Nepal: Asesinatos en el palacio,
maoístas en las montañas

Li Onesto

Obrero Revolucionario #1107, 17 de junio, 2001, en rwor.org

El 1º de junio, el rey Birendra, la reina Aiswarya y otros miembros de la familia real de Nepal murieron en una ráfaga de balas durante una cena familiar en el palacio real. La prensa informó que el hijo del rey, el príncipe Diprendra, estaba molesto porque a su mamá no le gustaba la novia que eligió; que dejó la cena, fue a su recámara, se puso uniforme militar, regresó al comedor y abrió fuego contra sus padres, hermano, hermana y tíos con una ametralladora uzi y un rifle M-16.

Parecía una versión moderna de las tragedias de William Shakespeare. Después de matar a la familia, se informó, el príncipe Diprendra se dio un tiro en la cabeza y se encontraba en el hospital en estado de coma. Pero como era el príncipe heredero, lo proclamaron rey.

En esos momentos, Gyanendra, el hermano del fallecido rey, regresaba de vacaciones en Chitwan, un parque nacional en la frontera con India. Era el único miembro de la familia real que faltó a la cena... y le correspondía subir al trono. Al regresar, hizo la absurda declaración de que la matanza se debía "a la descarga accidental de un arma automática". Los cadáveres los incineraron enseguida, de acuerdo con la costumbre hindú, lo cual eliminó toda prueba forense.

Mucha gente sospecha que los autores de la matanza son Gyanendra y su hijo, el príncipe Paras, quien sobrevivió al ataque. (La esposa de Gyanendra estaba en la cena y también sobrevivió). La prensa cuestionó cómo Diprendra, quien era diestro, se dio un tiro en la sien izquierda.

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La familia real ha sido parte de las clases opresoras de Nepal a lo largo de los siglos, pero el rey Birendra se perfiló como patriota y símbolo unificador. Según la religión hindú, era la reencarnación del dios Vishnu. Casi nadie se tragó el cuento de que el príncipe se arrebató por una disputa sobre su matrimonio y se rumoraba que Gyanendra organizó el ataque.

Miles de personas se reunieron en las calles de Katmandú, y el 3 de junio estallaron motines y batallas campales con la policía. Reclamaron la verdad sobre la matanza, tiraron botellas y quemaron llantas. El 4 de junio, se impuso el toque de queda y la policía pasó por las calles en camiones gritando por altavoces: "¡Quédense en la casa! ¡Dispararemos a los que salgan!". Levantaron el toque de queda al amanecer, pero lo volvieron a imponer al mediodía.

La policía repelió a las multitudes del palacio y mató a dos personas. Abrió fuego contra una muchedumbre que no acató el toque de queda e hirió a más de 20. Arrestó a 540 personas en unos cuantos días.

Intriga e insurgencia

La misteriosa matanza de la familia real se parece a una obra de Shakespeare pero, como todos los acontecimientos, se ubica en cierto contexto político; en este caso se trata de la pujante guerra popular, dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta). Hoy esa guerra popular ocupa el centro de la política nacional y el rey Birendra se encontraba enfrascado en el conflicto de la clase dominante sobre cómo lidiar con ella. La prensa da a entender que Birendra carecía de poder, pero de acuerdo con la Constitución el rey comanda el ejército, y la clase dominante lleva más de un año debatiendo si debe lanzarlo contra la guerra popular.

Hasta la fecha la policía ha sido la fuerza principal de la guerra contra la insurgencia, con muy pocos resultados. Muchos puestos policiales están abandonados en las zonas guerrilleras; la policía ha sufrido muchas bajas y deserciones, y está muy desmoralizada. Por su parte, los maoístas han cobrado fuerza y controlan más territorio. Por eso, se debate si movilizar al ejército o no, y esto ha prendido luchas intestinas en el Partido del Congreso Nepalés (el partido gobernante), en el parlamento, y entre el gobierno y la familia real. Hasta 1990, Nepal fue una monarquía y todos los partidos políticos estaban prohibidos. Tras una serie de sublevaciones y protestas, el rey Birendra instituyó una monarquía constitucional con un parlamento elegido. La nueva Constitución especifica que el rey comanda al Ejército Real y nombra al comandante en jefe, pero el gobierno manda las fuerzas policiales, así que es natural que el rey figurara en el conflicto acerca de despachar al ejército contra los maoístas.

