La guerra contra Afganistán:

La injusticia aterriza

Obrero Revolucionario #1124, 28 de octubre, 2001, en rwor.org

"Muchos americanos se preguntan: `¿Cuánto durará?'. La respuesta es que muchos de estos cambios son permanentes, por lo que respecta a nuestra vida".

Dick Cheney, vicepresidente,
Nueva York

En las primeras dos semanas del ataque a Afganistán, Estados Unidos e Inglaterra soltaron unas 2000 bombas y misiles sobre uno de los países más pobres del planeta. El 19 de octubre, el alto mando militar yanqui anunció el inicio de la guerra terrestre. Después de un intenso bombardeo de la ciudad sureña de Kandahar, 200 soldados de operaciones especiales llegaron por helicóptero. Unos refugiados informaron que atacaron cerca de un cuartel de los talibanes en Qila Jadeed.

Poco después los voceros del Pentágono anunciaron que ese ataque fue una distracción para proteger otra operación cuyo propósito era localizar y asesinar al mullah Omar, el dirigente de los talibanes.

Al cierre de esta edición, se sabe muy poco sobre lo que pasó. Se sabe que murieron soldados estadounidenses (el Pentágono dice que fueron dos) y los talibanes dicen que derribaron un helicóptero (el Pentágono dice que cayó por accidente).

Las fuerzas especiales han estado en el norte de Afganistán por lo menos desde el 12 de octubre. Su misión es ayudar a las fuerzas de la Alianza Norteña, que lucha contra los talibanes cerca de la ciudad estratégica de Mazar-i-Sharif. Además, la Agencia Noticiera Iraní informó que hay unidades de comandos estadounidenses en el oeste del país, cerca de la ciudad de Herat (en la frontera con Irán).

Un alto oficial de las fuerzas armadas le dijo al noticiero CNN que las operaciones terrestres aumentarán en los días que vienen.

Muerte desde el cielo

"Hasta la fecha, nada más este buque ha soltado más de 300.000 libras de municiones sobre Afganistán. Es una cantidad increíble".

Almirante Tom Zelibor,
comandante del buque de guerra
USS Carl Vinson, 17 de octubre

"Miren todos los pobres que ahora no tienen dónde vivir por los bombardeos. Es una barbaridad. ¿Qué están haciendo ustedes?".

Aftab, soldado de la patrulla fronteriza
paquistaní, a un corresponsal occidental

"Primero oí una explosión bastante lejos, así que salí a decirles a mis hijos que entraran a casa. Pero tan pronto como salí oí otra explosión y no sé qué pasó. Todo se oscureció como si fuera de noche; caían piedras y polvo por todas partes".

Laila, cuya hija de 7 años, Khatira,
sufrió heridas en la cabeza
en el bombardeo de Macroyan

A los generales, politiqueros y corresponsales estadounidenses les encanta la guerra aérea. En las ruedas de prensa no se cansan de hablar de armas de alta tecnología y de la destrucción que causan.

Los noticieros alaban las nuevas armas del Pentágono como si fueran héroes. Un día hablan de los "aviones espías Predator RQ-1 sin tripulación que disparan misiles Hellfire", y al día siguiente de la "increíble potencia de fuego de los aviones artillados AC-130". Aplauden la capacidad de matar a distancia, anónima, invisible y metódicamente.

Los voceros del Pentágono anunciaron que se han establecido "kill boxes" (cajas de matanza) alrededor de las principales ciudades, como Kabul y Kandahar, donde los pilotos tienen permiso para matar cualquier cosa que se mueva, tal como en las "zonas de fuego libre" de la guerra de Vietnam. Han anunciado que van a continuar la guerra aérea hasta mediados de noviembre, cuando empiezan las tormentas del invierno y el mes sagrado musulmán de Ramadan.

El Pentágono finalmente ha dejado de negar que han muerto civiles en los bombardeos. Según varios informes de Afganistán, en las primeras dos semanas de bombardeos murieron unos 500 civiles. Los corresponsales que están en el país han filmado aldeas de casas de barro y barrios urbanos destruidos por las enormes bombas y misiles. Se ha documentado la destrucción de varias comunidades cerca de Kabul y se informa que han muerto refugiados que huían.

Ante tantas pruebas, el Pentágono no pudo negarlo más. La nueva táctica es decir que la cantidad de bajas que dan los talibanes es "ridícula" y que las bajas civiles son accidentales ("daños colaterales") y aceptables.

Por varios días, el Pentágono negó que bombardearon un barrio a 3 km del aeropuerto de Kabul. Pero cuando la destrucción del barrio se vio en video por todo el mundo, le tocó admitir que un jet soltó una "bomba inteligente" de 2000 libras. Un vocero dijo fríamente: "La información preliminar indica que el accidente ocurrió debido a un error de procesamiento de blancos".

La llegada de aviones artillados, que vuelan sobre las ciudades y disparan cañones y ametralladoras continuamente, ha creado una nueva ola de desplazados que huyen al campo y a países vecinos. Los observadores de la ONU ubicados en el puerto fronterizo de Chaman, Paquistán, informaron que más de 3500 refugiados cruzaron la frontera en un solo día. En Kabul, los hospitales no pueden atender a los niños prematuros porque los bombardeos han cortado la electricidad de las incubadoras.

