De "Grandes objetivos y gran estrategia"

La religiosidad: “Despellejar dos veces al buey”

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #1128, 25 de noviembre, 2001, en rwor.org  

El OR está publicando esta serie de pasajes de “Grandes objetivos y gran estrategia”, una obra inédita de Bob Avakian, presidente del PCR. Aunque se escribió hace más de un año, la obra (y estos pasajes en especial) abordan temas de importancia para la crisis y guerra actual. Esta es la segunda parte de la serie.

 Es muy importante comprender a fondo que el aparente “ascenso de la religiosidad” en varios sectores de la sociedad estadounidense no es simplemente el resultado de la cruzada de la clase dominante para fomentar la religión, aunque evidentemente dicha cruzada la alimenta y fomenta.

La religiosidad se da en parte como consecuencia de una necesidad que amplios sectores de la población sienten espontáneamente ante su propia situación (en el sentido estrecho) y ante los grandes cambios y trastornos en el mundo y en el mismo Estados Unidos, como la inestabilidad, incertidumbre y ansiedad producidas por la economía (descrita por el escritor “conservador” Edward Luttwak como “turbo capitalismo”, que podría ser una metáfora apropiada).

Asimismo, acontecimientos trascendentales, como el derrumbe de la Unión Soviética y su bloque —y la ofensiva ideológica que proclamó la derrota, el fracaso y la muerte del comunismo— han estimulado la religiosidad. Y desde luego, la clase dominante busca “despellejar dos veces al buey” (sacarle doble provecho) ideológica y políticamente, fomentando la religión, de varios tipos, como solución a las inquietudes, ansiedad, incertidumbre y los anhelos de algo más noble y elevado que la incesante búsqueda de gratificación material instantánea, que la dinámica del sistema capitalista imperialista produce en forma concentrada y a gran escala hoy por hoy.

¿Cómo busca “despellejar dos veces al buey”? Por un lado, la clase dominante fomenta la incesante y delirante búsqueda de gratificación material instantánea (y como he dicho antes, el ethos y el modelo del “empresaurio”; y, por el otro, fomenta la religión como solución a todas las inquietudes, ansiedad, incertidumbre y los anhelos de algo más elevado que esa “fiebre del oro” produce (o refuerza).

Pero se trata de una situación contradictoria y paradójica: a la vez que fomenta a todo dar la religión, la clase dominante se ve obligada a reconocer que vastos sectores —sobre todo los que vivieron o abrazaron los levantamientos sociales, políticos e ideológicos de los 60— han rechazado las instituciones y gran parte de los preceptos religiosos tradicionales. De igual modo, muchos jóvenes se han desengañado de dichos preceptos e instituciones, así como de los políticos y líderes de la sociedad. Así que el “ascenso de la religiosidad” no abraza necesariamente la religión tradicional “establecida” en su forma “pura”; es más bien un fenómeno de “espiritualidad”, especialmente con relación a los jóvenes (la “generación X”, así como los más jóvenes: los adolescentes y los de 20 años).

Hace poco encontré un libro cuyo título me fascinó: Virtual Faith (La fe virtual) de Tom Beaudoin, quien se crió en una familia católica y sigue siendo miembro de la iglesia católica. Se propone explorar la espiritualidad y la religiosidad de la “generación X” (en la cual él se incluye); pero más que eso, mete la religión en todo, es decir, no simplemente observa la religión y su influencia sobre la “Gen X” (o los “Xers”, como llama a “su generación”), sino que la fomenta. A pesar de eso, tiene observaciones penetrantes, ¡aunque muchas veces toca invertir sus comentarios y conclusiones!

Beaudoin aborda varios temas importantes para comprender el papel específico de la religión en la sociedad estadounidense hoy, la campaña de promoción de la clase dominante y las tendencias espontáneas hacia la religiosidad o la espiritualidad, así como la relación (en realidad una unidad de contrarios) entre las instituciones religiosas y la espiritualidad. Su libro comprueba que una espiritualidad difusa (o ecléctica), incluso que predique desconfianza de la religión y las instituciones religiosas establecidas, termina apoyándolas. Los siguientes pasajes de Virtual Faith ilustran dicho punto:

“Varios amigos míos sufrieron de desilusión o depresión durante los años 80 por la angustia de la guerra nuclear y de perder el derecho al futuro”. (p. 9, traducción del OR)

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“Como un compañero de nuestra generación dijo hace poco, ya no tiene caso ‘fantasear sobre la revolución, pues el que haya estudiado la época de los 60 sabe que jamás vendrá’”. (p. 10)

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“Como una compañera de la GenX dijo: `Las raíces de mi espiritualidad son el hinduismo, el budismo, el misticismo cristiano e islámico, y las religiones de los pueblos amerindios’. Así resumió docenas de pláticas que he tenido con los Xers sobre la religión”. (p. 25)

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“La salvación implica renunciar a la certidumbre humana”. (p. 30, 87, 81, 122, subrayado en el original)

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“En nuestra cultura fragmentada, la ambigüedad es la norma en lugar de la excepción; experimentar el momento y captar su significado eclipsan una visión de largo plazo”. (p.46)

Beaudoin cita a otra compañera: “Si quieres hablar de la iglesia, la verdad no me interesa”, y comenta: “Esta frase fue la más común en mis conversaciones y entrevistas de los últimos años; comúnmente los Xers agregan un comentario como lo siguiente: ‘Para ser religioso o espiritual no es necesario la iglesia o la sinagoga’. Y algunos preguntan: ‘¿Acaso eso tiene importancia para Dios?’...

“Los que practican la religión completamente alejados de las instituciones generalmente no pertenecen a un movimiento religioso por mucho tiempo; al parecer la estabilidad de la religión depende de la institucionalización, la cual implica establecer reglas, autoridades y ritos...

“Me parece que los Xers deben abrirse a una reevaluación general de la tradición religiosa... tal reevaluación puede moderar la espiritualidad, para que no sea crasamente subjetiva o meramente personal”.

En realidad todo eso subraya la necesidad de hacer una ruptura radical con las doctrinas e instituciones religiosas establecidas, así como la concepción del mundo que fomenta la religión, la metafísica religiosa y la “espiritualidad”de toda laya.

Subraya la necesidad muy profunda de que los desafectos a este sistema desalmado y degradante de explotación y opresión den un salto y abracen la ideología del proletariado revolucionario. Dicha clase es la única fuerza que podrá tumbar y abolir la explotación y opresión, la única fuerza que dará a luz un mundo donde haya la necesidad y la base para la colaboración consciente del pueblo motivada antes que todo por el bien común, en lugar de la competencia egoísta que convierte todo en mercancías y capital. Es la única fuerza que brinda una visión de una sociedad y un mundo en que no sea necesario huir de la realidad material y las relaciones sociales para encontrar un propósito y una meta que sea más noble que la búsqueda de la gratificación o “validación” individual. Es la única fuerza que permite luchar por captar lo que se pueda conocer y analizar en un momento dado, y lo que en ese momento aun se desconoce. La única fuerza que permite ampliar más y más el alcance del método científico y la capacidad de comprender la realidad, así como la creatividad que nos reta a mirarla desde otra óptica o imaginar o explorar esferas que el conocimiento humano todavía no ha alcanzado o definido. La única fuerza que puede emancipar a los seres humanos y la imaginación humana de las limitaciones de la privación material y las cadenas de la superstición y dogma de todo tipo.


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