Quizás algunas fuerzas de la clase dominante temen que cederán mucho poder a la monarquía si esta se encarga de atacar la guerra popular. Otros temen que la movilización del ejército podría llevar a grandes derrotas y mayor inestabilidad para el gobierno, y manchar instituciones estatales clave: la monarquía y el ejército.

Este debate arreció en septiembre del año pasado, cuando los guerrilleros lanzaron un ataque de gran envergadura en Dunai, la capital del distrito de Dolpa en la región occidental, con un saldo de 14 policías muertos, 40 heridos y 11 presos. Fue la primera vez que el ejército popular lanzó un ataque de esa escala en una capital distrital.

A los cuatro días, el ministro del Interior, Govinda Raj Joshi, dimitió tras criticar al Ejército Real de Nepal porque no ayudó a la policía ni le dio armas adecuadas. Usando esa situación de pretexto, el primer ministro, Girija Prasad Koirala, atacó a los que no quieren movilizar al ejército. El nuevo ministro del Interior criticó la posición de resolver el problema de los maoístas "por medio del diálogo". Se realizó una reunión de alto nivel a fin de tomar una decisión sobre la movilización del ejército, pero no quedaron en nada.

El debate volvió a aflorar en abril del presente, cuando la guerrilla maoísta mató a 75 policías en una serie de ataques. El rey volvió a recibir presión para autorizar la movilización del ejército, y aprobó una ley que establecerá una Fuerza Policial Armada de 15.000 efectivos para combatir la insurgencia.

Con el avance de la guerra popular, ha sido difícil no involucrar al rey y al ejército en la lucha Ahora se rumora que el nuevo rey Gyanendra estará más dispuesto a entrar a la guerra.

Dominación por India

Tras la matanza en el palacio, han circulado muchos rumores de conspiración en los medios de comunicación y en las calles de Katmandú. Como India ejerce un gran control económico y político en su país, los nepaleses odian esa dominación y no es sorprendente que muchos crean que metió mano en la masacre de la familia real. Pero en realidad, el rey Birendra (así como el partido gobernante) tenía muchos lazos con India y gozaba del respaldo de la estructura de poder de India.

De hecho, en 1951 India instaló al abuelo de Birendra, el rey Tribhuvan (de la dinastía Shah), y tumbó la dinastía Rana. Tribhuvan huyó a India, donde maquinó con el Congreso Nepalés y el gobierno de India para socavar al gobierno Rana. Con la intervención directa de India, se negoció el regreso de Tribhuvan a Nepal, y se estableció un nuevo gobierno integrado por los Ranas y el Congreso Nepalés.

Si bien ninguna potencia imperialista colonizó a Nepal, ha sido "protectorado" de India y está ligada al sistema imperialista mundial a través de India.

Es muy probable que India intervenga ante una amenaza al orden establecido de Nepal. Al gobierno hindú le preocupa mucho que la clase dominante no pueda contener la insurgencia maoísta. No se sabe con certeza si India metió la mano directamente en la masacre de la familia real, pero su influencia en Nepal es un elemento importante para el análisis de los últimos acontecimientos.

Nepal siempre ha tenido una gran importancia estratégica para India, sobre todo en relación a China. Dado que Nepal está entre India y China, y que estos dos países han tenido relaciones hostiles a lo largo de muchos años, India considera que el control de Nepal es importante para su seguridad. El conflicto entre India y China empeoró tras la liberación de China en 1949. Cuando Mao subió al poder, India trató de evitar que Nepal y el nuevo gobierno socialista de China tuvieran relaciones de amistad y, en 1965, consiguió que el gobierno nepalés firmara un acuerdo para comprar armas exclusivamente de India (o de Inglaterra o Estados Unidos, si India no podía abastecerlo) y mandar a los oficiales del ejército a India para entrenarse. Asimismo, muchos nepaleses siguieron entrando a los regimientos gurkha de India que patrullan la frontera con China.

India se ha robado los recursos naturales de Nepal a lo largo de la historia. En 1996, el tratado de Mahakali le otorgó el derecho de apoderarse del agua de Nepal. Nepal es uno de los países más pobres del mundo, pero tiene agua para producir la misma cantidad de electricidad que se genera en toda Norteamérica (México, Estados Unidos y Canadá). India compra el agua de Nepal a precios ridículos, mientras el 40% de la población de Nepal carece de agua potable y solo el 10% del país tiene hidroelectricidad.

