Confrontación en la convención 2

En las calles de Los Angeles

Larry Everest

Obrero Revolucionario #1068, 27 de agosto, 2000

La Convención Nacional del Partido Demócrata ha concluido. El pueblo demostró tanto valor y luchó con tantas ganas que es difícil saber por dónde empezar a contar lo que sucedió. Podría empezar con la batalla más intensa de la semana, el lunes 14 durante el concierto de Rage Against the Machine y Ozomatli. Ahí, la mezcla de manifestantes y fans creó un maravilloso festival de resistencia, que la policía atacó salvajemente. También podría empezar con la manifestación de 4000 personas el domingo 13, en defensa del periodista revolucionario Mumia Abu-Jamal. O podría empezar con la marcha del miércoles contra la brutalidad policial, cuando 3500 chavos se lanzaron con osadía a la calle, y con los choques y enfrentamientos todo el día con la policía.

En una palabra, fueron cinco días de combate. Miles de personas, de universitarios de la costa del este a proletarios de Sur Centro y Pico Union, se enfrentaron a la policía con imaginación y valor, determinación y osadía, luchando por un futuro brillante y un mundo mejor. No se amilanaron ante los tercos conatos de la prensa, los politiqueros y especialmente los cuerpos armados del estado de intimidarlos, confinarlos y reprimirlos. Todos los días hubo choques, pequeños o grandes, con la policía.

La convención iba a ser un escaparate de la clase la clase dominante para la campaña presidencial de Al Gore, que aspira a encabezar el imperio, así como para poner de relieve las maravillas de la democracia. Y así fue: adentro, en el Staples Center, se encontraban los "representantes del pueblo", aislados por barreras de concreto, malla de alambre y cientos de policías. Afuera, a los que denunciaron el espectáculo, les dieron cachiporrazos, los arrestaron, les rociaron gas pimienta y les dispararon balas de goma. Pero la maravilla de la semana fue el fortalecimiento de la lucha contra el sistema.

Fue una semana intensa y estimulante, de esas que aceleran el corazón. Fue tan concentrada que cien cosas ocurrían al mismo tiempo y, a pesar del cansancio, uno no quería que terminara. Una de esas semanas que hace desaparecer la vida gris bajo el imperialismo, que pone de relieve las fisuras del sistema y lleva al pueblo al escenario político. De repente, todo pareció posible. Y a fin de cuentas, no queda duda de que el pueblo salió mejor parado que el sistema. Veamos.

Domingo: ¡Alto a la ejecución!

La marcha del domingo contra la ejecución de Mumia inició la semana de protestas. Nadie podría haber adivinado lo que iba a suceder. Las autoridades venían diciendo desde hacía días que iban a responder con mano dura. La policía de Los Angeles siempre tiene mano dura pero esta vez era peor. El centro parecía un campo militar, como si acabara de darse un golpe de estado. Los sheriffs patrullaban las entradas del metro, la Patrulla de Carreteras tenía bloqueadas las entradas y salidas de las autopistas. Era un constante desfile de policías en radiopatrullas, buses, bicicletas, helicópteros, camionetas y a pie.

Antes de que empezaran las protestas, la policía fue a joder al Centro de Convergencia, en Pico Union. Por donde uno fuera, a la hora que fuera, se veían cuadrillas de policías y helicópteros, y se oían sirenas. Espiaban, hostigaban y arrestaban, hasta por cruzar en medio de la calle. Mandaron agentes a infiltrar las protestas y reuniones. Y todo mundo sabe cuánto odia la policía a Mumia y a sus partidarios.

Pero cuando llegamos al punto de reunión, la plaza Pershing, nos dimos cuenta que iba a estar a todo dar. Hacía un calor del diablo, pero muchos ya estaban listos para el mitin y la marcha organizada por la Coalición de Los Angeles para Parar la Ejecución de Mumia Abu-Jamal. La multitud era diversa y amplia; estaban: el Comité de Watts contra la Brutalidad Policial, compuesto de chavos negros y latinos, con una manta que decía "Watts, presente por Mumia"; el Cuerpo de Tamboristas de Watts; estudiantes contra la globalización; cientos de anarquistas vestidos de negro; ¡Rehusar & Resistir!; y un nutrido contingente de padres de víctimas de la brutalidad policial que marcharon con la Coalición 22 de Octubre. Hablamos con personas del sur de California, Washington, Oregon, Indiana, Colorado, Arizona, Kansas, Texas y muchos otros lugares.