La guerra aérea ha trastornado la cosecha y la distribución de comida. El Pentágono admitió que el 16 de octubre un avión bombardeó bodegas de la Cruz Roja en Kabul donde se almacenaba harina, medicinas y otros suministros.

Está claro que habrá más bajas debido al trastorno de la distribución de comida y al desplazamiento de la población, que a los bombardeos. Millones de afganos ya sufren de hambre y desnutrición, y la situación será catastrófica con la expansión de la guerra y la llegada del invierno.

"Unos 100.000 niños más van a morir en Afganistán este invierno si no llega suficiente comida en las próximas seis semanas", dijo un vocero de UNICEF. El 17 de octubre, seis agencias internacionales de beneficencia pidieron que Estados Unidos parara los bombardeos para recibir comida para el invierno.

Washington dijo que no y que no tiene la culpa del trastorno del sistema alimenticio de Afganistán. Al día siguiente, el periódico paquistaní The News comentó que "la desdeñosa negativa del secretario de Defensa estadounidense no es prudente ni civilizada. Puede que calme la opinión pública en Estados Unidos por un rato, pero causará daños más graves a largo plazo reforzando la percepción de que la sangre inocente afgana no vale tanto como la americana".

Un dilema grave y la guerra terrestre

"Los niños de Kabul arriesgan la vida lanzándose a la calle para disparar a los bombarderos estadounidenses con pistolas de juguete y aplaudir el fuego antiaéreo. Dos trabajadores afganos de una agencia de beneficencia que regresaron esta semana de la capital pintaron el retrato más claro hasta la fecha de las bajas civiles, los daños militares y el estado de ánimo. Ayer describieron que muchas bombas no dieron en los blancos militares y en vez destruyeron `chatarra' y el casco de aviones ya destruidos... El estado de ánimo de los talibanes sigue fuerte, dijeron, principalmente porque han sufrido pocas bajas en la capital y porque se ha visto que el poderío militar estadounidense no es tan impresionante como se temía".

The British Times, 20 de octubre

"Tras más de un mes de intensa presión política internacional y 10 días de bombardeos, los dirigentes talibanes no están dividiéndose ni desertando tanto como esperaba la alianza estadounidense".

Ahmed Rashid, autor de
Taliban-Islam, Oil and the New
Great Game in Central Asia,
17 de octubre

"Pueden bombardear los blancos talibanes todo el tiempo que quieran, pero a fin de cuentas tendrán que trabar combate en el suelo".

General Mirza Aslam Beg,
ex jefe del alto mando
militar paquistaní

"Ustedes están librando una guerra de cobardes. Díganles a los soldados que vengan a pelear con nosotros en el suelo y van a ver lo que realmente es la guerra".

Joven refugiado afgano
a un periodista inglés

La clase dominante estadounidense esperaba que los bombardeos debilitaran las fuerzas armadas de los talibanes, destruyeran la unidad política del gobierno y estimularan a alguna figura de la dirección a entregar a Osama bin Laden y a participar en un nuevo gobierno pro Estados Unidos.

Ahora Estados Unidos tiene que despachar tropas terrestres porque los bombardeos no han logrado esas metas. "Los misiles cruceros y los bombarderos no van a resolver este problema", dijo el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Los imperialistas confrontan un dilema multifacético en Afganistán.

El gobierno de los talibanes, con sede en Kabul y Kandahar, no se ha derrumbado. Una y otra vez el presidente Bush los ha exhortado a obedecer sus demandas, pero no lo han hecho. Los generales del Pentágono anunciaron que habían "destripado" las fuerzas de los talibanes, pero esas mismas fuerzas derrotaron una ofensiva de la Alianza Norteña contra la ciudad estratégica de Mazar-i-Sharif con la ayuda de soldados fundamentalistas chechenos, paquistaníes y árabes.

Por su parte, Estados Unidos no tiene en posición fuerzas terrestres capaces de conquistar zonas claves de Afganistán, como Kabul, Kandahar y las bases aéreas que construyeron los soviéticos.

Bush ha prometido armas, municiones y comida a la Alianza Norteña, y la ha instado a tomar Mazar-i-Sharif. Una vez que se haya apoderado de la gran base aérea cerca de la ciudad, Estados Unidos podrá despachar aviones y helicópteros a ayudar a cualquier fuerza dispuesta a luchar contra los talibanes.

Pero por ahora la Alianza Norteña (que recibe ayuda de Irán) es la única fuerza que lucha contra los talibanes, y Washington ha prometido no permitirle conquistar Kabul. La última vez que lo hizo, a comienzos de la década pasada, desató una orgía de asesinatos, violaciones y robos sistemáticos contra los pashtos, que son la mitad de la población y la base de apoyo de los talibanes. Las victorias militares de la Alianza Norteña podrían empujar a grandes sectores de la población a apoyar a los talibanes y molestar al gobierno paquistaní, que quiere controlar al gobierno que surja en Afganistán.

