Chicago: Desplazamiento y resistencia

O... la desaparición de la vivienda pública

Obrero Revolucionario #1042, 13 de febrero, 2000

"Se necesita más vivienda para los pobres".

Chavo de siete años del proyecto Robert Taylor Homes, Chicago

El problema es tan claro como la luz del día: hay 30.000 familias en la lista de espera de apartamentos del Departamento de Vivienda de Chicago (CHA) que están en la calle o viviendo con parientes, pero hay muchos apartamentos vacíos en los edificios del CHA. A fines del año pasado, en vez de arreglarlos, la alcaldía cerró nueve edificios, a pesar de creciente oposición. Las autoridades dicen que no hay dinero para vivienda para los pobres, ¡pero sí para construir en Chicago el rascacielos más alto del mundo!

Desde el verano se dio una importante confrontación sobre el futuro de la vivienda pública en Chicago, con la ocupación por 33 días del edificio 5266 del proyecto Robert Taylor Homes (véase el OR No. 1039).

Las fuerzas del pueblo aprendieron mucho en esa lucha y están sacando lecciones para avanzar. Sin embargo, al final, entre el 15 de noviembre y el 20 de diciembre, el CHA cerró 1350 apartamentos de los proyectos Robert Taylor Homes, Rockwell Gardens y Washington Park. Entre el 6 y el 15 de noviembre, desalojó a 450 familias y dispersó a 200 familias más.

El CHA mandó a aprobar en Washington, D.C., un "Plan quinquenal de transformación" que costará 1,5 billones de dólares para desplazar a miles de familias pobres de la vivienda pública. El plan contempla eliminar 18.532 unidades y renovar y construir 24.000 unidades, pero la gran mayoría no serán para los inquilinos actuales.

En la actualidad, hay 29.296 unidades. Según el plan, el 40% de los nuevos apartamentos serán para ancianos, o sea, no se permitirán niños; 14.864 serán para familias de ingresos mixtos. Eso quiere decir que de las 16.446 familias que actualmente rentan del CHA, solo 2294 podrían vivir en los nuevos apartamentos.

Conflicto por la vivienda pública

A principios de diciembre los defensores de la vivienda pública se encontraban en la sala de recreo del edificio 5266 del proyecto Robert Taylor Homes mirando por TV y aplaudiendo a los rebeldes de Seattle, que luchaban contra la globalización imperialista durante la conferencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Había un profundo sentimiento de que luchaban del mismo lado, pues el capitalismo rapaz de la globalización también ha perjudicado al proletariado en Estados Unidos.

En Chicago, las corporaciones de bienes raíces han sido uno de los motores implacables del boom económico. Cerca de Cabrini Green, antes de que les dieran permiso para construir, subastaron en un día 250 condominios a 300 mil dólares cada uno.

Durante tres años, hasta el 1º de junio de 1999, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), una entidad federal, manejó el CHA e inició un plan de "renovación" que corrió a miles de familias, clausuró cientos de unidades y transfirió terrenos corporaciones de bienes raíces.

En junio de 1999, quedaban 17.000 familias en apartamentos del CHA. Para las autoridades eran 17.000 familias pobres demasiado cerca de nuevas urbanizaciones de lujo, 17.000 familias en terrenos que querían las corporaciones de bienes raíces, 17.000 familias negras que no aprecian al sistema y que viven cerca del centro.

Cuando HUD devolvió el mando al CHA el 1º de junio de 1999, el alcalde puso en la gerencia a Phil Jackson, aunque no tenía experiencia. Fue director de "Asuntos comunitarios" de las escuelas públicas, donde instituyó un brutal sistema de reformas escolares, así que no era un buen augurio.

Envalentonado por la política del gobierno federal "que pide el cierre definitivo de edificios de vivienda pública y la descentralización de los pobres", el CHA tomó medidas para "eliminar la vivienda pública como la conocemos".

Una de las primeras medidas de Jackson fue cerrar el pequeño proyecto Lawndale Gardens. El CHA dijo que todos los inquilinos querían mudarse, pero según uno: "Eramos una familia y el CHA nos dispersó a nuestra familia.... Nos dijo que todos tendríamos que irnos, nos dijo a dónde iríamos y hasta cómo nos iríamos. No tuvimos cartas en el asunto".

