Parte quince: La revolución proletaria es un proceso internacional e histórico mundial

Entrevista a Bob Avakian, Por: Carl Dix

Sobre la guerra y la revolución, Sobre ser revolucionario y cambiar el mundo

Obrero Revolucionario #1174, 10 de noviembre, 2002, posted at http://rwor.org

Con gran entusiasmo el Obrero Revolucionario brinda a los lectores esta entrevista y diálogo entre Bob Avakian, el presidente del Partido Revolucionario Comunista (PCR), y Carl Dix, vocero nacional del PCR.

Esta es la entrega final de esta importante entrevista, que abarca una gran variedad de temas. Está en su totalidad disponible en la Internet.

La entrevista tiene leves cambios editoriales.

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En tiempos de grandes retos, el pueblo requiere "armas" extraordinarias que lo preparen para asumir tales retos, y lo que les brindamos aquí es verdaderamente extraordinario: una nueva arma política para los que nos oponemos a la ofensiva de guerra y represión de los imperialistas yanquis, que elevará nuestra conciencia y nos permitirá asumir retos y entrarle de lleno a la lucha por cambiar el mundo. El Obrero Revolucionario brinda a los lectores una importante entrevista con Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario, EU.

Tuve el gran honor de entrevistar a Avakian. De antemano, sabía que a mucha gente le hubiera gustado plantearle cuestiones muy candentes, pues a mí me las han venido planteando cuando divulgo el Borrador del Programa del partido y cuando platicamos de "la guerra ilimitada" que la clase dominante imperialista de Estados Unidos ha desatado contra el mundo. Así que sabía que iba a tener la responsabilidad y la oportunidad de plantearle esas cuestiones en nombre de todos.Fue una experiencia fenomenal, difícil y a la vez muy divertida. Hace mucho tiempo que no tenía la oportunidad de platicar así con Bob Avakian, pero lo encontré igual, el mismo camarada "encendido" (para usar una frase de Peter Tosh) que ha dado liderazgo decisivo al movimiento revolucionario en tantas coyunturas cruciales en el pasado. Estaba totalmente al tanto de los acontecimientos en Estados Unidos y el mundo, y le entraba con el mismo entusiasmo inagotable a las cuestiones histórico-mundiales de la revolución proletaria. Pasamos varios días juntos haciendo la entrevista, que abarcó una gran variedad de temas, tales como la situación actual, la religión y lo que lo ha sostenido a lo largo de muchos años como líder revolucionario. Y al terminar "la jornada", lo pasábamos hasta muy noche platicando de básquetbol, cine y más.

Ojalá que los lectores disfruten tanto de la entrevista y aprendan tanto de ella como yo en el proceso de elaborarla.s

Carl Dix

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Carl Dix: Hoy hemos hablado de temas muy variados, como los reveses que nuestro movimiento internacional sufrió con la derrota del gobierno proletario en la Unión Soviética y China, lo que nos sostiene en el camino revolucionario y las cosas que nos alientan. Ahora quisiera preguntarte, ¿cómo ves la situación del movimiento proletario mundial y su misión histórica de eliminar el imperialismo de la faz de la Tierra y acabar con la explotación y la opresión? ¿Cómo vamos?

Bob Avakian: Hace poco el Obrero Revolucionario sacó un pequeño ensayo mío sobre el tema, que hace referencia a un verso del poeta irlandés William Butler Yeats: "Nace una terrible belleza/ todo ha cambiado, cambiado del todo".** A mi juicio, el siglo pasado no presenció la debacle ni los horrores de la revolución comunista, como comúnmente se dice; más bien diría que nació una terrible belleza, que como señalé en el ensayo, fue "terrible" precisamente para la burguesía. Un burgués comentó acerca de la Comuna de París (el primer levantamiento proletario que llevó a la conquista del poder en París y otras partes de Francia por un par de meses) y en particular acerca del papel revolucionario de la mujer, a quien la Comuna desencadenó y emancipó (desafortunadamente apenas por un tiempo muy breve): "Si Francia fuera una nación de mujeres, ¡qué terrible sería!". Y al decir "terrible", quería decir "aterradora", porque nuestra revolución, tanto el aspecto de desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución como la meta de barrer la opresión, es "aterradora" y "terrible" para la burguesía; le infunde terror, pero para las masas es una cosa muy bella, una belleza.

