Revolución #96, 22 de julio 2007

voz del partido comunista revolucionario, eu

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

El debate imperialista sobre Irak: Cómo defender un imperio rapaz e injusto

Larry Everest

El debate en el seno de la clase dominante sobre qué hacer en Irak se acaloró la semana pasada, sin resolverse. Los demócratas propusieron proyectos de ley en la Cámara de Representantes y el Senado para retirar algunas tropas, pero ninguno recibió suficientes votos para invalidar un veto presidencial. Todavía no han debatido otros cuatro proyectos de ley. Incluso varios senadores republicanos de peso piden volver a evaluar la estrategia en Irak. En respuesta, Bush inició un contraataque agresivo que exige que los congresistas se callen y que sigan financiando la guerra. "No creo que el Congreso debe dirigir la guerra", dijo. "Debe darles fondos a las tropas".

Este es un debate de imperialistas sobre la estrategia y las tácticas del imperio: cómo responder a una situación que se está empeorando en Irak sin perder la capacidad de confrontar a otros enemigos en el Medio Oriente y mantener el control de la región en general. Bush dice que una retirada de Irak debilitará gravemente la postura regional de Estados Unidos. En respuesta, los demócratas dicen que la estrategia de Bush ha fracasado y que ha debilitado el control estadounidense de la región, donde está el 60% de los recursos energéticos del mundo y que es crucial para su hegemonía global. Por eso, dicen que Estados Unidos debe reducir sus operaciones en Irak para poder responder a un enemigo mayor en Irán y mantener el control regional.

En pocas palabras, ambos lados de este debate son reaccionarios, y ninguno representa los intereses populares. Esto subraya lo crucial que es que surja otra fuerza, desde fuera de la cúpula del poder, que luche por la humanidad y que esté resuelta a parar esta agresión injusta e inmoral, que ya ha causado la muerte de centenares de miles de iraquíes y que podría continuar sin fin y desplazarse a otros países.

El "aumento de tropas" lleva a la catástrofe

Este debate no debió haber empezado hasta septiembre, cuando el general David Petraeus, comandante de las fuerzas yanquis en Irak, presentará un informe sobre los resultados del "aumento de tropas" que mandó Bush. Pero la situación en Irak sigue empeorando. El "aumento de tropas" empezó hace varios meses, pero un nuevo informe oficial admite que el gobierno iraquí (impuesto por Estados Unidos) solo ha cumplido 8 de los 18 "puntos de referencia" (o metas obligatorias) que exige Estados Unidos para crear un gobierno títere estable y unificado que podrá reprimir la resistencia y la violencia sectaria.

Las riñas de las facciones sunitas y chiítas sobre cómo compartir el poder han acabado en un punto muerto. Hace poco salió a flote que el año pasado Michael Hayden, director de la CIA, advirtió que "no se puede hacer nada ante la incapacidad del gobierno iraquí de controlar el país". Hayden dijo que no ve "ningún punto cuando podremos cambiar el curso de los acontecimientos… El gobierno [iraquí] no puede gobernar". (Washington Post, 12 de julio de 2007)

En parte como consecuencia de este fracaso, se están agudizando otras contradicciones por toda la región. Por ejemplo, otro informe de los servicios de espionaje concluye que Al Qaeda y el islamismo anti Estados Unidos siguen cobrando fuerza por todo el mundo musulmán.

Así que para la clase dominante estadounidense se vislumbra una derrota de proporciones enormes y quizás históricas (Henry Kissinger la llama una "calamidad geopolítica). Esto es lo que impulsa el debate en Washington, y no la preocupación por los pueblos de Irak y el Medio Oriente en general. Es un debate tan intenso porque tienen tanto en juego pero son pocas las opciones. Lo que pase en Irak podría tener grandes consecuencias (posiblemente sin precedentes) para el dominio global y el funcionamiento de su sistema político y económico. Sin embargo, en cuanto a su percepción de los intereses imperialistas, no tienen opciones buenas y les podría salir el tiro por la culata con cualquiera, peor que lo que ya ha pasado como consecuencia de la invasión y ocupación.

Descifrar la charla de Bush: Mentiras descaradas y verdad imperialista

El 12 de julio, en una rueda de prensa beligerante, Bush soltó una mezcla de mentiras y tergiversaciones descaradas con revelaciones de lo que está en juego para los imperialistas.

Por lo general los medios grandes no comentaron sobre las mentiras. Por ejemplo, cuando le preguntaron si hay algo de lo que se arrepiente acerca del inicio de la guerra, Bush dijo que "esperaba resolver el problema diplomáticamente" pero que Saddam Hussein "escogió el curso" de la guerra cuando no admitió que tenía armas de destrucción masiva ni desarmó. En realidad, Hussein permitió entrar a los inspectores de armas y ya se había desarmado. Por eso no encontraron ninguna arma de destrucción masiva, a pesar de meses de mentiras acerca de la "amenaza" iraquí.

Bush dijo que retirarse de Irak podría llevar a "una matanza espantosa", pero no mencionó que eso ya está ocurriendo, cometida en gran parte por las fuerzas estadounidenses. Unos pocos días antes, la revista The Nation publicó una poderosa denuncia de las atrocidades cometidas por las fuerzas yanquis en Irak. Tras entrevistar a docenas de ex soldados estadounidenses, Chris Hedges y Laila Al-Arian pintaron un cuadro de maltrato y asesinato de hombres, mujeres y niños en gran escala. ("The Other War: Iraq Vets Bear Witness", http://www.thenation.com/doc/20070730/hedges) Bush no dijo nada sobre esta matanza, ni tampoco los demócratas o los medios grandes.