La diversidad de los que tomaron la palabra y actuaron refleja el creciente movimiento para impedir la ejecución de Mumia y por un nuevo juicio. Tocaron los conjuntos Sabor Factory (estudiantes latinos del Este de Los Angeles) y Aztlan Underground, y Leon Mobly. Hablaron el actor Ed Asner; el hijo de Mumia, Mazi; Pam Africa, de Amigos y Familiares Internacionales de Mumia; Leonard Weinglass, abogado de Mumia; Brian Smith, de la Coalición 22 de Octubre; un chavo del Verano de Libertad de Filadelfia; Jim Lafferty, del Gremio Nacional de Abogados; Media Benjamín, del Partido Verde; Gloria la Riva, del Centro Internacional de Acción. Mumia envió una declaración y se leyó otra de C. Clark Kissinger de ¡R&R! Joe Veale, del Partido Comunista Revolucionario, dio un emocionante discurso que tuvo muy buena acogida. Exhortó a "voltear al país políticamente e impedir que maten a nuestro compañero. La historia lo exige. La lucha del pueblo por la justicia y la libertad y la revolución lo exigen.... ¡A los revolucionarios no los deben matar por sus creencias! ¡El pueblo tiene que defenderlos!".

Una joven de la Coalición La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor marcó el paso: "Bienvenidos combatientes de Seattle, bienvenidos combatientes de Washington, D.C., bienvenidos los que fueron a Filadelfia, bienvenidos todos los que están aquí hoy por una razón: reclamar con una sola voz un nuevo juicio para Mumia Abu-Jamal. ¡Alto a la ejecución!... ¡Prometo, de parte de todos los que estamos aquí con los puños en alto, que no permitiremos que maten a Mumia Abu-Jamal". Cuando estábamos a punto de marchar, ella gritó: "¡La juventud avanza y no nos rajaremos! ¡Son NUESTRAS calles!".

Más de 4000 chavos participaron en esta marcha que la policía juró que jamás se daría. Fue la manifestación más grande en defensa de Mumia en Los Angeles. El Muro de Vidas Robadas, con los nombres de cientos de víctimas de la policía, iba montado sobre un camión y tuvo mucho impacto. Sabor Factory iba tocando en otro camión.

La juventud marcó el paso. El contingente La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor contaba con cientos de chavos de todas partes de la costa oeste; eran de la clase media y proletarios. También marcharon la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria (BJCR), la red juvenil/estudiantil de la Coalición 22 de Octubre, ¡Rehusar & Resistir! y otros contingentes. Coreaban: "¡Mumia es intrépido, y nosotros también! ¡No descansaremos hasta que esté libre!". A veces, a medio camino, paraban un momento, dejaban un espacio y lo llenaban corriendo; eso hacía parecer que la marcha avanzaba como las olas del mar. Muchos tenían paliacates negros que decían "Libertad para Mumia". También coreaban: "¡No habrá paz, hasta que Mumia salga libre!".

De principio a fin, cientos de policías de motín, rodearon la marcha. Bloquearon calles colindantes y aceras, pero no pudieron intimidar a los intrépidos y resueltos manifestantes. Incluso la prensa grande se vio obligada a informar sobre la marcha, y fue la primera vez que muchos se enteraron de la lucha para salvar la vida de Mumia. En el mitin frente al Staples Center, el reverendo Jesse Jackson se presentó sorpresivamente y declaró: "¡Libertad para Mumia, libertad para todos los presos políticos, no más asesinatos!". La combatividad e intrepidez de ese día, y la influencia de la política revolucionaria, marcaron la pauta para la semana de protestas. Cinco días después muchos todavía llevaban los paliacates de libertad para Mumia.

Lunes:
La policía ataca concierto

El lunes, la ciudad y la "Batalla de LA 2000", como empezaban a llamarla, se puso mejor. La cosa comenzó a las 9 de la mañana con una marcha de unas 2000 personas contra la expoliación de las tierras ancestrales de los u'wa de Colombia por la compañía Occidental Petroleum y la complicidad del Partido Demócrata. En determinado momento, la policía atacó la marcha y la dividió. La marcha, organizada por Rise Up/Direct Action Network, fue apenas el desayuno de un día lleno de protesta popular y represión oficial.