¿Qué logramos a través de las primeras revoluciones proletarias? En esas revoluciones el proletariado conquistó el poder y no solo por un período breve; lo consolidó a lo largo de varias décadas e hizo grandes transformaciones en la economía, las instituciones políticas, las relaciones sociales, la cultura y el modo de pensar de la sociedad. De veras fue una cosa muy bella. Pero a la vez fue terrible, porque como he señalado, tenía grandes limitaciones y fallas debido precisamente al hecho de que en esas primeras décadas de las nuevas sociedades socialistas apenas comenzaron a superar las desigualdades y los vestigios de las relaciones opresivas y explotadoras que quedaron de la vieja sociedad. Todavía existían: los iban barriendo pero no habían logrado barrerlos del todo, lo cual creó la base y la posibilidad, como mencionamos antes, para que las revoluciones dieran marcha atrás y para que fuerzas de la vanguardia arrebataran el poder al proletariado y, en lugar de avanzar hacia el comunismo lo arrastraran nuevamente al viejo mundo, a la vieja sociedad, en fin, al capitalismo.

La experiencia ha sido contradictoria pero, recalcamos, si preguntamos si "las masas, las grandes mayorías de la Unión Soviética y especialmente China, ¿estaban mejor cuando eran países socialistas?", la respuesta es clara: estaban muchísimo mejor. Aplicando cualquier criterio objetivo, estaban infinitamente mejor, en cuanto a sus necesidades elementales y, además, su plena participación política, la eliminación y transformación de las relaciones sociales opresoras, su conocimiento del mundo y capacidad de cambiarlo.

Eso no quiere decir que no hubiera deficiencias ni problemas; se cometieron, la dirección cometió, incluso graves errores en el curso de esas revoluciones, pero no cabe duda de que las masas estaban mucho mejor que antes de la revolución, y mucho mejor de lo que están ahora, pues estaban barriendo las relaciones de explotación y opresión, y creando un mundo completamente nuevo. Esa es la realidad. Pero también es cierto que esas revoluciones dieron marcha atrás, en parte como consecuencia de nuestros errores (hablando colectivamente de nuestra clase y la dirección de nuestra clase a lo largo de ese período), pero en mayor grado porque esos primeros esfuerzos, esas nuevas sociedades socialistas, nacieron marcadas por las desigualdades y los vestigios de la sociedad opresora y explotadora, y surgieron en un mundo dominado por el imperialismo, con todo lo que eso implica para la economía y las amenazas militares contra esas sociedades, además de otras deformaciones que se daban porque surgieron en un mundo donde todavía existían esas relaciones. A mi juicio, hay muchísimo que aprender y muchísimo que rescatar de esa experiencia, y nos toca analizarla mucho más a fondo.

Hemos dedicado mucho esfuerzo a hacer un balance de esa experiencia, y a aprender tanto de los errores y reveses como de los grandes avances e innovaciones que se lograron en el curso de forjar un nuevo mundo, nuevas relaciones sociales y una concepción del mundo completamente nueva. Hace falta mucho más trabajo en ese sentido, y nuestro partido y el movimiento revolucionario internacional deben analizar más a fondo y comprender más cabalmente las contradicciones que se plantean en la sociedad socialista, además de examinar nuestros logros (que servirán de base para nuevos avances) y la experiencia negativa que no queremos repetir, que queremos superar.