Con esas mentiras Bush intercaló revelaciones sobre lo mucho que los imperialistas tienen en juego en Irak y las posibles consecuencias de un fracaso para ellos y para el imperio. Puso la guerra en un contexto regional y soltó amenazas implícitas contra Irán: "La guerra en Irak es parte de una lucha más amplia que se está desarrollando por toda la región… el mismo gobierno iraní que está construyendo armas nucleares y amenaza con barrer a Israel de la faz de la tierra también le da artefactos explosivos avanzados a los extremistas en Irak, con que matan a solados americanos. Los mismos terroristas de Hezbolá que libran una guerra contra las fuerzas de la democracia en Líbano entrenan a extremistas a hacer lo mismo contra las fuerzas de la coalición en Irak. El mismo gobierno sirio que le da apoyo y santuario a Jihad Islámica y Hamas se ha negado a cerrar el aeropuerto de Damasco a los terroristas suicidas que van a Irak. Una retirada americana precipitada, que confundiría y asustaría a nuestros amigos y aliados en la región, envalentonaría a todos estos grupos extremistas".

Estas son auténticas preocupaciones para la clase dominante. Desde hace décadas la dominación del Medio Oriente (impuesta muchas veces por medio de Israel y los gobiernos árabes reaccionarios de su establo) es un pilar de su poderío global. Ahora la debacle en Irak ha alimentado al fundamentalismo islámico anti Estados Unidos, que es una fuerza reaccionaria que no representa ninguna esperanza para los pueblos de la región pero que también es una amenaza al control yanqui. Por eso el ministro de relaciones exteriores iraquí advirtió que una retirada estadounidense podría provocar "una guerra civil, una división del país, guerras regionales y el colapso del estado". El columnista David Ignatius del Washington Post expresó así sus preocupaciones: "La violencia que está destruyendo a Irak podría expandir a toda la región y desatar un infierno que se extiende por Líbano, los territorios palestinos, Jordania, Siria y hasta Egipto y Arabia Saudita, con consecuencias devastadoras para la seguridad global". (12 de julio de 2007)

La clase dominante estadounidense no se opone al fundamentalismo islámico porque es reaccionario ni porque bloquea sus esfuerzos de "llevar la democracia" al Medio Oriente. Estados Unidos nunca ha llevado la autodeterminación a la región ni respetado la soberanía de los países. Ha llevado el imperialismo y la dominación, que de muchas maneras refuerza el fundamentalismo islámico. Ahora Estados Unidos impone una dominación más directa con medidas sumamente violentas, y esto a la vez ha echado leña al fundamentalismo. Lo que necesitan los pueblos de la región y el mundo no es ninguna de estas dos fuerzas anticuadas sino una alternativa totalmente diferente que representa la liberación de todas las formas de opresión, que ansían millones de personas.

¿Y las preocupaciones de los demócratas?

Los que se aferran a la esperanza de que los demócratas representan algo mejor que Bush deben escuchar lo que dicen y ver lo que hacen. Las palabras y acciones de los demócratas demuestran que el problema que tienen con Bush no es que sigue librando una guerra criminal, sino que esa guerra no ha logrado la meta de derrotar a las fuerzas que ponen en peligro la dominación estadounidense del Medio Oriente, y que al contrario ha perjudicado los intereses imperialistas.

Hace poco en el programa de Charlie Rose (6/14/07), Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del gobierno demócrata de Jimmy Carter, dijo que Bush ha "hecho trizas la credibilidad estadounidense" y "ha minado la legitimidad estadounidense a tal punto que, hoy, para la mayoría de los pueblos del mundo, el símbolo de Estados Unidos no es la Estatua de la libertad sino Guantánamo. Además, ha destruido el respeto y hasta el miedo por nuestro poderío militar".

Si la maquinaria militar yanqui estuviera aplastando a Irak y convirtiéndolo en una neocolonia estable con bases militares permanentes, un gobierno leal a Estados Unidos y una economía abierta al capital estadounidense, toda la cúpula —tanto demócratas como republicanos—estaría brindando por Bush, alabando su liderazgo, haciendo cola para saquear el país y debatiendo qué otro país invadir.

Pero esto no ha pasado. Al contrario, la continuación de la guerra amenaza con perjudicar las metas e intereses estratégicos del imperialismo estadounidense… y ha provocado el actual debate en el seno de la clase dominante.

El senador Ted Kennedy dijo: “El pueblo americano ha perdido confianza en la capacidad del presidente de manejar la guerra… en cada momento crítico, la administración ha prometido calma, pero no hay calma”. Así que ahora los demócratas quieren reconfigurar la estrategia estadounidense con respecto a Irak para enfrentarse al fundamentalismo islámico y otras amenazas al yugo estadounidense al Medio Oriente, en particular Irán.

Primero, lo que propusieron los senadores demócratas Carl Levin y Jack Reed es empezar a retirar unas fuerzas en tres meses y terminar el combate en abril de 2008, pero dejar bases militares permanentes y miles de soldados en Irak, supuestamente para realizar operaciones antiterroristas, entrenar las fuerzas de seguridad iraquíes y proteger la infraestructura.

Segundo, ese plan es parte de un proyecto de ley que propone $649 mil millones para las fuerzas armadas, y nadie se opone a gastar esa enorme cantidad en la agresión y las amenazas para mantener el imperio global estadounidense en nombre de la “guerra contra el terror”. El demócrata John Edwards (que dicen que es un candidato presidencial "opuesto a la guerra") dijo: “Necesitamos una auténtica estrategia contra el terrorismo, como la que yo he propuesto. Tenemos que tomar a Al Qaeda en Irak tan en serio como tomamos al terrorismo en otras partes. Como presidente, dedicaré plenamente nuestro aparato de seguridad para proteger nuestros intereses vitales, erradicar las células terroristas y atacar fuerte y rápidamente a quienes nos causarían daño”.

