Campesinos mexicanos vs. Fox

Campesinos de San Salvador Atenco paran construcci¢n de aeropuerto

Obrero Revolucionario #1164, 25 de agosto, 2002, posted at http://rwor.org

México: Los campesinos de San Salvador Atenco le han obligado al gobierno a retroceder en su plan de construir un nuevo aeropuerto internacional en las tierras de 30,000 campesinos. ("Los campesinos luchadores de San Salvador Atenco" en el Obrero Revolucionario No. 1160 tiene más información sobre la lucha).

El pueblo celebró por tres días; una joven líder de la lucha dijo: "Sí ahora logramos que nos respetaran, porque el hecho que hayan echado el derogado, el decreto, no significa que nos hicieron un favor, es obligación. Es el respeto que merece el pueblo de México".

La resuelta resistencia del pueblo triunfó, y la nueva y cuidadosamente cultivada imagen del gobierno empezó a erosionarse y dejó al descubierto la cara del mismo viejo opresor de siempre. Como dijo un dirigente campesino: "El gobierno, acostumbrado a someter, subestimó al pueblo...".

La construcción del aeropuerto internacional en San Salvador Atenco (a unos 30 km de la capital) era el proyecto más importante del sexenio del presidente Vicente Fox, e iban a participar millonarios de México y transnacionales como Nestle, Bayer, Dupont, Nissan y General Motors.

El gobierno anunció el plan de apoderarse de las tierras en octubre del año pasado y, sin siquiera negociar con los ejidatarios, fijó la mísera suma de 7 pesos (70 centavos de dólar) por metro cuadrado. [Los ejidos son tierras comunales que dio a los campesinos la revolución de 1910.] Pero justo cuando los capitalistas financieros firmaban los acuerdos con la clase dominante, de las sombras del campo mexicano salió un ejército armado de antorchas y machetes que hizo recordar la revolución de 1910. Se tomaron las calles de la capital y proclamaron: "¡La tierra no se vende!".

El 1° de enero, el gobierno declaró que Atenco era "una municipalidad en rebeldía"; por su parte, los campesinos pusieron retenes y prohibieron la entrada a la policía y agentes del gobierno.

Municipalidad en rebeldía

El 11 de julio, 1000 policías de motín emboscaron y agredieron a una marcha de 40 campesinos, militantes del Frente de Pueblos para Defender la Tierra, una organización que unió a los 13 ejidos afectados por la expropiación. Los que lograron regresar a Atenco reventaron petardos y tocaron las campanas para dar la alerta. Salió la gente y quemaron radiopatrullas y llantas, y bloquearon la carretera con camiones de Coca Cola. Se produjo un embotellamiento en las carreteras y caminos a la capital que duró dos días. Tomaron de rehenes a 15 funcionarios del gobierno y policías para que les devolvieran sus compañeros detenidos.

El 13 de julio, 3,000 efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP) y un destacamento del ejército rodearon el pueblo. Ante los ojos del mundo, este se puso en pie de lucha, decidido a defender la tierra con la vida.

Colocaron tanques de gasolina de 40,000 litros en los puentes que podían detonar para impedir el avance de los soldados. Construyeron cañones de madera y tubos, y almacenaron perdigones de sal. Ocuparon botellas de Coca-Cola para hacer cócteles molotov. Esa noche llegaron 150 estudiantes de la UNAM y se sumaron a las barricadas.

El 15 de julio, el gobierno retrocedió y puso en libertad a los campesinos detenidos, y el pueblo soltó a los rehenes.

Las maniobras del gobierno y la determinación del pueblo

Las tropas se retiraron y el gobierno empezó a negociar con los ejidatarios. El gobierno se puso a dividir el movimiento y a restarle apoyo. Lanzó una megacampaña en la prensa y dijo que a los campesinos de Atenco los estaban manipulando gente de afuera y extranjeros. Un partido pro gobierno ofreció una recompensa de medio millón de pesos (50,000 dólares) por información acerca de "fuerzas ajenas" que buscaban controlar la lucha.

El gobierno giró órdenes de arresto para seis personas que no eran residentes de Atenco. Pero según las encuestas, ¡el 80% de la población capitalina apoyaba a los campesinos!

El 17 de julio, el gobierno anunció un acuerdo para la compra de la tierra con los presidentes de 10 de los 13 ejidos afectados. Cuando salieron de la reunión, los campesinos los confrontaron a gritos, tildándolos de "traidores". Quemaron un monigote de uno y a otro lo expulsaron del pueblo por "venderse".

Un líder campesino le dijo a la prensa: "No representan a las mayorías, así que cualquier tipo de negociación que quieran hacer será desconocida por nosotros".

El 23 de julio, el gobierno aumentó el pago a 5 dólares por metro cuadrado, y prometió construir escuelas y hospitales y compartir una parte de las ganancias del aeropuerto con los campesinos.

