bobby Russ dijo que le aconsejó comprar un carro menos fino para que no lo detuviera la policía.

En su informe de junio de 1999, ``Driving While Black-Racial Profiling in Our Nation's Highways", la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) concluyó: ``Ninguna persona de color está fuera de peligro donde sea que esté manejando, ya sea que obedezca o no la ley, sin que importe la edad, el carro que conduce o su posición social''.

En los ghettos, si te vistes estilo hip-hop y caminas con la frente en alto, la policía te ficha como ``pandillero''. Si eres un profesional que gana bien, vives en un suburbio y manejas un carro de lujo, para la chota eres narcotraficante o te robaste el carro.

Las acciones, medidas y suposiciones de la policía son injustas, insultantes y crasamente racistas y, con frecuencia, resultan mortales. Son las normas establecidas y defendidas por el sistema de justicia.

En esta serie analizaremos esta práctica racista, que sirve para atacar y criminalizar a sectores enteros de la población, especialmente la nueva generación.

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Pruebas de la vida real

``La policía no detiene a los conductores por el color de la piel''.

Robert T. Scully, presidente de la Asociación
Nacional de Organizaciones Policiales,
que representa a 4000 sindicatos de policía

``Lo detienen a uno aunque no haya hecho nada. A veces lo hacen bajar del carro. A veces dicen que sospechan que hizo algo que no hizo. A veces simplemente miran en el interior del carro y hacen un montón de preguntas''.

Christopher Singleton,
contador negro de 32 años,
Dallas Morning News

Hoy día en Estados Unidos, acusan de paranoia y de tener ``una mentalidad de víctima'' a los que dicen que el racismo es sistemático. Pero la vida de los negros, latinos, asiáticos, árabes, y demás inmigrantes es prueba del racismo sistemático de la policía. Veamos unos ejemplos:

• En octubre de 1997, a Shawn Lee, futbolista de los Chargers de San Diego, y su novia los pararon y esposaron en la autopista 15 por media hora. La policía dijo que su carro, un Jeep Cherokee, se parecía a uno robado, aunque el carro robado era un sedán Honda. (San Diego Union Tribune, 13 de diciembre, 1997)

• Nelson Walker, de Liberia, es un universitario en Carolina del Norte. Un día que iba manejando por la autopista I-95 en Maryland lo paró la policía estatal, supuestamente por ``no tener puesto el cinturón de seguridad''. La policía los paró a él y a sus pasajeros dos horas mientras buscaba droga, armas o lo que fuera; arrancaron el entrepaño de una puerta, el entrepaño de un asiento y parte del techo. Cuando terminaron, le entregaron un destornillador y le dijeron: ``Vas a necesitar esto''. (News & Observer de Raleigh, 11 de junio, 1998)

• Hace tres años cuando iba manejando por el condado Chester de Pensilvania, el juez Rayford Means de Filadelfia se perdió. Un policía lo detuvo y le preguntó qué hacía en esas partes. ``El policía no podía creer que fuera juez'', dijo Means. El policía lo siguió y lo volvió a parar para ``investigarlo''. El Philadelphia Tribune informó que lo único ``sospechoso'' era que era negro y manejaba en un barrio blanco. Means dijo: ``Un agente hasta me pidió que quitara del parabrisas la placa que indica que soy juez para ver el número de identificación del carro y averiguar si era robado. Ya le habían informado por radio de que no era robado''. La fiscalía estatal dijo que la policía nunca para a nadie por el color de la piel. (Philadelphia Tribune, una serie de Linn Washington, mayo de 1999)

• Un caluroso día de agosto de 1998, Rossano V. Gerald, de 37 años, y su hijo Gregory, de 12 años, iban por una carretera de Oklahoma. Son negros panameños. La patrulla de carreteras los detuvo dos veces en 30 minutos, la segunda vez por dos horas y media. Los metieron en una patrulla sin aire acondicionado con las ventanas cerradas mientras revisaban el carro y sus pertenencias con un perro policial listo a atacar, lo cual espantó a Gregory. Los agentes apagaron la cámara de video para que no quedara prueba de sus fechorías. (``Driving While Black'', informe de la ACLU, junio de 1999)

• Dos policías siguieron a George Washington y Darryl Hicks, ambos afroamericanos, al entrar al parqueadero de su hotel en Santa Mónica, California. Los encañonaron, los bajaron del carro, los esposaron, los pusieron en radiopatrullas separadas y registraron el carro. El pretexto de la policía fue que uno de los dos estaba ``nervioso'' y que se parecían a dos asaltantes. La verdad es que ninguno se parecía a los sospechosos del robo, que ni siquiera ocurrió en Santa Mónica. (Los Angeles Times, 6 de noviembre, 1996)

• En abril de 1999, unos sheriffs del condado Orange de Florida pararon a Aaron Campbell en una autopista, lo tiraron al suelo, lo rociaron con gas pimienta y lo arrestaron. Campbell se identificó como oficial del Departamento de Policía de Miami. El pretexto fue que hizo un ``cambio de carril ilegal'' y que ``la etiqueta de la placa estaba opacada''. (Washington Times, 12 de enero, 1998)