El cierre de Lawndale Gardens alarmó a la Coalición para Proteger la Vivienda Pública (CPPH); había que hacer algo, y ya. Por toda la ciudad el CHA estaba aplicando un plan secreto de HUD y, de repente, los trabajadores sociales de barrios negros se vieron ante una gran cantidad de destechados procedentes de la vivienda pública. La CPPH y grupos religiosos tomaron al toro por los cuernos. Dos parroquias, una en el norte y la otra en el sur de la ciudad, abrieron sus puertas a grupos de apoyo a los inquilinos del CHA.

"Le quisiera preguntar a Phil Jackson, ¿qué haría si alguien se metiera en su casa para romper ventanas y tubería, y si ahora está contento de haber echado a más familias a la calle?".

Joven de 19 años de Robert Taylor Homes

Los inquilinos del 5266, con Barbara Moore, la presidenta del edificio, a la cabeza, empezaron a oponer resistencia al desalojo en marzo de 1999. Barbara Moore buscó apoyo en la CPPH. Primero escribieron cartas al alcalde y al Congreso, hicieron marchas frente a la alcaldía y a las oficinas del CHA, celebraron vigilias para rezar y reuniones para planear su respuesta.

A partir de septiembre, todos los fines de semana inquilinos y revolucionarios empezaron a reparar los edificios que el CHA había abandonado, para después decir que era necesario tumbarlos porque eran inhabitables. La lucha movilizó a nuevos amigos y nuevos aliados. Individuos de la clase media, movilizados por la CPPH, fueron a los "temibles rascacielos" y arrimaron el hombro para arreglarlos. Así trabajaron de corazón con gente muy pobre y sumamente calumniada, y así rompieron prejuicios y repararon problemas de electricidad y tubería.

El 30 de septiembre el CHA anunció su "Plan de transformación": tumbar 51 rascacielos y otros edificios en cinco años. También salió a la luz el plan secreto de desalojo de inquilinos puesto en práctica durante todo el verano.

Invierno 2000

En enero de 1999, el sabotaje y el descuido dejaron a cientos de inquilinos a la merced del terrible frío de invierno, como resultado de lo cual murió un bebé. Este invierno, CPPH le advirtió al CHA que hiciera las reparaciones necesarias con anticipación. Pero en vez, con el cuento de que se estaba "preparando para el invierno", el CHA vació edificios que quería tumbar, siete de ellos en el proyecto Robert Taylor Homes.

Delegaciones del CHA recorrieron los proyectos haciéndole campaña al plan quinquenal y a las mejoras que iban a hacer antes del invierno, pero en todas partes los inquilinos salieron a denunciarlos. La resistencia estaba cobrando fuerza. Pero los representantes del CHA anunciaron que esas discusiones fueron "conferencias con los inquilinos", que estos dieron "su opinión" y que ratificaban el plan.

A lo largo de toda la batalla el CHA aplicó esa táctica de tergiversación. También manipuló el racismo y los prejuicios sociales. En una entrevista, Phil Jackson dijo que estaban desalojando inquilinos "porque algunos violan el contrato ya que tienen hijos que venden drogas". En Lawndale Gardens fue a echar sal a la herida, diciendo: "Les vamos a pedir que cambien su manera de vivir y vivan según estándars a los que no están acostumbrados.... Les vamos a pedir que por lo menos limpien sus apartamentos. La comunidad ha venido a menos por culpa de los inquilinos del CHA".

El CHA y la estructura de poder de Chicago lanzaron un chorro de mentiras para manipular la opinión pública en favor de tumbar los edificios. En una encuesta de radio organizada por el periódico Sun-Times, el 80% estuvo a favor de tumbarlos. En vista del trabajo que ha hecho la prensa, lo sorprendente fue que el 20% se opusiera. Se ha dicho que la vivienda pública fue "un triste experimento social y de vivienda" y "un error de importancia histórica". La han calificado de todo menos de lo que es: uno de los pocos lugares donde los pobres pueden vivir.

