Historia de guerras e intrigas en el Oriente Medio

Las consecuencias del imperio

Larry Everest

Obrero Revolucionario #1122, 14 de octubre, 2001, en rwor.org

Esta mañana, al sentarme a escribir, CNN informó que han llegado tropas yanquis a Afganistán y tropas inglesas a Pakistán. La "nueva guerra de América" ha empezado.

Tras declarar la guerra por TV, George Bush dijo: "Los americanos se preguntan: `¿Por qué nos odian?'". Su respuesta: "Odian nuestras libertades; nuestra libertad de religión, nuestra libertad de expresión, nuestra libertad de votar, de asociación, de desacuerdo".

Como corresponsal del Obrero Revolucionario, he informado sobre el Oriente Medio desde hace más de 20 años y he viajado a Irán, Palestina e Irak para investigar las consecuencias de la política estadounidense en esa región. Y tengo una respuesta totalmente distinta al mito de "libertades" de Bush.

La mayoría de la gente que he conocido, y he conocido gente de muchas tendencias políticas, no "nos" odia; traza una distinción entre el gobierno y la gente que vive en Estados Unidos. Pero no piensa que este sea un país de "libertades", sino una potencia arrogante, desalmada y hegemónica que lleva décadas devastando la vida de los pueblos de la región.

Reemplaza los rivales europeos y combate la liberación nacional

Los enormes yacimientos de petróleo del Oriente Medio y el mar Caspio se extienden de Argelia (en el norte de África) a Afganistán y Pakistán (en el sur de Asia), de Kazakistán y Rusia en el norte a Arabia Saudita y Yemen en el sur.

Antes de la II Guerra Mundial, Inglaterra y Francia se dividieron la región en "esferas de influencia" y la dominaron. La guerra debilitó a esas potencias coloniales, pero Estados Unidos (que maniobró para quedar encima de rivales y de aliados) estaba listo a forjar un nuevo imperio.

En los años 50 y 60, las ambiciones de Estados Unidos tropezaron con una ola de luchas de autodeterminación y de liberación nacional en los países colonizados de Asia, África y Latinoamérica. Además, surgió un nuevo rival, la Unión Soviética (que antes era socialista), con sus propios planes de meter mano en el Oriente Medio.

Washington respondió con saña: intervino directamente y llevó a cabo operaciones clandestinas para tumbar gobiernos prosoviéticos o nacionalistas.

Una de las operaciones más conocidas en el Oriente Medio fue el golpe de estado que organizó la CIA en 1953 en Irán. Cuando el gobierno de Mossadeq nacionalizó los yacimientos petroleros de Inglaterra, Washington puso en el poder a Mohammed Reza Pahlevi y lo declaró policía regional y base militar en la frontera sur de la URSS.

Durante los 25 años siguientes, Washington apretó la dominación económica y política del país, y el sha gobernó como monarca absoluto, y torturó, asesinó y metió a la cárcel a la oposición (especialmente los estudiantes radicales y revolucionarios).

Pero eso no sucedió solamente en Irán. En 1949, la CIA apoyó un golpe militar que tumbó el gobierno de Siria. En Egipto ayudó al gobierno a cazar a comunistas prosoviéticos y en Irak le dio al partido Ba'ath (cuyo dirigente sería Saddam Hussein) una lista de comunistas para arrestar y matar.

Israel: El perro de ataque yanqui

"Hasta los niños saben que Israel no sería nada sin Estados Unidos. Aquí Estados Unidos quiere decir aviones F-16, rifles M-16 y helicópteros Apache, o sea, las herramientas con que Israel nos mata y destruye nuestras casas".

Palestino, en entrevista del
Christian Science Monitor, 27/9/01,
"¿Por qué nos odian?"

Israel, que recibe tres billones de dólares al año de ayuda militar y económica de Estados Unidos, es otro pilar de la estrategia imperialista en la región.

Israel nació en 1948 con la violenta expulsión del pueblo palestino. Estados Unidos, que cerró las puertas desalmadamente a miles de refugiados judíos durante la II Guerra Mundial, corrió a reconocer a Israel.

Fui a Palestina durante la primera intifada (levantamiento) en 1988. En los hospitales, vi chavos heridos por balas de "goma" Made in USA; afuera vi montones de latas de gas lacrimógeno Made in USA. Hoy el ejército israelí ataca la segunda intifada palestina con municiones de plomo y helicópteros Made in USA.

Encima de tierra robada a los palestinos, Israel es el "portaaviones insumergible" y el perro de ataque de Estados Unidos, listo a morder a los gobiernos de la región que amanecen "intereses estratégicos".

