Colombia: Las armas yanquis y el petróleo

Obrero Revolucionario #1176, 24 de noviembre, 2002, posted at http://rwor.org

El oleoducto Caño Limón empieza en los campos petroleros de la intendencia de Arauca en el este de Colombia y serpentea 800 km por selva y montaña hasta llegar al puerto de Coveñas. Cada día, lleva 100,000 barriles de petróleo de la corporación Occidental Petroleum (de Los Ángeles).

Miles de soldados están asignados a vigilar el oleoducto para que no lo ataquen grupos guerrilleros. Este mes, las Fuerzas Especiales de Estados Unidos comenzaron a enseñarles técnicas de contrainsurgencia.

La administración Clinton aumentó enormemente la ayuda militar al gobierno de Colombia a finales de los 90 bajo el pretexto de "la guerra contra las drogas". El gobierno de Bush ha seguido aumentando el total de armas y "asesores" al país.

Sin embargo, el entrenamiento de tropas para vigilar el oleoducto representa un viraje importante en la intervención, pues ahora Estados Unidos se está metiendo directamente en la sangrienta guerra de contrainsurgencia de Colombia.

La administración Bush dice que Colombia es un frente de la "guerra contra el terrorismo" que se libra en todo el mundo. Proteger y expandir fuentes importantes de petróleo para el "frente doméstico" (es decir, Estados Unidos) ha asumido una importancia clave en la ingerencia en el país.

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"El teniente Felipe Zúñiga y sus tropas de contrainsurgencia marchan por tierras selváticas [de Savena, Arauca]. Su misión no es combatir las drogas -el factor determinante hasta ahora en la política estadounidense hacia Colombia-- sino proteger un oleoducto que lleva crudo al país que lo ansía... En un cambio importante de la política estadounidense, las Fuerzas Especiales de este país enseñarán al teniente Zúñiga y su pelotón de 35 soldados el arte de la contrainsurgencia".

Del New York Times , 4 de octubre, 2002

El teniente Zúñiga pertenece a la Brigada 18 del ejército colombiano. Cinco de los seis batallones de la Brigada 18 (la cual tiene 6000 soldados) protegen el oleoducto y llevan en el uniforme una insignia con una torre de perforación.

En los próximos años, el gobierno de Bush quiere entrenar a miles de soldados de contrainsurgencia, y mandar más pertrechos y helicópteros para combatir a las FARC y el ELN, las guerrillas más grandes.

Esta dramática expansión de intervención militar empezó durante la administración Clinton con el Plan Colombia, un enorme paquete de ayuda militar ($1.3 billones, o mil millones) para fortalecer al cruel y corrupto ejército de Colombia. Colombia recibió la mayor cantidad de ayuda militar después de Israel y Egipto.

El Plan Colombia envió "asesores" militares estadounidenses a entrenar y supervisar tres batallones que iban a lanzar una gran ofensiva en el sur del país. Lo más costoso del paquete militar fue el envío de 60 helicópteros artillados de alta tecnología.

Washington afirmó que la ayuda militar tenía el objetivo de erradicar los cultivos de coca. Colombia es actualmente una de las principales fuentes de coca, la base para preparar cocaína.

Sin embargo, por años las FARC han tenido mucha fuerza e influencia en el sur de Colombia, y el gobierno central ha ejercido un control precario en grandes partes de la región y en otras zonas rurales. La ofensiva militar, respaldada y dirigida por Estados Unidos, apuntó precisamente contra esa región.

La "guerra contra las drogas" era solo un pretexto: el Plan Colombia ha sido una iniciativa agresiva para respaldar al reaccionario gobierno de Colombia y transformar la situación interna con más contrainsurgencia.

Ahora que el equipo de Bush ocupa la Casa Blanca, Estados Unidos ha dejado atrás en buena parte el pretexto de la "guerra contra las drogas" y apunta abiertamente contra las fuerzas guerrilleras. El secretario de Justicia, John Ashcroft, declaró hace poco que "las FARC [son] el grupo terrorista más peligroso del hemisferio occidental". Las acusó de "hacer una campaña de terror contra ciudadanos colombianos y estadounidenses".

