Contra el saqueo global

Protestas en Washington contra el FMI/Banco Mundial

Orfeo

Obrero Revolucionario #1053, 7 de mayo, 2000

"Esto es una merecida respuesta de la juventud al maldito capitalismo que predomina hoy. El FMI y el Banco Mundial son asesinos... y nuestra oposición de hoy muestra lo que viene en el futuro. Para hacer la revolución, muchos de los que ves aquí hoy estaremos en la delantera".

estudiante negro, Washington

Del 8 al 17 de abril, docenas de miles de personas se tomaron las calles de Washington, D.C., la capital del imperialismo yanqui, contra dos instituciones clave de la opresión global. Pocos meses después de la "Batalla de Seattle" contra la Organización Mundial del Comercio (OMC), desenmascararon una vez más los horrores que comete a diario el capitalismo por todo el planeta.

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Desde hace 55 años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han cambiado la infraestructura de los países del tercer mundo para facilitar la explotación y el saqueo. Les han impuesto una enorme deuda, y han cambiado leyes, salarios y programas sociales para beneficio de los imperialistas.

Por medio de Programas de ajuste estructural, obligan a los países pobres a recortar los servicios gubernamentales, a producir cultivos de exportación en vez de comida para alimentar a la población y a absorber inversiones de las corporaciones extranjeras; como consecuencia, han hundido más a los pobres del mundo en la miseria.

Los "proyectos de desarrollo" del Banco Mundial han devastado el medio ambiente y desplazado a millones de personas. Un señor llegó de Río Negro, Guatemala, con los nombres de 300 mujeres y niños de su pueblo muertos por oponer resistencia a la construcción de la presa Chixoy en 1983. El oficial del ejército que dirigió esa masacre estudió en la Escuela de las Américas en el fuerte Benning, Georgia.

Del 8 al 17 de abril, las calles de Washington fueron un festival de resistencia de estudiantes de universidades de unos 30 estados, especialmente Massachusetts, Nueva York, Carolina del Norte y los alrededores de Washington.

Llegaron resueltos a atizar el "espíritu de Seattle". Muchos me dijeron que las protestas de Seattle cambiaron la atmósfera política del país. Un chavo de California que milita por Mumia me dijo: "El impacto de Seattle ha llegado mucho más allá de la izquierda radical. Alcanzó a gente que antes sabía muy poco de la situación o que seguía el statu quo. Los impactó que cerramos la OMC y ahora tenemos voz".

Por su parte, el jefe de policía de Washington prometió que no se repetiría la Batalla de Seattle, y la policía política y las fuerzas armadas se prepararon para cumplir esa amenaza.

Se presentaron el Departamento de Policía, el Servicio Secreto, los mariscales federales, el FBI, la Guardia Nacional y otras dependencias regionales: un total de 5000 policías y militares. Dedicaron millones de dólares a comprar nuevo equipo de motín, gas lacrimógeno, gas pimienta, balas de goma, cachiporras, armas de fuego y vehículos blindados.

La policía de Washington sentó varios precedentes en la criminalización del disentimiento político. Para coger la sartén por el mango, allanaron el centro de mando de la protesta al comienzo, y acorralaron y arrestaron con mano dura a centenares en una de las primeras marchas. Atacaron salvajemente con cachiporras, gas pimienta y gas lacrimógeno. Arrestaron a más de 1300 manifestantes; el último día arrestaron a 400 personas en un acto de desobediencia civil.

En la cárcel, golpearon a los arrestados y les negaron comida, agua, tratamiento médico y abogados. A los que demostraban solidaridad y a los que se negaron a dar su nombre les dieron duro.

Pero a pesar de todo esto, los manifestantes regresaron a la calle día tras día para condenar los crímenes del FMI y el Banco Mundial.