Tercero, al igual que Bush los demócratas se están enfocando en Irán y preparando el terreno para un posible ataque. ¡Thomas Friedman, columnista y demócrata a favor de la guerra, escribió en el New York Times que una razón importante para retirar las tropas de Irak es poner a Estados Unidos en una mejor posición para atacar a Irán! Escribió: “Restableceremos la disuasión con respecto a Irán. Teherán ya no podrá seguir atacándonos por medio de sus sustitutos en Irak y tendremos más libertad para atacar a Irán —si sea necesario— una vez que nos hayamos retirado”. ( New York Times, 11 de julio de 2007)

El Congreso debatió la guerra de Irak pero no hubo ningún debate sobre las amenazas contra Irán. El 12 de julio, el Senado votó 97-0 a favor de censurar a Irán por lo que supuestamente es complicidad en la muerte de soldados estadounidenses en Irak. Esta es una maniobra muy peligrosa tras un año de preparativos para una posible guerra contra Irán, con preparativos bélicos, operaciones secretas para desestabilizar al gobierno iraní, una campaña económica y política para aislar a la República Islámica y una ofensiva propagandística que le echa la culpa a Irán por las pérdidas que Estados Unidos ha sufrido en Irak y por querer obtener armas nucleares. Un “cambio de gobierno” en Irán parece ser un objetivo de los candidatos demócratas y otros peces gordos demócratas, aun quienes piensan que sería una maniobra peligrosa y desastrosa.

Ningún núcleo capaz de oponerse a Bush

A pesar de todo el debate, críticas, votos y quejas, no ha surgido ningún grupo de la clase dominante que puede parar el rumbo del gobierno de Bush, en parte porque hasta los demócratas que se oponen a Bush comparten muchas de sus preocupaciones y objetivos. En parte, su retórica "contra la guerra" tiene la meta de apaciguar a su base, que se opone a la guerra. Temen que la indignación y resistencia de las masas rompan por cualquier fisura. No quieren que la oposición se exprese en las calles, y temen perder el control de la situación más que las consecuencias de seguir el actual rumbo.

Un análisis del Washington Post titulado "A medida que se intensifica el debate sobre la guerra, el pronóstico es de ambiente estancado" debe despertar a quienes piensan (o desean) que Bush ya se "acabó", que es un presidente sin poderes: "Por más apabullado que parezca, por más baja que sea su aprobación en las encuestas, el presidente Bush se mantiene en la posición de mando en su enfrentamiento con el Congreso sobre Irak. Aun con las deserciones republicanas, como se vio esta semana en el Senado y el Congreso no hay la mayoría de votos que sería necesaria para superar el veto presidencial con respecto a la guerra. Según los estrategas de ambos partidos, el resultado será por lo menos dos meses más de ira y debate sin cambiar curso". (13 de julio de 2007)

Los demócratas aprovecharon la desilusión popular por la guerra para controlar el Congreso, y el hecho de que Bush continuó la guerra a pesar del voto en las elecciones de noviembre redobló la indignación. Las encuestas más recientes demuestran que el 45% de la ciudadanía está a favor de destituir a Bush y el 54% a Cheney. Pero la incapacidad de los demócratas de parar la guerra también ha indignado a millones de personas que los apoyaron. En una encuesta, solo el 13% estaba a favor de las acciones de los demócratas en el Congreso.

Hay una enorme brecha hoy entre los deseos de millones de personas y las acciones de los líderes del gobierno. Millones quieren sacar a este gobierno y parar la guerra, pero los demócratas que eligieron se oponen a un juicio de destitución de Bush y Cheney y no han hecho nada para parar la guerra.

Esto es un enorme reto y una gran oportunidad para los que captan lo mala que es la situación en Irak, en las cámaras de tortura y en muchos otros frentes. ¿Qué vamos a hacer ante esta "brecha" para convertir la oposición a Bush y a los demócratas en acción política y resistencia masivas para obligar al gobierno a cambiar el curso de los acontecimientos? El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno y la campaña "Pronúnciate" son vehículos para hacer eso. El 27 de julio se iniciará la campaña de “Vístanse de naranja" por todo el país para declararse en contra de "otra guerra injusta, más mentiras, más espionaje y más tortura" y todo el programa del gobierno de Bush. Los que quieren sacar del poder a la camarilla de Bush y Cheney, repudiar su programa horripilante y parar la guerra deben "pronunciarse" y unirse a esta campaña.

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

 

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU

Parte 13

Nota de la Redacción: A continuación publicamos pasajes de una versión editada de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EU, a un grupo de simpatizantes en el otoño del año pasado. Esta es la parte 13 de una serie de pasajes que publicaremos. Agregamos los subtítulos y notas de pie de página.

"Dos cosas que hay que maximizar" en el desarrollo del movimiento revolucionario: Las masas básicas y las capas medias

Quiero hablar un poco sobre “dos cosas que hay que maximizar” y el papel decisivo del primero. En una palabra, la formulación de “dos cosas que hay que maximizar” se refiere al desarrollo de un ambiente politizado y una corriente revolucionaria --y en particular de un polo creciente de partidarios del comunismo y del partido-- en el proletariado y las masas básicas; y desarrollar esencialmente lo mismo en las capas medias. Además, existe la necesidad de desarrollar la “sinergia positiva” entre estas “dos cosas que hay que maximizar”. Para decirlo de otra manera, en “términos comunistas clásicos”, la relación dialéctica --la interacción y fortalecimiento mutuos-- de los dos en una dirección positiva.

No se va a poder generar una fuerza revolucionaria y un movimiento comunista en las masas básicas, de la escala necesaria y con el potencial posible, sin una efervescencia política y resistencia políticas (y sin una corriente comunista revolucionaria en desarrollo) en las capas medias. Sin esto las masas básicas van a decir, y con razón: “Nunca llegaremos a ningún lado, nos van a abrumar, todos se nos van a oponer, y una vez más nos van a aplastar sin piedad”. Por otro lado, no se puede depender de lo que pase incluso en el sector progresista de las capas medias o de las capas medias en general para desarrollar una fuerza revolucionaria y un movimiento comunista de las masas básicas y de la sociedad en general. De ahí no es de donde va a surgir principalmente. Así que tenemos que manejar correctamente la dialéctica de eso.