Ofensiva de otoño

"No solo están destruyendo un edificio, sino los recuerdos de nuestra vida".

Joven de 19 años de Robert Taylor Homes

"He vivido aquí 16 años. No quiero irme. Quiero escribir un libro sobre los proyectos y lo que hacíamos cuando éramos niños; de cómo jugábamos en las escaleras, de las peleas con agua y del baloncesto".

Joven de 16 años de Robert Taylor Homes

A mediados de octubre el CPPH sacó un desplegado para: 1) cambiar las condiciones del debate sobre la vivienda pública, 2) unir a una amplia gama de grupos para defender la vivienda pública y 3) hacerle saber sus intenciones al otro lado. Fue firmado por numerosos grupos e individuos, entre ellos profesores universitarios, African American Contractors Association, Latino Taskforce on Homelessness, National Center for Poverty Law, Statewide Housing Action Coalition, numerosos ministros y presidentes de proyectos, entre otros.

El desplegado pedía parar inmediatamente el desplazamiento de inquilinos y la demolición de edificios. Describía de la siguiente manera las consecuencias de las medidas del CHA:

"Ha trastornado la comunidad y separado familias. Ha trastornado redes de vecinos que se apoyaban mutuamente y que dependían los unos de los otros. Ha devastado congregaciones. Ahora los niños tienen hacer larguísimos viajes en bus para ir a la escuela. Se ha hecho casi imposible para los inquilinos ir al trabajo o al médico. Muchos, pero muchos, están quedando en la calle, aumentando el número de personas sin techo".

El desplegado salió en el Chicago Defender, un diario negro; Streetwise, un semanario que venden los sin techo; y en el South Street Journal, un periódico comunitario del sur de la ciudad. Debido a su importancia, el alcalde se vio obligado a responder personalmente el mismo día en el Chicago Sun-Times.

El 28 de octubre se organizó una protesta para ratificar las demandas del desplegado. Más de 1000 personas rodearon la alcaldía. La mayoría eran inquilinos del CHA: chavos a quienes calumnian de "pandilleros" con sus compañeras e hijos, acompañados de señoras mayores que han criado varias generaciones en la vivienda pública. También fueron ministros, rabinos, curas, representantes de sindicatos, universitarios, profesores y representantes de grupos que defienden la vivienda pública.

Ese mismo fin de semana, se celebró una audiencia de representantes de HUD y del CHA sobre el plan quinquenal. Harold Lucas, subsecretario de Vivienda Pública e Indígena, dijo: "La situación está caldeando y hay protestas. Hay que evitar que se agrave la situación". A la audiencia acudieron unas 300 personas. HUD expresó "acuerdo con la mayoría de los aspectos" del plan.

En octubre se amplió el movimiento de defensa de la vivienda pública y en noviembre el frente de lucha se trasladó a los proyectos.

"Kosovo" en la calle State

"Lo que deben hacer es arreglar los edificios abandonados para que vivan ahí los que necesitan techo. Cierren los albergues y abran las puertas de los multifamiliares".

Inquilino de Robert Taylor Homes

Unos días después de que el CHA anunciara el plan de transformación, el Concilio del Area Central (CAC), un grupo de los presidentes de proyectos, convocó una conferencia de prensa para criticarlo. Bertha Gilke, reconocida defensora a nivel nacional de la vivienda pública, dijo: "No quiero decir que es un asunto racial, pero eso es lo que es. Tiene nombre, se llama limpieza étnica, igualito que en Kosovo".

Siete de los nueve edificios que el CHA propuso cerrar con el pretexto de que no resistirían el invierno están en el proyecto Robert Taylor Homes. El plan quinquenal eliminará todo el proyecto, que hace unos años era el más grande del país.

Muchos inquilinos querían seguir el ejemplo del edificio 5266, donde los inquilinos mismos empezaron a reparar los daños. En seguida, los inquilinos del edificio 5100, donde ha habido resistencia a redadas policiales, empezaron a hacer reparaciones, pero para que todos los inquilinos lo hicieran era necesario superar muchos obstáculos.