Una chava me dijo: "Las dos semanas que pasé en Washington, de no verlas con mis propios ojos, no las hubiera creído posibles. El movimiento está vivo, podemos llenar las calles y las cárceles, hacerles gastar millones de dólares para contenernos y estamos dedicados a parar el orden mundial corporativo en seco. Me dio mucho orgullo estar entre esos miles de personas. Tanta resolución y valentía me han llenado de esperanza hacia el futuro y por primera vez veo la posibilidad de cambiar la situación. Nuestro movimiento es joven y tenemos mucho que aprender, pero estamos muy firmes".

En medio de las protestas, los representantes del FMI y el Banco Mundial lograron reunirse y anunciaron eso como una gran victoria. Pero ¡qué "victoria" tan pírrica! Se vieron obligados a reunirse tras barricadas de policías de motín, en una zona militarizada de 40-50 manzanas cuadradas, en una ciudad que parecía una capital del tercer mundo durante un golpe militar. El gobierno federal tuvo que cerrar todos los edificios del centro de la ciudad y mandó que los empleados no se presentaran al trabajo porque las calles estaban bloqueadas y llenas de policías.

¡Qué alegría dio en tugurios y pueblos del tercer mundo ver que aquí, en las entrañas de la bestia capitalista, los piratas de las instituciones financieras internacionales no pueden reunirse en paz y sin miles y miles de policías!

Washington, D.C., fue una escuela de lucha, donde se aprendió mucho sobre este sistema y sus capataces. Muchos salieron más resueltos que nunca a cambiar el mundo.

Un universitario negro nos dijo: "En Estados Unidos nos dicen que tenemos libertad de reunión y de palabra, pero lo único que veo aquí es dictadura".

Un activista de Oklahoma se puso en contacto con el PCR; dijo: "Estoy resuelto a que la lucha de clases se reconozca y gane apoyo nacional e internacional. Hemos preparado el terreno para que mi generación haga una auténtica revolución económica, social, cultural y espiritual".

Las protestas desenmascararon lo que hace el funcionamiento diario del capitalismo global, e incluso los medios grandes "descubrieron" barbaridades. Por ejemplo, el Washington Post informó sobre un proyecto del FMI que inundó a Haití de arroz estadounidense y devastó el cultivo local. Bienvenidos al "mercado libre", donde el ingreso anual promedio del pueblo haitiano disminuyó de $600 en 1989 a $369 hoy.

Preparativos para el 16

En vísperas del 16 de abril, Jubilee 2000 convocó un mitin para reclamar la cancelación de la deuda del tercer mundo. También hubo protestas contra la militarización del espacio, contra las sanciones económicas a Irak y contra la Escuela de las Américas (donde capacitan oficiales militares latinoamericanos), así como manifestaciones de apoyo a los zapatistas de México.

Simultáneamente, varios sindicatos organizaron un reaccionario mitin de apoyo a las sanciones económicas contra China, donde habló el fascista cristiano y candidato presidencial Pat Buchanan. La víspera del 16, centenares de policías atacaron y cerraron el Centro de Reunión de la Red de Acción Directa (RAD), el centro de mando de la protesta, con el pretexto de que violaba las reglas para prevenir incendios. También anunciaron que encontraron un coctel molotov en el edificio: un trapo de pintar en una botella.

La policía criminalizó objetos comunes y corrientes, como tubería plástica PVC, candados y alambre, los cuales tildaron de "instrumentos criminales".

El 15, unos policías en motocicleta fueron a bloquear el paso de una marcha al Departamento de Justicia para protestar contra el "complejo carcelario-industrial" y reclamar la libertad de Mumia Abu-Jamal. Los manifestantes se tomaron la calle coreando: "¡Las calles son nuestras, el mundo es nuestro!" y "Alto a la ejecución, empecemos la revolución". Luego llegó la policía de motín, cerró la calle, acorraló y arrestó a todos los 600 manifestantes. Fue un descarado acto de represión política.

Metieron a los arrestados en camiones y los llevaron a tres centros de detención. Algunos pasaron 15 horas en los camiones sin agua ni baño. En la cárcel, los ataron de manos y pies como si fueran animales. Pero los manifestantes no se dejaron amilanar.