Por ejemplo, en los años 60 vimos el desarrollo (y “sinergia”) positivo de lo que estoy hablando. ¿Por qué los 60 fueron “los 60”? Porque además de toda la efervescencia centrada principalmente en las capas medias (la contracultura de la juventud, el movimiento contra la guerra de Vietnam, etc.), las masas populares, los negros y otros del fondo de la sociedad, decían de una manera impactante: ya no queremos seguir viviendo así. Y en buena medida debido a eso, la situación rebasó los límites a que las varias fuerzas reformistas y burguesas querían confinarla. Encontró una expresión amplia, revolucionaria, en un sentido general. Esto, en general y en un sentido político e ideológico, estimuló a todas las otras capas sociales. Con respecto a lo que pasaba en la sociedad estadounidense en ese entonces, y en el contexto de la situación mundial, especialmente la heroica resistencia del pueblo vietnamita contra la agresión estadounidense así como la Revolución Cultural de China, ese levantamiento “de la base”, más que cualquier otro factor, le dio su carácter a lo que llegaría a ser “los 60”. No me refiero al carácter distorsionado que hoy le dan, especialmente la clase dominante y la prensa grande, etc., sino a su carácter verdadero, sumamente positivo, radical y revolucionario.

Recuerdo que en los años 70 vi una película de Peter Sellers que se llamaba "I Love You, Alice B. Toklas" (si mal no recuerdo, se dice que ella es la que inventó la receta de los brownies de marihuana). Peter Sellers representaba a un hombre típico de la clase media, un abogado que llegó varias veces al altar para casarse pero se fugaba y desaparecía. Él tenía un hermano menor, un hippie que ya estaba marginado de la sociedad y, para acortar el cuento, el hermano menor lo lleva a una tienda psicodélica y encuentra un Libro Rojo de Mao y le dice: “Tienes que tener uno de estos. Todo mundo lo tiene”. Esa escena capta esos tiempos, y no lo que dicen hoy. Las fuerzas revolucionarias y, en un sentido general, la cultura revolucionaria tenían la iniciativa en amplios sectores sociales, y eso era muy positivo y no debemos permitir que hagan un balance negativo. Tiene importantes lecciones en cuanto al desarrollo de “dos cosas que hay que maximizar” y su “sinergia positiva” hoy.

Emancipadores de la humanidad

Lo esencial, el aspecto principal de esto en un sentido general, es preparar y movilizar a mayores cantidades de proletarios y masas básicas, en crecientes oleadas, como emancipadores de la humanidad que ven la situación desde esa perspectiva. Masas revolucionarias que adoptan el punto de vista y el método comunistas y aprenden a ver las reacciones, respuestas y características de diferentes clases y capas desde el punto de vista de "¿qué tenemos que hacer para llegar a un mundo diferente?", en vez de "¿cómo esto me afecta a mí?" o "¿cómo me hace sentir?". Eso es lo que quiere decir ascender a la posición de emancipadores de la humanidad. Quiere decir que uno ve más allá de las deficiencias y límites de las varias capas sociales, y en particular de las capas medias, y ve la necesidad y el reto de convencerlas, a lo largo de todo un proceso complejo, de tomar partido con la revolución, o a lo mínimo de tomar una posición de neutralidad amistosa hacia la revolución, y así preparar el terreno político para cuando surja una situación revolucionaria y acelerarla.

Si no movilizamos a un sector del proletariado y de las masas básicas, o a mayores sectores, por oleadas, de gente motivada conscientemente como emancipadores de la humanidad, no hay posibilidad de que resulte algo bueno de todo esto. Esto de ninguna manera quiere decir que no es importante trabajar con las capas medias, a pesar de sus limitaciones. Créanme, el proletariado y las masas básicas tienen toda clase de problemas y limitaciones también. Pero ocupan una posición social diferente que los impulsa en diferentes direcciones. Aquí también entra el problema esencial de hacia dónde se los va a dirigir y para hacer qué, porque, por su cuenta y a pesar de cierta atracción hacia soluciones radicales, esto no tendrá la expresión plenamente positiva que se necesita, no avanzará adonde necesita, si no tiene dirección, dirección comunista.

Esa responsabilidad recae en nosotros, en las personas de muchos sectores sociales que en un momento dado hemos asumido la posición que corresponde a los intereses fundamentales del proletariado, como clase: la cosmovisión y el método, así como la causa y el programa, del comunismo revolucionario. Recae en nosotros, en ese sentido, ser la vanguardia del proletariado. Si no lo hacemos, si en vez rehuimos esa responsabilidad, ¿cómo van a entender las masas su papel de emancipadores de la humanidad? ¿Cómo van a ver más allá de las dificultades y la enorme carga que las arrastran y jalan en otras direcciones que no corresponden a sus intereses fundamentales y a los intereses de toda la humanidad? ¿Cómo van a plasmar en realidad su potencial de ser los emancipadores de la humanidad si no tenemos una posición clara y firme hacia eso (y sobre la base de esa firmeza, si no tenemos la flexibilidad, o sea, si no tenemos elasticidad sobre la base del núcleo sólido)?

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

¡Libertad para los 6 de Jena!

Jena, Louisiana: Dogales y supremacía blanca

Alice Woodward

Un día de finales del verano de 2006, en Jena, Louisiana, un estudiante negro de prepa pidió permiso para sentarse debajo del árbol conocido como "el árbol blanco", frente a la preparatoria. Era una ley no escrita que durante los períodos de recreo esa zona sombreada era solo para los blancos. Pero un estudiante preguntó y el vicedirector dijo que no había nada que los impidiera, así que unos estudiantes negros se sentaron debajo del árbol: un reto a las normas establecidas de segregación y racismo. Al día siguiente, tres dogales colgaban del árbol, pintados en los colores de la escuela.