Washington ha tratado de armar un gobierno títere con la participación del destituido rey afgano, Zahir Shah, y un consejo feudal de jefes tribales, pero ha tenido poco éxito. Son una bola de reaccionarios pro feudales débiles, y ofrecerse como peones de Estados Unidos los ha desprestigiado del todo. El rey, de 87 años, ha hecho una sola declaración: que no piensa dejar su villa de Roma para regresar a Afganistán. La Alianza Norteña participa en el arreglo, pero hasta ahora es puro papel.

Tras una reunión con el dictador militar paquistaní, el secretario de Estado, Colin Powell, anunció que las "fuerzas moderadas" de los talibanes serían bienvenidas al nuevo gobierno. ¡Hábrase visto más descaro imperialista que ofrecer a este o aquel reaccionario un puesto en un futuro gobierno afgano!

Muchos se preguntan ¿qué es un "talibán moderado"? La respuesta es que es un talibán al servicio de Estados Unidos (un talibán "extremista" es el que se le opone). Poner al rey como títere, y la oferta de Powell a los talibanes, demuestran que un futuro gobierno afgano forjado por Estados Unidos dejará intacto todo lo reaccionario, feudal y opresivo que tiene el país. El único requisito es que ayuden a dominar la región y su riqueza petrolera.

Los medios de Paquistán especularon que el comandante militar talibán, Maulvi Jalaluddin Haqqani, negociaría una paz separada o que el ministro de Relaciones Exteriores, Wakil Ahmed Mutawakel, "desertaría". La guerra en Afganistán aterroriza a la clase dominante paquistaní porque teme que desestabilice su propio gobierno y país. Al cierre de esta edición, ninguna fuerza de los talibanes ha aceptado públicamente la oferta estadounidense, y está más claro que nunca que Washington no tiene aliados confiables en el país.

La enorme fuerza militar despachada a la zona (cuatro flotas de la Marina y 40.000 soldados) está organizada para llevar a cabo una guerra aérea y operaciones de comandos, no para realizar una invasión terrestre como la de la guerra del golfo Pérsico.

Las primeras operaciones de los comandos son una extensión de la guerra aérea (asesinar o secuestrar a dirigentes talibanes y de al-Qaeda e identificar blancos para bombarderos) y su meta no es controlar territorio. Washington espera una racha de suerte: destrozar la dirección central de los talibanes o encontrar a Osama bin Laden.

¿Y si no?

En el Pentágono se habla de expandir la guerra aérea a otros países débiles y pobres. Se han elaborado planes detallados para atacar a Somalia y Sudán, dos países musulmanes. El secretario de Defensa habla de una guerra terrestre en Afganistán durante el invierno.

Los informes periodísticos de Ankara, capital de Turquía, indican que enviará tropas al norte de Afganistán para "dirigir" la Alianza Norteña y una "fuerza internacional" en la conquista de Kabul. Una fuente inglesa dijo: "Las fuerzas especiales pueden desempeñar un papel importante, pero no hay sustituto para la conquista de territorio por la infantería. La mayoría de los soldados tendrán que ser afganos". La División de Guerra de Montaña estadounidense, con mil soldados, ya está en la frontera.

Los gobiernos estadounidense e inglés han hablado de que la ONU conquiste Kabul y de establecer una "ciudad internacionalizada" con tropas de Turquía, el único país musulmán de la OTAN.

Tras llegar a la conferencia económica de Shanghai, el secretario de Estado, Colin Powell, dijo que la ONU podría establecer un gobierno interino, como hizo en Timor Oriental, para dirigir a Afganistán hacia la estabilidad política. El enviado especial de la ONU en Afganistán, Lakhdar Brahimi, rechazó tal papel: "Digo con toda firmeza que la ONU no busca tal papel. Repito, la ONU no busca participar en un gobierno de transición ni en una operación para mantener la paz, ni nada por el estilo".

El simple hecho es que la campaña aérea no ha logrado destruir a los talibanes, y la máquina de guerra yanqui se ve obligada a despachar fuerzas terrestres. Se acerca el invierno, la guerra ya está creando fisuras en las clases dominantes de Arabia Saudita y Paquistán, y Washington no tiene fuerzas armadas confiables para ocupar las principales ciudades afganas.

El opresivo gobierno fundamentalista de los talibanes se ha ganado el odio de amplios sectores de la población afgana. Pero pocos afganos apoyan una invasión de los imperialistas, sus soldados a sueldo turcos, las fuerzas armadas paquistaníes ni la Alianza Norteña.

El pueblo afgano recuerda que otra superpotencia, la Unión Soviética, tuvo que batirse en retirada tras grandes pérdidas en Afganistán. Todos los imperialistas que contemplan invadir Afganistán recuerdan nerviosamente las palabras del poeta colonialista inglés Rudyard Kipling:

"Cuando te encuentres herido y abandonado en los llanos de Afganistán,
y las mujeres vengan a destripar lo que queda,
agarra el rifle y levántate la tapa de los sesos,
y preséntate a tu Dios como un soldado".


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)