Del nuevo documento "Apuntes sobre economía política: Nuestro análisis de los años 80, cuestiones de metodología y la actual situación mundial"

La reestructuración de la economía mundial

Obrero Revolucionario #1045, 5 de marzo, 2000

La economía estadounidense lleva siete años en recuperación y expansión. En este período, Estados Unidos ha buscado fortalecer agresivamente su posición en los mercados internacionales. En el país, las reorganizaciones corporativas, las brutales reducciones de planta y la adopción de nuevas tecnologías de informática y reducción de costos, así como la dura reestructuración de la fuerza de trabajo y las relaciones laborales, han impulsado la recuperación (la proporción de trabajadores sindicalizados descendió de 24% en 1980 a 15% en 1997).

Después de una década de reducción de planta, las grandes corporaciones han estado fusionándose a un ritmo y a una escala nunca vistos desde las fusiones industriales de inicios del siglo. De esta manera el capital imperialista busca aprovechar las nuevas oportunidades mundiales y colocarse en posición para los nuevos desafíos competitivos mundiales.

Con Alemania y Japón en dificultades, Estados Unidos ha recuperado algunas ventajas económicas competitivas en la economía mundial. El dólar se ha reforzado respecto a otras monedas imperialistas. Lo anterior está muy relacionado con un aumento de inversiones extranjeras: la salida de capital de inversión extranjera directa subió de $23 billones en promedio en 1985-89 a un promedio anual de $88 billones en 1993-97.

[Algo que investigar: lo que parece ser una tasa significativamente superior de formación de capital en Estados Unidos en la forma de exportación de capital en comparación con la inversión interna en los últimos 20 años, y la creciente porción de ganancias del exterior en el total de las ganancias durante la recuperación de los últimos años.]

Estados Unidos todavía tiene la economía más fuerte del mundo: más del doble, en tamaño, que la segunda economía, Japón. Pero, en nuestra opinión, Estados Unidos no puede jugar, ni siquiera en esta recuperación, el mismo papel de "locomotora" de la economía mundial, de estimular el crecimiento y de jalar a otras economías nacionales, que desempeñó en la posguerra.

Esa capacidad de "locomotora" se basó en la estructura general de las relaciones de producción internacionales, la posición de mando de Estados Unidos en la economía mundial, el impacto de su mercado nacional en la demanda mundial, y la influencia del gasto público y de las transacciones internacionales en la estimulación y el financiamiento del crecimiento mundial. Se basó también en su papel geoestratégico, en particular de cabeza de un bloque en una contienda "bipolar" imperialista.

Esa situación ya no existe. El poder económico mundial de Estados Unidos ha disminuido con relación a la situación de los años 50 y 60. Su porción de la producción mundial ha caído de 50% hasta 1960 a aproximadamente 25% hoy (y su porción del comercio y de la inversión ha tenido una baja semejante). Es más, Estados Unidos salió de la "guerra fría" económicamente debilitado. Con grandes déficits comerciales y una necesidad de reducir los déficits presupuestarios, le es difícil recurrir a políticas monetarias y de gasto público expansionarias.

Hoy, ninguna otra potencia imperialista está en condiciones de ser "locomotora" o de jugar el papel dirigente y organizador en la economía mundial que desempeñó Estados Unidos en las décadas después de la II Guerra Mundial. Esto no quiere decir que una economía "locomotora" o "de mando" sea un elemento necesario de la reorganización mundial. Pero la existencia de tal "locomotora" tendrá una gran influencia en el crecimiento.

Los imperialistas tienen cierta agenda común con relación a los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial en el tercer mundo, los convenios sobre la liberalización del comercio e inversión que les faciliten penetrar, retirarse y ser dueños de las economías de las naciones oprimidas, etc. Pero, como subrayamos, un elemento importante de la nueva situación es una intensa rivalidad económica entre los imperialistas.

Un aspecto de la intensificación de la competencia geoeconómica entre los imperialistas es la tendencia, también citada antes, hacia la regionalización y la formación de bloques económicos regionales. Por una parte, la integración regional encabezada por Japón en Asia y la integración regional encabezada por Estados Unidos mediante el TLCAN/NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) son parte de un proceso de reducir el costo de la mano de obra y elevar la rentabilidad. Por otra parte, la integración regional es parte de una estrategia por medio de la cual los imperialistas rivales están forjando posiciones comerciales y de inversión privilegiadas para que puedan competir entre sí con mayor efectividad en una economía mundial de crecimiento lento.

Estados Unidos ha venido reforzando su posición comercial y de inversión en América Latina en parte para fortalecer su capacidad de competir en el mundo con Japón. A su vez, la región asiático-pacífica ha sido una importante arena y campo de batalla precisamente porque ha sido (¡hasta recientemente!) la región de crecimiento más dinámico en una economía mundial de crecimiento lento.