El 15 de noviembre, la fecha de plazo para mudarse, los inquilinos de cinco de los siete edificios de Robert Taylor se quedaron. En los edificios 5100 y 5266 se quedaron 50 familias, a pesar de los ataques del CHA, los daños hechos por los pepenadores, el sabotaje, el descuido, y del invierno que se acercaba. Pero el día de Acción de Gracias hubo una inundación, causada por saboteadores, y el resto de las familias de ese edificio tuvieron que irse.

En esta lucha surgió algo nuevo: el fenómeno de "los veladores", personas sin techo que fueron a vivir en los apartamentos vacíos para cuidarlos. Los "veladores" desempeñaron un papel muy importante en la lucha del edificio 5266.

La sala de recreo del edificio era el cuartel general de la lucha. Una veladora que fue a vivir con sus nueve nietos dijo: "Lo que sucedió aquí es fantástico. Quería ir a la sala de recreo para ser parte de todo eso. Por primera vez en la vida sentí que levanté las alas. Es la primera vez en quién sabe cuánto tiempo que me acuesto sola en una cama. Y me gusta estar con mis nietos, y tener adultos con quienes platicar. Esta lucha tiene mucho sentido. Dicen que si uno es pobre vale mierda, pero hay pobres que son inteligentes. La iniciativa de lucha se debe a que se ve una luz al final del túnel".

El 11 de diciembre una caravana de carros por Mumia paró en Robert Taylor Homes y se organizó una reunión en la sala de recreo. La Sra. Moore les dijo a las 100 personas reunidas, muchas de la nueva generación, que la lucha de Mumia y la lucha por la justicia son muy importantes, tanto para Mumia como para los inquilinos de la vivienda pública.

La Sra. Moore se crió bajo el sistema de segregación Jim Crow del Sur. Dijo que una vez tomó agua de las pilas para "blancos", y cuando le pidieron una explicación, ella contestó: "Ya sé a qué sabe el agua para los de `color', ahora quiero probar el agua para `blancos'".

La mezcla de generaciones y capas sociales fue uno de los logros de la lucha, y muchos cruzaron grandes divisiones sociales para hacerlo posible. Todo esto esbozó el camino que debe seguir la lucha por la vivienda pública en el próximo round, a un nivel mucho más grande.

La lucha en el 5266 y los chanchullos del CHA

"¿Quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos? Esta es una cuestión de importancia primordial para la revolución".

Mao Tsetung

Los inquilinos del 5266 organizaron patrullas de chavos con pitos para anunciar la llegada de las autoridades el día de la evacuación. Uno de los primeros problemas que se resolvió fue que no se podía tratar de modo diferente el hostigamiento policial a los chavos de las pandillas y el hostigamiento contra los demás inquilinos. Durante 33 días nadie llamó a la policía para resolver problemas. Debían resolver los problemas con su propia autoridad. Durante ese tiempo hablaron de todo, ya sea de la lucha en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, de cómo lidiar con el alcoholismo o de la mejor manera de matar cucarachas. Todo eso contribuyó a fortalecer la unidad de los inquilinos y su organización.

Como resultado de la protesta del 28 de octubre, la jefa de gabinete de la alcaldía ofreció reunirse con la CPPH y llegó con una actitud muy diferente a la del perro de presa Phil Jackson. En ese entonces todavía quedaban docenas de familias en el 5100 y el 5266, así como unas cuantas más familias en otros edificios "clausurados". En la primera reunión se mostró un tanto compasiva y hasta ofreció mantener abiertos ciertos edificios y contratar un ingeniero independiente para ver en qué condiciones estaban y si resistirían el invierno.

Se fijaron fechas para continuar las reuniones, pero continuaron las presiones y amenazas. Pasaron las semanas y no mandaron el ingeniero independiente. A fin de cuentas, todo fue un chanchullo de las autoridades y los inquilinos aprendieron que solo deben contar con sus propias fuerzas y con su lucha, o sea, que los que trabajan para el sistema... trabajan para el sistema.