Viendo la experiencia en perspectiva histórica, estamos en las primeras etapas. Apenas en 1917 se dio la primera revolución proletaria triunfante (después de la Comuna de París que, como mencioné, fue aplastada en un par de meses). La primera revolución proletaria se dio en la Unión Soviética en 1917, seguida por la revolución china en 1949. Así que en realidad hemos tenido muy poca experiencia histórica, digo, porque la burguesía surgió siglos antes de que consolidara su sistema y su gobierno en un puñado de países, principalmente en Europa; el proceso fue complejo, fue un camino de muchas vueltas y revueltas. Por nuestra parte, nos proponemos hacer algo mucho más radical, algo que ni la burguesía ni ninguna clase explotadora ha intentado: transformar completamente la sociedad y barrer todas las desigualdades sociales, todas las relaciones de opresión y explotación, y crear una asociación cooperativa de seres humanos libres que se extienda por todo el mundo. Esos seres humanos, con toda su gran diversidad, se relacionarán de muchas formas y se unirán en una asociación cooperativa que, como dijo Mao, transformará voluntaria y conscientemente a sí mismos y el mundo, e irán aprendiendo más sobre el mundo y cómo transformarlo, y así irán avanzando.

Se trata de algo radicalmente nuevo que jamás se ha intentado; es de esperarse que no lo logremos del todo en los dos primeros grandes intentos y no debemos desanimarnos porque sufrieron reveses. Más bien debemos resumir y estudiar a fondo los errores, y a la vez reconocer las grandes innovaciones y avances que se lograron en un tiempo muy breve, pues a final de cuentas apenas estamos en el comienzo de ese gran proceso. Y si lo analizamos desde una perspectiva histórica, vemos que la dinámica del sistema --el sistema capitalista que todavía domina el mundo-- seguirá suscitando la revolución, irá planteando más y más agudamente la necesidad de la revolución. Veamos el mundo de hoy. Los pueblos de todo el planeta se rompen el lomo y producen grandes riquezas; sin embargo, la mitad de los seres humanos sobreviven a duras penas con menos de dos dólares al día, y en el tercer mundo 40,000 niños mueren todos los días de desnutrición y enfermedades curables. ¡Qué barbaridad! Pero los medios para resolver esa gran contradicción están a nuestro alcance: la revolución proletaria arrebatará el control de la economía y las estructuras políticas de las manos de una pequeña clase de explotadores --los capitalistas e imperialistas--, instituirá la propiedad común de las masas e irá eliminando todas las diferencias sociales entre administradores y seguidores, trabajadores intelectuales y manuales, y lo demás.

Pero antes de llegar a ese momento, las bárbaras contradicciones del sistema seguirán clamando esas grandes transformaciones revolucionarias y seguirán suscitando las fuerzas que podrán hacerlas, porque el capitalismo no existe sin la explotación. Los reveses que hemos sufrido no cambian eso. Además el capitalismo se ha extendido por todo el globo, y si bien es cierto que la revolución se hace país por país, también es cierto que se ha fortalecido la base de unidad del proletariado internacional y de las luchas revolucionarias de todos los países. Todo eso es cierto, digo, a pesar de los reveses, pues los reveses no han borrado la imperiosa necesidad de la revolución ni cambian el hecho de que la misma dinámica del sistema capitalista sigue produciendo más y más protagonistas de esa revolución.

Todos los imperios caen
El reto: Forjar un mundo radicalmente nuevo

CD: Veamos este momento que estamos viviendo a la luz de todo lo que acabas de decir: ahorita los imperialistas fanfarronean que le darán en la torre a este o aquel país, hacen alarde de lo que van a hacer en tal país, dicen que van a hacer esto y lo otro, y la verdad es que son muy prepotentes, como si el orden actual perdurara para siempre. Me trae a la mente imágenes de los emperadores romanos, que seguro eran igualitos. Claro, no disponían de la tecnología para difundirlo tanto, pero seguro echaban el mismo rollote de que "nuestro imperio es eterno", y ya vemos lo que les pasó. Esos rollos del imperio de que seguirá oprimiendo y explotando a los pueblos eternamente, pues hay que aguantarlos porque los van a echar, pero la neta: los imperios nacen y reinan por un tiempo, pero después caen. Y tú, ¿cómo ves esta cuestión?

BA: Me parece muy importante lo que dices. Esto lo abordamos en una declaración con motivo del nuevo milenio, en la cual señalamos que ciertamente todos los grandes imperios llegan a la cima del poder y se proclaman eternos, y posteriormente caen y sobre sus cenizas se alzan otros. Tal fue la historia de Roma y de los demás imperios. Pero planteamos la pregunta: ¿cómo salimos de ese círculo?, porque nos encontramos en una etapa de la historia en que existe la base para salir de ese círculo en que un imperio opresor reemplaza a otro. De hecho, es posible tumbar a todos los opresores y reemplazarlos con el gobierno de las masas, del proletariado, y a la larga con un mundo comunista, en el cual ninguna parte de la sociedad domine a otra y haya una asociación cooperativa de seres humanos libres.

