Revolución #56, 13 de agosto de 2006

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En línea: Sesiones de preguntas y respuestas de las charlas de Bob Avakian

Revolución #56, 13 de agosto 2006

Líbano:

¡Hay que parar la matanza de Estados Unidos e Israel… ya!

“Lo que vemos aquí, en cierto sentido, son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente…”

Condoleezza Rice, secretaria de Estado

A esta fecha, 4 de agosto, uno de cada cuatro libaneses ha tenido que dejar su casa; casi 1,000 han muerto; las ciudades han sido bombardeadas; y muchos hospitales, centrales eléctricas, escuelas y comunidades enteras están en ruinas.

Cuando los libaneses obedecen las órdenes de Israel de huir, los bombardean desde el aire. Cuando se encierran en la casa buscando protección, también los bombardean… como en Qana, donde murieron por lo menos 28 personas, la mayoría niños y desvalidos. (Ver el artículo “Masacres e invasión: Las manos sangrientas de Estados Unidos e Israel en Líbano”)

En todo esto, Israel cuenta con el apoyo de Bush y Rice… y de todos las principales figuras del Partido Demócrata. Corren a enviarle más bombas para que no se agoten. Se oponen a un cese del fuego hasta que Israel complete su ofensiva y vuelva a ocupar el sur de Líbano. Ante la indignación del mundo entero, mandan aceptar esta nueva atrocidad de la “guerra contra el terror”.

Todos ellos son torturadores: están asando en llamas al pueblo libanés y dándole la vuelta lentamente al asador, en aras de su visión de un “nuevo Medio Oriente”.

Nótese bien: el castigo colectivo de una población civil, los ataques contra las instalaciones necesarias para vivir y el uso de “fuerza desmesurada” que pueda herir a la población son crímenes de guerra… llevados a cabo por Israel con la supervisión de Estados Unidos.

Hay que confrontar y responder a esta situación. O sea, ¡ESTO TIENE QUE PARAR YA!

* * * * *

En cierto sentido, el “nuevo Medio Oriente” de Rice es la extensión de un siglo de estrangulación imperialista de la región. Para dominar los recursos petroleros y ponerse en una posición de ventaja estratégica, los imperialistas (primero con Inglaterra y Francia a la cabeza, y ahora con Estados Unidos), han dominado la región. Han apuntalado una sarta de gobiernos reaccionarios. Por medio de la ONU, crearon e implantaron violentamente el estado de Israel, que sirve de policía regional, lo financiaron y le han dado 90 mil millones de dólares de ayuda militar. Han aplastado sistemáticamente toda oposición, tanto de comunistas como de nacionalistas revolucionarios laicos. A veces han apuntalado y usado las fuerzas fundamentalistas islámicas, y a veces les han caído encima.

Pero en otro sentido esto es algo nuevo. Hoy el núcleo de la clase dominante estadounidense (en pocas palabras, el gobierno de Bush) ve la necesidad y la oportunidad de extender y afianzar más su control del Medio Oriente. Por eso atacaron Irak… otro crimen de guerra más que ya ha causado la muerte de docenas de miles de iraquíes y mata más todos los días. Por eso amenazan atacar a Irán. Y por eso le han soltado totalmente la correa a Israel desde hace seis años para que ataque a los palestinos y ahora a Líbano. Esta guerra, como Rice nos recuerda con franqueza, no es para rescatar a un soldado capturado; es, desde el punto de vista de Estados Unidos, para crear un “nuevo Medio Oriente”. Eso dicta reconfigurar a Líbano por medio del terror israelí, asestarle un golpe a Hezbolá, debilitar y quizá tumbar al gobierno sirio, y sentar las bases para atacar a Irán. Dicta aplastar y pisotear aún más a los palestinos, quienes ya han experimentado un increíble terror a manos de Israel, incluso en medio de la guerra de Líbano. Dicta imponer un nuevo nivel de dominación regional estadounidense.

El sufrimiento que ya vive la región es insoportable. Pero lo que están haciendo ahora conlleva el riesgo de desatar una guerra mayor y más devastadora, con consecuencias más desastrosas para los pueblos de la región, de Estados Unidos y de todo el mundo. La clase dominante está resuelta a “reconfigurar” el Medio Oriente, cueste lo que cueste. Reconoce los peligros, pero para ellos hay otro peligro peor: la perspectiva de una derrota y la mera existencia de una fuerza que no encaje en sus planes o dé la impresión de desafiarlos.

El “nuevo Medio Oriente” no se puede cambiar en las urnas ni por las vías que ofrece el sistema. Los demócratas han aceptado la violación y tortura de Líbano desde el comienzo, y a veces con más aplausos que los republicanos. (Ver "Esta no es nuestra danza; bailemos a nuestro propio compás", y "Demócratas defienden a Israel, perro de ataque yanqui".). Después de todo, los demócratas son un partido de la clase dominante. Ellos también consideran que la dominación del Medio Oriente es esencial para sus intereses. Ellos también consideran que la agresión israelí y el fortalecimiento de Israel (un estado teocrático colonizador que domina a los pueblos de la región) son esenciales para sus intereses. ¡Y no lo esconden! Todo lo contrario.

Pero esos NO son los intereses (ni siquiera los sentimientos) de la gran mayoría de los que votan por los demócratas y depositan sus esperanzas en ellos. Este “nuevo Medio Oriente” será desastroso para el pueblo de la región y de todo el planeta, sin excluir el de Estados Unidos. Nadie será inmune a la dirección en que este gobierno está llevando al mundo. Pero los demócratas llevan el paso en esto (y en tantas otras cosas). Los que hoy por hoy dediquen sus energías y fondos a ayudar a los demócratas con la esperanza de que cambien este horrible curso y dirección, se engañan a sí mismos… y engañan a otros. Eso es inaceptable.

En breve, esta es la conclusión inevitable: si captan lo que realmente está pasando en Líbano, no se pueden empantanar en una frustración impotente y decir que no hay nada que hacer. Tampoco basta con decir “me opongo” y dejar que Estados Unidos e Israel sigan haciendo sus fechorías. Y tampoco pueden permitir que los demás lo hagan. Urgen serios esfuerzos para movilizar una gran resistencia política para PARAR esto. Para PARAR esta invasión y toda la dirección de que forma parte. Hay que zafarse de los confines mortales de la “protesta de costumbre”, que no plantea un reto serio a la situación ni a la dirección en que está encaminada, y forjar una dinámica política totalmente diferente.

Para decirlo sin rodeos, si en este momento se dejan confinar al marco de los demócratas vs. los republicanos… si no se zafan de esas restricciones mortales… si siguen la corriente en un momento como este… tendrán que reconocer que son cómplices de un crimen monstruoso.

No lo hagan. HAY algo distinto que hacer.

* * * * *

No podemos aceptar que los únicos polos sean apoyar a Estados Unidos e Israel, por un lado, o apoyar a los fundamentalistas islámicos, por el otro. Ninguna de esas dos fuerzas representa el progreso. Los imperialistas hablan sin parar de la “democracia en el Medio Oriente”, pero lo que realmente llevan al resto del mundo es imperialismo y las estructuras políticas para hacerlo respetar.

Por su parte, las fuerzas fundamentalistas islámicas en esencia solo están luchando por un arreglo un tanto diferente dentro del sistema imperialista a fin de que ellas y las fuerzas de clase que representan reciban una mayor tajada del botín. Irán, por ejemplo, sigue firmemente dentro del marco de las relaciones de producción imperialistas y su economía está al servicio de las necesidades del capital imperialista. Los fundamentalistas tienen un “paquete” coherente que combina una pose de oposición a ciertos elementos de la dominación imperialista con relaciones sociales sumamente reaccionarias: más opresión de la mujer, dominación teocrática de todas las esferas de la vida y promoción de la ignorancia. Cada uno de los dos polos citados refuerza al otro… y esto también es parte de la dirección desastrosa que hay que cambiar radicalmente.

Tiene que surgir otro polo: un polo que se opone firmemente al imperialismo y apoya la auténtica liberación. Para nosotros, esto quiere decir la revolución comunista, que es el único curso que excava las raíces de la dominación imperialista: las relaciones de producción, que en esta época son relaciones internacionales; las instituciones opresivas que esas relaciones de producción crean o perpetúan de nuevas formas; y las ideas que son un reflejo de todo esto. Por eso urgimos a nuestros lectores escuchar la nueva charla de Bob Avakian “Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución”, que analiza cómo llegamos a la situación actual y qué clase de revolución se necesita para salir de ella.

Desde ese punto de vista comunista, pensamos que es esencial conectarse políticamente con todos los que se oponen a esta invasión y forjar una potente oposición política. Ya. En todo el mundo tienen que ver que aquí hay una fuerza política que confronta con seriedad esta ofensiva imperialista, y que pone en claro que hay una marcada diferencia entre la estructura de poder y la gran mayoría de la población (a cuyos intereses fundamentales no corresponde asesinar, oprimir y robar a los pueblos del mundo).

En ese contexto, tenemos que subrayar lo importantes que son las acciones del 5 de octubre de El Mundo No Puede Esperar/Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush, y su lema: “¡Hay que ponerle fin a todo esto!”. Hay que plasmar en realidad la visión de esta Convocatoria: un movimiento que surge “desde abajo” y repudia toda la dirección de este gobierno (en el Medio Oriente y más allá) y el curso de los acontecimientos, cada vez más desastroso; un movimiento resuelto a seguir adelante. A los millones de personas a quienes se dirige esta Convocatoria y este programa, hay que hablarles seriamente y desafiarlos a sacudirse la parálisis que ha mantenido a tantas personas dentro de los confines mortales de la “política de costumbre” y que las ha dejado mudas ante estos horrorosos crímenes y terrible trayectoria.

Solo esto, solo zafándose de esos confines con potentes manifestaciones el 5 de octubre y de ahí en adelante; solo actuando en gran escala y con la urgencia y resolución que exige la situación actual… podrá el pueblo cambiar toda la dinámica política y cambiar esta dirección y todos los horrores que conlleva. Si no hacemos esto, habrá consecuencias muy graves para los pueblos de todo el mundo; si lo hacemos, puede surgir la posibilidad de un futuro verdaderamente diferente y radicalmente mejor.

Envíenos sus comentarios.

Revolución #56, 13 de agosto 2006

El gobierno de Bush en el Medio Oriente:

Ambiciones globales, lógica asesina y el peligro de una guerra regional

Larry Everest

La invasión israelí de Líbano ocurre en el contexto de la cruzada del gobierno de Bush para reconfigurar a la fuerza todo el Medio Oriente y afianzar el control de la región y sus riquezas petroleras. Esto a su vez es parte de un plan general de forjar un imperio mundial que nadie desafíe por décadas.

Este plan dicta aplastar todos los impedimentos a la hegemonía yanqui: la resistencia de las masas; los estados y fuerzas reaccionarios que no tenga firmemente bajo la bota; y las potencias globales rivales (actuales y potenciales).

Por eso hay razones para temer que la guerra de Líbano (y las amenazas a Irán) preparan o podrían llevar a una guerra mayor y más asesina por toda la región.

Las acciones de Israel ocurren en el contexto de su historia como puesto de avanzada del imperialismo en general y de las demandas del programa de Bush en particular. En pocas palabras, lo que hace Israel no es una consecuencia de ser un estado “judío” (ni tampoco es la “cola” que menea al “perro” yanqui), sino de su carácter como base regional imperialista, y de las necesidades y metas actuales del imperialismo yanqui.