Un factor decisivo en la actual situación mundial son las relaciones económicas entre Estados Unidos y Japón. La rivalidad, balanzas comerciales desfavorables, alineamientos monetarios, movimientos financieros y demás entre ellos constituyen un eje de primordial importancia y potencial fisura fundamental de la economía mundial. La volatilidad del sector financiero interpenetra fuertemente con la rivalidad de estos dos países. A la vez, con la inminente creación de una moneda europea unificada, el dólar tendrá su primer competidor real como moneda de transacción internacional y de reserva desde que desplazó a la libra esterlina británica hace 75 años.

Con el derrumbamiento de la Unión Soviética y la desintegración de la estructura de relaciones internacionales de la "guerra fría", se dio la resolución de ciertas contradicciones; pero otras contradicciones persisten y se agudizan, y algunos aspectos y factores de la nueva situación ya están dando señas de convertirse en su opuesto. Un ejemplo de esto es la turbulencia financiera en Asia oriental.

Puntos a manera de resumen

Se deben señalar dos puntos acerca de la reestructuración de la economía mundial.

Primero, le está dando sus golpes más crueles a las masas de las naciones oprimidas. El nivel de vida de los 2,5 billones más pobres del mundo está deteriorando. Los programas de austeridad y ajuste del FMI y del Banco Mundial han llevado a desatender la infraestructura y los servicios sociales, y han causado una enorme desnutrición.

Segundo, la reestructuración y el crecimiento están generando nuevas tensiones y desorden en el sistema mundial. Llama la atención la velocidad y ferocidad con que estalló la crisis mexicana (y esto es algo nuevo: una crisis en una economía "reformada" y "reestructurada"). En general, las neocolonias están atrapadas en una prensa de tornillo: entre las "exigencias de exportación" de los ajustes estructurales del FMI (presionan a los países para que eleven constantemente sus exportaciones a fin de amortizar su deuda) y el crecimiento lento y acceso restringido a los mercados de los países avanzados. Los países del tercer mundo están sujetos a rápidas inyecciones y retiradas de capital de corto plazo.

Un aspecto que define la situación actual, como escribió Bob Avakian, es que "en muchos países del tercer mundo definitivamente existe cierta crisis", con un patrón "muy enmarañado" de dinamismo, estancamiento y destrucción. En el tercer mundo:

"Hay una combinación muy volátil de dinamismo y destrucción de fuerzas productivas. En cuanto a la destrucción de fuerzas productivas, en el mejor de los casos, mucha, mucha gente no tiene trabajo; pero se está dando, literalmente, una amplia destrucción de seres humanos en el tercer mundo. Es importante, y muy importante de hecho, destacar esa destrucción y adherirnos firmemente al principio de que los seres humanos representan la fuerza productiva más importante y dinámica de todas. Por ello, la destrucción de fuerzas productivas no solo quiere decir la destrucción de tecnología; el sistema está matando o dejando morir en condiciones horrendas a enormes sectores de la población del mundo.

"En el tercer mundo en general, se da un gran fenómeno de `enclaves' (zonas muy desarrolladas que utilizan alta tecnología, etc., en medio de masivas dislocaciones y pobreza, y desarticulación general) y la destrucción de fuerzas productivas, en particular de masas fuera del `mercado libre de laissez-faire'".

De nuevo, opinamos que la resolución coyuntural de 1989-91 y las transformaciones estructurales que posteriormente se han acelerado no están creando las condiciones para un crecimiento mundial estable y sostenido. Desde luego, tenemos que demostrar por qué es así. Tenemos que explorar qué aspectos de las estructuras y relaciones de la economía mundial (composición del capital, necesidades mundiales del capital, peso de la deuda, etc.) bloquean su expansión y rentabilidad.

Para mantener una tasa razonable de crecimiento en las economías capitalistas avanzadas, también es necesario que haya crecimiento en el tercer mundo. Pero tal crecimiento (y mayor reestructuración) requiere de enormes inyecciones de capital, lo que al parecer rebasa las posibilidades del Occidente. Es importante subrayar que este problema es tanto cuantitativo como cualitativo. La inversión imperialista en el tercer mundo causa y agrava la desarticulación. E independientemente de la cantidad de capital que inviertan los imperialistas, ello no generará, durante un período prolongado, el tipo de crecimiento que permita al capital imperialista sostener una expansión a largo plazo ni rentabilidad en general.

Tenemos que analizar más a fondo las dificultades que confrontan los imperialistas en su coordinación global de la economía mundial y los problemas resultantes. Y tenemos que tomar en cuenta las contradicciones y clara inutilidad de la economía fiscal keynesiana (esta economía, o política, fiscal se refiere a las medidas tributarias y de gasto público que toma el gobierno para estimular el crecimiento).