Las autoridades evitaron confrontaciones frontales con los defensores de la vivienda pública. Desde el 30 de septiembre anunciaron que los inquilinos tenían hasta el 15 de noviembre para mudarse. Se planteó organizar un día de desobediencia civil en esa fecha, pero cuando llegó el día las autoridades ni se asomaron por el 5266.

Las autoridades pregonaban que todo era por el bien de los inquilinos. El día que muchos desobedecieron la orden de desalojo, por toda la ciudad surguió la pregunta: "¿Qué está sucediendo en realidad con la vivienda pública?". Un canal de noticias mostró a Phil Jackson diciendo: "No estamos tratando a la gente como ganado", seguido por la Sra. Moore diciendo: "Nos están tratando como ganado". El CHA no quería ver en las noticias desalojos en la temporada de Acción de Gracias y de Navidad.

Si bien los inquilinos y sus aliados estaban listos para enfrentar un ataque frontal, los debilitó la constante presión indirecta y malintencionada, y los interminables ataques a familias individuales. Por ejemplo, los trabajadores sociales del Departamento de Servicios para Menores y Familias (DCFS) le dijeron a una familia: "El CHA ha determinado que el edificio es inhabitable; si persisten en quedarse los vamos a acusar de poner en peligro a los niños". Los policías también amenazaron. A una inquilina le dijeron: "Vamos a tumbar la puerta, te vamos a llevar presa y vamos a entregar tus hijos al DCFS".

El CHA hasta pagó a unos ministros 50 dólares la hora para que trataran de convencer a los inquilinos de que se fueran. Phil Jackson habló por la radio todos los días para regar mentiras sobre la Sra. Moore, con el fin de quebrantarla y aplastar la lucha de los inquilinos del 5266. Una inquilina comentó al respecto: "Quiero que mi hija aprenda lo importante que es luchar por nuestros derechos, aunque parezca que todos están contra nosotros".

Existen ciertos trámites oficiales para desalojar a los inquilinos: audiencias para presentar quejas, mociones, audiencias en los tribunales, etc. Como el CHA no inició los trámites, los inquilinos de los edificios 5622 y 5100 tenían el derecho de quedarse. El CHA no inició esos trámites para no abrir otro foro de denuncia de las deplorables condiciones de la vivienda pública. Tenía que parecer que los inquilinos se iban "voluntariamente".

Todos los días se bregó para que los inquilinos se quedaran a pesar de las amenazas. Un chavo de siete años dijo: "No hay suficientes viviendas para los pobres. Se habla mucho sobre esta lucha. Necesitamos más gente. Podríamos ganar. Si ganamos nos quedamos. Todo mundo debe venir a luchar con nosotros".

La cantidad de veladores creció a medida que corrió la voz. A mediados de diciembre ya no se iban inquilinos y en vez estaban llegando más veladores.

Cuando las fuerzas del pueblo se preparaban para contraatacar, el CHA lanzó otra ofensiva rastrera. La prensa acusó a los inquilinos del 5266 de desperdicio de impuestos y luego, con el pretexto de que solo quedaban 28 familias, y que por tanto ya no se necesitaba el plan de "traslado" a otros edificios, el CHA anunció que simplemente los podía desalojar. Otra vez, el CHA cambió las reglas.

El 18 de diciembre las familias que ocuparon 33 días el 5266 abandonaron el edificio y se trasladaron al edificio 5247 para seguir luchando.

Cuando el subsecretario de Vivienda Pública e Indígena estuvo en Chicago, dijo: "Chicago está a la vanguardia en vivienda pública en el país". Las corporaciones de bienes raíces esperan hacer su agosto y los planificadores urbanos se proponen dispersar concentraciones peligrosas de oprimidos. Miles y miles pueden perder sus hogares. Con tanto en juego, ningún lado puede retroceder.

"¿Qué sentido tiene tumbar las viviendas de los pobres y construir algo diferente en su lugar? ¿Cuánto tiempo pasará entre las fechorías que están cometiendo Phil Jackson y el alcalde Daley, y cuando el pueblo responda sin piedad?".

Chavo de 19 años

 


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