Sin pedir disculpas

Reflexiones sobre escoger sin culpabilidad

Luciente

Obrero Revolucionario #1190, 9 de marzo, 2003, posted at http://rwor.org

Soy de la generación que nació después de la legalización del aborto con el fallo Roe vs. Wade en 1973. Hemos visto fotos de abortos clandestinos, pero nos parece que son cosas del pasado... como la esclavitud.

Pensándolo bien, me doy cuenta de que los abortos clandestinos y la esclavitud existían hace poco. Muchas mujeres de mi generación dicen que están a favor del derecho de la mujer a escoger si tener un hijo/a o no tenerlo. Pero a la hora de la verdad muchas creen que no pueden escoger. ¿Por qué?

Esto no debe sorprendernos pues casi todas las jóvenes han visto las inmensas fotos de fetos ensangrentados con letreros de "EL ABORTO MATA BEBÉS" que despliega el movimiento contra el aborto. A muchas nos han puesto esas fotos contra la nariz cuando vamos a una clínica a obtener información, hacernos un examen, por anticonceptivos o a hacernos un aborto.

Somos de la generación que vio el surgimiento del movimiento fascista cristiano "Promise Keepers", que hace campañas para que las jóvenes prometan ser vírgenes como la máxima virtud.

Nos dicen que el aborto no nos debe dar satisfacción. No nos dicen que es un acto de independencia, una forma de ejercer control de nuestra vida y nuestro futuro. Todo lo contrario: la iglesia, el estado y los medios de comunicación dicen que un aborto es un secreto vergonzoso, una "cicatriz" de culpa que nos recuerda que terminamos una vida humana.

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Julia y Cynthia eran mis cuatas desde chiquillas. Nos reíamos todo el tiempo; íbamos al cine; nos sentábamos en la puerta a hablar de lo que queríamos hacer en la vida. Cuando queríamos hablar de "la vida y el universo", íbamos a la playa, nos parábamos en la orilla y veíamos la marea subir y tocarnos los dedos. Los ojos les brillaban de entusiasmo cuando hablábamos del futuro y de cambiar el mundo de lo que es a lo que debe ser...

Cuando Julia se dio cuenta de que estaba embarazada, dijo que iba a ser mamá porque ella apoyaba el derecho de la mujer a "escoger", y eso era lo que quería.

Julia tenía 18 años cuando los ojos se le empezaron a apagar y la llama rebelde de la juventud se borró de ellos.

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Ahora tengo 25 años y recuerdo lo que nos enseñaban en la escuela sobre reproducción y "responsabilidad personal". Decían que la abstinencia era la "decisión responsable", pero si alguna quedaba embarazada porque tomó la "mala decisión" de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, pues tenía que vivir con las "consecuencias".

Teníamos tres opciones: 1) dar a luz; 2) dar el niño o la niña en adopción; o 3) hacernos un aborto. Esas eran las opciones, pero si nos decidíamos por la segunda o la tercera, nos decían constantemente que tendríamos que "vivir con esa decisión toda la vida", como si fuera una gran falta moral que nos haría sentir culpa y remordimiento por toda la eternidad. Nos advertían: "Piensen si podrán vivir en paz con esa culpa".

En la clase de salud explicaron que el aborto era una operación dolorosa con instrumentos afilados y aspiradoras que sacan a un bebecito de la mujer. ¿Pero qué puede ser más doloroso que nos obliguen a la fuerza (con leyes que requieren el consentimiento de los padres para un aborto, con mentiras y propaganda contra el aborto, con la falta de servicios médicos, pobreza y falta de apoyo de la familia) a dar a luz un hijo/a que no buscamos y no queremos?

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Cynthia tenía 19 años cuando se hizo su primer aborto. La fortaleza le ganó a la "culpa" que debía sentir, pero la segunda vez que quedó embarazada sin desearlo sintió mucha ansiedad. Ya se había hecho un aborto y no sabía si tendría la fortaleza emocional para hacerse otro.