Por la tardecita, una marcha organizada por la red D2KLA salió de la plaza Pershing a la convención, con el tema "necesidad humana, no voracidad de las corporaciones". Muchos venían de un recorrido de protesta por las sedes de corporaciones organizado por los grupos Global Exchange, Rainforest Action Network y Fair Trade Network. El contingente del RCP y la BJCR se formó tras la bandera del partido y de una hermosa manta que proclamaba: "¡Somos seres humanos, exigimos un mundo mejor! ¡No aceptaremos ninguna forma de esclavitud!". El grupo antiimperialista filipino BAYAN tenía un buen contingente. Un grupo de Libros Revolución llevaba una manta de "Alto a la globalización imperialista", en inglés y español. Otro contingente grande llevaba el estandarte de MECHA, la organización estudiantil chicana. Era una marcha multicolor: gente multicolor, títeres multicolores, ropa multicolor y actitudes multicolores. Unas 7000 personas nos lanzamos a la calle llenas de emoción: empezaba a refrescar, estábamos juntos e íbamos a ver el concierto de Rage Against the Machine y Ozomatli.

La fusión de dos conjuntos muy populares y de contingentes de protesta tenía muy nerviosas a las autoridades. Fue una batalla que el concierto se plasmara en realidad, pues desde el comienzo no querían dar permiso y luego el LAPD se quejó de que sería muy grande. Bueno, ahora el concierto iba a empezar.

Cuando la marcha llegó a la zona de protesta frente al Staples Center, fue como cuando dos enormes ríos se juntan: la marcha se fusionó con miles de fans de Rage y de Ozo, que ya estaban puestos para el concierto y juntos, unos 15.000, llenaron una manzana. Hillary y Bill Clinton estaban a punto de hablar dentro del centro de convenciones, pero el corazón, la vida y la vibra del pueblo estaba afuera. En cierto momento miré al centro de convenciones y vi el balcón lleno de gente que nos miraba. Una periodista me contó que se salió de la convención porque estaba aburrida y se vino al concierto.

Al norte, las lujosas sedes de enormes corporaciones imperialistas-Bank of America, Arco, MCI, UNOCAL-parecían mirar en silencio a sus representantes reunidos en el Staples Center. Al oeste, en un lote repleto de trailers de la prensa, antenas de satélites y de la TV, la máquina propagandística estaba lista para retransmitir a todo el mundo la charada del sistema capitalista. El lugar reservado para el pueblo, rodeado por enormes cercas de alambre y bardas de concreto, se parecía al patio de una cárcel. Uno se sentía atrapado. Bueno, cuando la policía canceló el concierto y atacó, quedó claro por qué lo diseñaron así.

El LAPD, la dirección del Partido Demócrata y el resto de las autoridades no tenían la menor intención de permitir que se reuniera tan potente grupo de fuerzas sociales; no tenían la menor intención de dejar que la lucha de la semana se acelerara esta noche; no tenían la menor intención de permitir este concierto.

Rage salió a las 6:30 y la cosa se puso buena. Chavos latinos de las duras calles de L.A. bailaban al lado de chavos blancos de clase media del condado Orange y Ventura Beach. Todos cantaban y gozaban de la música y del sabroso ritmo del pueblo unido, de la armonía del desafío al sistema. Miles corearon el estribillo "Fuck you, I won't do what you tell me to!", y todos sabían a quién desafiaba esa canción. Era una mezcla gruesa y tenaz, y algo que la clase dominante no podía tolerar, con o sin permiso, con o sin pretexto. Así que poco después de las ocho dijeron "se acabó" y declararon que la reunión era ilegal.

Todo mundo se encabronó y una bandera ardió. La gente ya se iba, pero el LAPD atacó con el fin de amedrentar, de apagar el espíritu de oposición, de cercenar las nuevas conexiones entre diferentes sectores sociales. Cuando salíamos de la plaza, la policía se nos echó encima a caballo, en motos, en bicicletas y a pie. Se oía el golpeteo de las cachiporras y el eco de los disparos de balas de goma; disparaban a quemarropa e hirieron a centenares; a otros los tumbaron los caballos. Así y todo, no nos dejamos.

