Condena en Birmingham

Justicia demora 40 años

Obrero Revolucionario #1153, 2 de Junio, 2002, posted at http://rwor.org

Para muchos negros de Birmingham, Alabama, los sucesos del 15 de septiembre de 1963 siguen siendo una fuente de horror, dolor y coraje. En la Iglesia Bautista de la Calle 16 (el centro organizador del movimiento de derechos civiles en ese entonces) cuatro niñas estaban en el cuarto de baño del sótano preparándose para la celebración del Día de la Juventud. De repente, una bomba estalló y destruyó gran parte del edificio. En los escombros, encontraron los cadáveres de Cynthia Wesley, Addie Mae Collins, Denise McNair y Carole Richardson, de 11 a 14 años, muertas por los racistas del Ku Klux Klan.

El 22 de mayo de 2002, condenaron de homicidio y sentenciaron a cadena perpetua a Bobby Cherry, uno de los asesinos que colocaron la bomba en la iglesia. La condena tardó casi 40 años,a pesar de que desde hace muchos años las autoridades tienen pruebas de su culpabilidad y a pesar de que él se jactó abiertamente del crimen.

Sarah Collins Rudolph es la hermana de Addie Mae Collins y quedó parcialmente ciega a raíz del dinamitazo. En su reacción al veredicto, resumió los sentimientos de muchos: "Tardaron demasiado en juzgarlo".

Ahora la fiscalía y demás voceros de la estructura de poder dicen que el veredicto demuestra que el sistema "funciona" y que los tribunales hacen justicia. Pero la realidad es que la larga trayectoria de este caso demuestra lo arraigadas que son la supremacía blanca y la opresión nacional en este sistema.

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Desde el momento en que la bomba destruyó la iglesia y mató a las cuatro niñas, la policía, el FBI y las demás dependencias gubernamentales sabían que fue obra del Klan, que llevaba décadas sembrando terror contra los negros de Birmingham (y de todo el Sur). Entre finales de la II Guerra Mundial y 1963, hubo 40 atentados dinamiteros en la ciudad.

En 1963, los negros de Birmingham lanzaron una potente lucha por la libertad, y las fuerzas reaccionarias respondieron con sangrientos contraataques. La policía atacó a los jóvenes manifestantes con perros y mangueras de alta presión. Por su parte, los agentes extraoficiales del sistema también redoblaron sus ataques. El Klan realizó marchas públicas y, por medio de dinamitazos y otros medios, atacó a los organizadores del movimiento de derechos civiles. (Vea "Cuatro niñas y la lucha por la libertad" en la página 12).

Un habitante de Birmingham recuerda: "Estallaban bombas constantemente; las oíamos noche tras noche. Había tantos atentados dinamiteros en el barrio donde vivían los activistas negros que lo llamábamos `La colina de la dinamita'".

Casi inmediatamente después del dinamitazo de la iglesia, las autoridades identificaron a los sospechosos: cuatro klanistas llamados Robert Chambliss, Bobby Frank Cherry, Herman Frank Cash y Thomas Blanton, Jr. A Chambliss, un klanista infame, lo apodaban "Bob el dinamitero". Cherry también tenía renombre: en 1957 le dio una paliza al reverendo Fred Shuttleworth, un dirigente del movimiento de derechos civiles de Birmingham, cuando llevó a inscribir a sus hijos a una escuela blanca. El FBI interrogó a Cherry poco después del dinamitazo. Cherry dijo que no fue él... porque alguien se le adelantó.

No arrestaron a ninguno de los klanistas a pesar de abundantes pruebas. En 1965, el director del FBI, J. Edgar Hoover, terminó la investigación por "falta de cooperación del gobierno municipal". Pero el FBI había recopilado 9,000 páginas de documentos y cintas relacionadas al caso, que no divulgó hasta muchos años después.

El fiscal general de Alabama volvió a abrir el caso... ­en 1971! Seis años más tarde, en 1977, condenaron a uno de los asesinos, Chambliss, de homicidio. Otro sospechoso, Cash, murió en 1994.