Trato de imaginarme lo que pensaba y sentía, y qué efecto tuvo en ella la sofocante atmósfera que ha creado toda la propaganda contra el aborto. Supuestamente era otra oportunidad para "tomar una buena decisión". Cynthia decidió no abortar y poco después tuvo un aborto espontáneo. Su familia rezó por el "alma" del feto, hizo un entierro y lo enterró en un ataúd chiquito.

Nunca hablamos de lo que vivió cuando su familia la presionó a enterrar el feto, de su culpa ni de sus preguntas. Era algo que yo no debía saber y lo mantuvieron en secreto. La hicieron sentir que estaba pagando sus "pecados".

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¿Por qué es tan explosivo en la sociedad que las mujeres quieran ejercer control de su vida? Mary Lou Greenberg, del PCR, dice que debatir si las mujeres deben tener derecho al aborto es como "debatir si los negros deben tener derecho a ser libres". Es así de fundamental.

El estado dice que tiene "el gran interés" de proteger la vida de los "americanos que no han nacido". ¿Qué interés es ese? No es puro interés por los niños; ¡eso es seguro!

Millones de niños de este país no tienen servicios médicos, nutrición, guarderías ni educación aceptables como resultado directo de las medidas de este sistema. En Irak mueren 5,000 niños cada mes como resultado directo de las sanciones que impone este gobierno. Por todo el mundo millones de niños sufren las terribles repercusiones de la política imperialista de Estados Unidos: de inanición a los estragos de la guerra. ¿Así que cuál es ese "gran interés"? Solo puede ser un gran interés por regular la vida y la conducta de la mujer.

La historia ha demostrado que una de las principales formas de controlar a la mujer que han establecido las sociedades opresoras es controlar su reproducción. Desde cuando la sociedad humana se dividió conforme a la propiedad, y el predominio del hombre se impuso a la familia y la sociedad, se le quitó a la mujer el derecho de tomar decisiones sobre su reproducción. La iglesia y el estado dictan que la mujer obedezca al hombre. Las instituciones religiosas y políticas, las leyes y el peso de la ideología reaccionaria le imponen un peso coercitivo. Pero la mujer no ha dejado de oponerse a esa coacción.

Las relaciones de propiedad, que son el núcleo de la sociedad capitalista, también son el núcleo de la cuestión del aborto. Para los que gobiernan este país, las mujeres son propiedad que hay que controlar. Por su parte, los fetos son una propiedad que se ha vuelto muy útil política e ideológicamente para controlar a la mujer.

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Una mujer va para una clínica. Tiene que ponerse una armadura para protegerse de la pedrea que va a recibir y hacer acopio de fuerzas. Sus atacantes no tienen piedras de verdad (bueno, a veces sí). La apedrean con gritos de "asesina"; con los rosarios que le refriegan en la cara; con propaganda religiosa y pósters de fetos ensangrentados. Entra a la clínica tras pasar por un campo minado. Traga saliva para hablar por un micrófono a la recepcionista que está detrás de una ventanilla blindada. Su doctora trabaja con un chaleco a prueba de balas.

Cuando termina la consulta, tiene que pasar por lo mismo a la salida.

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En los años 80 y 90 se dio una intensa batalla entre los dos lados. Los oponentes del aborto organizaron grupos reaccionarios y ejércitos de fanáticos para acosar e intimidar a las mujeres que iban a clínicas ginecológicas y de aborto. A los médicos y los trabajadores de las clínicas los amenazaron, les pusieron bombas y en varios casos los mataron.

Miles de mujeres salieron a luchar contra los grupos de fascistas cristianos que a diario iban a bloquear las clínicas que ofrecen servicios de aborto. Por todo el país organizaron una militante defensa de las clínicas. En ciudades como Wichita, Kansas, se dieron cita mujeres y hombres de todo el país para frenar las campañas que buscaban cerrar clínicas, y amenazaban a los médicos y trabajadores. Cientos de miles protestaron contra las tentativas del gobierno de penalizar el aborto (anulando el fallo Roe vs. Wade ). Asimismo, han honrado y protegido a los valientes médicos que siguen practicando abortos a pesar de amenazas de muerte.

Fuera de los ataques físicos contra las clínicas, el movimiento contra el aborto desata una constante campaña de mentiras sin base científica. Los políticos dicen que el aborto es "asesinato" o en el mejor de los casos dicen que es "algo triste" que debe ser "raro".