He aquí el panorama, en pocas palabras: en casi la mitad de los países del tercer el ingreso per cápita era menor en 1997 que hace 10 ó 20 años. A pesar del surgimiento de unos "países de reciente industrialización" (receptores de inversiones imperialistas), la brecha entre las naciones ricas y las pobres es más extrema que nunca. En 1960, el 20% más rico del mundo ganaba 30 veces más que el 20% más pobre; en 1997, ganaba 74 veces más.

En Africa, el estancamiento económico, la desintegración infraestructural y las enfermedades azotan a gran parte del continente. La globalización imperialista está acabando con la agricultura de subsistencia en muchos países del tercer mundo. Cada año, de 75 a 90 millones de personas del tercer mundo trabajan como emigrantes en otros países.

La fuerza de trabajo del mundo sigue pasando por una brutal reestructuración. Se profundiza la desigualdad económica y social, tanto en los países dependientes como en los avanzados. Los asesinos "programas de ajuste" del FMI son la norma en el tercer mundo y aceleran la dislocación de la población rural. Aumentan las formas de servidumbre obligatoria para pagar deudas y el trabajo infantil en el mundo. El "Estado benefactor" está bajo ataque en los países imperialistas, y en el país más rico del mundo, Estados Unidos, construyen más y más cárceles para mayores sectores de la población "no asimilable".

La devastación ecológica se extiende por todo el mundo. En Asia y América Latina saquean bosques, tierras de cultivo, pesquerías y vías fluviales para amortizar la deuda externa.

En grandes partes del tercer mundo, hay una marcada tendencia hacia el caos.

Este es el mundo en vísperas del próximo milenio. Este es el funcionamiento "normal" del imperialismo.

El sistema mundial no está, en su totalidad, en crisis; tampoco lo azota una sola crisis mundial. Pero vive una situación "sumamente mixta": hay cierta expansión y zonas de alto crecimiento; hay nuevos patrones de inversión de capital; hay mayor integración económica y ha habido recuperación económica en Estados Unidos. Pero hay crisis en partes significativas del mundo, y se incrementa la pauperización y sufrimiento en buena parte del mundo. En general, las contradicciones nacionales y de clase se están agudizando en el mundo.

Esto no quiere decir que las masas sufren solamente cuando el capitalismo mundial esté en crisis (aunque la crisis agrava ese sufrimiento). Tampoco quiere decir que la lucha revolucionaria debe esperar el inicio de una crisis económica; la marejada de lucha revolucionaria de los años 60 se dio en un período de auge.

Bob Avakian ha caracterizado el período actual como de "transición con potencial para grandes trastornos". Esta es quizá la mejor descripción breve de lo que pasa. La acumulación a nivel mundial está desgarrando y generando grandes cambios en el tejido de la vida económica y social; está causando una polarización extrema, fragmentación, dislocación y toda clase de pesadillas de alta tecnología.

Todavía se está conformando el "nuevo orden mundial" anunciado por la guerra del Golfo y el derrumbamiento de la Unión Soviética y su bloque. Hay mucha turbulencia en la situación actual y habrá más turbulencia debido a las transiciones que se están dando. Que los imperialistas logren o no logren estabilizar la situación, cómo y a qué costo para las masas del mundo, tendrá muchas repercusiones para el pueblo.

Existen elementos contradictorios en la nueva situación mundial: unos más favorables, otros menos, para las luchas de los pueblos. En esta situación general, existen muchas bases para impulsar la lucha revolucionaria: para desarrollar las guerras populares prolongadas existentes y lanzar nuevas en las naciones oprimidas; para llevar a cabo luchas y preparativos revolucionarios en los países imperialistas, donde se agudizan las contradicciones, incluida la contradicción de clase; y para crear condiciones más favorables en el mundo por medio de lucha.

Posdata: Turbulencia en la economía mundial (octubre de 1999)

Cuando se terminó de escribir "Apuntes sobre economía política" estallaron los trastornos financieros de Asia oriental, y en los meses que han transcurrido desde entonces la turbulencia y las tensiones de la economía imperialista mundial se han agudizado. Nuestro partido está analizando la naturaleza y la importancia de los cambios económicos globales del último año y medio. A continuación, un breve resumen de los sucesos centrales.

En el segundo semestre de 1998, Asia oriental, la región de más rápido crecimiento del mundo, sufre un colapso económico que inicia una ola de contracción y desestabilización en la economía mundial. En agosto de 1998, Rusia no puede pagar préstamos por 40 billones de dólares al Occidente y se suscita otra ola de trastornos financieros globales. Sigue Brasil, la mayor economía de América Latina: los inversionistas empiezan a deshacerse de la moneda nacional y los prestamistas de corto plazo se esfuman; cae la bolsa y en enero de 1999 la moneda se ha devaluado un 40%.