Así que la cuestión viene siendo, como la planteamos en esa declaración --y como se plantea concreta, aguda y constantemente en el mundo actual--, ¿qué va a reemplazar a los imperios? La historia demuestra que no son eternos, y el imperialismo yanqui no será la excepción, ni tampoco la serán sus rivales imperialistas. ¿Qué los va a reemplazar? Eso depende de cómo se logre tumbarlos y de quiénes lo hagan. Si los derriban otros imperios (o sea, otras potencias imperialistas), todo seguirá básicamente igual. Pero nos encontramos en una etapa de la historia humana en que no tiene que ser así, porque la lucha revolucionaria de las masas puede tumbarlos y reemplazarlos con una sociedad revolucionaria liberadora y a la larga con un mundo comunista.

Pero para eso se necesita una fuerza consciente, y eso nos lleva de vuelta a la cuestión de la vanguardia, porque se necesita el papel consciente de una dirección revolucionaria que se base en la concepción del mundo, metodología y línea comunista, elaboradas hoy en el marxismo-leninismo-maoísmo (MLM). He aquí la cuestión crucial: ¿cómo llevar el MLM a las masas y potenciarlo como una monumental fuerza material: la lucha revolucionaria de las masas? Eso es lo que tiene que tumbar todos los imperios.

Si examinamos la historia del imperio romano, por ejemplo, vemos que en una coyuntura estaba trabado en combate con el imperio pérsico, y ambos se debilitaban, cuando "de repente" surgió el imperio islámico. Eso ocurrió, es un hecho histórico... Actualmente, Estados Unidos es la única superpotencia del mundo, pero no la necesitamos ni tampoco necesitamos un nuevo imperio, ni mucho menos un imperio islámico ni cristiano. ¡Abajo todos los imperios! Necesitamos la lucha revolucionaria de las masas y una sociedad liberadora, la sociedad socialista, que esa lucha dará a luz y, posteriormente, el avance mundial al comunismo. Esa es la única forma de acabar con el milenario círculo vicioso un imperio llega a la cima del poder y luego se desmorona o lo derrota o lo reemplaza otro, y las masas siguen siendo cruelmente explotadas, oprimidas, reprimidas y degradadas por el sistema y las clases dominantes y, a pesar de algunas diferencias superficiales, fundamentalmente todo sigue igual.

Pero, como venimos recalcando, ahora nos encontramos en un período histórico en que eso ya no es necesario, porque se ha desarrollado la tecnología y más que eso porque el proletariado ha surgido como la columna vertebral y la fuerza primordial que produce todo en la sociedad y el mundo, junto con las demás masas trabajadoras. Y por consiguiente existe la base para satisfacer las necesidades de las masas del mundo entero y para hacerlo a través de la actividad consciente y voluntaria de las mismas masas, para ir conquistando nuevas esferas de la sociedad, participando plenamente, y analizando y debatiendo todo mucho más. Ese es el enorme panorama que se nos abre. Nos encontramos en una etapa de la historia en la cual es posible salir del círculo vicioso y forjar algo radicalmente nuevo.

Eso es lo que tiene que ocurrir. Ese es el salto que hay que dar. Pero para hacerlo, se requiere el trabajo de los que comprendemos este proceso histórico, las fuerzas motrices y las posibilidades que encierra; se requiere el trabajo de los que han adoptado el punto de vista y el método científico del comunismo, el marxismo-leninismo-maoísmo, y que así pueden movilizar, potenciar y dirigir a las fuerzas que tienen la posibilidad de hacerlo. Ese es el gran reto que se nos plantea en este momento histórico.

Fin de la entrevista

**Pie de página: El poema de William Butler Yeats habla del levantamiento irlandés contra la dominación inglesa durante la I Guerra Mundial.


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