Dadas las metas del gobierno de Bush, Israel es más central que nunca, como se ve en la estrecha cooperación de los dos gobiernos en esta guerra (ver el artículo "Masacres e invasión: Las manos sangrientas de Estados Unidos e Israel en Líbano").

Lo que quieren lograr Estados Unidos e Israel (y la diferencia entre las guerras de hoy y las invasiones e intervenciones del pasado) tiene tres dimensiones: imponer con más brutalidad y muerte la dominación imperialista; hacerlo en toda la región y no solo en este o aquel país; y hacerlo de un modo más frontal, al estilo de una “guerra mundial”.

La naturaleza imperialista y genocida del “nuevo Medio Oriente” de Bush

La clase dominante estadounidense habla de sembrar “democracia” por todo el Medio Oriente y describe las barbaridades que se cometen en Líbano como “los dolores de parto” de una nueva región. Pero lo que se ve en Líbano confirma que, como ha dicho Bob Avakian, “lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen”. Y ahora lo hace más abierta y brutalmente que nunca.

Líbano tiene un gobierno elegido por la ciudadanía, del que Hezbolá forma parte. Hezbolá cuenta con apoyo popular de la población chiíta, que es el mayor grupo étnico (1.5 millones de chiítas, o el 40% de la población).

¿Estados Unidos e Israel respetan los votos y deseos del pueblo libanés? No, y no porque Hezbolá sea un grupo reaccionario, que representa intereses tradicionales y feudales, y que no puede oponerse cabalmente al imperialismo ni contribuir a la auténtica liberación del pueblo. No respetan los votos y deseos del pueblo libanés porque Hezbolá tiene contradicciones con Israel y es aliado de Hamas en Palestina y de Siria e Irán. Por eso Hezbolá es un obstáculo para la total hegemonía yanqui, para convertir a Líbano en un pelele de Estados Unidos e Israel, para aplastar la lucha palestina, y para aislar y debilitar a Siria e Irán.

Por eso la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, declaró el 2 de agosto que Estados Unidos “no permitirá que la situación regrese al statu quo ante [la situación de antes]” y que no habrá cese del fuego hasta que desarmen a Hezbolá. ¿Quién les dio a los imperialistas yanquis el derecho de destruir el “statu quo” y determinar el futuro de Líbano?

El programa de Bush tiene implicaciones genocidas, porque los imperialistas están tratando de imponer o reimponer formas más directas de dominación, y porque tiene un elemento hitleriano de “solución final”, de no tolerar impedimentos y aprovechar el momento para “resolverlos totalmente”.

Piensen en la popularidad de Hezbolá con los chiítas al leer esta declaración del embajador israelí a Estados Unidos: “No vamos a parar a medio camino y permitir que vuelvan a tomarnos de rehén. Tenemos que entrar a matar y neutralizar a Hezbolá”. (Washington Post, 16 de julio) O este comentario de Jed Babbin, ex funcionario del gobierno de Bush (padre): “Estoy dispuesto a matar a cuantas personas sea necesario para eliminar a Hezbolá”. (CNN, 28 de julio) O esta declaración de Haim Ramon, ministro de Justicia israelí: “En el sur de Líbano todo el mundo es terrorista y tiene lazos con Hezbolá”.

Los chiítas libaneses son un blanco principal de los cazas israelíes. “Es probable que el 90% de los desplazados en Líbano sean chiítas (unas 800,000 personas, según informa la ONU). Es la cuarta parte de la población. Sospecho que cerca del 95% de los 800 muertos son chiítas”. (“Who Is Really at War? The Patterns So Far”, Chibli Mallat)

Además, los ataques continúan en Cisjordania y Gaza, los territorios ocupados. Un grupo de escritores de renombre internacional (entre ellos Noam Chomsky, Arundhati Roy, John Berger y Howard Zinn) advirtió en una carta abierta el 19 de julio que Israel busca “nada menos que la liquidación de la nación palestina”.

Siria e Irán en las miras

En el mundo de hoy no se puede entender ninguna acción de Estados Unidos sin tomar en cuenta sus metas generales, y el apoyo a la guerra de Israel contra Líbano no es una excepción: esta guerra tiene directa e indirectamente a Siria e Irán en las miras.

La prensa especula que el núcleo del gobierno de Bush quiere aprovechar la crisis para provocar una guerra con Siria y/o Irán. (Ver por ejemplo salon.com, donde Sidney Blumenthal, ex funcionario del gobierno de Clinton y partidario de Israel, dice que altos funcionarios del gobierno de Bush buscan “ensanchar el conflicto entre Israel y Hezbolá e Israel y Hamas a una guerra de cuatro frentes… y preparar el terreno para una conflagración regional con consecuencias imprevisibles”).

En un artículo titulado “Iran Is Bush’s Target in Lebanon” (Irán es el blanco de Bush en Líbano), el Los Angeles Times del 30 de julio citó a un funcionario del gobierno: “La batalla de Israel contra Hezbolá es simplemente parte de un conflicto mayor entre Estados Unidos e Irán por influencia en todo el Medio Oriente”. Agregó que “están librando una guerra de sustitutos” en Líbano.

(La guerra diplomática de Estados Unidos contra Irán aumentó con la demanda del 30 de julio de la ONU de que suspenda el programa de enriquecimiento de uranio antes del 31 de agosto o si no recibirá sanciones).

Una lógica asesina y explosiva

Estados Unidos busca más que afianzar el control de los estados del Medio Oriente; también espera imponer profundos cambios políticos, sociales y económicos para abrirlos más al capital yanqui e integrarlos más al imperio. Aquí opera una lógica asesina y explosiva. Por un lado, el gobierno de Bush tiene que seguir a la ofensiva para realizar sus metas. Aflojar el paso podría descarrilar toda la campaña. Lo que hace a escala mundial requiere una ofensiva implacable, una dinámica en que vacilar o retirarse socava las metas y podría desenmarañarlo todo. Por eso no se retiran cuando tropiezan con obstáculos y dificultades, como por ejemplo en Irak. Su visión es crear un nuevo orden mundial por medio de años de caos. (Hace poco George Will, imperialista derechista, dijo que el enfoque de Bush “hace que la inestabilidad, no importa lo pandémica o letal, sea necesariamente una señal de progreso”, y advirtió que eso “crea una ceguera”, Washington Post, 18 de julio). Tienen que seguir avanzando e inclusive “escapar acelerando” de las contradicciones que encaran y crean al extender la guerra, para mantener el impulso y porque piensan que solo pueden resolver sus problemas en un escenario mayor.

Por otro lado, por la enormidad, la brutalidad y la celeridad de las metas estadounidenses, existe el potencial de que la situación se les salga de las manos y de que sufran grandes derrotas estratégicas (y de que estallen fuertes riñas en el seno de la clase dominante sobre cómo controlar la situación), y de que todo esto ocurra muy rápidamente. Ya se oye decir que el ataque a Líbano ha fracasado y que les podría salir el tiro por la culata.

Pero como señala nuestro editorial de esta semana, tales sucesos y/o derrotas no detendrán la dirección asesina de Estados Unidos a menos que las masas opongan resistencia ahora y aprovechen todas las dificultades de los imperialistas para redoblarla.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Masacres e invasión:

Las manos sangrientas de Estados Unidos e Israel en Líbano

La guerra en Líbano ha entrado en su cuarta semana y los horrorosos crímenes de Israel y Estados Unidos siguen sin tregua. Han arrasado pueblos enteros del sur del país y, según los informes del gobierno libanés, han matado a más de 900 personas: el 90% son civiles y se calcula que un tercio son niños. Hay unos 3,000 heridos y un millón de desplazados: un cuarto de la población nacional.

Israel es una teocracia

Por más que se las dé de puesto de avanzada de la democracia moderna, Israel es una teocracia: un estado explícitamente judío que afirma que los judíos son “el pueblo elegido de dios”. Los “ultraortodoxos” desempeñan un papel central en la legislación e imposición de las leyes. Esas fuerzas oscurantistas adoptan una interpretación literal de los textos religiosos como pretexto para la expansión de las fronteras actuales de Israel.

El gobierno israelí despachó a más de 10,000 efectivos a invadir Líbano y ocupar la zona hasta el río Litani, a 24 km. de la frontera. El primer ministro israelí dice que la guerra podría durar varias semanas más. A los civiles los matan cuando se quedan en casa y cuando tratan de huir. Han atacado con misiles y artillería a observadores de la ONU, ambulancias de la Cruz Roja, la infraestructura civil y el ejército libanés.

Ante todo esto, Estados Unidos está bloqueando los intentos de acordar un cese del fuego y ha acelerado los envíos de armas a Israel.

Hay muchas razones para temer que esto sea parte de una campaña estadounidense a fin de preparar el terreno para una guerra mayor y más sangrienta por toda la región.

Masacre de Qana

A la una de la mañana del 30 de julio, los cazas israelíes iniciaron un ataque contra Qana, en el sur de Líbano, que duró toda la noche. Soltaron unos 80 misiles y bombas, devastaron gran parte del pueblito y destruyeron una casa de tres pisos donde se refugiaban 63 personas de dos familias. La Cruz Roja informa que a la fecha ha sacado 18 cadáveres; 16 eran niños o desvalidos y el total puede aumentar.

La masacre de Qana es una concentración de la naturaleza criminal y terrorista de la guerra que está librando Israel.

La mayor parte de la población de Qana (12,000 habitantes) huyó ante los previos ataques, pero esas dos familias no pudieron irse. Eran pobres (los adultos eran trabajadores de tabaco y de construcción), muchos y con ancianos, enfermos y niños: uno tenía 95 años, dos estaban en sillas de ruedas y docenas eran niños. Tomar un taxi hacia el norte cuesta mil dólares y no lo podían pagar.

La red televisiva libanesa informó sobre la masacre casi inmediatamente, pero los ataques continuaron toda la noche e impidieron llegar a los trabajadores de rescate. Muchos sobrevivieron el bombardeo pero murieron de shock o asfixiados.

Todo el mundo vio a los damnificados y la gente de pueblitos cercanos excavar los escombros y sacar un cadáver tras otro. Mostraban a los niños muertos para que se viera el terror que vive el país.

Se cuartean las mentiras

Israel le echó la culpa de la masacre a Hezbolá y lo acusó de utilizar a la población civil como “escudos humanos”. También dijo que Hezbolá lanzó cohetes desde el pueblito. Pero el grupo de derechos humanos Human Rights Watch informó que ninguno de las docenas de periodistas extranjeros, trabajadores de rescate y observadores internacionales que fueron a Qana el 30 y 31 de julio vieron indicios de la presencia militar de Hezbolá dentro de la casa o cerca de ella.

Muhammed Mahmoud Shalhoub, un agricultor de 61 años que estaba en el sótano y sobrevivió, rechazó las afirmaciones israelíes: “Si vieron un lanzacohetes, ¿dónde está? A Israel le mostramos nuestros muertos, ¿por qué no nos muestra el lanzacohetes?”.

El 1º de agosto, el periódico israelí Haaretz escribió que “se han planteado dudas acerca de la versión militar. Ahora parece que no tenían información acerca de cohetes lanzados desde el edificio ni de la presencia de combatientes de Hezbolá”.