Las guerras de 1967 y 1973 de Israel buscaban conquistar nuevos territorios y debilitar a los gobiernos árabes vecinos, especialmente Egipto, que era el núcleo del mundo árabe bajo el gobierno de Gamel Abdel Nassar. Con amenazas y sobornos, Washington quería a Egipto en su órbita, no en la de la URSS.

En 1976, y otra vez en 1982, Israel invadió el Líbano, mató a más de 20.000 libaneses y palestinos, y se apoderó del sur del país hasta el año 2000. En 1983, Estados Unidos despachó sus propias tropas al Líbano (como en 1958) para proteger sus intereses y a las fuerzas de ocupación israelíes. Se retiró cuando un bombazo suicida destruyó un cuartel de la Infantería de Marina.

Llamas en el Golfo: El derrumbe del sha y la invasión de Afganistán

En 1979, dos sucesos sacudieron la dominación yanqui del golfo Pérsico.

El presidente Jimmy Carter decía que el gobierno del sha de Irán era una "isla de estabilidad" en aguas turbulentas. Pero en diciembre de 1978, más de 10 millones de iraníes (la tercera parte de la población) se lanzaron a la calle para tumbarlo. En medio de esa situación, los islamistas conservadores dirigidos por el ayatolá Jomeini conquistaron el poder.

La revolución iraní demostró al mundo lo profundo y extenso que es el odio a Estados Unidos y sus aliados en el Oriente Medio. En 1980 estudiantes islámicos (con el apoyo de Jomeini) se apoderaron de la embajada en Teherán y la ocuparon 444 días: humillaron a Washington y al presidente Carter.

Asimismo, en 1979 la Unión Soviética invadió Afganistán, un "amortiguador" entre la URSS, al norte, e Irán y Pakistán, al sur. La meta inmediata era apuntalar un gobierno aliado en Kabul, pero la invasión aumentó la influencia soviética en la región.

Esos dos sucesos sacudieron el poder de Estados Unidos en la región, y la respuesta fue: más rivalidad con la URSS y preparativos para una guerra nuclear. Ronald Reagan lo llamó la "América resurgente".

Un elemento central de la dominación global yanqui es controlar el golfo Pérsico y sus yacimientos petroleros, para mantener a las demás potencias imperialistas bajo el "paraguas nuclear" estadounidense. En 1979 el presidente Jimmy Carter declaró que el Golfo era una región de interés vital para Estados Unidos y que declararía la guerra para proteger el petróleo.

En cierto momento Washington temía que la URSS fuera a aprovechar la revolución iraní para invadir. Carter puso las fuerzas armadas en alerta y amenazó con usarlas en caso de una intervención soviética. Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional de Carter, dijo que elevar al Golfo a la categoría de región de interés "vital" era "una revolución estratégica en la posición global de América", y le advirtió al Consejo de Seguridad que perder el golfo Pérsico llevaría a perder Europa.

Guerra e intriga en el Golfo

Cuando el nuevo gobierno islámico de Irán tomó una posición más nacionalista, Estados Unidos respondió con una combinación de golpes y caricias. Se sabe que en 1980, cuando los estudiantes ocupaban la embajada estadounidense en Teherán, los representantes del candidato Reagan negociaron con el gobierno de Jomeini para demorar la liberación de los "rehenes" para favorecerlo en las elecciones.

Pero la principal maniobra de Washington fue empujar a Irak a invadir Irán en 1980, lo que inició una sangrienta guerra de ocho años. Henry Kissinger resumió así la actitud de los imperialistas: "Es una lástima que ambos lados no puedan perder". Murieron más de un millón de personas, pero se cumplieron las metas de Estados Unidos: la guerra debilitó a ambos países e impidió que causaran problemas en la región.

Washington se opuso a que la ONU criticara la invasión de Irak a Irán, quitó a Irak de la lista de países que apoyan el terrorismo, permitió la exportación de armas a Irak, le dio ayuda económica, política y de espionaje (restauró las relaciones diplomáticas a fines de la década del 80), exhortó a sus aliados del Golfo a prestarle $30 billones e hizo la vista gorda cuando el gobierno de Hussein atacó Halabja y otros pueblos curdos con gas venenoso. Con todo eso logró debilitar a la República Islámica de Irán y atraer a Irak.

Pero para Washington el mayor "premio estratégico" siempre ha sido Irán, así que el gobierno de Reagan mandó a Israel a darle armas y, en 1985, empezó a enviarle misiles clandestinamente. Supuestamente los misiles eran parte de un acuerdo para conseguir la libertad de rehenes en el Líbano, pero la meta era meter mano en Irán. El complot salió a luz durante las audiencias del escándalo Irán-Contra en le Congreso y se hizo añicos.