Los dogales desataron una serie de sucesos que llevaron a una pelea en el patrio de recreo y, el 28 de junio, a la condena de un estudiante negro, que podría pasar hasta 22 años en la cárcel. Sin oír un solo testigo de defensa, un jurado todo blanco condenó a Mychal Bell, un estudiante de segundo curso de 16 años y estrella de fútbol norteamericano. A otros cinco estudiantes negros los acusaron de delitos graves a raíz de la pelea, y se cree que su juicio empiece en el otoño.

*****

Caseptla Bailey, una dirigente de la comunidad negra y madre de uno de los estudiantes acusados, le dijo al Observer de Londres: "Para nosotros esos dogales quieren decir el KKK, quieren decir 'Niggers, los vamos a matar, los vamos a ahorcar hasta que mueran'". Las autoridades tildaron de "broma de muchachos" a este ataque, y solo castigaron a los tres estudiantes blancos con tres días de suspención.

En respuesta, varios estudiantes negros, entre ellos estrellas del equipo de fútbol americano, hicieron un plantón de protesta bajo el árbol. El director respondió con una reunión de todos los estudiantes e invitó al fiscal blanco, Reed Walters, y 10 policías. Marcus Jones, el padre de Mychal Bell, nos contó lo que sucedió en la reunión:

“Para toda actividad en la prepa Jena, separan a los participantes. Los negros y los blancos solo están juntos en las aulas o cuando están jugando algún deporte. Durante el almuerzo los negros están en un lado de la cafetería y los blancos en el otro. Durante los descansos, los negros están en un lado de la escuela y los blancos en el otro.

"Para cualquier cosa que se haga en el auditorio, cualquier cosa, los negros se sientan en un lado y los blancos en el otro, ¿entiendes? El fiscal le dice al director que reúna a los estudiantes en el auditorio. Entran. El fiscal les dice a los estudiantes negros, mirando directamente a los negros --acuérdate, los blancos por un lado, los negros por el otro-- mira directamente a los negros y les advierte que se callen la boca sobre los muchachos que colgaron las sogas. Si llega a oír algo más sobre el asunto, tiene el poder de arruinar su vida de un plumazo”.

Walters terminó diciendo que los estudiantes deben “arreglársela por sí solos”. Los policías vigilaron los corredores de la escuela durante esa semana, y la tensión continuaba bajo la superficie durante el semestre de otoño.

En noviembre, al final de la temporada de fútbol americano, un misterioso incendio destruyó el edificio principal de la escuela. Este evento traumático, al parecer, hizo estallar la tensión racial en Jena.

Un viernes por la noche invitaron a Robert Bailey, un estudiante negro de 17 años y jugador de fútbol americano, a un baile en un salón que se consideraba “solo para blancos”. Al momento de entrar, lo agredieron sin aviso unos jóvenes blancos; le dieron un puñetazo en la cara y lo tumbaron al suelo. Arrestaron a uno de los blancos y lo sentenciaron a libertad condicional con la recomendación de que pidiera disculpas.

La noche siguiente, un hombre blanco de 22 años y dos amigos amenazaron con pistola a Bailey y dos amigos en una gasolinera. Los negros le quitaron la pistola a jalones para que no les disparara. Las autoridades arrestaron a Bailey y sus amigos y los acusaron de robo, y no le hicieron nada al blanco.

El lunes los estudiantes regresaron a la escuela. Fue entonces que hubo una pelea y un estudiante blanco fue a parar al hospital. Luego salió y esa noche lo vieron en una función social. En contraste con el tratamiento del caso de la agresión contra Robert Bailey por los estudiantes blancos (a uno lo sentenciaron a libertad condicional y a pedir disculpas), por este incidente acusaron a seis estudiantes negros de delitos graves por lo cual podrían ir a la cárcel por décadas.

Marcus me relató lo que ocurrió: “Al día siguiente, cuando llegaron a la escuela, Barker dijo ‘nigger’ a uno de ellos. Tenemos la declaración de un muchacho güero que estaba presente y oyó que le dijo ‘nigger boy’ o algo por el estilo".

Seis negros que supuestamente atacaron a Barker: Robert Bailey Junior, Theo Shaw, Carwin Jones, Bryant Purvis, Mychal Bell y un menor aún no identificado. Los arrestaron y acusaron de tentativa de homicidio sin premeditación, y los expulsaron de la escuela.

Supremacía blanca ayer y hoy

Esto no sucedió en el "Verano rojo" de 1919, cuando estaba en pleno vigor el sistema de segregación "Jim Crow", había motines contra los negros en ciudades por todo el país y linchaban a los negros en promedio de uno cada cinco días. Esto no sucedió en los años 50 después del fallo de 1954 Brown vs. Board of Education, cuando los jóvenes hicieron historia retando a las chusmas blancas para integrar a las escuelas públicas. Esto no sucedió en 1955 en Money, Mississippi, cuando a un joven negro lleno de vida, Emmett Till, lo mataron salvajemente por silbarle a una señora blanca. Esto no sucedió en 1960, cuando el 1º de febrero cuatro universitarios negros se sentaron en un restaurante "solo para blancos" y demandaron que los sirvieran, lo cual impulsó el movimiento pro derechos civiles a otro nivel.

Esto ocurrió hoy. Cuando esos tres estudiantes blancos de Jena cometieron ese crimen de odio, colgando los dogales desde el "árbol blanco", evocaron la asquerosa historia de esclavitud, segregación, linchamientos y salvajismo policial para amenazar de muerte a los estudiantes negros de su escuela. El "árbol blanco" está en Jena, Louisiana. Los 6 de Jena, como se les conoce a los estudiantes, están en la cárcel, esperando juicio por defenderse ante ataques de supremacistas blancos.