Israel afirmó que los civiles “no han debido estar ahí” y que advirtió en volantes que todos se fueran. Pero Qana no está cerca de Israel, lo que desmiente las afirmaciones de que solo busca crear una “zona de seguridad” a lo largo de la frontera para “protegerse”. Además, Israel ha atacado con misiles, artillería y ametralladoras los carros, taxis y camiones (e incluso una ambulancia con una gran cruz roja) en que huye la población. Por eso es igualmente peligroso quedarse o huir.

Ataques deliberados contra civiles

Los comentarios de los dirigentes políticos y militares israelíes antes de la masacre de Qana demuestran que fue parte de ataques deliberados contra la población civil del sur de Líbano a fin de preparar el terreno para la invasión terrestre.

Tras dos semanas de bombardeos, las fuerzas israelíes cruzaron la frontera pero tropezaron con una fuerte resistencia de los combatientes de Hezbolá y sufrieron bajas relativamente altas.

Haim Ramon, el “ministro de Justicia” israelí, dijo en una reunión del gabinete de seguridad días antes del ataque contra Qana: “En el sur de Líbano todo el mundo es terrorista y tiene lazos con Hezbolá. Nuestra gran ventaja en comparación con Hezbolá es la potencia de fuego, y no el combate cara a cara”.

El 3 de agosto, Human Rights Watch sacó un informe titulado “Golpes fatales: Los ataques contra civiles en Líbano” sobre una serie de ataques que mataron a 153 civiles. Concluye: “El patrón de ataques durante la ofensiva israelí en Líbano sugiere que las fallas no se pueden explicar o excusar como simples accidentes. La extensión del patrón y la gravedad de las consecuencias indican la comisión de crímenes de guerra”. (El informe está en hrw.org).

Made in U.S.A.

“¡América tiene la culpa de esto!”

Habitantes de Qana tras la masacre
(Salon.com, 31 de julio)

Tanto la masacre de Qana como toda la guerra son Made in U.S.A. Estados Unidos le dio a Israel los cazas y las bombas, y estos se utilizan en aras de las metas políticas y militares del imperialismo estadounidense.

El periodista Robert Fisk escribió en el Independent de Inglaterra (31 de julio) que en uno de los misiles que mataron a las dos familias en Qana (de fabricación estadounidense) vio escrito: “Para usar en MK-84 Bomba Guiada BSU-37-B”. Además, se cree que los cazas son de Estados Unidos.

Poco después de la masacre, ante una fuerte presión por un cese del fuego inmediato, Condoleezza Rice se reunió con el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Después, Olmert declaró: “No detendremos esta batalla, a pesar de los difíciles incidentes de esta madrugada. [Así se refiere a la masacre de más de 28 civiles—Revolución]. Continuaremos las actividades y, si es necesario, las ampliaremos sin dudarlo”. Dijo que iban a continuar los bombardeos 10 a 14 días más.

El New York Times citó aun “alto funcionario del gobierno israelí”: “Dada la estrecha colaboración que tiene con Bush y Rice, ¿piensa que diría algo por el estilo sin su consentimiento?”.

Crece el conflicto y cháchara de un cese del fuego

Al cierre de esta edición, Israel ha anunciado que ocupará una zona de Líbano de 24 km., al sur del río Litani, y que movilizará a miles de reservistas para reforzar a los 10,000 soldados que ya tiene en Líbano. Los fuertes combates con Hezbolá continúan en el sur.

También ha empezado a bombardear cerca de la frontera de Líbano y Siria, lo que podría empujar a Siria al conflicto. El 4 de agosto, un ataque aéreo mató a 33 trabajadores agrícolas que cargaban fruta en un lote de estacionamiento en el noreste del valle de Bekaa. El servicio noticioso oficial de Siria anunció que 17 de los muertos son trabajadores sirios (cinco son mujeres).

Continúan los bombardeos de los pueblos del sur y de la ciudad de Tiro, e Israel ha vuelto a bombardear los barrios chiítas de Beirut.

Las bombas israelíes han destruido cuatro puentes de la principal carretera norte-sur del norte de Beirut, donde la mayoría son cristianos y Hezbolá tiene poca influencia. Como la carretera de Beirut a Damasco ya está cortada en varios lugares, este ataque bloqueó la única carretera a Siria, aisló a Líbano del resto del mundo e impidió la llegada de combustible, comida y medicinas.

“La destrucción de hoy ha creado un problema muy grave y ha cortado la única cuerda de salvamento para la ayuda humanitaria”, la vocera del Programa Mundial de Alimentación, Robin Lodge, le dijo al Times. “Era casi la única carretera al mundo exterior”.

En medio de toda la destrucción, Condoleezza Rice anunció que solo permitirá negociar un cese del fuego cuando esté lista (o sea, cuando beneficie a Estados Unidos e Israel). Tanto los ataques militares como las maniobras diplomáticas están al servicio de los objetivos estratégicos yanquis. Por eso, las maniobras diplomáticas permiten que la guerra continúe hasta que esas metas se logren y el cese del fuego concuerde con los intereses de Estados Unidos e Israel.

No es seguro que habrá un cese del fuego. De hecho, hay señales de que la guerra podría escalar de un modo dramático e imprevisible.

No cabe duda de que un cese del fuego con una “fuerza internacional” militar europea sería una continuación de la labor israelí en Líbano. Sería una violación del derecho de autodeterminación de Líbano y una reestructuración a la fuerza de la política libanesa por el imperialismo yanqui e Israel.

Además, ¿qué significa que Estados Unidos e Israel digan que van a destruir a Hezbolá? El 40% de la población de Líbano es chiíta (1.5 millones de personas). Es el mayor grupo étnico del país y ha sufrido una larga historia de represión a manos de los imperialistas y otras fuerzas libanesas. La base de Hezbolá son los chiítas. Así que decir que van a destruir a Hezbolá como fuerza política tiene implicaciones genocidas.

Problemas para los imperialistas y un futuro diferente

Las dificultades para Estados Unidos e Israel siguen aumentando con el paso de la guerra. La indignación popular está creando problemas para los gobiernos árabes pro Estados Unidos y, debido a la resistencia de Hezbolá, la ocupación de Líbano ha sido más difícil de lo esperado.

La gran riqueza y fuerza militar de Estados Unidos e Israel no significan que lo tienen todo bajo control. El 1º de agosto, un editorial del Wall Street Journal se quejó de que “Israel está perdiendo la guerra” y que mientras continúe, fortalece a Hezbolá y perjudica los intereses estratégicos estadounidenses.

Hace poco el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar informó: “El problema es que todos los actores principales que hablan en este escenario son reaccionarios y no podrán representar de manera consecuente los intereses del pueblo. Su política refleja el hecho de que son explotadores cuyos intereses necesariamente son estrechos porque se basan en relaciones de clan, capitalistas, semifeudales y dependientes del imperialismo. Por otra parte, nunca ha quedado más en claro la potencial fuerza de las grandes masas del Medio Oriente, quienes no han tenido voz. Esa es la contradicción que se tiene que resolver para que la gran tormenta cuyo creciente viento ya se puede sentir vuelva la situación a favor de las masas”. (“Qué motiva el embate israelí contra el Líbano, y los intereses del pueblo”, 24 de julio de 2006)

Los ataques israelíes han unificado a Líbano como nunca. Líbano es un país con fuertes divisiones étnicas y religiosas. De 1975 a 1990, cayó en una guerra civil entre varios grupos étnicos (con el apoyo de potencias regionales). Pero el 31 de julio, los dirigentes religiosos de las comunidades maronita, sunita, chiíta, ortodoxa griega y druze pidieron un alto inmediato a “los crímenes de guerra contra el pueblo libanés”.

Al día siguiente de la masacre de Qana, miles de libaneses (religiosos y laicos, hombres y mujeres) atacaron la sede de la ONU en Beirut. Asimismo, hubo grandes manifestaciones contra Estados Unidos, Israel y la ONU en Bruselas, París, El Cairo, Damasco, Teherán, varias ciudades de Pakistán, Delhi y otros lugares. La semana anterior se realizaron una gran protesta y marcha de docenas de miles de personas en Londres, y una protesta bloqueó la avenida frente a la embajada israelí en Bogotá.

Cada día que continúa la guerra crece la indignación por todo el mundo y el potencial de hacer trizas los planes de los imperialistas y reaccionarios. En Estados Unidos, el país que más responsabilidad tiene por los crímenes que se cometen en Líbano, tenemos una gran responsabilidad de oponernos a esta guerra.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Demócratas defienden a Israel, perro de ataque yanqui

El Partido Demócrata, de conjunto y como fuerza política, se ha sumado al coro oficial de apoyo irrestricto, vehemente y vociferante a Israel por sus nuevos crímenes en Líbano.

En un mitin el 17 de julio en Nueva York, el embajador israelí a la ONU, Dan Gillerman, dijo: “A los países que dicen que nuestra respuesta tiene una fuerza desproporcionada, les digo: ¡Así debe ser!”.

A su lado estaban dos importantes senadores demócratas: Hillary Clinton de Nueva York y Frank Lautenberg de Nueva Jersey.

Lautenberg dijo: “El nivel de fuerza con que responda es decisión del gobierno israelí”.

Clinton agregó: “Apoyaremos las acciones [de Israel] para mandar un mensaje a Hamas, Hezbolá, Siria, Irán… Daremos los pasos que sean necesarios”.

Ese mismo día, los cazas israelíes incendiaron el puerto de Beirut, bombardearon aldeas, vecindades y carreteras a lo largo y ancho de Líbano, y destruyeron el Ministerio de Relaciones Exteriores palestino y casas cercanas en la ciudad de Gaza.

Luego, cuando el “primer ministro de Irak”, Nouri al-Maliki, vino a Estados Unidos, los demócratas berrearon porque se vio obligado a condenar las acciones del gobierno de Israel y no retractó sus comentarios al reunirse con Bush el 25 de julio.

En una rueda de prensa del 19 de julio, al-Maliki dijo: “Los bombardeos y ataques aéreos de Israel están destruyendo por completo la infraestructura de Líbano. Condeno esas agresiones e insto a los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe, cuando se reúnan en Cairo, a tomar medidas rápidas para frenarlas. Exhorto al mundo a tomar una posición rápidamente para parar la agresión israelí”.

De inmediato el Partido Demócrata, en particular sus congresistas, exigió que se cancelara la invitación a al-Maliki a hablar ante el Congreso el 26 de julio.

La senadora Hillary Clinton dijo que la declaración de al-Maliki era “un ultraje”. Los representantes demócratas dijeron que era “chocante”, “repugnante” y “terriblemente ofensiva”.

El senador demócrata Charles Schumer preguntó: “¿De qué lado está [al-Maliki] en la guerra contra el terrorismo?”. Esa es su propia versión de la declaración de Bush de que “o están con nosotros o están con los terroristas”.

Los demócratas amenazaron que al-Maliki no debe esperar apoyo estadounidense si continúa criticando el ataque israelí a Líbano.

Ahora los demócratas critican a Bush y los republicanos porque que no le respondieron a al-Maliki con la debida dureza.