Por pura casualidad, resulta que la policía recibió una "amenaza de bomba" en el Centro de prensa independiente y lo cerró... justo durante el ataque al concierto. O sea, que no se pudo transmitir. Toda la semana, la prensa alternativa trabajó duro en ese centro, lleno de computadoras, cámaras de vídeo, faxes y un estudio de TV armado de la noche a la mañana, a seis cuadras del Staples Center, con el fin de contrarrestar la tergiversación y el bloqueo de las noticias de las protestas. Pero esta noche, la policía cortó la transmisión a 4 millones de televidentes y a 43 servicios de cable por todo el país; en su lugar, el centro transmitió el número telefónico de la línea de ayuda del LAPD y recomendó llamar a averiguar qué pasaba. Al día siguiente, el LAPD, inundado de llamadas, tuvo que cortar la línea. El periódico LA Free Press informó que fue la primera vez que la policía cortó una transmisión de TV en el país. Toda la semana, oímos informes de que el LAPD atacó a los periodistas alternativos, y a unos cuantos de los otros.

Durante el ataque al concierto y el cierre del centro de prensa, en el Staples Center Clinton declaraba que "América hoy tiene más confianza, esperanza y justicia, y es más segura y libre". Era un despliegue perfecto de la democracia burguesa y la dictadura de los imperialistas: ellos son libres de matar y saquear por todo el mundo, pero el pueblo ni siquiera puede ir a un concierto ni alzar una bandera de protesta. Armas y mentiras, puras armas y mentiras.

Miércoles: No nos dejamos

El ataque del LAPD al concierto de Rage fue algo coordinado y planeado con el fin de aplastar el espíritu de resistencia y de aguar las protestas del resto de la semana. Pero esa misma noche nos dimos una idea de que la cosa no les funcionó, pues la resistencia continuó a pesar de todo. El calculado salvajismo del LAPD causó shock y furia, pero no sumisión. Una chava latina de 16 años nos dijo: "¡Este ha sido el mejor día de mi vida! Es mi primera manifestación y nunca antes he sentido tanto orgullo. Puede sonar tonto, pero todo el día he estado a punto de llorar de emoción y orgullo. Todos tan unidos, de todas las razas, edades y creencias; todos como uno. Por eso fue que la policía nos atacó, porque no aguanta ver tanta unidad, tanto amor. Pero cuando nos atacaron, no nos dejamos. Nadie echó para atrás".

El ataque de la policía desató una ola de protesta y crítica por toda la ciudad. Al día siguiente, se celebró una rueda de prensa con asistencia de unas 100 personas: muchos militantes que recibieron golpes la noche anterior, chavos de la coalición La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor, la Unión Americana de Libertades Civiles y el senador Tom Hayden. La Red de Artistas y el conjunto Ozomatli mandó un comunicado. Todos dijeron claramente que fue un ataque policial sin provocación.

Pero la prueba definitiva era la marcha y mitin "Contra el encarcelamiento masivo, la brutalidad policial, la pena de muerte y por la libertad de todos los presos políticos", y una marcha juvenil del cuartel general de la policía al Staples Center organizada por la coalición La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor. ¿Qué harían los manifestantes? ¿Cómo respondería el brazo armado del gobierno?

El mitin empezó a mediodía en la plaza Pershing. Un grupo de padres de jóvenes asesinados por la policía habló y marcó la pauta; trabajan con la Coalición 22 de Octubre y con el Proyecto Vidas Robadas, que ha puesto a la vista del público la epidemia de asesinato policial. También hablaron defensores de Leonard Peltier, de los derechos de los inmigrantes y de Mumia. El poeta Saul Williams electrizó a las mil personas reunidas en la plaza.

La policía no nos iba a dejar salir hasta las 2, pero eso sirvió para que llegara más gente y para que nos energizáramos más. Justo antes de empezar la marcha, Xochitl, de La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor, tomó la palabra y nos lanzó una carga de electricidad, pilas y unidad. A las dos, unas 2600 personas nos echamos a la calle camino al cuartel general de la policía; llenamos dos manzanas de a 40 en fondo, gritando consignas, tocando tambores, desafiantes. "Si no hay justicia, no hay paz. ¡Abajo la policía racista!". Todos estábamos hartos de la brutalidad y represión del LAPD, y listos a responder. "¿De quién son las calles? ¡De nosotros! ¿De quién es el mundo? ¡De nosotros!". De 80 a 90% de la marcha eran chavos de todas las nacionalidades.