El efecto objetivo de todo eso es un ataque ideológico y político contra la mujer en toda la sociedad. Nuestra libertad de escoger la han corroído las leyes contra el aborto y el cierre de clínicas, así como el constante bombardeo de mentiras y confusión que busca confundirnos y hacernos sentir culpables.

En este país se practican más de 1.31 millones de abortos cada año. El aborto es una de las cirugías más comunes. Pero menos y menos médicos lo practican, y a muchos de ellos les están reevaluando la licencia médica porque las juntas directivas médicas se oponen al aborto.

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George Tiller, un médico que practica abortos desde hace muchos años, le dijo a un periódico de Wichita, Kansas: "Lo que echa a pique una vida no es un embarazo no planeado, es una maternidad no deseada. Seamos claros: esta batalla es para que la mujer controle la dirección y el curso de su vida y la vida de su familia. De lo que se trata es de esperanzas y sueños. El aborto es un asunto de supervivencia para la mujer".

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La vida de la mujer no es negociable. No hay dos puntos de vista extremos sobre el aborto. El aborto determina si una mujer tiene el derecho de ser libre, si es capaz de seguir sus más altas aspiraciones. El aborto no es "triste"; no es "una desgracia". No debe ser "raro". El movimiento pro derecho a escoger y el movimiento contra el aborto no deben tratar de buscar un terreno común: ¡no lo hay!

Se dice que el movimiento pro derecho a escoger debe hacer "concesiones" y atraer a los "moderados" del movimiento contra el aborto. Por ejemplo, este año la organización NARAL (National Abortion and Reproduction Rights Action League--Liga de Acción Nacional del Aborto y los Derechos Reproductivos) se cambió el nombre a Naral Pro-Choice America. Por lo visto con esto busca ganarse una base de apoyo más extensa.

En un editorial del New York Times (15 de febrero), Peggy Loonan, fundadora y directora ejecutiva de Life and Liberty for Women (Vida y Libertad para la Mujer), dice que ese cambio de Naral "sacrifica principios muy valorados del movimiento de derecho al aborto y lo coloca en una posición de debilidad y concesión, no de fuerza". Loonan afirma que el resultado de forjar alianzas con legisladores y votantes en sus propios términos, no en los términos de lo que debería ser el derecho de toda mujer, ha sido crear más barreras al aborto. Agrega: "La posición del movimiento convencional de no confrontar en la calle a los grupos que se oponen al aborto es un error. No confrontar la retórica y las fotos de lo que parecen fetos abortados ha hecho que el público sienta vergüenza por el aborto legal y ha marginado a los practicantes de aborto".

Una postura defensiva sobre el derecho al aborto le cede terreno a la retórica contra el aborto. Hace que el punto central no sea la independencia y la liberación de la mujer, sino simplemente una cuestión de poder "escoger" algo que puede ser "bueno o malo". Y esto deja la puerta abierta a la idea de que la "opción" del aborto es "triste" o incluso "mala e inmoral".

Pero ¡LOS FETOS NO SON NIÑOS! y ¡LAS MUJERES NO SON INCUBADORAS! En la lucha por el derecho de la mujer a escoger, debemos tener una postura clara y firme de ABORTO SIN DISCULPAS.

Las concesiones defensivas que buscan apelar a los que están confusos por la retórica contra el aborto refuerzan la mentira de que en esta batalla hay dos posiciones "extremas" y que las dos son malas.

La verdad es que los dos "extremos" de esta batalla son la posición correcta y la posición errada. La lucha contra el aborto busca oprimir a la mujer. La lucha por el aborto busca liberar a la mujer. Todos los partidarios de la igualdad y la liberación de la mujer deben defender incondicionalmente el derecho a escoger.

La realidad es que el aborto es un método necesario de control de la natalidad que debe existir. Sin este medio de controlar la reproducción y de terminar un embarazo no deseado, la mujer no será más que una esclava. De fondo, el derecho al aborto posibilita que la mujer desempeñe un papel pleno e igual en la sociedad.


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