Tal conducta de parte de los demócratas demuestra manifiestamente que son de hecho un partido de la clase dominante. Que defienden vigorosa y repetidamente el imperialismo estadounidense, del cual son instrumentos, y su perro de ataque, el gobierno de Israel. Y como tal, apoyan y no permiten que se critiquen los crímenes más sanguinarios y horribles del gobierno de Israel, cometidos con el respaldo y apoyo completo del imperialismo estadounidense.

En Connecticut, han pintado al demócrata Ned Lamont como “candidato contra la guerra” en oposición a Joe Lieberman, un demócrata pro Bush. Su declaración sobre los ataques a Líbano dice: “En este momento crítico en el Medio Oriente, cuando la seguridad de Israel está en peligro, creo que Estados Unidos tiene que mantenerse inequívocamente hombro a hombro con nuestro aliado para garantizar su seguridad. En este principio los americanos estamos unidos”.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

En línea: Sesiones de preguntas y respuestas de las charlas de Bob Avakian

Hace tres semanas anunciamos la nueva serie de importantes charlas de Bob Avakian, presidente del PCR,EU, que se encuentran en bobavakian.net y revcom.us. Como dijimos la semana pasada: “Estas charlas son exploraciones sumamente innovadoras de la teoría comunista y de su aplicación a una asombrosa variedad de asuntos, especialmente las cuestiones políticas que la situación actual plantea con urgencia. También son laboratorios en vivo del método y el enfoque comunista para conocer el mundo”.

Esta semana se añade una nueva dimensión a todo esto con la publicación de las sesiones de preguntas y respuestas de estas charlas.

Una de las preguntas es:

“Mi pregunta se relaciona con algo de las dos series ‘Puntos sobre el socialismo y el comunismo’ y ‘La base, las metas y los métodos de la revolución comunista’.
“He estado pensando en dos cosas: una es un comentario de Arundhati Roy en una entrevista en que básicamente dice (no es textual): ‘Yo apoyo a los maoístas de India, aunque probablemente sea la primera persona que maten’. También he estado pensando en esto con relación a la necesidad de trazar una distinción, como has enfatizado, entre los que traman directamente derrocar el socialismo y los que nada más disienten o incluso se oponen con vehemencia, pero no están tramando directamente derrocarlo.
“Mi pregunta es, tomando en cuenta la experiencia socialista y el aspecto muy secundario de que Arundhati Roy podría tener razón si vemos lo que pasó en China, y tomando en cuenta la particularidad de India y las particularidades de este país: ¿qué debemos decirles los comunistas a los Arundhati Roy del mundo sobre esta contradicción y por qué deben creernos?”

En total se plantearon más de 20 preguntas sobre una gran variedad de temas: la importancia de confrontar el relativismo y el positivismo en el clima actual; la necesidad de aceptar ideas que no son comunistas; la opresión de los negros; la situación de América Latina y su relación con la situación mundial; luchas políticas clave de hoy y su relación con la urgente necesidad de la revolución; el papel de los entrenadores en baloncesto… y muchas, muchas más. Las respuestas a estas preguntas, junto con los “Comentarios finales”, que también están en línea ahora, dan una idea palpable del comunismo: no solo de la visión de la sociedad comunista y de la lucha para llegar a ella (aunque muchas preguntas abordan distintos aspectos de eso), sino también de una orientación auténticamente comunista a todas las esferas de la sociedad. También muestran de modo palpable cómo el presidente Avakian escucha atentamente y ahonda en las preguntas que van surgiendo.

Invitamos a los lectores que entienden inglés a oír estas sesiones. Como hemos dicho antes, no hay nada como esto en el planeta.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Esperan con excitación la muerte de Castro

Maniobras yanquis y mentiras anticomunistas

Raymond Lotta

Al líder cubano Fidel Castro lo operaron de urgencia y la prensa estadounidense espera con excitación la noticia de su muerte. El gobierno de Bush se está lamiendo el hocico ante una posible crisis de dirección en Cuba; espera una apertura o pretexto para interferir, intervenir y efectuar un “cambio de gobierno”. A los reaccionarios de la comunidad cubana les han dado micrófonos y altoparlantes para pedir el regreso de la “Cuba de antaño”.

El presidente Bush dijo que apoyaría a quienes trabajan por un “gobierno de transición en Cuba comprometido con la democracia”. Hay que preguntar: ¿quieren de veras los cubanos la democracia que Estados Unidos exporta a Irak y el resto del mundo?

CASTRO: ESPINA EN EL COSTADO DE ESTADOS UNIDOS

Sacar del poder a Fidel Castro ha sido uno de los objetivos de la política exterior de Estados Unidos desde que tomó el poder en 1959. ¿Por qué? Fidel Castro dirigió una lucha antiimperialista que le dijo a Estados Unidos: ¡Cuba no es de ustedes! El gobierno de Castro nacionalizó las empresas y propiedades estadounidenses. Dio a los oprimidos de América Latina la esperanza de que sí se puede sacar corriendo a los explotadores yanquis. Eso es imperdonable para Estados Unidos, y desde ese entonces ha intentado tumbarlo con invasiones, bloqueos, espionaje y sabotaje, así como tentativas directas de asesinar a Castro.

El que Cuba no sea un país socialista ni que Castro sea un auténtico comunista no ha mitigado en nada el odio que le tienen los imperialistas. Castro no se ha doblegado ante las presiones de Estados Unidos para que le devuelva el país a sus corporaciones y a las fuerzas que velan por sus intereses. No ha dejado de criticar la política exterior de Estados Unidos y ha apoyado a diferentes fuerzas que se le oponen en América Latina. Ahora que Estados Unidos está librando una “guerra contra el mundo” y diciendo que “están con nosotros o contra nosotros”, la tenacidad de Castro es menos aceptable para la clase dominante de Estados Unidos.

LOS PLANES DE RECOLONIZACIÓN DEL EQUIPO DE BUSH

En el 2003 el gobierno de Bush organizó una Comisión de Ayuda para una Cuba Libre, cuya presidenta es Condoleezza Rice, la secretaria de Estado. En el 2004 la Comisión publicó su primer informe de los pasos para efectuar un cambio de gobierno. Un paso es trastornar el plan de Castro de delegar los poderes a su hermano menor Raúl. El mes pasado, un nuevo informe recomendó la creación de un fondo de $80 millones para apoyar la oposición a Castro y enviar ayuda una vez que el “gobierno de transición” esté en el poder. El año pasado Rice anunció la creación de un nuevo puesto para “acelerar la muerte” del gobierno de Castro.

Ahora que Castro se encuentra hospitalizado, el gobierno de Bush está ladrando más fuerte y soltando más amenazas contra el gobierno cubano. Espera que Cuba esté a punto de caer en sus manos. Un vocero del Departamento de Estado dijo: “Si muere el líder cubano, Estados Unidos jugará un papel directo en los acontecimientos de la isla”. Justo antes de irse de vacaciones a principios de agosto, Bush dijo que “tomará muy en cuenta quiénes en el gobierno actual se oponen a los deseos de Cuba de ser libre”. Mejor dicho, ya están advertidos de que Washington se va a meter en Cuba cuando fallezca Castro. Además ha trazado una línea en el desierto: no habrá espacio para los que estuvieron en el gobierno de Castro. Por eso le ha dado rienda suelta a los cubanos reaccionarios de Miami; cuenta con ellos como fieles servidores y capataces en la “Cuba sin Fidel”.

Las maniobras de Estados Unidos obedecen a importantes consideraciones geoestratégicas: aunque ha lanzado una “guerra contra el mundo”, no le ha prestado tanta atención a América Latina como al Medio Oriente y Asia Central. El gobierno de Hugo Chávez en Venezuela ha aprovechado los ingresos del petróleo para hacerle morisquetas a Washington y se ha aliado con Castro. Si Estados Unidos logra someter a Cuba y la vuelve a integrar a su red imperialista, eso les haría saber a Chávez y a otros gobiernos que buscan mayor independencia lo que les espera.

PROPAGANDA ANTICOMUNISTA

Estados Unidos también está aprovechando la situación para soltar una sarta de mentiras sobre el comunismo, como que es “control totalitario” de la población. Esa caricatura no tiene nada que ver con el auténtico comunismo, que busca la transformación consciente de la sociedad por el proletariado para abolir las clases y todas las diferencias de clases y emancipar a la humanidad entera.

La prensa ha sacado a una bola de reaccionarios cubanos hablando de los “horrores” del comunismo y de lo mucho que sufrieron personalmente. ¿Quiénes son ellos y cuál es su programa? Muchos se beneficiaron del privilegio y control que las corporaciones yanquis tenían en Cuba, y quieren que vuelva a ser una neocolonia, lo cual sí sería un horror para las masas cubanas.

Cuba no es un país socialista (ver el artículo "El imperialismo estadounidense, la revolución cubana y Fidel Castro"), aunque tiene ciertas características que dan la apariencia de socialismo, por ejemplo, empresas estatales y programas sociales financiados por el estado. Leyendo el libreto anticomunista, el gobierno de Bush habla extasiado de “privatizar” la economía cubana. ¿Quiénes serían los dueños? ¿La élite cubana de Miami que quiere sus haciendas y poder… las corporaciones yanquis que buscan mano de obra barata? El New York Times editorializa que quiere ver en Cuba una “sociedad económicamente dinámica”. Veamos lo que el capitalismo desenfrenado ha hecho en América Latina. En la década del 90, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional impusieron medidas de desregulación y privatización. Ahora se le llama la “década perdida” porque no hubo desarrollo y lo único que aumentó fue la pobreza y el desempleo. Cuba por su parte, aunque no es socialista, tiene un índice de mortalidad infantil más bajo que el de Washington, D.C., a pesar de ser un país del tercer mundo.

TIEMPOS PELIGROSOS

Estados Unidos no tiene ningún derecho de meterse en los asuntos de Cuba. No tiene el derecho de decirle al pueblo cubano qué debe hacer. Hay que denunciar los planes que está fraguando pues son las maniobras brutales de un imperio.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

El imperialismo estadounidense, la revolución cubana y Fidel Castro

Raymond Lotta

Por más de 100 años, Estados Unidos ha causado incalculable sufrimiento al pueblo cubano. Tenemos que oponernos resueltamente a cualquier maniobra del gobierno de Bush contra Cuba. Por otro lado, Fidel Castro no es un comunista auténtico y Cuba no es una sociedad socialista. El pueblo cubano tiene que hacer una auténtica revolución para construir una sociedad liberadora.

DOMINACIÓN ESTADOUNIDENSE DE CUBA

Cuba cayó en las garras del imperialismo durante de la guerra de Estados Unidos y España de 1898. Los cubanos estaban luchando por la independencia y Estados Unidos aprovechó la situación para tomar a Cuba como neocolonia.

Cuba se independizó en 1898, pero en 1901 el Congreso de Estados Unidos aprobó la Enmienda Platt. Esa enmienda, que se incorporó en la Constitución de Cuba hasta 1934, estableció las condiciones para la intervención en los asuntos internos de Cuba. Estados Unidos mandó marines a Cuba en 1906, 1912, 1917 y 1920. La Enmienda Platt también estableció una colonia militar estadounidense: Guantánamo, la misma base que hoy es un campo de detención y una cámara de tortura de la guerra de Estados Unidos contra el mundo.