Los instructores de las Fuerzas Especiales que llegaron a Colombia este mes son parte de un paquete de $94 millones para proteger el oleoducto. En total Estados Unidos mandará más de $500 millones este año y quiere mandar más el año que viene.

Ya en Colombia hay centenares de "asesores" militares y de "contratistas militares privados" (es decir, mercenarios) de Estados Unidos al servicio de los militares yanquis y colombianos.

En agosto, el gobierno derechista de Álvaro Uribe tomó el poder. Uribe se ha identificado con la "guerra contra el terrorismo" de Bush en el plano internacional y con la estrategia de contrainsurgencia abierta. Declaró que su intención es eliminar la guerrilla y ha promulgado muchas leyes y decretos altamente represivos; por ejemplo, implantó una zona de seguridad en Arauca, lo cual permite a los militares hacer registros sin autorización, imponer el toque de queda y asumir los poderes del gobierno civil.

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Para los imperialistas estadounidenses, el petróleo cuenta muchísimo en la importancia estratégica de Colombia.

Colombia ya es el proveedor número siete de petróleo a Estados Unidos. Su petróleo es de alta calidad porque es fácil refinarlo y por lo tanto deja muchas ganancias. Además, gran parte de las reservas de petróleo y gas del país están sin explorar o explotar.

Los oleoductos y los campos petroleros de las corporaciones extranjeras reciben frecuentes ataques de las FARC y el ELN, y las corporaciones (como Occidental) se han quejado de que las pérdidas ascienden a millones de dólares. El New York Times informó: "El cambio de política de Washington hacia la contrainsurgencia ha recibido una buena acogida de parte de las compañías de energía, que lo han solicitado por muchos años". Un vocero de la corporación Occidental Petroleum le dijo al Times : "Hay grandes cantidades de petróleo y una enorme cantidad que no se ha explorado adecuadamente, así que tenemos mucho optimismo".

Por otra parte, los intereses imperialistas de Estados Unidos en Colombia van más allá de las ganancias. El gobierno de Estados Unidos quiere diversificar sus fuentes de petróleo por si se trastorna el suministro de alguna región. Especialmente, quiere garantizar y aumentar la producción petrolera en lo que considera su "patio trasero": Latinoamérica.

Juntos, los países andinos de Colombia, Venezuela y Ecuador producen diariamente más de dos millones de barriles de petróleo para el mercado estadounidense: el 20% del petróleo importado. Para Estados Unidos, la "pacificación" de Colombia es crucial para toda esa región y los cientos de millones de dólares al gobierno de Uribe son parte de una Iniciativa Regional Andina para los gobiernos pro-estadounidenses de la región.

Un vocero de Occidental Petroleum le dijo al Times: "A raíz de los problemas en Colombia, se vislumbra el peligro de la desestabilización de toda la región andina".

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El respaldo al gobierno de Colombia llevará más sufrimiento para las masas del país. Mientras las corporaciones estadounidenses sacan el petróleo del país, y una pequeña élite colombiana amasa fortunas gracias a su asociación con los imperialistas, las grandes masas sufren la miseria, el desplazamiento y las leyes represivas.

Mientras los funcionarios del gobierno de Estados Unidos hablan de una "guerra contra el terrorismo", el ejército colombiano aumenta la violencia reaccionaria contra el pueblo, con el respaldo yanqui. Además, trabaja con los paramilitares quienes, muchas veces pagados por los grandes terratenientes, asesinan activistas y hacen matanzas de campesinos. A Estados Unidos le conviene tener una red de escuadrones de la muerte que opera con cierta independencia de las fuerzas armadas del gobierno colombiano.

Con la intervención, el gobierno yanqui quiere transformar a Colombia en un país donde la explotación extranjera de los recursos, las tierras y el trabajo sea más rentable... donde el campo y los tugurios ya no generen resistencia y rebelión... donde el pueblo esté más firmemente bajo el control de los opresores y a la merced de sicarios oficiales y extraoficiales. Todo esto forma parte de un ambicioso plan de los imperialistas yanquis de "pacificar" toda Latinoamérica, con el fin de afianzar el dominio y la explotación de los recursos y el pueblo del continente.


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