Más mentiras del NYPD en el caso del parque Central

Obrero Revolucionario #1195, 20 de abril, 2003, posted at rwor.org

En diciembre pasado salió al descubierto que el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), la prensa y la fiscalía trabajaron de la mano para condenar injustamente a cinco jóvenes negros y latinos de violar a una corredora en el parque Central de Nueva York en 1989. Se comprobó sin lugar a dudas que los condenaron con mentiras y pruebas falsas, pero hace poco el NYPD respondió con un informe de 43 páginas que afirma que son culpables.

Anulan las condenas

A Antron McCray, Kevin Richardson, Raymond Santana, Yusef Salaam y Kharey Wise los sentenciaron de 7« a 13« años de cárcel por la violación de una joven blanca que corría en el parque Central el 19 de abril de 1989. Pero en diciembre pasado, un juez anuló las condenas por recomendación del fiscal, quien admitió: "Hemos llegado a la conclusión de que es probable que la nueva evidencia hubiera llevado a veredictos más favorables a los acusados".

Así anularon los veredictos de hace 14 años, producto del prejuicio y el racismo, que tildaron a los cinco jóvenes negros y latinos de "manada de lobos" que "atacó vilmente" a la joven corredora. Otro hombre, Matías Reyes, se declaró culpable del crimen y las pruebas físicas lo constataron. Así que tuvieron que anular las condenas debido a dicha confesión, pruebas físicas, discrepancias de las "confesiones" que les sacaron a los jóvenes y el hecho de que siguieron diciendo que eran inocentes aunque les ofrecieron soltarlos si confesaban.

El nuevo informe del NYPD (del 27 de enero) pone todo esto patas arriba y afirma que el testimonio de Reyes no es de fiar. ¡Hágannos el favor! Ahora el NYPD nos va a decir a quién debemos creerle y a quién no. El mismo departamento de policía que interrogó a los cinco adolescentes (uno de apenas 14 años) y les sacó confesiones a la fuerza, el mismo que dijo que eran culpables aunque no había pruebas y los zampó a la cárcel, y además, descartó evidencia importante, como el hecho de que el que violó a la corredora, violó a otra mujer dos días antes en el mismo lugar.

El argumento central del NYPD es el mismito de 1989, es decir, que los jóvenes andaban desbocados esa noche: "Consideramos que lo más probable es que los acusados encontraron a la corredora el 19 de abril de 1989 y, al igual que a otras víctimas esa noche, la acosaron, lo cual desembocó en un ataque de tipo sexual. A lo mejor Reyes oyó los gritos y se sumó al ataque o quizás esperó para caerle encima cuando los acusados la dejaron y fueron a acosar a otras jóvenes".

Esto carece de todo fundamento. Tan es así que un subfiscal tuvo que admitir al consejo municipal: "No hay ninguna evidencia que lo fundamente".

De hecho, mucha de la evidencia recopilada por las autoridades DESMIENTE sus propios argumentos. Encontraron semen de Matías Reyes en el útero de la víctima y en uno de sus calcetines; no encontraron semen de ninguno de los cinco jóvenes. Además, Reyes es un violador en serie cuyas víctimas eran jóvenes blancas que andaban en el parque Central y los barrios cercanos, y que se encontraban solas. Como el ex detective Mike Sheehan, quien interrogó a Reyes, le dijo a la revista New York en octubre pasado: "No le interesaba el sexo en grupo. Su modus operandi era otro. Tomaba rehenes. Buscaba el control total". Asimismo, el detective Bert Arroyo (asignado a investigar el ataque a la corredora) le dijo al programa de televisión Primetime en septiembre pasado: "Ninguno de los cinco muchachos lo identificaron, ni siquiera lo conocían".

Sin embargo, Arroyo salió con el absurdo de que los jóvenes atacaron a la corredora, ¡seguido por Reyes! Primetime le preguntó: "Así que usted opina que Matías Reyes la encontró sangrando de la cabeza, prácticamente inconsciente y entonces la violó". Arroyo respondió: "Efectivamente".

Las afirmaciones oficiales están llenas de discrepancias. Por ejemplo, Reyes le dijo a Primetime que la víctima echó a correr, pero el informe del NYPD afirma: "El detective Robert Honeyman, el encargado de la investigación inicial, dijo que los rastros de sangre indicaban que la víctima fue arrastrada de un árbol, donde la atacaron, a otro, donde la golpearon y violaron, es decir, todo indica que no corrió; más bien fue arrastrada".

Jim Dwyer del New York Times , uno de los pocos periodistas que se ha molestado en examinar los hechos, informó: "Resulta que en 1990 el detective dijo precisamente lo contrario. Un abogado de la defensa le preguntó si vio señales de que la víctima fue arrastrada de donde la atacaron inicialmente hacia el bosque y respondió que `no había ningún rastro que lo indicara'". Dwyer agrega: "Cuando le informé al señor Armstrong [autor del informe] que el testimonio del detective contradecía el informe policial, respondió con indiferencia: `Ni modo. Hay un montón de discrepancias'".

Además, ahora se sabe que en un principio el NYPD vinculó la violación de la corredora, ocurrida el 19 de abril, con otra cometida por Reyes dos días antes. Según NY Newsday (22 de abril de 1989), la policía opinó "que la violación la cometió el mismo hombre que hace poco atacó a otra mujer en circunstancias parecidas".

Sin embargo, en el nuevo informe, el NYPD lo niega: "No se les ocurrió ni a los fiscales ni a la policía que la violación del 19 de abril la cometió el mismo hombre de la violación del día 17".

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La policía, la fiscalía y la prensa están maquillando su imagen con los mismos argumentos racistas con que condenaron injustamente a los cinco muchachos. Aunque la fiscalía recomendó anular las condenas, no ha pedido disculpas; la policía afirma que actuó debidamente, pues a final de cuentas, dice, los jóvenes son culpables; y con titulares tales como "Caso de la corredora resuelto pero no del todo" ( NY Post ) y "Quizás nunca sabremos la verdad" ( Daily News ), la prensa prefiere ignorar el hecho de que la versión oficial ha sido desmentida rotundamente.

La neta, no les interesa la verdad, como dijo la rama de Nueva York del Partido Comunista Revolucionario acerca del caso:

"Hay que cuestionar lo que digan esos mentirosos y criminales. Sus `verdades' no se deben creer. Sus clamores de `justicia' son una señal de que están a punto de derramar la sangre de los inocentes. Su `preocupación' por las víctimas es una señal de que van a presentar a los `culpables' que les conviene y a atacar con más saña las comunidades oprimidas. Ese es el `American way', ¡y todo este horror continuará hasta que los oprimidos se responsabilicen de tumbar este sistema hipócrita e injusto!".


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