En la década del 50, Estados Unidos controlaba el 80% de las empresas de servicios públicos; el 90% de las minas; casi el 100% de las refinerías de petróleo; 90% de la ganadería y el 40% de la industria azucarera. Cuba era un paraíso para inversionistas de los sindicatos de apuestas, agentes de bienes raíces, dueños de hoteles y mafiosos. Estados Unidos mantenía en el poder al represivo y profundamente odiado gobierno de Fulgencio Bautista. Ese fue el telón de fondo de la revolución de 1959.

La revolución cubana fue un levantamiento popular contra el imperialismo estadounidense. Estados Unidos no aceptó la derrota. Quería recuperar sus propiedades y, más aun, parar el mal ejemplo de Cuba para el resto de América Latina. A principios de los años 60 Estados Unidos procedió por dos caminos: aplastar a Cuba y a los movimientos revolucionarios del continente; y lanzar la Alianza para el Progreso, presentada como una medida de libre comercio para curar la pobreza, pero que sirvió para que Estados Unidos clavara más profundamente sus garras económicas.

En 1961 Estados Unidos invadió Playa Girón, pero el pueblo cubano lo derrotó. La CIA trató de asesinar a Castro varias veces. Estados Unidos bloqueó las relaciones de Cuba con los países occidentales.

CUBA NO ES SOCIALISTA

Fidel Castro repite frases marxistas, pero no es comunista. La revolución que dirigió no rompió las relaciones económicas, políticas y sociales de la burguesía.

Castro buscó sustituir una forma de dependencia imperialista por otra. Antes de 1959, Cuba era un “monocultivo”: una economía basada en la producción de azúcar para el mercado mundial dominada por Estados Unidos. Fidel Castro no dirigió a las masas a reestructurar fundamentalmente ese legado económico. No llevó a cabo una reforma agraria radical de masas para sentar las bases para una agricultura colectiva y autosuficiente que pudiera alimentar a la población. No llevó a cabo el desarrollo paso a paso de la industria para apoyar el desarrollo de una agricultura diversa y fortalecer la independencia económica.

En vez de romper de una manera radical con el imperialismo, Castro optó por un “remedio al instante”. El azúcar siguió siendo el eje de la economía y Cuba siguió sometida al mercado mundial. En vez de Estados Unidos, el nuevo patrón fue la Unión Soviética (que dejó de ser socialista a mediados de la década del 50). La URSS le garantizó a Cuba un mercado para el azúcar y le dio créditos y petróleo, una parte de los cuales Cuba vendía en el mercado mundial para comprar alimentos.

A mediados de los 60, Cuba ya estaba muy enredada en el bloque soviético. Castró apoyó la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968, así como la invasión de Afganistán en 1979. Lanzó ataques ideológicos contra Mao y la Revolución Cultural. Castro también mandó soldados a África para ayudar a la URSS a extender su influencia imperial.

Cuba decía que era socialista, pero toda la economía estaba sometida a la lógica de la economía capitalista: producir y producir lo que mejor produce, azúcar. Las masas eran esclavas asalariadas de esa lógica de la mercancía. Su trabajo y esfuerzo no eran para transformar la sociedad sino para reproducir las relaciones de dependencia y la explotación imperialista.

Estos tratados comerciales le permitían a Castro pagar por ciertos programas sociales, como servicios médicos y educación. Esas medidas mejoraron la situación de los pobres, y consolidaron la base popular de Castro. ¿Eso hacía que Cuba fuera socialista? No.

El COMUNISMO AUTÉNTICO

En la charla Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo (Parte 6: “Un mundo en que queramos vivir”, octubre 31 de 2004), Bob Avakian explica que en el mundo de hoy hay tres alternativas. La primera es dejar las cosas como son, lo cual es inaceptable.

La segunda alternativa es dejar intactas las relaciones fundamentales de explotación económica y el gobierno de una clase opresora, pero aliviar un poco ciertos problemas sociales y las desigualdades de la sociedad de clases. Eso es lo que Cuba representa. Fidel Castro ha creado una especie de “estado neocolonial de bienestar social”, en que las masas siguen explotadas y no tienen poder sobre los asuntos primordiales de la sociedad. Todo esto está revestido de fraseología socialista. (En este artículo no podemos abordar cómo Castro logró mantener ese estado de bienestar social después del colapso del bloque soviético, pero en los últimos años ha recibido petróleo subsidiado de Venezuela y ha tenido lazos comerciales con China).

Avakian señala que hay una tercera alternativa, que de veras es emancipadora. Es una revolución cabal: dirigir, desencadenar y dar poder a las masas para construir una nueva sociedad sin explotación alguna; para superar todas las relaciones e ideas opresivas; para fomentar la efervescencia intelectual y el disentimiento; para sentar las bases, por medio de la continuación de la revolución, para que las masas sean los dueños de la sociedad.

Esta tercera alternativa, ese verdadero comunismo, es lo que Cuba y el mundo entero necesitan.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Esta no es nuestra danza;
bailemos a nuestro propio compás

El 2 de agosto, Alberto Gonzales, secretario de Justicia, fue al Congreso a hablar de NUEVAS REGLAS PARA TORTURAR y dijo que “lo que estamos considerando ahora es un producto mejor”. Una vez más, el equipo de Bush manipula la palabra para anestesiar y crear versiones asépticas. Gonzales dijo que quiere llevar “claridad” a la prohibición de tortura de los Convenios de Ginebra, que en otras ocasiones ha llamado “anticuados”. Para continuar la práctica inmoral e ilegal de torturar en todo el mundo, Gonzales quiere que se legalice porque sabe que él y el gobierno de Bush han cometido crímenes de guerra de reconocimiento internacional.

¿Cómo hemos llegado al punto en que el gobierno debate en público la eficacia, no la inmoralidad, de la tortura? ¿Cómo hemos llegado al punto en que esto se considera un debate normal? ¿Y cómo podemos salirnos de esto?

La política y el discurso oficial están enredados en una danza mortal. Una danza que embota la mente con su repetición circular, pero que va resbalando peligrosamente hacia un precipicio. Las consecuencias para el futuro se miden en vidas humanas.

A principios de junio, el ejército les metió a la fuerza tubos por la nariz a ocho detenidos de Guantánamo que estaban en huelga de hambre. Ochenta más se sumaron a la huelga de hambre para protestar por tenerlos detenidos sin acusarlos por más de cuatro años. A mediados de junio, tres se suicidaron. El contralmirante Harry B. Harris, en un despliegue de lógica fascista orwelliana, dijo que los suicidios eran “guerra asimétrica” y propuso investigar a los abogados de los suicidas.

A principios de julio, la Suprema Corte declaró que el ejecutivo se sobrepasó con la tortura internacional, que debía pedirle permiso al Congreso para realizar tribunales militares, y que no debía pasar por alto el derecho internacional y los Convenios de Ginebra. Eso se llama el fallo Hamdan y por eso fue que Gonzales asomó la cara al Congreso el 2 de agosto.

Por un breve momento, en los círculos progresistas brilló la esperanza de que pararan la tortura y detención (símbolos de la dirección fascista del gobierno de Bush). Pero a los pocos días la rama ejecutiva exigió categóricamente que el Congreso codificara la tortura y detención, como sugirió la Suprema Corte. Ahora, el debate oficial se centra en legitimar la tortura y detención… sin que le vaya a salir el tiro por la culata a las fuerzas armadas. Si continúa la trayectoria actual, pronto veremos una ley atroz.

Este patrón se repite en todas las esferas. Un ejemplo: cuando se supo que la Agencia de Seguridad Nacional estaba espiando ilegalmente las conversaciones telefónicas de millones, la rama ejecutiva presionó al presidente del Comité Judicial del Senado, Alan Specter (un republicano “moderado”), a aceptar un “acuerdo mutuo”. El acuerdo, digno de Tony Soprano, propuso legislación que permita continuar el espionaje ilegal, con la condición de que el ejecutivo obtenga aprobación de un tribunal secreto que existe con el fin de aprobar todas las solicitudes de espionaje (FISA), aunque puede obviar ese paso si resuelve que perjudicaría la seguridad nacional. Además, se eliminan todas las revisiones judiciales. En resumen, a cambio de pedirle aprobación al Congreso, Bush puede seguir espiando en secreto las llamadas personales y, si le parece, puede pedirle autorización a un tribunal secreto, aprobado por el presidente de la Suprema Corte, aunque eso se puede obviar, en secreto.

Unos demócratas protestaron, unos hicieron contrapropuestas, pero ninguno insta a la sociedad civil a oponerse a esto. En Washington se cree que el Congreso aprobará una ley cercana al “acuerdo mutuo” de Specter. Dana Perino, vocera de la Casa Blanca, dijo: “Es el acoplamiento del presidente y el Congreso para codificar que los futuros presidentes puedan tomar medidas para proteger el país”.

Mediante este proceso están cimentando un orden social radicalmente nuevo, cimentando la arquitectura y las estructuras de normas sociales fascistas, con repercusiones para generaciones… si no lo paramos. Es una danza que ya es bien conocida. Veamos la Ley Patriota. La impusieron a grandes carreras después del 11 de septiembre y la mayoría de los congresistas ni la leyeron. En pocos meses, surgió oposición por todo el país a medidas como que el gobierno supiera qué libros saca uno de la biblioteca. Más de 400 ciudades, pueblos y estados votaron contra ella. Pero en marzo del 2005, el Senado aprobó la Ley Patriota II con un voto de 89 a 10.

Es una danza de cuatro pasos. Bush “crea una nueva realidad” con medidas unilaterales. Las medidas se denuncian o tropiezan con obstáculos. Unos demócratas se quejan de que no los consultaron y de que ellos pueden administrar mejor esas medidas, por horrorosas que sean. El Congreso aprueba las medidas con nuevas leyes y volvemos a la misma danza, pero cada vez con menos piso.

Hay que oírlos: los demócratas dicen claramente lo que están haciendo. Cuando la Suprema Corte le tiró un poco las riendas al ejecutivo con el fallo Hamdan, el senador demócrata de Nueva York Chuck Schumer (director de campaña para las elecciones al Congreso de este año) dijo en los noticieros: “Si [Bush] hubiera presentado este asunto ante el Congreso hace unos años, le habríamos dado lo que quería”. Ni una palabra de oposición a la tortura, a la detención sin acusaciones ni a los tribunales secretos sin abogado. Tenemos que salir de esta pista… o esta danza nos llevará a los campos de exterminación.

Lo que muestra claramente el ejemplo de la Ley Patriota es que había, y hay, una extensa oposición al programa de Bush. Es una oposición suficiente para pararlo, pero siempre y cuando siga uncida a la política usual, esperando que los demócratas ganen escaños en el Congreso este año a ver si entonces hacen algo (lo que nunca sucede), esta danza seguirá.

¿Recuerdan hace un año cuando Bush nominó a Roberts a la Suprema Corte? Los demócratas y la dirección del movimiento de la mujer le dijeron a su base social, que estaba horrorizada y furiosa: “Esta vez nos vamos a aguantar, pero en la próxima nominación sí vamos a pelear”. Como se podía prever, a los seis meses no pelearon contra la confirmación de Samuel Alito a la Suprema Corte. Sin embargo, si se aglutinara toda esa furia y se expresara por medio de una oposición independiente a todo el programa de Bush, se podría en marcha toda una nueva lucha por el futuro del mundo.