Pero al pueblo no le pareció. Muchos campesinos tienen menos de cinco hectáreas y no quieren dejar la tierra para un futuro incierto como trabajadores asalariados. Como dijo un ejidatario: "Tengo 66 años y la tierra me tocaba repartirla con otros 2 hermanos. Los poco menos de 600 mil pesos me los hubiera acabado en menos de 3 años, a mi edad ¿qué negocio hubiera podido poner?".

En Atenco muchas casas no tienen agua, hay mucho analfabetismo, muchos niños no terminan los estudios y no hay ambulancia. Pero a diferencia de muchas regiones del país donde los pueblos están prácticamente abandonados porque la gente se ha ido a Estados Unidos para ganarse la vida, Atenco tiene una economía viable y un profundo conocimiento de la historia. "La vieja guardia" se la pasa en la plaza platicando de la revolución de 1910 y de sus abuelos, que ganaban 12 centavos al día en las haciendas de los terratenientes. Trazan una conexión entre el pasado y el presente que ha servido para fortalecer la lucha. Como dijo un líder: "En la revolución, los hacendados nos aventaron a las tierras más amoladas, a las lomas erosionadas. Ahora es el gran capital el que nos quiere destruir...".

Los compañeros de la vieja guardia fueron muy constantes; no faltaron a las barricadas para proteger el pueblo. Como dijo uno: "Soy ejidatario de La Magdalena. Tengo 75 años y trabajo mi parcela desde hace 50 años, desde que mi padre falleció. Nuestro pueblo ha preferido un puño de tierra a un fajo de billetes. Los billetes se acaban y nuestras tierras las tendremos para siempre. Ella es nuestra vida. Ella nos permite mirar a la gente de frente, como iguales".

Los campesinos de México tienen experiencia de sobra con las falsas promesas del gobierno. Hace 50 años, les quitaron tierras para la construcción del aeropuerto capitalino; el gobierno les prometió un pago, pero no recibieron ni un solo quinto . Uno le dijo a la prensa: "Hubo resistencia de algunos con sus escopetas... pero al final creímos en la promesa de pago. A 50 años continuamos esperando".

Las negociaciones entre el gobierno y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra estaban programadas para el 24 de julio, el mismo día en que murió Enrique Espinoza de las heridas que sufrió en la salvaje golpiza que le dio la policía el 11 de julio. Dos mil personas acudieron al entierro. 

El 27 de julio, el espíritu inquebrantable de los luchadores de Atenco se extendió: centenares de personas bloquearon dos carreteras por siete horas en el estado sureño de Chiapas en solidaridad.

El 28 de julio, representantes de 93 organizaciones campesinas de los estados sureños, donde vive la mayoría de la población indígena del país, se reunieron en Atenco. Los campesinos de esos estados se encuentran ante la amenaza de perder sus tierras por megaproyectos capitalistas como el Plan Puebla-Panamá. A la reunión también asistieron profesores y estudiantes universitarios, artistas progresistas y la ex presa política Erika Zamora, quien salió de la cárcel hace poco. (Zamora es una estudiante universitaria que trabajaba en un programa de alfabetización en el estado de Guerrero, donde el gobierno mató a un grupo de luchadores sociales que dormían en la escuela de El Charco, y tapó la masacre, diciendo que eran guerrilleros y murieron en un tiroteo. Zamora sobrevivió, fue arrestada y torturada, y pasó varios años presa). Hace poco, ejidatarios de Atenco viajaron a El Podrido, Guerrero, para solidarizarse con los campesinos que retomaron las tierras que les expropiaron.

Antes del 28 de julio, 8 de las 13 comunidades afectadas por la expropiación se sumaron al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. El gobierno no logró dividir al movimiento; ¡el tiro le salió por la culata!

La clase dominante debatió qué hacer. Unos decían que el gobierno no podía rajarse ante la lucha resuelta del pueblo porque demostraría a los inversionistas extranjeros que en México existe una situación de "ingobernabilidad". Pero el presidente de la Comisión de Derechos Humanos (un organismo oficial) advirtió que no era posible matar a todo el pueblo de Atenco, y dado que los 30,000 conflictos agrarios en el país son una bomba de tiempo, se corría el peligro de una explosión social.

El 1° de agosto, el gobierno anuló la orden de expropiación y anunció que iba a construir el aeropuerto en otra parte.

La estructura de poder está pintando su derrota como prueba del deseo de Fox de resolver problemas por la vía democrática. Fox, "el presidente del cambio", asumió la presidencia en 2000 y prometió acabar con el gobierno del PRI, el partido que gobernó el país por muchas décadas y es símbolo de corrupción y represión de los campesinos.