Guerra clandestina en Afganistán

Mientras Washington intrigaba con el gobierno islámico de Irán, en Afganistán armaba y organizaba las fuerzas fundamentalistas islámicas vinculadas a los musulmanes sunitas conservadores de la clase dominante saudita. Pocas semanas después de la invasión soviética, Estados Unidos inició un programa de apoyo clandestino a los mujajidines antisoviéticos. En 1980, Osama bin Laden llegó a Afganistán a llevarles fondos de la clase dominante saudita.

Durante la década siguiente, Estados Unidos le mandó más de $3 billones en armas a los mujajidines, pagados con fondos de Arabia Saudita y del tráfico de heroína de la zona fronteriza Afganistán-Pakistán. En 1987, llegaban a la guerra 65.000 toneladas de armas y municiones al año. Brzezinski escribió: "Ahora tenemos la oportunidad de darles a los soviéticos su Vietnam".

La rivalidad entre Estados Unidos y la URSS devastó a Afganistán. La guerra mató más de un millón de afganos y la tercera parte de la población huyó a campos de refugiados. Murieron miles de soldados soviéticos. Veinte años después, los combates todavía no han parado.

En esa época, Estados Unidos también atacó otros países. En 1981, y otra vez en 1986, realizó maniobras militares en la costa de Libia para provocar al gobierno de Qaddafi. En 1981, cuando un avión libio disparó un misil contra un avión estadounidense que violaba el espacio aéreo, Estados Unidos derribó dos aviones. En 1986, cuando una bomba mató a dos estadounidenses en una discoteca de Berlín, Washington le echó la culpa a Qaddafi y lanzó una serie de bombardeos que mataron a docenas de civiles, entre ellos su hija.

En el golfo Pérsico, Estados Unidos organizó una "Fuerza de Despliegue Rápido", despachó más barcos y almacenó suministros militares en bases en varios países. En 1987, despachó barcos al Golfo para impedir que Irán restringiera la exportación de petróleo de Irak. En esa operación, un barco derribó un avión civil iraní y mató a todos los 290 pasajeros.

Cruel manipulación de los curdos por la CIA

Estados Unidos dice que protege de Saddam Hussein a los curdos (una nación oprimida de unos 25 millones de personas que viven en Irán, Irak, Turquía y Siria), pero un vistazo a las últimas décadas muestra la posición de los imperialistas hacia la autodeterminación.

De 1973 a 1975, Estados Unidos apoyó a los rebeldes curdos de Irak con el fin de debilitar al gobierno iraquí (que en esa época era prosoviético) y de fortalecer a Irán. Pero tan pronto como Irán e Irak llegaron a un acuerdo, Estados Unidos le cortó el apoyo a los curdos, no dejó que recibieran refugio en Irán y miró para otro lado cuando el gobierno iraquí los mataba. Henry Kissinger, Asesor de Seguridad Nacional en esa época, explicó que "no hay que confundir la acción clandestina con el trabajo de los misioneros".

La población curda de Irán se unió a los millones de iraníes que tumbaron al odiado sha en 1979; pero cuando pidió autonomía, Jomeini la atacó, con el respaldo público de Washington, para mantener el control de Curdistán.

Esta realidad se me patentizó una noche de 1980, cuando viajaba por Curdistán con un grupo de revolucionarios de la zona: oímos jets Phantom (Made in USA) que atacaban posiciones curdas, y me explicaron que los pilotos eran del ejército de la República Islámica.

En 1988, el gobierno iraquí gaseó la región curda: mató a miles y después aplanó los pueblos. (Cuando pasé por Curdistán en 1991, vi las ruinas). Pero en esa época, el gobierno iraquí recibió más ayuda de Estados Unidos.

Operación Tormenta del Desierto

La mortandad y la destrucción de la guerra de Irán e Irak preparó el terreno para la Tormenta del Desierto que desató Estados Unidos en 1991.

Irak quedó muy débil tras ocho años de guerra y creía que sus vecinos árabes debían ayudarlo. Al fin y al cabo, la guerra protegió a Arabia Saudita y Kuwait de los militantes mullahs de la República Islámica de Irán, que pregonaban que ellos eran los verdaderos defensores del Islam ante la influencia occidental y despreciaban a las monarquías pro-Estados Unidos de los estados del Golfo. Pero en vez de recibir ayuda, Irak se enteró de que Kuwait estaba vendiendo más petróleo del que le correspondía y que estaba perforando en diagonal, es decir, sacando petróleo del subsuelo iraquí. Saddam Hussein le mandó decir al embajador de Estados Unidos que eso era intolerable y que iba a responder, y el embajador dijo que no había problema. Con esa aprobación, Irak invadió a Kuwait en agosto de 1990.