Frente al cuartel de la policía, la situación se puso tensa: miles encararon firmes y desafiantes a cientos de policías de motín armados con cachiporras y fusiles de balas de goma. Xochitl volvió a cargarnos las pilas con un saludo revolucionario a los luchadores de Filadelfia y de aquí. Dio un saludo a los chavos anarquistas a quienes durante toda la semana atacaron los medios y la policía; trazó lazos entre estas protestas y las luchas populares por todo el mundo, y reprochó los cobardes ataques de la policía. "¿Le pertenece el mundo a la Migra? ¿Le pertenece a los cabrones demócratas? ¿Le pertenece a las pinches corporaciones racistas?... ¡Ni locos!".

"¿Creen que nos asustan? ¿Creen que nos amilanan? ¿Creen que nos vamos a esconder asustados? Van a salir armados y encasquetados; ¿vamos a echar para atrás? ¡Ni de peligro! Esta va a ser una marcha organizada. Dicen que esta generación no se puede organizar, pero nos tenemos que organizar porque ellos están organizados".

A las 3 y media la marcha salió del cuartel de la policía, con la juventud a la cabeza. Ahora éramos unos 3000, y más unidos y aguerridos. Cuando pasamos por el distrito de la costura, nos saludamos con los trabajadores, que se asomaban a las ventanas a decirnos adiós.

A lo largo del camino, escuadrones de 20 policías marchaban por las aceras a nuestro lado, empujando a los transeúntes. También bloquearon los cruces. La policía supuestamente fue a proteger las tiendas y edificios, pero en realidad fue a impedir que se uniera más gente a la marcha. Toda la semana, si uno no llegaba a una marcha al comienzo, seguro que no podía entrar después pues la policía cerraba todos los puntos de entrada y de salida.

Pero la marcha no le hizo caso a la policía y paró en varios cruces a dar a conocer las demandas. Cuando llegó al lugar de protestas de Staples Center, todos corearon con regocijo y se pusieron a celebrar. La policía mandó retirar el camión de sonido y cuando la multitud le abría paso, la policía empezó a empujar y a golpear. Un par de escuadrones se metieron entre la multitud y la dividieron, pero nadie se movió. La policía quería que todo mundo se metiera callado al centro de protesta, pero empezamos a corear "No queremos jaulas" y nos quedamos ahí. Al cabo de una hora de tensa confrontación, la policía se retiró. Tres canales de televisión transmitieron la confrontación en vivo. En pocas palabras, el ataque del lunes no aguó los ánimos de lucha. ¡Todo lo contrario!

Cuando nos pusimos a celebrar el hecho de haber ganado esa confrontación, el LAPD anunció que la reunión era ilegal; teníamos que entrar al centro de protesta o irnos por las aceras. Pero una vez más, la orden cayó en oídos sordos; la mayoría se quedó en la calle y al rato empezó a formarse una nueva marcha de 1200 a 1500 personas. Marchamos por Figueroa unidos y disciplinados, por entre cordones de policía, las 10 cuadras de regreso a la plaza Pershing. La bandera del PCR y un estandarte de Rise Up ondeaban en lo alto, y los anarquistas marchaban del brazo.

En la plaza Pershing, los líderes de la coalición organizadora hicieron un balance de la marcha y después invitaron al público a hablar. Docenas tomaron la palabra; darle el micrófono al público desencadenó un torrente de energía. Al principio no se sabía si el LAPD iba a permitir ese mitin, pues se estaban juntando agentes en las entradas. Pero luego se fueron a las calles laterales. El mitin, lleno de debate y entusiasmo, duró hasta las 8 de la noche.

Todo mundo estaba dichoso por la dulce victoria. Un chavo nos dijo que le parecía increíble haberle ganado a la policía. En la marcha y mitin se palpaba una orientación revolucionaria, y vimos que muchos chavos simpatizan con ella. Xochitl concluyó: "Hicimos retroceder a la chota y eso demuestra que el pueblo tiene poder. Tenemos que forjar unidad, tenemos que hacer la revolución y hoy vimos cómo: cuando la gente se une, lucha, se echa a la calle y aprende junta".