Ante la firme resistencia de los campesinos de Atenco, el gobierno de Fox temió que la mano de hierro prendería más lucha. Como un líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra dijo: "Si se retractaron en este caso fue porque no tuvieron otra salida. Se venía una convulsión social, ­a huevo! Pero si continúa el divorcio de las autoridades con el pueblo, si insisten en aplicar la fuerza para lograr sus objetivos, esto se va a repetir. Habrá muchos Atencos".

Se acaba el mito de la paz social

La clase dominante está muy preocupada por la cancelación del proyecto aeroportuario. El Consejo Coordinador Empresarial, un importante grupo de capitalistas del sector privado, dijo que el país perderá oportunidades económicas debido al "aumento en `la tasa de los riesgos' del país y la vulnerabilidad de las inversiones". (Con `la tasa de riesgos' los inversionistas imperialistas determinan si es aconsejable invertir en un país). Advirtió que la imagen de estabilidad de México se ha erosionado mucho desde que Fox tomó el poder: México perdió "buena parte del activo histórico que se acumuló con la alternancia en el poder".

Un empresario calificó de "horror" la decisión de ubicar el aeropuerto en otra parte y advirtió: "Es difícil que [alguien] quiera venir a invertir cuando las decisiones políticas se anteponen a cualquier criterio y cuando siete machetes detienen una decisión técnica y una inversión de esta magnitud". Los representantes de la gran burguesía claman por imponer el "estado de derecho".

La iglesia católica no se ha quedado atrás. Onésimo Cepeda, el arzobispo de Ecatepec, dio su bendición a las masacres de campesinos y el robo de tierras: "Aun cuando haya muerto una persona, aun cuando hayan muerto 500, se debió construir la terminal". Criticó la "debilidad" del gobierno ante la presión popular: "Estamos poniendo en México un camino. Trescientos machetes pueden echar abajo lo que diga el señor Presidente, y creo que eso es fatal para México".

Incluso el PAN, el partido de Fox, ha dicho que "los errores y equivocaciones" del gobierno de Fox "están a la orden del día, a la vista de todo mundo".

Aunque el gobierno tuvo que retroceder en San Salvador Atenco, la vida y las tierras de los campesinos de todo el país están bajo ataque. La clase dominante de México baila en la cuerda floja ante el volcán de descontento popular, pero le toca seguir adelante con los planes de despojar a millones de campesinos para satisfacer las exigencias de sus amos imperialistas. Como dijo un dirigente campesino: "El problema de fondo es un orden social injusto que tiene muchas caras. Se llama neoliberalismo, Tratado de Libre Comercio, Plan Puebla-Panamá, Acuerdo de Libre Comercio para las Américas...".

La victoria de San Salvador Atenco ha tenido gran eco en todo el país, pues la situación del pueblo ha deteriorado muchísimo por los efectos del TLC y el desarrollo imperialista. La rebelión de "los de abajo" ha enseñado al mundo una gran fuerza latente que la estructura de poder quiere suprimir y ocultar.

A lo largo de la historia, la lucha campesina ha estremecido a México hasta sus cimientos; ha tumbado gobiernos y derrotado invasiones. El campesinado sigue siendo la fuerza clave de la revolución en México: millones de campesinos están trabados en una lucha de vida o muerte con los opresores que controlan la tierra y sus amos imperialistas.

Atenco es un microcosmos del país. Como dijo un líder de la lucha: "Lo que pasó aquí fue un anuncio para el gobierno. Ya hay anuncios por todo el país; solo falta que empiecen los levantamientos. A las autoridades se les olvida la historia de México".

Fuerzas poderosas piden la sangre de los ejidatarios de Atenco. El gobierno acusa a los campesinos detenidos el 11 de julio de delitos graves y quiere entablar acusaciones contra otros que participaron en el movimiento. Habla de penalizar el machete. La gran burguesía pide que se castigue a los ejidatarios para "no sentar precedentes nefastos en la sociedad y no generar toda una nueva tendencia que se especialice en delinquir para obtener la atención gubernamental".

Los ejidatarios han advertido que recibieron amenazas de venganza de parte del grupo Atlacomulco, un grupo financiero con vínculos al PRI, y de la familia del difunto Hank González, dueña de una megacompañía que se hubiera beneficiado directamente con la construcción del aeropuerto. Representantes del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra dijeron: "Si un pequeño grupo de gángsters políticos nos quiere enfrentar, no nos vamos a quedar de brazos cruzados".

Fox ha dicho que se constuirá el aeropuert, pero no hay nada por escrito. Los campesinos de Atenco dicen que se mantendrán atentos hasta que la victoria sea segura. El pueblo mexicano tendrá que hacer un balance de esta lucha y de sus lecciones para la lucha general.

En las palabras de un ejidatario: "Que el gobierno no crea que nos vamos a echar a dormir. Seguimos en pie de lucha".


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