El potencial revolucionario de las masas y la responsabilidad de la vanguardia

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

 

Nota de la redacción: El siguiente artículo de Bob Avakian salió en el Obrero Revolucionario #1270, 13 de marzo de 2005.

 

Este artículo es un suplemento al capítulo 6 del libro
Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian.

Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian

Una de las cosas que yo veo, algo que no he perdido de vista, es esto: veo toda la fuerza de la clase dominante, pero también veo la forma de salir al otro lado, veo lo que está detrás, todas las contradicciones de la sociedad — veo una fuerza de la sociedad que, si se desarrollara y se transformara en un pueblo revolucionario, tendría una buena posibilidad de hacer una revolución, de ser la columna vertebral de una revolución, cuando maduren las condiciones. Veo una fuerza de millones y millones y millones —jóvenes y otros— para quienes este sistema es un horror: los jode a diario, sin necesidad de una crisis catastrófica. Lo irónico es que la clase dominante también los ve. Los que no los pueden ver son los que han perdido la perspectiva revolucionaria — o los que nunca la han tenido.

Por eso yo me concentro en todas las cosas que están entre ese potencial revolucionario y su realización. ¿Cómo unir a gente de otras capas a esa fuerza de masas en la base de la sociedad, cómo conseguir aliados de muchos sectores, cómo ganar una “neutralidad amistosa” de muchos de las capas medias — cómo desarrollar todo eso y formar un pueblo revolucionario que sea una potente fuerza combativa cuando surjan las condiciones para luchar con todo por la toma del poder? ¿Cómo realizar todo eso no en un sentido pasivo, sino más bien cómo orientamos nuestro trabajo para gestar ese pueblo revolucionario, aunque la mayoría de los cambios de la sociedad y del mundo no se deben a nuestra iniciativa sino a factores objetivos mayores? Yo efectivamente creo que existe una fuerza revolucionaria en potencia —lo creo, veo ese potencial— creo que hay una fuerza ahí que, si de alguna manera la burguesía (que también lo sabe) cayera en una crisis muy profunda....

Sí, esas masas tienen muchas trabas ideológicas y demás —por eso tenemos trabajo que hacer—, pero nunca debemos perder de vista ese potencial. Y no son solo las nacionalidades oprimidas tampoco, aunque son una buena parte, no son el total. Hay muchos jóvenes, hay muchas otras masas, de todas las nacionalidades. No son un pueblo revolucionario ahora, y no se les han unido otras fuerzas como es necesario — no tienen los aliados necesarios, no tienen la necesaria “neutralidad amistosa”, no tienen la parálisis política de las tendencias reformistas indecisas, etc. Esto está relacionado con el interrogante crucial de qué nos corresponde a nosotros, qué papel pintamos con relación a todo eso. ¿Esperamos a que “se alineen las estrellas”? ¿O tenemos mucho que podemos hacer — hay mucho toma-y-dame entre nosotros y la situación objetiva, no solo en el momento de una crisis revolucionaria sino en toda la trayectoria hacia ese momento?

Por eso, entre otras cosas, no me he desalentado con todas estas vueltas y revueltas. Además de la dimensión moral de que me indigna el tratamiento que reciben las masas populares, decenas de millones en Estados Unidos y miles de millones en el mundo, pienso en cómo forjar este pueblo revolucionario — no solo cómo van a llegar a ser un pueblo revolucionario en el sentido de querer hacer la revolución y tumbar el sistema, sino cómo van a llegar a ser un pueblo revolucionario en el sentido de “capacitarse para gobernar”, como decía Marx. Por eso, no me late andar a la zaga de las masas — porque ¿para qué les sirve eso?

Hace poco, comenté en una discusión: no crean que, por ser hombre blanco, voy a disculparme por presentarme como líder. Pues, ustedes van a resultar terriblemente decepcionados — si ustedes tienen la expectativa de que yo vaya a pedir disculpas acerca de esto, tendrán una gran decepción. ¿Porque en quién pensamos cuando pensamos así? ¿Y en qué pensamos? ¿Realmente pensamos en las masas populares tan terriblemente oprimidas, y en lo que necesitan para zafarse de esa opresión y crear un mundo mucho mejor y completamente diferente — o pensamos en otra cosa? Por eso es que no me late andar a la zaga de las masas. Mucha gente les hace el juego, las usa y les tiene lástima. Yo odio el sufrimiento de las masas, pero no les tengo lástima. Tienen el potencial de cambiar el mundo, y tenemos que luchar con ellas con todas nuestras fuerzas para que lo vean y hacer que se pongan a la altura y lo hagan. Nuestra meta no debe ser nada inferior. ¿Por qué vamos a pensar que no son capaces de todo eso?