La lógica de la danza actual es, textualmente, mortal. Estamos a punto de que sea imposible para la vasta mayoría de las mujeres obtener servicios de aborto, y de que se prohíba de plano en uno o dos años. No hay problema: los demócratas postularán candidatos opuestos al aborto para aumentar sus chances de ganar y el movimiento de la mujer se quedará callado. ¿Y después? Los fascistas cristianos atacarán los métodos anticonceptivos, ¿y qué harán los senadores católicos “provida”? ¿Oponerse al santo papa?

Si pensamos seria y honestamente en todo lo que ha cambiado desde el 11 de septiembre: las leyes, las normas de gobierno, la separación de poderes, la separación de la iglesia y el estado; el hecho de que hoy es rutina que los dirigentes de ambos partidos se hinquen ante fascistas lunáticos teócratas como Jerry Falwell y Pat Robertson; si captamos que un tercio del Congreso tiene el sello de aprobación de las organizaciones fundamentalistas cristianas más conservadoras… si asimilamos todo esto, se perfila cuánto hemos avanzado por el camino al fascismo. Todo esto se va acumulando y un día nos podemos despertar y encontrar que estamos amordazados.

¿Qué tiene que cambiar para que bailemos a nuestro propio compás?

Para empezar, hay que aprender a rechazar la invitación a la fiesta de los demócratas. ¿Por qué? Escuchemos lo que dice sobre Irak Al Gore, actual pretendiente de los progresistas que se mueren de ganas de ir al baile:

“Todos estamos amarrados al mástil de la nave estatal. Porque ese grupito que está al timón debería renunciar. Rumsfeld y esa gente han cometido errores horribles, uno tras otro…”.

Rumsfeld y su jefe sí deberían renunciar, pero la esencia de las palabras de Gore (y en esencia el problema con Gore) es la primera oración: “Todos estamos amarrados al mástil de la nave estatal”. ¿Quiénes son todos? ¿Exactamente cuáles son los intereses de la nave estatal de este país en el Medio Oriente y en todo el mundo? ¿Y qué tienen que ver con los intereses del pueblo de terminar la guerra y no vivir en una nueva Roma? Como Ahab amarrado a la ballena, Gore y el resto de los demócratas nos condenarán a revolcarnos en el mar para salvar su nave.

Muchos ven la matanza de Líbano y el peligro de que esto lleve a una guerra mayor, y albergan la esperanza de que (a pesar de lo que dice la dirección demócrata) si ganan, se comportarán mejor. Pero los demócratas y los republicanos tienen otra serie de imperativos. Seymour Hersh escribió en la revista New Yorker que los demócratas ni nadie más en el mundo oficial dice que hacer capitular a Irán no amerite una guerra.

El Partido Demócrata, como el Partido Republicano, vela por los intereses del sistema. Ante los imperativos de un capitalismo global ágil y sin trabas, todos reconocen la necesidad de forjar a la fuerza un imperio que nadie desafíe. Los dos coinciden en usar la guerra contra el terror con ese fin; los dos ven que es necesario aumentar el control interno del país; los dos concuerdan en que el pacto social del Nuevo Trato y de la Gran Sociedad, con sus programas sociales, es cosa del pasado (a fin de cuentas, fue Clinton quien eliminó gran parte de los programas de beneficencia social); y los dos reconocen que esto requiere atizar la moral tradicional para calmar y embotar.

Sin embargo, entre los dos hay fuertes diferencias. En el núcleo del Partido Republicano hay un movimiento fascista cristiano altamente organizado que está resuelto a que la Biblia sea la ley. Esos teócratas tienen un maridaje no del todo feliz con los neoconservadores (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, etc.,) que diseñaron la doctrina estratégica de forjar un imperio que nadie desafíe sin dejarse restringir por el derecho internacional, tratados o diplomacia. A esa doctrina estratégica le hace eco y la refuerza la “teología” de millones de fundamentalistas cristianos que leen los libros del “fin de los tiempos” de La Hayes. En el libro American Theocracy, Kevin Phillips escribe: “El caos del explosivo Medio Oriente, lejos de ser una amenaza, anuncia el esperado regreso de Jesucristo. El aumento del precio del petróleo, terribles huracanes, tsunamis mortales y el derretimiento de los casquetes polares lo confirman”.

Los demócratas no tienen un programa coherente para contestar. Eso se debe, primero, a que están atados a la misma nave imperialista: no van a perjudicar la hegemonía estadounidense. Desde el 11 de septiembre los demócratas sostienen que ellos podrían librar mejor la guerra contra el terror. SI uno quiere reforzar el control estratégico del Medio Oriente para espantar a rivales potenciales, asegurarse los recursos naturales, someter a los fundamentalistas islámicos e imponer gobiernos acomodaticios, pues querrá que triunfe la guerra de Irak y ofrecerá ideas para conducirla mejor.

El gobierno de Bush impone nuevas condiciones para impulsar su programa internacional y nacional fascista, y los demócratas cada vez tienen menos terreno… a menos que decidan tomar otra dirección, lo que no harán porque parten del mismo conjunto de necesidades del imperio. Por eso es que, si no hay una lucha de masas para PARAR desde abajo la dirección del gobierno de Bush, aunque los demócratas ganen en noviembre, nosotros no ganaremos.

En estos momentos circulan esperanzas de que Bush esté acabado, que tiene que recurrir a la diplomacia para lidiar con Irán y Corea del Norte. La portada de la revista Time es un dibujo del sombrero y las botas de cowboy de Bush con el título “El fin de la diplomacia cowboy”. Pero eso es una quimera peligrosa. Desde la perspectiva de Bush y Cía., los problemas que han creado en Irak y Afganistán en realidad requieren más agresión… o si no podrían perder la iniciativa estratégica. Los cambios fascistas radicales que quieren imponer en el mundo y en el país tienen una lógica de ofensiva continua hasta la victoria.

En un artículo del New York Times, un vocero de Bush le dijo a Ron Suskind que el gobierno de Bush crea su propia realidad. Esa realidad ya ha causado terrible daño. También ha creado un mar de gente que odia profundamente todo esto. Esa es la fuerza que, como dice la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar para el 5 de octubre, puede “sacudir la parálisis que todavía domina gran parte de la vida política de este país… abrir[…] una brecha en los muros que están fortaleciendo a nuestro alrededor y [decir] ¡ya basta!”.

Eso requiere zafarse de la danza mortal de los imperialistas y bailar a nuestro propio compás.

Hay tiempo. No mucho tiempo, pero suficiente para salvar el mundo.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Tras las elecciones

Agitación y trastornos en México

La lucha en torno a las elecciones mexicanas ha creado una explosiva crisis política que podría zafarse de los confines electorales y poner en tela de juicio la gobernabilidad y legitimidad de la clase dominante de México, lo que provocaría sacudones en Estados Unidos. A Felipe Calderón, del Partido de Acción Nacional (PAN), lo declararon ganador por un pequeño margen de 245,000 votos, o sea .5%, sobre Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la Coalición “Por el bien de todos—Los pobres primero”. AMLO ha pedido un recuento de los votos. AMLO dice que declarar a Calderón ganador de las elecciones fue ilegal porque el Instituto Federal Electoral (IFE) no tiene la autoridad para decidir quién ganó y porque el IFE cometió fraude en las casillas y cibernéticamente por medio de su sistema de computadoras. También afirma que el presidente Fox interfirió a favor de Calderón, que hubo una campaña ilegal en la prensa contra él, y que el gobierno usó los programas que benefician a los pobres para presionarlos a votar por Calderón. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) es el que decidirá el resultado de las elecciones, y al cierre de esta edición ha anunciado que hará un recuento parcial de los votos. Habrá que ver la reacción a esto de AMLO y qué recomendará. También hay que ver qué impacto tendrá en la lucha de las masas.

Tras las elecciones, m illones de personas respaldaron la demanda del recuento con manifestaciones semanales en la capital. El 18 de julio más de un millón de personas se congregaron en el Zócalo y el domingo 30 llegaron más de dos millones de todo el país. Fue la mayor manifestación de la historia de México. AMLO los exhortó a quedarse día y noche en el Zócalo y a bloquear las calles para presionar al tribunal. Pero también dijo que él respetaría la decisión si vuelven a contar los votos y gana Calderón.

En este momento, en el Distrito Federal hay 47 campamentos de protesta organizados por AMLO y sus asesores políticos (muchos de ellos ex miembros de alto nivel del Partido de la Revolución Institucional o PRI, el partido que estuvo en el poder 70 años), senadores y diputados del PRD de muchos estados, y organizaciones comunitarias, hasta que el Tribunal Federal Electoral cuente los votos de nuevo. También se han visto bloqueos en varios puntos de entrada y puertos.

Con los bloqueos, la bolsa mexicana registró niveles bajos y el peso perdió valor ante el dólar. El declive se atribuye a la “incertidumbre de las elecciones” y a las medidas “radicales” que está tomando la Coalición “Por el Bien de Todos”, así como al hecho de que el Tribunal Federal Electoral no ha dado su decisión. En la bolsa se dice que la volatilidad continuará mientras continúen los bloqueos. El gobierno mexicano venía recalcando que a pesar de la tormenta política la economía seguiría estable, lo cual es muy importante ya que la economía depende de atraer y conservar inversiones imperialistas.

Sin embargo, el 2 de agosto el vocero del presidente Fox dijo que los bloqueos están poniendo en peligro la economía. Con respecto a las medidas que ha tomado AMLO, Fox dijo: “No hay que andar jugando con fuego y no hay que arriesgarse porque se debe mantener la estabilidad y la disciplina económica en el país, cuestión que se logra cuando hay una nación en paz”. Los empresarios han pedido que se investigue si están usando fondos públicos para financiar el bloqueo. Dicen que los negocios están perdiendo $23 millones al día, que el bloqueo pone en peligro a 3,000 negocios y entre 15 y 32 mil empleos, y que ya se han cancelado 3,400 estadías en hoteles. Los empresarios amenazan con una huelga de impuestos para recuperar las pérdidas. La Federación de la Barra y el Colegio de Abogados han anunciado que prestarán servicios gratuitos para el sector comercial y turístico si desean demandar a AMLO por pérdidas económicas provocadas por el bloqueo, así como para demandas penales por el uso ilegal de electricidad.

La alcaldía de la ciudad de México está en manos del PRD. El alcalde, Alejandro Encinas, así como el jefe de policía son del PRD. El PAN también está movilizando a sus bases. Se informa que 93 organizaciones comunitarias han pedido la renuncia del alcalde y que el Tribunal Federal Electoral respete las elecciones y declare que Calderón ganó. La Conferencia de Obispos de México comparó el bloqueo del transporte en el centro de la ciudad a ataques terroristas y a la matanza de inocentes en Líbano. Además, alabó la “madurez política” de Felipe Calderón y exhortó a los católicos a una semana de oración “por la reconciliación y la paz en el país”.

¿Qué provocó la actual situación?

México es una sociedad polarizada, sumida en una mezcla de contradicciones en movimiento y en desarrollo, que se influencian mutuamente y se entrelazan con la lucha contra los ataques a los inmigrantes en Estados Unidos.