Una semana gruesa
y tesa para el pueblo

La semana estuvo llena de reuniones, marchas, mítines, confrontaciones y toda clase de lucha. El domingo, unas 500 personas protestaron en una fiesta de recaudación de fondos del Partido Demócrata en el muelle de Santa Monica y unas 100 se colaron, repartieron billetes falsos a los delegados y les gritaron "¡Sinvergüenzas!". El martes hubo manifestaciones de apoyo a la juventud y a los choferes de camiones, una protesta contra las sanciones a Irak y una caravana de bicicletas del grupo Critical Mass, que la policía atacó. El miércoles comenzó con una marcha y protesta frente a la delegación de Ramparts. Unos tipos de saco y corbata, "Billonarios por Bush y Gore", se presentaron en muchas manifestaciones repartiendo billetes falsos de 100 dólares. El grupo gay Queers & Allies organizó una protesta. El jueves, hubo marchas en pro de las mujeres trabajadoras, contra la base naval de la marina en Vieques y por la protección del ambiente. Hubo una marcha de miles contra las maquilas y por los derechos del inmigrante, con la participación de muchos proletarios inmigrantes. Llevaban 500 cruces en nombre de los que han muerto cruzando la frontera en los últimos 10 años. (La semana anterior, colocaron las cruces en el jardín de una iglesia pero la policía las mandó quitar... ¡porque podían ser "armas"!) La marcha acabó en el Staples Center con un concierto de Michael Franti, y más confrontaciones con la policía.

El jueves por la noche, mientras yo escribía mis notas y Al Gore proclamaba "Seré su servidor", afuera se oían sirenas y a cada rato llegaban noticias de confrontaciones y arrestos. En total, hubo 200 arrestados y 50 seguían presos al terminar la semana.

Después de las protestas de día, de noche había reuniones para planear y organizar. Detrás del Centro de Convergencia todas las noches docenas de militantes saboreaban la intensidad del momento y la camaradería. A lo largo de toda la semana se dio una profunda discusión política entre las distintas posiciones sobre qué hacer en el momento y en el futuro para impulsar la lucha.

Fue interesante observar la conducta de la policía. A veces uno daba una orden y otro disparaba balas de goma por cumplir esa orden. A 71 ciclistas de Critical Mass los arrestaron por seguir las órdenes de un policía de no parar en los semáforos.

La policía se portó al estilo militar y se veía que practicó las maniobras. La estrategia general era pelear batallas de "decisión rápida": atacar con muchos agentes y con fuerza al menor indicio de rebeldía. Yo vi que tres agentes se le echaron encima como bestias a un chavo porque los rozó accidentalmente con una pancarta. En vez de arrestos preventivos, ataques preventivos para dispersar. La policía demostró a lo largo de toda la semana cuánto le teme al pueblo, y lo distante que vive de él. Miles vieron directamente la brutal cara de la policía imperialista. Cada día se popularizaba más la consigna: "Igualito a un estado policial". Yo reflexionaba que para derrotar a un ejército se necesita un ejército.

Esta semana, la policía tenía las armas y la ciudad no se le zafó de las manos. Pero así y todo, el pueblo ganó este round. En los ghettos y barrios pobres de Sur Centro, el este de Los Angeles y Pico Union, e incluso en los edificios donde trabaja la clase media, los oprimidos y los explotados, así como todos los que tienen una fibra progresista en el cuerpo, deseaban secreta o abiertamente que los chavos rebeldes e idealistas desprestigiaran el grotesco espectáculo de la convención.

Esta semana se reafirmó el "nuevo movimiento" que sacudió las calles de Seattle hace unos meses. En las calles de Los Angeles se dieron cita chavos comprometidos al cambio y lo demostraron de mil maneras: con su valor en las calles y con su forma de tratarse. No aceptan el mundo como es y van a luchar para cambiarlo.

Esta semana, la clase dominante no pudo encajonar y limitar esa nueva conciencia política; no pudo impedir que muchos proletarios se unieran a la batalla; y no pudo impedir que se divulgara la influencia revolucionaria.

Un chavo de 17 años que conocí el lunes después del concierto de Rage (cubierto de moretones de balas de goma y con un paliacate mojado en jugo de limón para filtrar el gas pimienta) tenía toda la razón: "¡Esto es superchido! ¡Uta, ojalá pudiera hacer lo mismo todos los días!"

 

Gracias a la rama de Los Angeles del PCR, a nuestro intrépido equipo de corresponsales, a la Coalición La Juventud Es el Futuro, Exigimos un Mundo Mejor, a la Red de Artistas de ¡Rehusar & Resistir!, al Centro de prensa independiente y a todos los demás que contribuyeron a este informe.


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