Arrestaron a los Jena 6 en diciembre del año pasado. Les pusieron fianzas indignantes de $70,000 a $138,000, por lo cual casi todos permanecieron presos por meses.

El primero de ser juzgado fue Mychal Bell, que se quedó preso por no poder pagar la fianza. En una escena que recuerda los tiempos de Jim Crow, lo juzgó un jurado de puros blancos en un tribunal que presidió un juez blanco. Los blancos se sentaron con Justin Barker y su abogado blanco en un lado. Los negros se sentaron con Mychal Bell, que fue representado por un abogado de oficio.

El fiscal llamó a 16 testigos, casi todos estudiantes blancos. El abogado para la defensa, nombrado por la corte, no llamó ni a uno. Las versiones del incidente varían mucho acerca de quiénes participaron, qué hicieron y si Mychal Bell le dio un puñetazo a Justin Barker primero. El abogado de Barker calificó de “arma de peligro” a los tenis de Bell. El juicio era tan ultrajante que el 62% de los encuestados por una estación de televisión de Louisiana dijo que a Bell no le dieron un juicio justo.

Lo condenaron de dos delitos graves: causar lesiones agravadas en segundo grado y conspirar para cometer lo mismo. La condena máxima es 22 años de prisión. Los otros cinco acusados esperan ser juzgados.

Confrontan el racismo

Poca gente en Estados Unidos ha oído del caso de los 6 de Jena. Sin embargo, el periódico francés Le Monde, la emisora inglesa BBC y el Observer de Londres informaron sobre el juicio.

Familias, amigos y simpatizantes de los jóvenes están librando una batalla para defender a los 6 de Jena. La comunidad negra y gente de muchas partes de Louisiana y Texas se han reunido para apoyarlos y pelear contra la injusticia de los juicios. Mucha gente ha pospuesto planes para participar en esta lucha y varias iglesias le han abierto las puertas. Los 6 de Jena se mantienen firmes y siguen bajo ataque. Marcus Jones nos contó del más reciente evento: "Jueves tuvimos una reunión con la NAACP en la iglesia. Al día siguiente, el pastor fue a su iglesia y alguien en un camión atropelló el césped, se pasó varias veces sobre el rótulo, y se fue. Le informaron a la policía (risas). De qué sirve eso, quién sabe".

La mayoría de los aproximadamente 385 negros de Jena viven en un barrio conocido como Ward 10. Muchas de las viviendas son improvisadas o casuchas de madera. Hay basura en las calles. Solo dos familias negras viven en un suburbio de la clase media blanca. Un artículo del Observer describe cómo es que uno compró la casa: "Un maestro de la prepa Jena tuvo suficiente dinero para comprar la casa. Pero cuando llegó los agentes de bienes raíces no quisieron mostrarle una propiedad 'blanca', a pesar de que varios hogares fueron anunciados en el periódico ('todas están bajo contrato', le mintieron los agentes). El maestro fue a hablar con un dueño de casa blanco y le ofreció dinero en efectivo. 'El tipo prefirió los billetes verdes y así es como conseguí la propiedad', dijo riéndose el maestro. 'Ya llevamos tres años aquí y ningún vecino nos ha invitado'".

El "árbol blanco" permanece en Jena, Louisiana, mientras que barrios enteros y vidas queridas del Ward 9 de Nueva Orleáns siguen abandonadas y reconstruyen las zonas más rentables donde no hay tantos negros. Permanece mientras el padre, la madre, la prometida y niños y amigos todavía sienten el dolor de la devastadora pérdida de Sean Bell, quien fue asesinado por la policía de Nueva York. Permanece mientras que al equipo femenino de baloncesto de la Universidad Rutgers lo someten a ataques racistas y sexistas en la prensa de locutores de peso. Permanece mientras un cómico grita con furia la palabra N. En un mundo como este, no queda otra que arrancar de raíz ese árbol de una vez por todas.

Hay más información sobre los 6 de Jena en el portal de Friends of Justice (Amigos de la Justicia) en http://friendsofjustice.wordpress.com/ y en "Jena Six, A photo story"

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Lector critica artículo de Revolución sobre las elecciones

Un lector nos envió la siguiente crítica del artículo "Las elecciones: El rollo y la realidad" (Revolución #68):

Febrero de 2007

Estimado Revolución:

¡Saludos! Soy lector y simpatizante de Revolución. Leo con gusto los artículos y análisis de los sucesos del mundo y de este país, y las obras del presidente Bob Avakian que publican me inspiran y me hacen reflexionar.

Sé que les gusta recibir comentarios de los lectores y eso me ha motivado a escribir esta carta. Tengo algunas preguntas acerca del artículo "Las elecciones: El rollo y la realidad" del número 68 (5 de noviembre de 2006). Cuando lo publicaron, su denuncia de las elecciones burguesas y su contraste con el papel de las elecciones en el socialismo que prevé la nueva síntesis innovadora de Bob Avakian me parecieron acertados (y bien logrados, en vista de que era un artículo corto). Pero un amigo mío, que también es lector del periódico, me dijo que el artículo no le gustó mucho debido a su descripción y énfasis del papel "dirigente" del partido en el socialismo (en particular en el penúltimo párrafo). Al comienzo no tomé esta crítica muy en serio y pensé que no le gustaba el artículo porque todavía tiene muchas falsas ilusiones sobre la democracia burguesa. Pero la crítica siguió dándome vueltas en la cabeza, especialmente a finales del año cuando publicaron una serie de ensayos y charlas de Bob Avakian sobre temas y contradicciones de la transición socialista al comunismo. Tras estudiar esa serie y volver a leer el artículo "Las elecciones: El rollo y la realidad", he concluido que la crítica de mi amigo tiene mérito. Yo también tengo serias preocupaciones sobre el artículo y quiero plantearlas por medio de esta carta.