Nepal no tiene salida al mar, y depende de India para el trasporte y comercio. India lo ha obligado a firmar un sinnúmero de tratados injustos. En 1989, tras una disputa le impuso un embargo que destruyó el comercio, y bloqueó la entrada de medicinas y combustibles. Puso retenes en la frontera y prohibió la entrada de productos. Ni siquiera permitió que los nepaleses que trabajan en India regresaran con su salario. Todo eso provocó más rabia contra la hegemonía de India.

Inestabilidad regional

Tras la matanza de la familia real, India y China expresaron alarma por la situación política explosiva de Nepal, e instaron a Gyanendra a fomentar la paz y la estabilidad. Hace tiempo que India está preocupada por la crisis política en Nepal y la fuerza de la insurgencia maoísta.

Por otra parte, se dice que Gyanendra tendrá relaciones más estrechas con China que con India. Un periodista escribió: "La subida del príncipe Gyanendra al trono de Nepal plantea un problema espinoso para India. Se dice que el nuevo rey fomentará lazos más estrechos entre Katmandú y Beijing, una posibilidad que alarma a los expertos en política exterior de Nueva Delhi. A lo largo de los años, el gobierno de India ha luchado por alejar a Nepal de la influencia china y lo ha logrado, gracias en gran medida a las tendencias pro India del fallecido rey Birendra, pero su hermano Gyanendra es harina de otro costal".

Las potencias imperialistas temen que la guerra popular de Nepal sacuda a Sudasia, que es una región muy volátil. En los últimos meses, un desfile de diplomáticos de India, China, Inglaterra y Estados Unidos se ha reunido con altos funcionarios del gobierno; en todas las reuniones se ha tocado el tema de la insurgencia maoísta.

Ahora esas potencias se preguntan cómo la subida de Gyanendra al trono afectará la guerra contra la insurgencia. Gyanendra es un pez gordo, dueño de hoteles cinco estrellas en Katmandú, una plantación de té y una fábrica de cigarrillos. No goza de la confianza ni del respaldo del pueblo, y su hijo, el príncipe heredero Paras, menos. El hijo tiene fama de consentido y gandalla. El año pasado, el pueblo se volcó a la calle cuando atropelló a un cantante popular y se lavó las manos gracias a las palancas reales.

En fin, el pueblo no quiere ni al padre ni al hijo. En la ceremonia de coronación de Gyanendra no hubo aplausos sino gritos de: "¡No queremos a Gyanendra!".

La guerra popular maoísta

Desde 1996, la guerra popular, dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta), se ha extendido por el campo. Unas 2000 personas han muerto en la guerra, que abarca casi todos los 75 distritos del país. Grupos como Amnistía Internacional (e incluso el departamento de Estado estadounidense) han documentado graves violaciones de derechos humanos por la policía: violación, tortura y asesinato. La prensa informa continuamente de enfrentamientos entre la policía y centenares de guerrilleros, y los maoístas controlan vastas zonas. Pero los medios de comunicación de este país casi no mencionaron la guerra popular hasta que ocurrió la matanza de palacio y se les hizo imposible pasar por alto la insurgencia que, según el New York Times, "está cercando paulatinamente a Katmandú". El Washington Post informó: "Los expertos están alarmados porque la tragedia podrá estimular a los insurgentes maoístas, que han cobrado fuerza en las zonas rurales... a aprovecharse de la incertidumbre política para acelerar los ataques". Otra nota comenta: "Al parecer, la masacre de palacio atizará el descontento popular contra el gobierno del primer ministro, Girija Prasad Koirala, que ha estado bajo ataque por corrupción y porque no ha podido apaciguar la insurgencia maoísta".

Un ex funcionario del departamento de Estado del gobierno de George Bush (padre) dijo que habrá que ver "cómo el nuevo rey lidia con los maoístas, no solo si moviliza al ejército, pues es una estrategia arriesgada; el ejército no ha tenido grandes triunfos combate contra los insurgentes".