• En 1997, pararon a Charles y Etta Carter, una pareja afroamericana de Pensilvania, en una autopista de Maryland cuando celebraban su 40 aniversario de matrimonio. Registraron el carro con perros policías, tiraron al suelo el vestido de boda de su hija y otras pertenencias, las pisotearon y los perros se orinaron en ellas. No encontraron droga y no los multaron. (Emerge, junio de 1999)

• Gary D. Rodwell, un negro, no le dio permiso a la policía para registrar su carro en la autopista I-95, lo cual es un derecho perfectamente legal. El policía lo detuvo tres horas, amenazó con arrestarlo y pidió perros para husmear el carro. Al no encontrar droga, el agente le quitó las llaves y mandó a pedir una grúa para que se llevara el carro. (Baltimore Sun, 5 de junio, 1998)

• En mayo de 1992, Robert Wilkins, graduado de la facultad de derecho de la Universidad Harvard y defensor público, regresaba a su casa de un entierro familiar en Ohio, en un Cadillac que alquiló para viajar con su tía, tío y primo de 29 años. La policía los detuvo en Maryland cuando el primo manejaba a 60 millas por hora (la velocidad legal es 65 millas por hora), los hizo bajar del carro y lo registró. Tuvieron que quedarse parados en la lluvia mientras un perro husmeaba el carro. No se encontró nada. (Washington Post, 16 de noviembre, 1996)

• En 1994, Amanda Buritica, una ciudadana estadounidense de Colombia que vivía en Nueva York, llegó a San Francisco de un viaje a Hong Kong. Le ordenaron desnudarse para registrarla y la hicieron tomar laxantes. ``La agente me ordenó agacharme y abrir las piernas; a patadas me mandaba que las abriera más'', dijo Buritica. El fuerte laxante la dejó deshidratada y tuvieron que llevarla a la sala de emergencia; los agentes de aduana no dejaban de vigilarla. Cuando la dejaron libre 24 horas después, ni siquiera podía levantar las maletas. No encontraron droga. ``Simplemente me mandaron firmar un papel y me dijeron que me fuera.... Nadie me pidió disculpas''. (De testimonio al Congreso, mayo de 1999)

• Janneral Denson, una negra de Palm Beach, Florida, tenía siete meses de embarazo cuando llegó al aeropuerto de Fort Lauderdale de un viaje a Jamaica. Los agentes de aduana la llevaron a un hospital y la obligaron a tomar laxantes. La tuvieron esposada a la cama dos días para examinar su excremento. Después de que la pusieron en libertad, tenía diarrea y sangraba. Dio a luz prematuramente a los ocho días. No encontraron droga.

• El 12 de octubre de 1995, Jonny Gammage, de 31 años, manejaba el Jaguar de su primo en Brentwood, un suburbio de Pittsburgh. Cinco policías le cayeron encima y, en cuestión de minutos, estaba muerto a causa de linternazos y cachiporrazos. Un agente le clavó la bota en el cuello cuando estaba esposado boca abajo en el suelo con los tobillos atados. La policía dijo que lo detuvo porque iba manejando muy despacio. No estaba armado. (Proyecto Vidas Robadas, 1999)

Ya no lo pueden ocultar

``Reconocemos que hay un problema, pero los agentes que se han portado ilegalmente son un puñado''.

Ronald Neubauer, presidente de
la Asociación Internacional de
Jefes de Policía, The Nation,
14 de junio, 1999

`No digo que nunca ocurre, pero no es tan grave como lo pinta toda la publicidad.... Estoy harto de oír eso de `racial profiling'. Llega el momento cuando ya no tiene sentido. Yo soy negro y a mí no me pasa nada. Es cuestión de victimología. Los negros cometen infracciones de tráfico; ¿qué vamos a decir, que los negros pueden cometer infracciones de tránsito sin pagar las consecuencias?''.

Charles Ramsey, jefe de policía,
Washington, D.C., New York Times Magazine,
20 de junio, 1999

``Cuando detenemos a un conductor, no es por su raza, género ni nada de eso. Es por tener causa probable de que ha cometido una infracción de tráfico u otro delito. Siempre tenemos una razón''.

Lincoln Hampton, vocero de la Policía Estatal
de Illinois, Chicago Tribune, 4 de abril, 1999

``No es correcto parar a ciertas personas nada más por su raza. Estamos orgullosos de nuestras acciones y nos sorprende que nos hayan singularizado así''.

Bob Ricks, jefe del Departamento de Seguridad Pública
de Oklahoma, del informe de la ACLU, junio de 1999

Los agentes de policía siempre dicen que los informes de racismo policial son unos pocos ``incidentes aislados'' y que no hay un patrón de conducta que cuenta con aprobación oficial. Sin embargo, los politiqueros y los departamenteos de policía se oponen a todo intento de documentar esas detenciones. Por ejemplo, el ex gobernador de California, Pete Wilson, vetó un proyecto de ley para que la policía documentara la nacionalidad, género y edad de todas las personas que detiene. Lo mismo pasó en Texas y otros estados, así como en el Congreso.