La aceleración de la globalización ha desalojado a mucha, mucha gente. El desarrollo económico es cada vez más disparejo y polarizado. Eso desacerba las contradicciones sociales entre los que apoyan políticamente al PAN (muchos de quienes se han beneficiado de los programas del presidente Fox) y quienes han sufrido a consecuencia de los programas del PAN. El Tratado de Libre Comercio, TLC/NAFTA, ha causado crecimiento económico en unas partes del país, en particular en el norte, donde se concentra la agricultura capitalista de gran escala, y en los centros de comercio donde hay bastante infraestructura de comercio. Las inversiones extranjeras han favorecido esos lugares y han beneficiado a la clase media. Pero el crecimiento y la expansión no se dan de una manera uniforme. Las zonas industriales tienen enormes ciudades perdidas donde superexplotan a los trabajadores en maquiladoras, y la agricultura depende de trabajadores temporales migrantes del sur del país.

Grandes sectores de la población (especialmente en el sur) carecen de los servicios más fundamentales, carreteras, transporte y escuelas. Para ellos los cambios económicos de los últimos 10 años han sido fatales. Millones han tenido que irse a buscar trabajo, pero no se integran a una economía en desarrollo y articulada. Cada año 15 millones de personas migran en el interior de México; 18 millones viven en cinturones de miseria alrededor de las ciudades. Además, millones de personas, una de cada 10, emigran a Estados Unidos a trabajar, donde los necesitan en la industria y otros oficios. Esa migración es hoy indispensable para la economía mexicana. El dinero que mandan a sus familias es la segunda fuente de ingreso del país. La migración a Estados Unidos sirve como una “válvula de escape” que alivia la presión causada por la pobreza y la escasez de trabajo.

Rebelión… y represión

Por todo México se ha estado expresando descontento y rebelión. Una de las luchas que ha tenido impacto nacional es la lucha para sacar al gobernador de Oaxaca. El 14 de junio, las autoridades atacaron con helicópteros y policías a los maestros que estaban en huelga desde mayo por un aumento salarial. Después, los maestros recibieron el apoyo de comunidades indígenas que luchan por tomar los gobiernos de sus pueblos por medio de asambleas populares. En 30 municipios de Oaxaca se han apoderado de los edificios de gobierno y sacado a las autoridades. La principal demanda de la lucha, que se ha extendido por todo el estado, es la renuncia del gobernador del PRI. Los maestros y sus partidarios han ocupado indefinidamente el centro de gobierno de Oaxaca (la asamblea, los tribunales, el ejecutivo) y han formado un gobierno alternativo. El 2 de agosto una marcha de mujeres se apoderó del canal de televisión en el centro y empezó a transmitir.

Otra cosa que ha alimentado la crisis de las elecciones es la feroz represión del gobierno, que en vez de sembrar terror como se proponía, está teniendo el efecto contrario e indignando más a la gente. El 20 de abril, para romper una huelga de mineros y aceristas en Michoacán, la marina trasladó a policías estatales y federales en una operación sorpresa. Los obreros se defendieron con catapultas y bolas de hierro. Los 1,000 policías que mandó el gobernador Cárdenas, del PRD, abrieron fuego contra los trabajadores, quienes montaron barricadas de carros quemados y repelieron el ataque con la maquinaria que tenían. Sin embargo, las fuerzas policiales mataron a dos trabajadores y dejaron heridos a 73. Esta lucha sucedió después de la explosión del 19 de febrero en la mina Pasta de Conchos, que enterró vivos a 65 mineros, sin que hasta hoy se recuperen los cadáveres. El ministro de Trabajo culpó a los mineros de la explosión para tapar el hecho de que las condiciones de trabajo son pésimas en las minas. El 3 de mayo, la policía tomó medidas de represalia contra la comunidad de Atenco, que en 2002 frenó el plan del gobierno de desalojar sus terrenos para construir un aeropuerto al servicio del libre comercio. La policía arrestó a los líderes, mató a un muchacho y violó a muchas mujeres y jóvenes cuando los trasladaban a la cárcel. Un estudiante de la UNAM murió un mes después por una herida en la cabeza. Los líderes de la comunidad siguen presos y por todo el país hay indignación.

Este es el contexto de la lucha por los resultados de las elecciones, que hoy son el punto focal de la discordia. Cientos de miles de los más pobres y oprimidos se están uniendo con intelectuales y gente de la clase media, han depositado la esperanza en que AMLO sea el nuevo presidente y se han echado a la calle para que así sea. Pero la neta es que, si bien AMLO tiene un programa un tanto diferente para la economía y es probable que instituya ciertas reformas y haga ciertas concesiones, su programa no es en lo fundamental diferente al de Felipe Calderón. AMLO también es representante de los grandes capitalistas nacionales e internacionales, especialmente de los capitalistas estadounidenses, y de los terratenientes.

Diferentes programas… al servicio de los de arriba

Las acusaciones de que hubo fraude en las elecciones son justas; pero la verdad es que aun en las elecciones más limpias se está escogiendo cuál representante de la clase dominante —y en este caso del imperialismo estadounidense— se va a encargar del estado y el gobierno por seis años. AMLO y Calderón tienen programas distintos y diferencias sobre cómo manejar la difícil mezcla de contradicciones que tienen Estados Unidos y la clase dominante de México, tanto internamente como en sus relaciones entre país opresor y país oprimido. Pero ambos son representantes políticos que defienden un sistema dominado por el imperialismo yanqui, los grandes capitalistas nacionales e internacionales y los terratenientes. Se desenvuelven en el marco de leyes que sirven a esos intereses y no se pueden salir de ese marco.

Calderón ha dicho que seguirá adelante con las “reformas estructurales” y la privatización de la economía para facilitar las inversiones extranjeras y la explotación de los trabajadores mexicanos. Estados Unidos lo considera como el candidato “más solvente”. Para asegurar su victoria, Calderón contrató a los asesores electorales estadounidenses Rob Allyn y Dick Morris. La compañía de Rob Allyn trabajó en las “victorias” de Bush en el 2000 y el 2004. El 3 de abril, Dick Morris escribió un artículo en el Washington Post sobre supuestos lazos entre AMLO, Fidel Castro y Hugo Chávez, que el PAN insertó en los anuncios de campaña con el fin de dar a entender que la victoria de AMLO causaría inestabilidad, caos y pérdidas para la clase media. Por ejemplo, un aspecto de la campaña daba a entender que si ganaba AMLO la clase media perdería sus viviendas y que él iba a atacar a la iglesia católica. Cuando el gobierno atacó sin piedad a las masas de Atenco, agrediendo, violando y matando, Calderón dijo: “A estos bárbaros hay que castigarlos severamente”.

Con respecto a AMLO, nadie debe confundir lo que dice en sus discursos con los intereses que de veras defiende. AMLO lleva años trabajando para defender las leyes y el orden social y económico que operan al servicio de los grandes capitalistas, los terratenientes y el imperialismo. Su táctica es hablar en contra del sistema para movilizar a su base social, que son los más pobres, a apoyar reformas del mismo sistema que los oprime. Sus principales asesores eran altos funcionarios del PRI cuando se impusieron las medidas neoliberales que dice que rechaza. Habla contra los efectos del TLC/NAFTA, pero no quiere suspenderlo. Piensa renegociarlo y hacer “funcionar la globalización” atrayendo más maquiladoras (donde se paga muy poco y se explota salvajemente la mano de obra) con rebajas de impuestos a los inversionistas extranjeros. Cuando fue alcalde de la ciudad de México, AMLO contrató al ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani para que impusiera medidas de “tolerancia cero” con el fin de criminalizar a los pobres en esa enorme ciudad, donde hay tanto desempleo y millones se ganan la vida en la economía informal. AMLO no vacilaba en mandar la policía a reprimir a los manifestantes que se congregaban en el DF.

Además, no es posible cambiar de una manera fundamental las condiciones de vida de las masas dentro del marco electoral. Eso se debe a que el sistema político sirve al sistema económico capitalista subyacente, que está subordinado al imperialismo.

Tormentas y potencial

Las esperanzas de cambio por parte de la gente que está luchando hoy por el resultado de las elecciones y la explosiva situación del país tienen el potencial de salirse del control de la clase dominante de modos que esta consideraría peligroso para la estabilidad del sistema. La sociedad está respondiendo al llamamiento de AMLO de luchar por un resultado diferente en las elecciones y, hasta la fecha, la clase dominante ha conseguido mantener la lucha y las demandas dentro de un marco que tanto Estados Unidos como la clase dominante mexicana consideran aceptable. Sin embargo, existe la posibilidad de que la lucha rebase esos límites. Tienen que darse una fuerte lucha para que surjan acciones históricas independientes de masas, zafándose del control de la clase burguesa y sus candidatos, a fin de efectuar los cambios que el pueblo desesperadamente quiere y necesita.

Es posible que en medio de estas tormentas y trastornos las masas logren impulsar su lucha. Pero no será depositando las esperanzas en AMLO o el proceso electoral, ni luchando para hacer que el proceso sea democrático. Hay que luchar para transformar la ira e indignación por el resultado de las elecciones. Hay que forjar el ardiente deseo que tienen de un mundo diferente en un movimiento revolucionario que de veras desafíe al sistema y vaya a la raíz del problema: quién detenta el poder estatal. Lo que se debe debatir es cómo arrancar de raíz las relaciones económicas y sociales que oprimen al pueblo.

“…es posible contemplar una situación en que el desarrollo de la situación social y de la lucha revolucionaria de México interpenetre con el desarrollo de las contradicciones y las luchas sociales de Estados Unidos, en un nivel muy superior al de hoy. Eso podría tener un enorme impacto e influenciar hacia una posición más internacionalista a los que han nacido aquí. Encierra el potencial de prender más rebelión y de interactuar positivamente con la lucha revolucionaria consciente y organizada en Estados Unidos”. (La ‘crisis de la frontera’ y la revolución: Dimensiones estratégicas”, Revolución #48, 28 de mayo de 2006)

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

Ataque contra el disentimiento académico llega a Madison, Wisconsin

Kevin Barrett, quien ha enseñado por 10 años Islam, literatura africana y otras materias en la Universidad de Wisconsin en Madison, es el nuevo blanco de los lobos derechistas que atacan el pensamiento crítico y el disentimiento en los círculos académicos. La semana pasada, una carta del representante estatal republicano Steve Nass firmada por 61 de 133 legisladores (todos republicanos menos uno) al gobernador y a los directores de la universidad urgió la cancelación del contrato de Barrett para dar un curso de un semestre sobre “Islam: Religión y cultura”. Nass advirtió que si no despiden a Barrett, los legisladores que firmaron la carta recortarán los fondos públicos de la universidad.

Los dictadores del mundo académico han resuelto que Barrett, licenciado en literatura inglesa y francesa de la Universidad San Francisco State, ganador de una beca Fulbright y doctorado hace dos años en idiomas, literatura y folclor africanos en la Universidad de Wisconsin, “no está calificado para enseñar”. ¿Por qué? O como el propio Barrett pregunta: “¿Por qué Wisconsin, tan liberal, se enloquece por un profesor auxiliar que gana $8,000 al año y ni siquiera está enseñando sus propios puntos de vista? Me esfuerzo por presentar ante los estudiantes diversas interpretaciones”. Aparentemente, lo que descalifica a Barrett como maestro es que no acepta la historia oficial de los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y lo dijo en un programa radial. Barrett es cofundador de la Alianza Musulmana-Judía-Cristiana por la Verdad sobre el 11 de Septiembre y miembro de Académicos por la Verdad sobre el 11 de Septiembre. Barrett dijo: “Para mí, después de estudiar los hechos por dos años y medio, la hipótesis más probable es que se trata de un nuevo Pearl Harbor. Obra de gente del gobierno, preparada por las agencias de espionaje, probablemente autorizada y dirigida por el vicepresidente Cheney”.