En general, lo que me preocupa es que el artículo, en una forma resumida, presenta una visión de la transformación socialista como un proceso un tanto ordenado y arreglado, y en cierto sentido lineal. Esa visión es muy distinta a la del proceso tumultuoso de lucha y debate que contempla Avakian en el artículo "El disentimiento en una sociedad vibrante" (#72) y otros escritos. Es cierto que "el proletariado debe tener un firme control del estado" a lo largo de todo el proceso, como dice "Las elecciones" y como señala Avakian en sus escritos sobre la nueva síntesis; por el contrario, "Las elecciones" da a entender que el partido debe controlarlo todo firmemente. (Creo que esa es la impresión que recibió mi amigo y lo que provocó su crítica). El artículo menciona "efervescencia", pero en general no refleja el espíritu de la efervescencia. El artículo dice acertadamente que el proceso lo debe dirigir una vanguardia comunista revolucionaria, pero lo que me preocupa es que quienes lo lean no vean la esencia del siguiente pasaje de Bob Avakian del artículo "Análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente":

"Otra lección de la historia es que es fácil concentrarlo todo en el núcleo sólido y en una concepción lineal de cómo avanzar hacia el comunismo, cómo llevar a cabo la transición socialista (lineal en el sentido de que todo se desenvuelve como extensión del partido, o sea, el partido dirige a las masas a hacer esto o aquello). Sí, en un sentido general, el partido tiene que dirigir a las masas, hasta que deje de ser necesario tener un partido de vanguardia. Pero creo que tenemos que concebir, y la nueva síntesis concibe, un proceso muy complejo y contradictorio, de desencadenar mucho tumulto, agitación, debate y disentimiento entre las masas y junto con las masas, para que a partir de todo eso las masas sinteticen cada vez más lo que es cierto y lo que es revolucionario. Y a partir de eso, habrá que suprimir lo que haya que suprimir e impulsar lo que haya que impulsar, y manejar de manera correcta en cualquier momento dado los dos tipos de contradicciones sociales (contradicciones entre nosotros y el enemigo, y contradicciones en el seno del pueblo). Esta es una manera diferente y no tan lineal de tratar el problema. No es como pescar y tirar el sedal. Mejor dicho es como 'tirar' un proceso con muchos lados y trabajar con las masas para sintetizarlo, sin abandonar el núcleo de todo. Y esto es lo más difícil: hacerlo sin abandonar el núcleo de todo".

Este es el tema de "ir al borde de ser descuartizado", que Avakian recalca mucho en sus escritos sobre la nueva síntesis. Pero creo que "Las elecciones" de ninguna manera refleja ese espíritu. De hecho, creo que la visión que Avakian critica al comienzo del pasaje citado arriba es la que presenta "Las elecciones" a fin de cuentas.

Creo que "Las elecciones" da una versión muy arreglada, simplista y modélica de las elecciones en el socialismo. ¿Cómo se puede garantizar, en un mundo con toda probabilidad dominado por poderosos estados reaccionarios hostiles, que los imperialistas y demás enemigos del estado socialista no se enteren de los secretos de estado en medio de un proceso de elecciones y debates públicos? ¿Cómo manejará correctamente el estado socialista las contradicciones entre el pueblo y el enemigo, y las contradicciones en el seno del pueblo? Pensar en todas esas contradicciones complejas y la situación tumultuosa que engendrarán las elecciones pone de relieve la dificultad y la necesidad de "ir al borde de ser descuartizado". Pero no veo esto en la parte del artículo que habla de las elecciones. (También tengo una pregunta relacionada: ¿se puede hablar a fondo de las elecciones sin mencionar el papel de las leyes y de la constitución, como las contempla Bob Avakian, por ejemplo en el artículo "Análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente"? Hablar del papel de las elecciones sin describir cómo las leyes y la constitución funcionan en general daría la impresión incorrecta de que las elecciones solo son una manera de tenderle una trampa a los que se oponen al gobierno socialista y preparar el terreno para enjuiciarlos).

Mi segunda crítica/preocupación acerca de "Las elecciones" es que casi no menciona a la clase media y a los intelectuales en la sociedad socialista, que es un sector importante con el que el proletariado tiene que convivir y que tiene que transformar. No cabe duda de que cuando el artículo habla de las masas, se refiere a los trabajadores. Solo menciona a la clase media en dos oraciones: "un sector relativamente pequeño hace el trabajo intelectual y sabe trabajar con las ideas" y "Otros sectores estarán en una posición mejor y tendrán más conocimientos para participar en el discurso político". ¿Y estos sectores? ¿Cómo se van a transformar por medio de las elecciones y de todo el proceso? ¿Cómo se pueden desencadenar plenamente sus importantes contribuciones? No mencionar a las capas medias ni a los intelectuales da una impresión del socialismo como una sociedad de "clase contra clase", o sea, simplemente una contradicción del proletariado contra "los viejos explotadores y también nuevos explotadores que surgirán debido a las desigualdades que quedan". Esto pasa por alto la idea central de Bob Avakian en varios artículos sobre la nueva síntesis, en particular en el artículo del número 67 "La revolución que queremos debe ser capaz de incluir a los Arundhati Roy; y más que incluirlos debe darles la bienvenida". ¿Cómo manejar correctamente los sentimientos y opiniones de los Arundhati Roy del mundo durante el socialismo? ¿Cómo acoger sus opiniones y críticas en todo el proceso, en vista de lo cascarrabias que son, para que la humanidad pueda eliminar "las cuatro todas" e ir más allá? ¿Qué se requiere epistemológica, ideológica y políticamente? Todo lo que dice el artículo de Avakian sobre los "Arundhati Roy" da una idea de la necesidad decisiva (y la dificultad) de mantener la orientación de estar dispuesto a "ir al borde de ser descuartizado". No digo que hay que hablar de todo esto en un solo artículo, pero el problema que veo en "Las elecciones" es que ni siquiera menciona este sector importante de la sociedad (sus contribuciones y su transformación) cuando habla del proceso del socialismo y del papel de las elecciones. En mi opinión, esa es una razón por la que presenta una visión de la transformación socialista como un proceso ordenado, arreglado y lineal.