Por otro lado, centenares de personas han denunciado el racismo y han luchado por sacarlo a la luz. Como consecuencia, se han documentado más casos en las cortes y en la prensa.

El caso de la Policía Estatal de New Jersey es de conocimiento nacional. En un principio, negaron que detenían a conductores por ser negros o latinos, pero las investigaciones de las universidades Temple y Carnegie Mellon confirmaron que el 40% de los detenidos en las autopistas eran negros, aunque son apenas el 13% de los conductores. Por otro lado, cuando paraban solo por radar, el porcentaje de negros era igual que los demás.

Luego Carl Williams, el jefe de la Policía Estatal, defendió la práctica de detener a conductores por su raza. Dijo: ``Hoy el problema de la droga es un problema de cocaína y marihuana. Es más probable que una persona minoritaria esté metida en eso''. Como consecuencia, la gobernadora tuvo que admitir que era un problema ``real, no imaginario''. También se supo que los patrulleros con frecuencia falsificaban sus informes para ocultar la cantidad de negros y latinos parados. Las medidas racistas de la policía y la aprobación de alto nivel quedaron comprobadas.

Muchos otros estudios, juicios e informes de todas partes del país sustentan lo que miles de personas han afirmado:

• El Comité Judicial de la Cámara de Representantes ha documentado que el 72% de los parados por infracciones menores de tráfico son negros, aunque los negros solo son el 14% de la población.

• Las estadísticas presentadas ante otro comité de la Cámara indican que la probabilidad de ser registrado por la aduana es 20 veces mayor para las mujeres negras que para las blancas.

• En mayo del 99, el Los Angeles Times documentó que 18 de los 39 representantes negros al Congreso han sido parados por ser negros o tienen familiares que han sufrido lo mismo.

• En una reunión reciente de periodistas, se les preguntó cuántos han sido parados por el simple hecho de ser negros; todos levantaron la mano.

• Como condición impuesta por una demanda de 1995, la Policía Estatal de Maryland prometió dejar de parar a conductores por su raza y documentar sus acciones. Se supo que entre 1995 y 1997, el 77% de los detenidos en la autopista I-95 eran negros, aunque solo son el 17% de los conductores. El coronel B. Mitchell, jefe de la Policía Estatal de Maryland, dijo: ``Permítanme dejar esto bien en claro: la policía estatal de Maryland jamás ha permitido y jamás tolerará que se detenga a nadie por su raza''. (New York Times, 5 de junio, 1998)

• Más de 400 personas entablaron una demanda colectiva en Colorado porque entre 1988 y 1990 la policía del condado Eagle paró a conductores negros y latinos en la autopista I-70 simplemente porque tienen ``ciertas características".

• En 1995, un estudio del Houston Chronicle indicó que los negros y latinos corrían un riesgo doble de ser parados por infracciones de tránsito en barrios blancos de las ciudades de Texas que los blancos. Era 43 veces más probable que los negros que entraban a Bellaire, un suburbio de Houston, fueran multados por una infracción de tránsito.

USA Today informó que según un estudio de Toledo, Ohio, los negros corren un riesgo doble que otros conductores de ser parados por infracciones de tránsito.

• En Illinois, los latinos son el 30% de los parados por la policía estatal aunque son apenas el 3% de los conductores.

• En Nueva York, la Unidad de Crimen Callejero detuvo a 45.000 personas entre 1997 y 1998, y efectuó 9500 arrestos; es decir, a miles de personas las hostigaron, las insultaron y las registraron sin que se les encontrara droga o armas, muy probablemente por ser negros o latinos. Aun después de que cuatro miembros de esa unidad mataron al africano Amadou Diallo, el alcalde los elogió por su eficacia; además, ha rehusado entregar documentos a una comisión que está estudiando las acciones de la policía.

• Los informes de más de 200 personas indican que la policía de Fort Wayne, Indiana, para con regularidad a negros y latinos, los insulta, los esposa y los registra, solo por el color de la piel. (Journal Gazette, 12 de enero, 1997)

• Unos agentes antinarcóticos de Buffalo, Nueva York, han admitido que en los años 80 realizaron 80 registros por mes sin orden judicial en las estaciones de buses simplemente por el color de la piel, y que solo arrestaban a un promedio de cuatro personas al mes. De igual manera, se documentó que la policía de Pensilvania detenía al azar a buses de la compañía Greyhound para registrar a los pasajeros.

• En 1998 un estudio encontró ``inquietantes patrones raciales'' de la policía de Filadelfia. En el centro de Filadelfia, ``el 75% de los conductores parados eran de minorías étnicas y raciales'', aunque la mayoría de los conductores de esa zona son blancos.

• Un estudio del Orlando Sentinel de mil videocasetes indicó que el 80% de los carros registrados por el Departamento de Sheriffs del Condado Volusia, Florida, en 1992 eran de negros o latinos.

La gran cantidad de pruebas es irrefutable: la policía ficha a los negros y latinos sistemáticamente.

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En la segunda parte de esta serie, demostraremos que esta práctica racista es algo que las fuerzas e instituciones de la clase dominante defienden e impulsan.


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