Una semana del curso de Barrett sobre el Islam explorará “El 11 de septiembre y la guerra contra el terror”. En una carta al New York Times Barrett escribió: “En un curso de introducción sobre el Islam es completamente apropiado dedicar una semana a la indagación de la estructura, la historia y la influencia de la ‘guerra contra el terror’ tal como las perciben los musulmanes y los que no son musulmanes. El hecho de que entre el 60% (según la encuesta Pew, mayo de 2006) y el 89% (según el canal al-Jazeera, octubre de 2003) de musulmanes y televidentes de al-Jazeera piensa que lo de los ‘19 secuestradores árabes’ es una mentira me parece interesante y que merece investigación y análisis críticos. De igual manera, el hecho de que el 42% de los estadounidenses cree que el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre es una pantalla (según la encuesta Zogby, mayo de 2006) y que la mitad de los neoyorquinos piensa que altos funcionarios del gobierno cometieron traición y conspiración para matar en masa el 11 de septiembre de 2001 (Zogby, agosto de 2004) es algo que merece un análisis crítico, tanto en el New York Times como en los círculos académicos. Ya que hay una buena cantidad de críticos del Informe de la Comisión que parecen tener argumentos razonables y citan pruebas que no se pueden descartar a la ligera, es imprescindible estudiar sus afirmaciones a la luz del examen crítico”.

Pero para Steve Nass y sus hermanos derechistas, el pensamiento crítico no se debe aplicar a ciertas ideas y sucesos, y en particular no se debe aplicar a la ortodoxia oficial sobre el 11 de septiembre. Y a los que lo hacen hay que sacarlos de las universidades y no permitirles hablar en público. Hace más de un año, Nass trató de impedir que Ward Churchill, un profesor de estudios étnicos de la Universidad de Colorado, hablara en la Universidad de Wisconsin. Esto sucedió en medio de una campaña nacional derechista contra los comentarios que Churchill hizo después del 11 de septiembre. La Universidad de Colorado intentó despedirlo por sus declaraciones políticas, pero después optó por formar un comité de profesores que estudiara minuciosamente la obra de Churchill. A raíz de las conclusiones del Comité es posible que lo despidan por una supuesta falta de ética de investigación, aunque es un profesor con titularidad.

En una declaración que condena la caza de brujas contra Ward Churchill, 600 educadores universitarios dicen: “Piense lo que uno piense sobre las palabras que escogió [Churchill], la única razón por la que lo están juzgando es porque ha criticado desde un punto de vista radical la historia de Estados Unidos y la política contemporánea tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Aparentemente, el 11 de septiembre es ahora la arena movediza de la vida intelectual: se considera herejía examinar a fondo sus causas y cuestionar el papel internacional de Estados Unidos; y a los que indagan se les puede callar, expulsar del trabajo y poner en peligro” (énfasis nuestro). (www.defendcriticalthinking.org) Kevin Barrett es el último de los educadores que tiene que pagar por examinar críticamente la historia oficial sobre el 11 de septiembre.

Barrett también ha recibido amenazas de la TV. En una carta del 18 de julio dirigida al dueño del canal Fox, Rupert Murdoch, Barrett dice: “Me he enterado de que uno de sus presentadores, Bill O’Reilly, ha dicho que le gustaría que me maten y me tiren al puerto de Boston”. En el programa del 11 de julio, O’Reilly criticó a los directores de la Universidad de Wisconsin: “Si fuera la Universidad de Boston, mi antigua universidad, hubieran echado a ese tipo en un dos por tres… Estaría flotando en el río Charles, rumbo al puerto”.

La respuesta inmediata de los directores de la universidad ante estos ataques reaccionarios fue someter a Barrett a una investigación de 10 días. El 1º de agosto, el New York Times publicó que el rector de la universidad, Patrick V. Farrell, dijo que “la universidad no se enfocará en las opiniones políticas del Sr. Barrett, sino en la experiencia pedagógica en la clase. Quiero evitar, en la medida posible, dar la impresión de que es una prueba política para los instructores o el profesorado, que solo los que piensan según un molde predeterminado son aptos para enseñar a nuestros estudiantes. Eso establecería un precedente peligroso”. Sin embargo, el mismo artículo informa que el director de la universidad, John D. Wiley, dijo: “Unos representantes de la administración le pondrán atención y se reunirán con él durante el semestre. ‘No andamos interrogando a todos nuestros instructores para ver qué piensan’”. No, pero aparentemente lo que les espera a quienes poderosas fuerzas derechistas del gobierno y la máquina republicana ataquen por sus posiciones políticas es un escrutinio minucioso de sus clases. También tendrán que valerse por sí mismos ante amenazas de tipos como Bill O’Reilly.

El artículo del New York Times informa que varios estudiantes de la Universidad de Wisconsin dijeron que “piensan que un aspecto importante de la educación es aprender una variedad de teorías, inclusive radicales, antes de formarse una opinión”. Un estudiante dijo: “El estudiante es el que tiene que decidir si le cree o no al profesor. El que haya expresado sus ideas en un programa radial no quiere decir que va a enseñar eso en el curso”. Otro dijo: “Una universidad pública conocida por fomentar el debate académico debe aplaudir la discusión franca. Si eso no se da en una escuela como esta, no sé dónde se va a dar”. Otra estudiante dijo que ella no cree “que el gobierno sea responsable de los sucesos del 11 de septiembre”, pero que “hoy sabemos muchas cosas importantes que inicialmente se consideraron radicales”.

Esa es precisamente la manera de pensar que gente poderosa, dentro y fuera del gobierno, quiere sofocar. El plan de la clase dominante, para este país y el mundo entero, no aguanta un examen crítico ni la búsqueda racional de la verdad. Por eso quieren cambiar la definición de verdad y de cómo llegar a ella. Por eso también quieren prohibir el pensamiento crítico y el disentimiento que ponen en tela de juicio las razones inmediatas del 11 de septiembre y las realidades mucho más básicas sobre la historia de Estados Unidos y su papel y ambiciones hoy en día en el mundo.

El ataque a Kevin Barrett una vez más nos hace ver lo urgente que es que en todas las escuelas del país surja un movimiento, de educadores y estudiantes, que confronte los ataques contra el pensamiento crítico, como parte de refutar la dirección en que llevan a este país y al mundo entero quienes se encuentran en el núcleo del poder.

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Revolución #56, 13 de agosto 2006

El Mundo No Puede Esperar moviliza para el día de resistencia masiva
En las últimas semanas se han dado importantes sucesos en la batalla por un día de resistencia masiva el 5 de octubre para parar y sacar corriendo al gobierno de Bush. El 3 de agosto, El Mundo No Puede Esperar publicó un desplegado de una página en el New York Times, con una gráfica asombrosa, la convocatoria del 5 de octubre, una lista impresionante de signatarios y una solicitud de donaciones. (El desplegado se puede leer o reproducir en http://worldcantwait.org/images/aug06ad.pdf).

La gira de El Mundo No Puede Esperar ha estado recorriendo el Sur y ahora está en los estados centrales, donde corre la voz, se conecta con el público y moviliza a participar en “una gran ola, y por medio de su firme resolución y gran cantidad de participantes hace una poderosa declaración política que no se pueda pasar por alto: faltar al trabajo (o salirse del trabajo), faltar a la escuela (o salirse de clases), unirse, participar en marches y mítines, atraer a muchos más y, con muchas formas de protesta política creativas y significativas durante todo el día, dejar saber que están resueltos a parar toda esta dirección desastrosa y sacar corriendo al gobierno de Bush por medio de movilizaciones de una oposición política masiva”.

Worldcantwait.org ( El Mundo No Puede Esperar)

5 de octubre:
¡Hay una manera de hacerlo! ¡Hay un día!

Piensen en todas las personas que están profundamente angustiadas por la dirección en que el gobierno de Bush ha encaminado al país… y al mundo… en todas las personas que están indignadas por la manera en que este arrogante gobierno busca someter a golpes a los pueblos del Medio Oriente y de todo el mundo, y pisotea nuestros derechos aquí… en todas las personas a quienes les preocupa el futuro de la humanidad y del planeta donde vivimos, y que reconocen que el gobierno de Bush representa una grave amenaza a esto… en todas las personas que sienten una profunda inquietud pero tienen miedo de estar solas e impotentes; o que dicen que les gustaría que se haga algo para dar marcha atrás a toda esta dirección desastrosa pero que nada lo logrará; o que esperan que los demócratas hagan algo para cambiar todo esto, a pesar de que cada día es más y más claro que no lo harán… en todas las personas que son una gran parte de la población de este país y cuyos sentimientos básicos los comparte la gran mayoría de la población del mundo.

Imaginen si, de esta enorme represa de gente, se desencadena una gran ola, y por medio de su firme resolución y gran cantidad de participantes hace una poderosa declaración política que no se pueda pasar por alto: faltar al trabajo (o salirse del trabajo), faltar a la escuela (o salirse de clases), unirse, participar en marches y mítines, atraer a muchos más y, con muchas formas de protesta política creativas y significativas durante todo el día, dejar saber que están resueltos a parar toda esta dirección desastrosa y sacar corriendo al gobierno de Bush por medio de movilizaciones de una oposición política masiva.

Si esto ocurre, la posibilidad de enderezar la situación y encaminarla en una dirección mucho más favorable adquirirá una nueva dimensión de realidad.

Pasará de ser una esperanza imprecisa de millones de individuos aislados, y la acción de unos pocos miles hasta la fecha, a ser una fuerza moral innegable que tendrá un impacto político sin precedente.

Hay una manera de plasmarlo en realidad. Hay un día, y viene pronto, cuando nos movilizaremos para hacerlo. Hay un vehículo y un medio por medio del cual se podrá transformar la angustia, indignación y frustración en una movilización política significativa, positiva y potente.

El 5 de octubre de 2006, en respuesta a la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar—Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush, por todo el país participaremos en un día de resistencia masiva. La amplitud, la profundidad, el impacto y el poder de ese día dependen no solo de los militantes de El Mundo No Puede Esperar y de los demás organizadores de ese día… también dependen de ustedes, de nosotros, de todos los que esperan y buscan una manera de hacer algo que tenga el potencial de cambiar la situación.

Si no lo hacemos y no lo plasmamos en realidad, habrá consecuencias… muy negativas. Pero si respondemos al reto que se nos presenta y tomamos la historia en nuestras propias manos ese día, por medio de la acción política en gran escala, se podrá cambiar la situación en una dirección muy positiva en aras de un futuro mejor para la humanidad.

COMO DICE LA CONVOCATORIA DE EL MUNDO NO PUEDE ESPERAR—HAY QUE SACAR CORRIENDO AL GOBIERNO DE BUSH:

“La neta: la historia está repleta de luchas justas que triunfaron contra enemigos superiores. Pero también está llena de ejemplos de gente que se mantuvo al margen, esperando pasivamente que pasara la tormenta, y quedó ahogada por horrores que no se imaginó. El futuro no está escrito. EL FUTURO QUE NOS TOQUE DEPENDE DE NOSOTROS”.

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