Pero Estados Unidos se jaló los pelos, temiendo que la invasión afectara a sus amigachos del Golfo, y aprovechó la ocasión para decirle una cosa al planeta.

El 16 de enero de 1991 dio comienzo la Operación Tormenta del Desierto contra Irak y su pueblo. Durante los siguientes 42 días, el brazo armado de la principal potencia imperialista del planeta, acompañado por sus aliados, golpeó a un país pobre del tercer mundo. Le soltaron 88.000 toneladas de bombas. El 22 de febrero empezó la guerra terrestre: 100 horas de muerte y destrucción en el sur de Irak.

De 100.000 a 200.000 iraquíes murieron en la guerra, pero era apenas el comienzo. El bombardeo de Irak ha seguido hasta la fecha. Además, desde 1991 han muerto de 500.000 a 1,500.000 millones a causa de las enfermedades y la desnutrición que han causado las sanciones imperialistas. Yo vi el impacto de las sanciones en mi viaje de 1991 a Irak: pabellones llenos de niños famélicos agonizantes, al lado de madres incapaces de salvarlos.

Nuevo milenio: Nuevas rivalidades, nuevas intrigas

El colapso de la Unión Soviética y el nuevo milenio han atizado el afán estadounidense de dominar el Oriente Medio y el sudoeste asiático.

Hay dos factores clave: la creciente necesidad de petróleo extranjero en Estados Unidos, Europa y Japón; y el hecho de que las mayores reservas petroleras del mundo están en esa región.

El Informe Nacional de Política de Energéticos calcula que el consumo de petróleo aumentará 32% en Estados Unidos en los próximos 20 años (de 19,5 a 25,8 millones de barriles diarios), pero la producción nacional seguirá siendo de 9 millones de barriles diarios. Mejor dicho, habrá que aumentar las importaciones de 10,5 a 16,8 millones de barriles diarios.

¿De dónde saldrá ese petróleo? El San Francisco Chronicle (26/9/01) escribe que la región del golfo Pérsico y el mar Caspio produce más del 65% del petróleo y el gas del mundo, y que en el año 2050 producirá el 80% y más. Se calcula que las reservas regionales ascienden a 800 billones de barriles de petróleo y otro tanto de gas. Por otra parte, las reservas de las Américas y de Europa son menos de 160 billones y se acabarán en 25 años.

Un elemento nuevo de esta ecuación es la bonanza energética del mar Caspio: 200 billones de barriles de petróleo y 600 billones de metros cúbicos de gas. La región (rodeada por Rusia al norte y el oeste, Irán al sur, y las nuevas repúblicas de Kazakhstán y Turkmenistán al este) era parte de la URSS y es ahora un premio gordo que ha prendido nuevas intrigas y rivalidades.

Unos capitalistas de Estados Unidos están maniobrando para abrir un oleoducto de Azerbaiyán a Turquía, pasando por Georgia. Otros sueñan con un oleoducto de Turkmenistán a través de Afganistán y Pakistán a fin de conectar el Asia Central directamente a las corporaciones y mercados occidentales. La clase dominante estadounidense tenía la esperanza de que el Talibán creara en Afganistán la estabilidad necesaria para esos planes.

Cuando la Unión Soviética se desplomó, en Estados Unidos muchos esperaban que el ejército gastara menos y que la sociedad recibiera un "dividendo de paz". Pero hoy el presupuesto militar es de $343,2 billones anuales: 23 veces más que el presupuesto combinado de los países "adversarios" de la región. Y una buena tajada del presupuesto militar se destina a la región, donde ahora hay bases militares permanentes.

En octubre de 1999, el departamento de Defensa trasladó el comando de las fuerzas armadas de Asia Central del Comando del Pacífico al Comando Central. Un artículo de la revista Foreign Affairs titulado "La nueva geografía de conflicto" (Michael Clare, mayo/junio 2001) comenta: "La región, que va de los montes Urales a la frontera oeste de China, es hoy un gran premio estratégico debido a las enormes reservas de petróleo y gas que yacen bajo el mar Caspio. Como el Comando Central ya controla las fuerzas armadas que están en el golfo Pérsico, el cambio implica que Asia Central recibirá mucha atención de los encargados de proteger el movimiento de petróleo a Estados Unidos y sus aliados".

George Bush advirtió que Estados Unidos se estaba preparando para "traer a nuestros enemigos a la justicia o llevar la justicia a nuestros enemigos". Pero Estados Unidos nunca ha llevado justicia al Oriente Medio: para el pueblo esa "justicia" es tumbas y vidas arrasadas.


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)