Una declaración de 70 presos decía: "Los mariscales federales nos atacaron sin ninguna razón. Nos empujaron violentamente contra la pared, nos rociaron gas pimienta en la cara, nos tiraron al suelo y nos golpearon. A por los menos dos individuos les aplicaron llaves estranguladoras y los amenazaron con más violencia. Atacaron violentamente a dos menores de edad con el fin de separarlos de los demás. Los mariscales nos dijeron que nos iban a meter a la cárcel, donde nos iban a violar, golpear, infectar con el SIDA o matar `maricones' y `niggers'".

En realidad, los presos nos dieron una bienvenida entusiasta. Un arrestado comentó que los presos eran "inteligentes, compasivos y preocupados por las injusticias cometidas contra todos los miembros de nuestra sociedad por el gobierno, tanto como por las injusticias perpetradas por las corporaciones estadounidenses en todo el mundo".

A unas chavas las desnudaron y las registraron. A muchos les negaron comida, tratamiento médico, agua y abogados. Pero los arrestados no se rajaron y sus compañeros protestaron frente a los centros de detención.

Un miembro del Partido Verde de Texas nos dijo: "Vi mucha solidaridad y camaradería. Quisieron desmoralizarnos, pero solo lograron unirnos más para luchar y unir todas las luchas en una: en defensa del medio ambiente, contra el capitalismo desenfrenado y contra el imperialismo".

A fin de cuentas, las autoridades tuvieron que poner en libertad a todos los arrestados con solo una multa de $5. A tres los acusaron de "agredir a un agente", un delito grave.

Un joven de Maryland arrestado conmigo en la protesta dijo: "La policía militar nos atacó con saña.... Esa respuesta muestra el impacto que tuvimos sobre la élite de este país, que sintió la necesidad de contener nuestro levantamiento".

16 y 17 de abril: Bloquear y protestar

En la madrugada del 16 de abril, unas 10.000 personas rodearon el cordón policial que protegía la sede del FMI/Banco Mundial en el centro y subdividieron la zona, con un "grupo de afinidad" encargado de bloquear cada parte. Más tarde el jefe de policía le dijo a los medios que la policía no podía predecir dónde o cuándo iban a convergir los grupos, y que pequeños grupos de manifestantes aparecían "de la nada".

Se organizaron escuadrones de manifestantes para ocupar los cruces, vinculándose en cadenas humanas con candados de bicicleta y tubería PVC. A ellos los rodeaban centenares de manifestantes cogidos del brazo. Los que salieron de la cárcel regresaron a la zona de batalla más o menos a las 9 de la mañana.

Los delegados llegaron a la reunión a escondidas antes del amanecer para eludir las protestas. Pero los que llegaron tarde no pudieron cruzar el bloqueo. La policía de motín atacó varias veces para abrir una brecha, pero con poco éxito.

Un hombre de Virginia nos dijo: "Vimos una camioneta oficial que aceleró al acercarse a una barricada y atropelló de 10 a 15 personas".

Una joven describió otro cruce: "Una camioneta trató de cruzar la barricada rociándonos gas pimienta en los ojos. Un hombre cayó al pavimento y sufrió una lesión en el pecho".

La batalla de los cruces continuó toda la mañana.

Un participante del "Bloque negro" anarquista describió una confrontación: "Un grupo arremetió contra la policía con una cerca y la hizo batirse en retirada unos 100 metros. Después de un rato llegaron refuerzos y la policía volvió a la ofensiva. Arremetió contra la multitud con motocicletas, destrozó la cerca, nos roció gas lacrimógeno e hizo correr a unos hacia el parque". Otro joven dijo que los manifestantes contestaron con una lluvia de botellas. Gente de varias tendencias y movimientos se solidarizó para defenderse.

