México: Esperando la tierra

Michael Slate

Obrero Revolucionario #1092, 25 de febrero, 2001, en rwor.org

El siguiente artículo es del "Informe desde Chiapas: Campesinos armados", una serie de Michael Slate que salió en el OR en 1994.

En los territorios zapatistas hay mucho que hacer desde la madrugada. Cuando sale el sol, las mujeres llevan horas trabajando. Más tarde, los niños se ponen a cuidar los animales mientras que los hombres y las mujeres se van a trabajar a sus parcelas en colinas distantes.

Esa mañana me di una caminata por el pueblo. Fui pasando todas las casitas de madera y adobe hasta llegar a una meseta grande en las afueras. Ahí había una especie de plataforma que usaban para las fiestas religiosas y otras fiestas.

Desde la meseta me podía llenar los ojos de horizonte. Una cerca de alambre de púas se extendía hasta donde alcanzaba la vista; al otro lado de la cerca se veían pastizales y tierras de cultivo hasta el horizonte. Me contaron que todo eso pertenecía a un finquero que se largó cuando estalló el levantamiento. Al mirar todos esos terrenos abandonados, recordé una conversación previa que tuve con Ricardo, un soldado zapatista cuyos padres trabajaron de peones en la finca abandonada.

"En México no hay justicia--dijo Ricardo, señalando el pasto--. Ese terreno ahí, son 4000 hectáreas y un solo dueño, un finquero. Por 18 años hemos pedido tierra, hemos pedido comprar un terreno. Yo no tengo casa, nunca he tenido casa. Vivo en la casa de mi abuelo. Solo terminé la primaria. Yo quería ser maestro pero era imposible. ¿Por qué yo no pude estudiar? Tenía que trabajar porque no había dinero, y si uno no trabaja no hay vida. ¿Piensa Ud. que no trabajaba mi padre? Mi padre trabajaba mucho pero cualquier cosecha que podía producir le fue comprado a muy bajo precio. Pero nosotros no podíamos ir a Ocosingo y comprar pantalones u otras necesidades por el mismo precio bajo. Ningún campesino de este pueblo jamás ha llegado a ser maestro. Ningún campesino aquí ha llegado a ser abogado o médico, jamás. Los hijos de los rancheros son estas cosas. Nosotros tenemos que pelear hasta por poder estudiar".

Ricardo habló con furia sobre la opresión cotidiana de los campesinos. Al igual que la mayoría del pueblo, él también apoya las demandas generales de los zapatistas y podía explicar su programa de 10 puntos: tierra, trabajo, vivienda, alimentación, salud, educación, libertad, independencia, democracia, justicia y paz. Pero con frecuencia recalcaba que la demanda de tierra era la más importante para todos los campesinos...

Ricardo ingresó al EZLN hace más de ocho años. Nos contó que al principio muchos se dieron cuenta de que para lograr un cambio en el agro tendrían que luchar y que para lanzarse a la guerra se necesitaría una organización diferente. "Por 20 años en nuestras áreas teníamos organizaciones abiertas pero nunca logramos nada. Teníamos comisionados y oficiales pero nunca logramos nada. Empezamos a organizar debajo de agua. Incluso organizamos dentro de estas organizaciones abiertas. Y luego fuimos a la guerra. Es necesaria la guerra para hacer un cambio real, para poner un gobierno de los campesinos"...

"Nuestra organización entera está basada en el pueblo. Tenemos nuestras reuniones de base y esto es lo más importante. Solo en la guerra hay comandancia militar. Nuestras reuniones de base es donde decidimos qué necesitamos y qué vamos a hacer. El subcomandante viene y consulta con el pueblo. El subcomandante y otros, son ellos que van y presentan las decisiones y analizan, pero somos nosotros los que deciden. Ellos vienen y consultan con nosotros".

El EZLN promueve la democracia para los campesinos en las zonas bajo su control, pero no se propone establecer un gobierno de campesinos y obreros en todo México. Y si bien ha movilizado al campesinado a empuñar las armas, no tiene una estrategia para librar una guerra popular prolongada, para cercar las ciudades desde el campo.

Esas contradicciones se expresaron en mis conversaciones con Ricardo y otros combatientes campesinos de este pueblo. Un ejemplo de ello es qué hacer con las 4000 hectáreas de tierras abandonadas.