Sin duda, hay montones de contradicciones. No soy un idealista —no soy un “liberal bobo”— sé que las masas populares tienen fuertes limitaciones y puntos flacos, como resultado de vivir y luchar por subsistir en este sistema. A muchas las han excluido de una educación formal, y además las han excluido del conocimiento de muchas esferas —e inclusive de los medios para aprender cosas básicas, por ejemplo, muchas no saben leer— pero eso no quiere decir que no sean capaces de superarlo. Tampoco quiere decir que no hayan acumulado una gran cantidad de experiencia, conocimiento y sabiduría que puede contribuir al desarrollo de la lucha revolucionaria, especialmente cuando la hacen suya las personas con un punto de vista y método comunista científico y difunden esto entre las masas. Debemos entender, con una posición científica, que las masas son enteramente capaces de ser revolucionarios comunistas conscientes. Los que el sistema ha mantenido analfabetos son capaces de ser líderes de una revolución y de una nueva sociedad que superará las cosas que las mantuvieron analfabetos. Tenemos que luchar muy duro, ideológicamente y en la práctica, para que dejen de ser analfabetos; pero inclusive si no aprenden a leer, pueden desempeñar un papel dirigente en la revolución. ¿Cómo dirigen los no profesionales a los profesionales? Así es como se hace — con ideología, ideología y metodología comunista en el sentido más pleno; y con la comprensión correcta de esta ideología. Hay masas que van a ser líderes en este proceso que nunca sabrán mucho de física, por ejemplo. La mayoría de nosotros tampoco sabremos mucho. Pero no tienen que entender todo eso para dirigir. Si uno tiene la ideología y la metodología correcta, puede tener una relación correcta con la física, con los físicos y con gente de todas estas esferas. Podemos capacitar a las masas a entrar en esas esferas, aprender de ellas y aprender a dar dirección a la gente que trabaja en ellas, en un sentido político e ideológico global — sin socavar y debilitar esas esferas, sin actuar de un modo estrecho o, peor aún, tiránico hacia los que tienen conocimientos especializados y expertos en esas esferas, y sin limitarlos y restringirlos, sino, por el contrario, valorarlos y aprender de ellos y de sus conocimientos —y de su búsqueda de conocimientos—, y unirse y luchar de una forma positiva con ellos. Es difícil, tenemos que trabajar más en torno a estos problemas, pero aquí hay una metodología que puede llevar a tratar correctamente esas contradicciones, de una forma que le da expresión plena al método científico, el espíritu científico y el cuestionamiento científico, al florecimiento de la imaginación y a la búsqueda de la verdad, y que encamina todo esto a servir a la emancipación y el mejoramiento de la humanidad.

Por otra parte, es muy importante tener presente que no pocos físicos y expertos de otros campos se volverán comunistas y serán líderes, no solo en su campo de especialización sino en un sentido general, en el proceso de la revolución, la transformación de la sociedad y la gestación de un mundo nuevo.

No podemos pensar que las masas de distintas capas, y las masas básicas, son capaces de menos de lo que son capaces. Sí, son capaces de cosas terribles; algunos hacen cosas terribles como resultado de lo que este sistema les ha hecho; pero eso no quiere decir que sea su “esencia” ni que sea todo lo que pueden hacer. Hablando de las amplias masas, e inclusive de gente que se ha enredado en cosas terribles, también son capaces de grandes cosas.

La responsabilidad de aquellos que están en la vanguardia es dirigir a las masas a convertir en realidad ese potencial, a ser un pueblo revolucionario y cuando maduren las condiciones, a ser la columna vertebral de una revolución que abra las puertas a un mundo mucho mejor. Sí, eso implica luchar con las masas para que, primero que todo, reconozcan su propio potencial revolucionario, su potencial de ser los emancipadores de la humanidad, y para que actúen de acuerdo con ese potencial.

 

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