En 2000, por fin acusaron a Blanton y Cherry. A Blanton lo condenaron en 2001 y lo sentenciaron a cadena perpetua, pero pospusieron el juicio de Cherry porque su abogado defensor afirmó que no era competente para ser juzgado. El juez James Garrett falló a favor de Cherry, a pesar de que dos de los cuatro médicos que lo examinaron dijeron que se fingía incompetente.

El fallo provocó amplia indignación. Protestas diarias obligaron al juez a mandar observar a Cherry, y los observadores informaron que efectivamente se estaba haciendo el loco.

Por fin Cherry está preso. Acabó la vida de cuatro niñas, pero llevaba 38 años sin ser juzgado. Se jactó abiertamente de que le "voló los sesos a un chingo de niggers en Birmingham". En el juicio, su ex esposa dijo que la participación en el Klan era una fuente de orgullo para él y que les mostraba su capucha blanca. Recordó que una vez les señaló las escalinatas de la iglesia de la Calle 16 y les dijo que colocó la bomba y prendió la mecha. También dijo que estaba con Chambliss y Blanton cuando construyeron la bomba.

Incluso en medio del juicio, era patente la diferencia entre el tratamiento suave de los racistas y la brutalidad y humillación que experimentan los negros. A Cherry lo pusieron en libertad bajo fianza y no lo llevaron al juzgado encadenado. Después de sentenciarlo, el juez no le dio un sermón sobre lo horroroso que fue su crimen; en vez, le dijo a este monstruo: "Buena suerte, señor".

Uno de los principales argumentos del abogado de Cherry fue que no lo debían condenar porque en Alabama en 1963 había muchos racistas: la policía, la alcaldía y el gobernador, George Wallace (un notorio racista e implacable enemigo de la integración). El abogado recordó cuando Wallace se metió en las escalinatas de la Universidad de Alabama (para bloquear el paso a los primeros estudiantes negros) y declaró: "­Queremos la segregación hoy, mañana y para siempre!". En cierto sentido tiene razón: Cherry y los demás klanistas estaban al servicio de la estructura de poder supremacista blanca que en ese entonces defendía las leyes discriminatorias y llevaba a cabo ataques violentos contra los negros.

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Para los negros de Birmingham, la condena es una victoria agridulce. Una activista que tiene 50 años nos dijo: "Es un veredicto justo. No esperábamos una condena de ese jurado. Esa noche unas 500 personas --negros y blancos-- nos reunimos para cantar, escuchar charlas y marchar por el parque [el parque Ingram es donde se celebraron muchas manifestaciones en los años 60]. Todos celebramos con mucho júbilo frente a la iglesia. Éramos muchos, negros y blancos".

Un negro que militaba en el movimiento para condenar a Cherry nos dijo: "Se demoró mucho tiempo, pero de todos modos nos alegró. Es culpable desde hace 39 años, pero si lo hubieran juzgado en 1963 lo hubieran absuelto. En ese entonces cualquiera podía matar a un negro y salir impune; era como matar a un perro".

En Birmingham nos dijeron una y otra vez que les da asco que para conseguir un poco de justicia fuera necesario luchar tanto tiempo contra el gobierno y los tribunales. Muchos jóvenes dijeron que aunque hayan anulado las leyes de segregación, todavía continúan la opresión y la discriminación contra los negros. Uno nos comentó: "Aquí la policía nos pone drogas o lo que sea si quiere arrestarnos. Nos ataca con más saña que nunca. El sistema de justicia es un sistema criminal".

Un señor negro, que jugaba ajedrez, nos expresó lo que muchos están pensando: "A los negros nos enfurece que no se puede conseguir justicia. A ese hombre le permitieron vivir toda la vida antes de acusarlo. Es muy poco y muy tarde. Si hubieran matado a cuatro niños blancos, ­pum! Lo hubieran condenado en un dos por tres".


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