Estados Unidos y Timor Oriental

Lágrimas hipócritas y preocupaciones imperialistas

Obrero Revolucionario #1023, 26 de septiembre, 1999

Hace unos años un timorés describió su tierra natal, Timor Oriental, como "la isla-prisión más grande del mundo, un infierno para el pueblo".

Tras el referendo sobre la independencia del 30 de agosto, el pueblo de Timor Oriental vive su peor pesadilla. Las fuerzas de ocupación indonesias-el ejército y las "milicias"-han desatado un baño de sangre contra los independentistas. En realidad, es una guerra contra el pueblo entero, pues la abrumadora mayoría de los 800.000 timoreses ansían liberarse del dominio indonesio.

Se calcula que el 25% de la población ha huido a Timor Occidental o se ha refugiado en las montañas, donde está en peligro de morir de hambre. No se sabe cuántas personas han muerto a manos de las fuerzas armadas indonesias. Una nota informó de cientos de cadáveres decapitados en la carretera a la capital de Dili.

El presidente Clinton y otros jefes de estado "repudian" a los escuadrones de la muerte y expresan "gran preocupación humanitaria" por las víctimas. Dicen estar "indignados" porque el ejército y gobierno indonesios no "controlan la situación", y Clinton propone una "fuerza de paz" de la ONU, encabezada por su aliado imperialista Australia, para "restablecer la calma".

Como siempre pasa con los imperialistas, aquí hay gato encerrado: su falso "humanitarismo" y sus lágrimas de cocodrilo están al servicio de la hegemonía. ¡La hipocresía de Clinton y los yanquis no tiene límites! Dicen apoyar la independencia de Timor Oriental, pero respaldaron la brutal invasión por Indonesia en 1975 y llevan 25 años apoyando esa ocupación genocida que ha matado al 25% de la población de la isla.

Estados Unidos y sus aliados fingen asombro ante las salvajadas de las milicias antiindependentistas; pero estas operaban desde mucho antes del referendo del 30 de agosto, y los yanquis lo sabían muy bien y sabían que el ejército indonesio las abastecía de armas. En abril de este año, el jefe de las fuerzas armadas yanquis en el Pacífico y su homólogo del ejército indonesio trataron el tema de dichas milicias. Aun así, Estados Unidos recomendó que los independentistas depusieran las armas y que el ejército indonesio se encargara de la "seguridad" del referendo del 30 de agosto supervisado por la ONU; así que las manos de los yanquis están manchadas de la sangre de Timor Oriental.

Actualmente, Clinton y los demás jefes de estado del Occidente buscan distanciarse del ejército indonesio; no quieren que la opinión pública mundial los relacione con las matanzas de esos carniceros. ¡Más hipocresía! Dichas potencias se presentan como grandes paladines de la "democracia" en el Tercer Mundo, pero buscan preservar el sistema opresivo de Indonesia, que tiene gran importancia estratégica para el imperialismo yanqui en la región.

Para los yanquis, Indonesia ha sido un país relativamente estable en el sudeste de Asia, un buen aliado, una fuente de petróleo y recursos naturales que necesitan Japón y otros países. El simple hecho de su tamaño-el cuarto país del mundo, con una población de 200 millones-hace que tenga gran influencia en la región. El Pentágono se preocupa mucho por la posibilidad de mayor inestabilidad, pues el comercio marítimo internacional pasa por las aguas indonesias y, por otra parte, tiene la mayor población musulmana del mundo.

Estados Unidos instaló a Suharto en 1965 por medio de un golpe de la CIA y apoyó su dictadura durante décadas. Hace dos años, una fuerte crisis económica sacudió al país, y suscitó grandes protestas y una profunda crisis política. Estados Unidos temía que la inestabilidad afectara a otros países de la región y, dado el papel clave del sudeste de Asia en el actual orden mundial imperialista, sus aliados también estaban muy preocupados. Así que los yanquis impusieron un plan del Fondo Monetario Internacional, que les dio mayor ingerencia en la economía, y posteriormente una "transición a la democracia" (Suharto se largó y le pasó la batuta a su compinche B.J. Habibie) con la meta de salvar el sistema del capitalismo burocrático indonesio, que está al servicio del imperialismo y depende de él.

En el caso de Timor Oriental, en cierto momento los imperialistas decidieron que no convenía que Indonesia le negara la independencia, pues la resistencia y la oposición internacional crecían, y esa situación solo iba a desembocar en mayor inestabilidad. Se inventaron el referendo de la ONU para declarar la "independencia" y a la vez hacer a un lado a los independentistas armados, para mantener el dominio imperialista e indonesio de la isla. Pero importantes fuerzas de las clases dominantes indonesias, sobre todo del ejército, tenían sus propios intereses, y movilizaron las tropas y los escuadrones de la muerte en una embestida contra el pueblo.

Indonesia consta de miles de islas y muchas nacionalidades oprimidas. Un propósito de la mano dura contra Timor Oriental ha sido que quede claro que el gobierno indonesio aplastará sin piedad a todo movimiento separatista. Durante muchos años, Estados Unidos aplaudió dicha represión, pero después de Suharto, con un estado central dividido y débil, teme que un nuevo genocidio en Timor Oriental atice resistencia y oposición en todo el país.

El padrino yanqui quiere imponer su voluntad, igual como hizo con Suharto: exige que el actual gobierno acepte una "fuerza de paz" para restablecer el orden en Timor Oriental. No es por la seguridad del pueblo timorés ni porque le interese la independencia de Timor Oriental mucho menos. Lo primordial para los yanquis es su hegemonía en esa región conflictiva, pero esos intereses imperialistas van contra los intereses fundamentales del pueblo oprimido de Timor Oriental y del mundo. Una "fuerza internacional de seguridad" de la ONU o de otra laya fortalecerá el dominio del imperialismo yanqui (y secundariamente del imperialismo australiano) en el sudeste de Asia. No liberará al pueblo sino todo lo contrario: preservará el orden imperante de explotación y opresión.


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