El misterio de la finca abandonada

En Chiapas y otros estados, los campesinos, inspirados por la rebelión del 1º de enero, se apoderaron de tierras del gobierno, de terratenientes y de terrenos abandonados, y se los repartieron. En Chiapas, muchas de esas tierras pasaron a formar parte del territorio zapatista. Pero cuando los zapatistas empezaron a tomar control de ellas y a administrarlas, surgieron difíciles problemas. En algunas de esas zonas los zapatistas prohibieron las tomas y redistribución de tierras.

Eso es lo que ocurrió con las 4000 hectáreas de las afueras del pueblito de Ricardo. Los terratenientes abandonaron sus tierras después del levantamiento del 1º de enero, pero nadie se había apoderado de ellas, no las habían repartido y no habían sembrado ahí ni una mata de maíz. Era una situación muy intrigante.

En el pueblo no hubo votación formal sobre la toma de la finca, y todavía había mucho debate y discusión sobre el problema de la tierra. Repetían que necesitan tierra, pero tenían muchos razonamientos para explicar lo que sucedía.

Ricardo explicó: "Para los zapatistas no es permitido tomar la tierra así no más--ni siquiera en nuestras áreas, o esas 4000 hectáreas ahí--aun cuando sabemos que el finquero ha salido y que nunca va a poder regresar. No nos permiten tomar el terreno porque la tierra que tiene que repartir entre los campesinos, no está solamente en un estado. Si queríamos nada más este terreno aquí o la tierra de Chiapas, pues sí, podríamos decidir tomarla y ya. A lo mejor el gobierno nos daría el terreno, nada más para pararnos. Si no habríamos estudiado la guerra y el por qué estamos peleando, esto es lo que haríamos. Pero nosotros estamos peleando para todo México. El cambio tiene que ser total. Hay que repartir la tierra por igual entre todos que necesitan. Aun cuando resulta 4 ó 5 hectáreas por cada persona, es como el pan que te dije antes--tiene que repartirla por igual entre todos los campesinos de México".

A pesar de su explicación, el asunto de las tierras abandonadas me puso a pensar en cómo concibe el EZLN la relación entre la revolución agraria, las bases de apoyo revolucionarias y la continuación de la guerra.

Hablando sobre el papel de las bases de apoyo durante la revolución china, Bob Avakian dijo: "El establecimiento de bases de apoyo constituyó, desde luego, no un fin en sí mismo, sino un medio y el punto de partida para desarrollar la guerra revolucionaria. Buscaba establecer el poder político de las masas a través de la lucha armada y luego usar esto como base de apoyo y retaguardia para confrontar al enemigo en la guerra revolucionaria" (Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, p. 50). En el curso de la revolución, las fuerzas revolucionarias chinas tuvieron que abandonar ciertas bases de apoyo por el bien de la lucha general. Mao le prestó mucha atención a la cuestión de las "zonas de guerrilla en disputa", donde los rebeldes todavía no podían establecer su poder político, pero tenían suficiente apoyo de las masas para realizar operaciones de la guerra de guerrillas. En muchos países como México, es posible que las fuerzas revolucionarias no puedan establecer bases de apoyo en cuanto empiece la guerra popular y que tengan que librar una guerra de guerrillas por algún tiempo antes de establecerlas.

Los zapatistas, por otro lado, habiendo logrado establecer esas bases con cierta facilidad, parece que les dan importancia como manifestaciones concretas de fuerza y como palancas para su lucha política con el gobierno.

Pero más que nada, parece que el EZLN no quiere distribuir la tierra porque quiere evitar un choque con el gobierno y su ejército y conservar el territorio que ha conquistado. Un soldado zapatista me dijo que no habían distribuido la tierra en su zona porque no quieren provocar al gobierno, y no quieren que el ejército los ataque. Otros indicaron que la decisión de no distribuir todas las tierras se debe a que no quieren antagonizar a fuerzas intermedias ni a posibles aliados de la burguesía nacional liberal.

Mientras tanto, día tras día, en el pueblo miran la enorme finca que está al otro lado de la cerca. Al mirar hacia el extenso territorio, recordé las palabras de un joven campesino con quien hablamos cuando entramos al pueblo: "Los zapatistas comenzaron una lucha. Es un proceso, la lucha es un proceso y es bueno que sucedió. Pero no ha terminado todavía y nadie sabe cómo va a terminar".


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