Un estudiante de Nueva York nos habló de una confrontación en la avenida Pensilvania: "Vimos a unos 100 policías de motín. Atacaron a los manifestantes y estos se pusieron a correr. La policía los empujó, los golpeó con cachiporras y les roció gas lacrimógeno. A un hombre de unos 60 años lo golpearon en la cabeza tan duro que lo tuvieron que atender los paramédicos. Dejó un enorme charco de sangre en medio de la calle". Hubo otros incidentes de brutalidad policial, por ejemplo la golpiza de un fotógrafo de la agencia noticiera Associated Press.

Las calles al norte de la zona de combate eran un festival de desafío. Miles serpenteaban por las calles para apuntalar las barricadas: universitarios, chavos anarquistas, ambientalistas, activistas de los años 60, antiimperialistas filipinos. El Bloque negro marchó con unas 300 banderas negras y rojas.

Un grupo llevaba títeres de 7 metros de altura; lo seguía el contingente de la Asamblea Popular, dirigido por filipinos antiimperialistas que coreaban consignas contra el FMI. Un grupo de estudiantes negros de la Universidad Howard y chavos blancos con camisetas de Ozomatli y el pelo pintado de arco iris bailaba y coreaba.

Los bloqueos continuaron hasta la tarde.

En la tarde, empezó la marcha que gozaba de permiso oficial al sur de la Casa Blanca. Unas 15.000 personas fueron a oír condenas del FMI y el Banco Mundial. Participaron sindicalistas, ambientalistas, femenistas, estudiantes, revolucionarios, anarquistas, izquierdistas de varias tendencias, actores, músicos, activistas contra la intervención en el extranjero, activistas contra el SIDA, miembros de cooperativas de alimentos, trabajadores de salud, maestros, religiosos y activistas de muchos otros países.

Al día siguiente, miles de manifestantes regresaron al centro. Hicieron marchas por la zona y se conectaron con los habitantes de la ciudad. La policía atacó con cachiporras, especialmente a los vestidos de negro, y les roció gas lacrimógeno y pimienta. Pero miles siguieron luchando para controlar las calles. Arrestaron a 400 personas por desobediencia civil.

Represión y mentiras

Ha salido información sobre la represión policial: infiltración de grupos y de reuniones públicas, intervención telefónica y vigilancia de la casa y el trabajo de activistas. La policía pidió a la Universidad American que cancelara un foro sobre la globalización y fue a las universidades American y George Washington a desalojar a manifestantes de las residencias estudiantiles donde dormían.

La policía del condado Montgomery (en los suburbios de Washington) trabajó de la mano con las autoridades escolares para impedir que los estudiantes fueran a las protestas. Les pidieron que entregaran inmediatamente a cualquiera que repartiera volantes u otros materiales de protesta.

Según un artículo, la policía fue a por lo menos tres tiendas de la compañía de fotocopias Kinkos y les pidió que cerraran para que no se copiaran volantes.

Otro elemento de la represión fue desinformación. Cuando le preguntaron al jefe de policía sobre la brutalidad de los agentes, contestó que los corresponsales "se dejaron engañar por manifestantes vestidos de policías" (al mismo jefe lo fotografiaron tirando a una mujer al suelo). También dijo que los arrestos del 15 de abril se debieron a que los manifestantes no obedecieron las órdenes de dispersarse, pero en realidad los agentes los acorralaron y no les permitieron dispersarse.

La batalla que viene

Todos salieron de Washington orgullosos y con energía renovada, resueltos a seguir luchando.

Muchos piensan participar en las actividades del 1º de Mayo y se han trazado planes para realizar protestas contra la globalización este verano durante la convención republicana en Filadelfia y la demócrata en Los Angeles.

Hay mucho entusiasmo. Se están debatiendo las lecciones y experiencias de la batalla, y se habla de la necesidad de construir un mundo nuevo libre de esclavitud, hambre, miseria y destrucción ambiental, y de cómo hacerlo.

Un estudiante de Carolina del Norte nos dijo: "Este sistema oprime a millones de personas y no beneficia en lo más mínimo a los pobres del mundo. Tenemos que decirles a los que detentan el poder que nosotros somos como ellos, que vamos a rebelarnos. Estamos listos. Vamos a darles un saborcito de la revolución".


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