En la primavera de 1999, pasé varios meses viajando por las zonas guerrilleras del occidente, centro y oriente de Nepal con una escuadra del "ejército popular", y conocí personalmente el gran poder y las profundas raíces de esa revolución. Pasé un mes en los distritos occidentales de Rolpa y Rukum, donde hoy dos millones de personas viven en zonas de la guerrilla.

En las zonas apartadas del campo se veía muy claramente por qué los campesinos apoyan la lucha armada para tumbar el orden establecido. Nepal es uno de los países más pobres y atrasados del mundo, y el nivel de vida es bajísimo, incluso para el tercer mundo. El ingreso per cápita es $210 anuales y el 85% de la población vive en zonas rurales sin electricidad, agua potable ni alcantarillado. Casi no hay médicos en el campo y mucha gente sufre de desnutrición. El promedio de vida es de 55 años.

Los campesinos que nos hospedaron nos contaron con rabia que los latifundistas y autoridades corruptas se roban sus parcelas y los usureros les cobran intereses altísimos. "Trabajamos todo el año", me dijo un campesino, "pero la cosecha solo nos alcanza para tres o cuatro meses". Se entusiasmó mucho al contarme que los maoístas queman las escrituras y reparten la tierra.

Fui testigo de la determinación y fuerza de las campesinas pobres. La tercera parte de las escuadras guerrilleras son mujeres, y las combatientes se están rebelando contra las opresivas tradiciones feudales de matrimonios concertados por los padres, el control de esposos y padres, la violencia doméstica y la costumbre de no permitir que las niñas estudien. Casi todas las aldeas tienen una organización revolucionaria de mujeres y en las zonas guerrilleras las mujeres tienen el derecho de ser dueñas de tierra, elegir al marido y estudiar.

La cobertura de la matanza de la familia real da la impresión de que en Nepal todos son hindúes, y que el rey y su familia son figuras veneradas. Pero en las zonas guerrilleras no es así. Ahí se opina que la familia real es corrupta, lacaya de India y que vive del sudor del pueblo. Los partidarios de la guerra popular comprenden que el rey es parte de la clase dominante opresora que hay que tumbar.

Se dice que Nepal es un "país hindú", pero en realidad mucha gente, sobre todo de las nacionalidades oprimidas, practica otras religiones. Además, muchos nepaleses no son muy religiosos y eso ha sido un factor favorable para la revolución, pues en muchas zonas no es tan difícil que los campesinos desechen las creencias religiosas y abracen la ideología revolucionaria del marxismo-leninismo-maoísmo. Al viajar por Rolpa y Rukum, me impactó que no había templos hindúes, pero al cruzar a los otros distritos sí se veía que practicaban la religión hindú.

Me pregunto cómo los últimos acontecimientos afectarán las grandes cuestiones de la revolución en Nepal. En las zonas maoístas, los líderes políticos y militares discutían mucho dos interrogantes centrales: ¿qué tan pronto lanzarán el ejército contra nosotros? y ¿cuándo intervendrá India más directamente en el conflicto?

Cuando entrevisté al camarada Prachanda, el líder del Partido Comunista de Nepal (Maoísta), me dijo: "Tarde o temprano, tendremos que combatir al ejército de India. Esa es la situación y, por eso, tenemos que tomar en cuenta al ejército de India. Cuando invadan miles y miles de soldados, será muy grueso. Pero no nos asusta el ejército de India...".

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Después de la matanza de palacio, al gobierno le preocupaba que el revuelo en las calles fuera favorable para las fuerzas maoístas. El 6 de junio, el Kathmandu Post (un periódico en inglés de la compañía Kantipur Publications) informó que 800 personas protestaron contra la monarquía, tirando piedras a la policía y coreando consignas de apoyo a la guerra popular. El diario más importante de Katmandú, el Kantipur Daily (también de Kantipur Publications), publicó un artículo de Baburam Bhattarai, un líder del Partido Comunista de Nepal (Maoísta), que instó al ejército a dejar de defender el palacio y sumarse a la oposición a Gyanendra. Acto seguido, la policía arrestó a tres editores del periódico por traición.

En Katmandú, la crisis política se profundiza y el pueblo reclama la verdad sobre la matanza de palacio, y todo este drama se desenvuelve con el trasfondo de la insurgencia maoísta que ni el rey ni el partido gobernante ha podido aplastar.


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