En septiembre de 1998, se ven los nubarrones de una crisis financiera global grave. Los inversionistas sacan grandes cantidades de capitales de las economías de mercados emergentes (y los flujos netos de capital privado a esas economías alcanzan el nivel más bajo de la década); quiebran bancos y negocios en Asia, Rusia y América Latina; el precio de las materias primas se desploma (en parte por la menor demanda de insumos industriales en Asia oriental). Las economías que producen el 35% de la producción mundial están en recesión o muy cerca y los estadistas imperialistas contemplan el potencial de un serio bajonazo económico global.

Desde el comienzo de la crisis asiática en el verano de 1997, las potencias occidentales (con Estados Unidos a la cabeza) han seguido una estrategia dual, principalmente por medio del Fondo Monetario Internacional. Por un lado, han tratado de "contener la crisis" con enormes "rescates" de emergencia a fin de mitigar el pánico financiero y de proteger a los inversionistas. Por otro lado, han profundizado la "reforma estructural": como condición para créditos y entradas de capital, obligan a las economías afectadas a reducir el gasto público (especialmente en programas sociales) y a tomar otras medidas para estabilizar la moneda, y exigen mayor apertura al comercio, inversión y absorción imperialistas.

Hasta la fecha (otoño de 1999), las potencias imperialistas han limitado la difusión del trastorno financiero. Por otra parte, la expansión económica de Estados Unidos ha mantenido en marcha la economía mundial: Estados Unidos ha sido en buena medida el "mercado de último recurso" de las exportaciones de China, Japón, México, Brasil y Canadá. Pero la economía estadounidense no es el "motor" de un crecimiento global sostenido o vigoroso.

Es preciso hablar un poco más sobre el desempeño relativamente fuerte de la economía de Estados Unidos. Por un lado, el imperialismo estadounidense ha sido el principal beneficiario de la reestructuración del capitalismo mundial y de la aceleración de la globalización imperialista que se dio después de la "guerra fría" (como analiza "Apuntes sobre economía política").

Por otro lado, ha recibido ciertos beneficios económicos de las perturbaciones y dificultades globales de los últimos dos años. La devaluación de monedas de Asia oriental y de otras partes (relacionada con la necesidad de aumentar la competividad de las exportaciones) ha bajado los precios de los productos de importación que entran a Estados Unidos, y eso ha controlado los costos de producción y la inflación. Además, el capital extranjero que llega a Estados Unidos huyendo de mercados volátiles está financiando el déficit comercial y las inversiones. Las trasnacionales estadounidenses han acaparado propiedades por billones de dólares (de plantas industriales a compañías financieras) a precios de ganga en Asia oriental y otras partes.

La producción mundial creció apenas 2,5% en 1998 (en comparación con 4% en 1996 y 1997). A mediados de 1999, partes de Asia oriental experimentaban cierta recuperación y se veía reanimación económica en Europa occidental. Pero todo esto es inestable y el crecimiento mundial para 1999 se proyecta por debajo del 3%.

La economía mundial sigue teniendo el problema de sobrecapacidad productiva (demasiada producción potencial de fábricas, minas, etc., con respecto a la demanda mundial) en varias industrias globales clave, como la automotriz. La baja del precio de mercancías hizo estragos a lo largo de 1999 en muchos países del tercer mundo productores de materias primas y exportadores de mercancías. El crecimiento económico de Sudamérica es mínimo. La economía de China se está contrayendo. Japón está profundamente endeudado y el gobierno trata de estimular la vacilante economía. Han estallado nuevas disputas comerciales entre Estados Unidos, Japón y Europa occidental. Los grandes y rápidos movimientos de capital en dólares, yen y euros (las tres principales monedas del mundo) en respuesta a cambios económicos representan un elemento de volatilidad.

Para los explotados y oprimidos, las medidas de austeridad y crisis regionales redoblan el sufrimiento. En el tercer mundo, docenas de millones han perdido el trabajo y caído en mayor pobreza. En Indonesia 20 millones más de personas se hundieron en la pobreza en 1998 y hoy la mitad de los niños menores de 2 años sufre de desnutrición. El hecho escueto es que en el año 2000, 1,5 billones de personas del planeta, es decir, una de cada cuatro, vivirán con menos de un dólar al día. El triunfalismo de las maravillas del "mercado libre" es más falso que nunca.

"Apuntes sobre economía política" habla de que nos encontramos en un período de "transición con potencial para grandes trastornos". Ya se están manifestando muchos de esos trastornos.


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