La nueva síntesis del presidente Bob Avakian es una nueva visión muy radical del socialismo y el comunismo. Es algo que analizo mucho y espero que muchos, muchos lectores hagan lo mismo porque pienso que de eso depende el futuro de la humanidad. Con esta carta, y con mis preocupaciones y críticas acerca del artículo "Las elecciones: El rollo y la realidad", quiero compartir la lucha que estoy librando para entender esta nueva síntesis.

Un lector

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Respuesta de la Redacción

Respuesta de la Redacción del periódico Revolución a la crítica del artículo “Las elecciones: El rollo y la realidad".

Estamos de acuerdo con la crítica. La construcción del socialismo con la meta de llegar a un mundo comunista sin clases requiere el poder estatal y la dirección proletarios, pero no la clase de poder estatal y dirección que describe el artículo “Las elecciones: El rollo y la realidad”.

De hecho, nuestro artículo propuso un modelo incorrecto, que es muy diferente al que menciona el lector y plantean las obras y charlas de Bob Avakian. Al abordar las reñidas contradicciones que se presentan al dirigir a las masas, dio una respuesta incorrecta a esas contradicciones: un punto de vista lineal y de arriba hacia abajo, en que el partido lo sabe todo y tiene “un firme control”. Con ese modelo, las elecciones podrían ser una manera de suprimir a las fuerzas de oposición —y a muchos otros también— a pesar de las “buenas intenciones” que tenga el gobierno revolucionario.

Además, como dice la carta, el artículo tiene una orientación incorrecta hacia la clase media y los intelectuales en el socialismo. No aprecia el papel objetivo de los intelectuales en la sociedad ni la necesidad de atraer plenamente a los que trabajan con las ideas a todo el proceso de transformar y revolucionar la sociedad. El punto de vista de que semejantes fuerzas son un “problema” y que hay que tenerlas bajo un “firme control” —que es como el artículo presenta la contradicción— NO parte de ninguna manera desde la meta de emancipar a toda la humanidad.

Una meta importante del socialismo es reducir continuamente la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y transformar la situación de que todo un sector de la sociedad ha sido excluido de “trabajar con las ideas”. Hay que transformar la situación de que tales divisiones son la base material para el elitismo intelectual, el privilegio y las nociones de que las ideas son propiedad privada, y de que esa manera de pensar refuerza la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Al mismo tiempo, los intelectuales y la efervescencia intelectual pueden contribuir de una manera particular e importante a la polémica dinámica que debe caracterizar la sociedad socialista en general. Los intelectuales tienen una tendencia muy positiva a ver ángulos nuevos, a cuestionar el statu quo y a abrir caminos creativos e innovadores para la resolución de problemas. Eso es algo que se debe apreciar plenamente; hay que darle espacio y desarrollarlo en la sociedad socialista como parte importante de buscar la verdad y de conocer y cambiar el mundo. Hay que dar espacio y ámbito a los intelectuales, artistas y científicos, y hay que unirse a ellos y dirigirlos para que contribuyan a la construcción de una nueva sociedad.

En términos generales, el cuadro esencial que el artículo pinta es el de una sociedad socialista en la que la única vida política es una especie de política oficial que emana directamente del partido. Los que quieran participar en la vida política, tendrán que hacerlo en ese contexto… y “educarse” a través de ese proceso. ¡Pero el socialismo tiene que ser mucho más desenfrenado y mucho mejor que eso! Lo ha sido en el pasado y tiene que ser, en una medida cualitativamente mayor, en el futuro.

¿Cómo dirigirá el partido?

Es cierto, el partido revolucionario definitivamente tendrá que dirigir, y ese papel se tiene que institucionalizar en la constitución. Abandonar ese principio sería como echar por la borda todo lo que se haya logrado a través de la lucha y el sacrificio de millones de personas, y entregar todo a los viejos y nuevos explotadores. Entonces, el problema clave es: ¿cómo ejercerá el partido su papel directriz, hacia qué fines y con qué medios? ¿Cómo, a través de todo un proceso, seguir revolucionando al partido y promover un proceso por medio del cual las masas participan más directamente en los “asuntos de estado”… y en la transformación del mundo? ¿Cómo va el partido, y cada vez más las masas, a entender más a fondo el mundo y diferenciar lo correcto de lo incorrecto? La lucha en la esfera de las ideas sobre qué es verdad es indispensable para transformar el mundo, y esa lucha tiene que ser lo más vigorosa y amplia posible. En este contexto, las elecciones y otros mecanismos de disputar y debatir puntos de vista son esenciales —como lo son el derecho a protestar, a convocar una huelga, a publicar, a reunirse y a denunciar, etc.— para que la sociedad socialista efectivamente sea la transición al comunismo, donde la gente transforma el mundo y a sí misma consciente y voluntariamente en el proceso.

La cuestión es si va a ser una sociedad en que el papel de las masas seguirá siendo principalmente trabajar y producir riquezas (tal vez con más recursos dedicados al bienestar social), o si va a ser una sociedad verdaderamente emancipadora en que las masas participan cada vez más plenamente en el proceso de entender el mundo, determinar la dirección de la sociedad y bregar no solo sobre cómo transformar la economía, sino también la cultura, la filosofía, la ciencia y todas las esferas de la vida. La característica de la sociedad socialista debe ser una dialéctica dinámica en que las masas transforman su concepción del mundo al tiempo que transforman el mundo que las rodea.

Pero el mundo que retrata el artículo que escribimos no es el de una sociedad propicia para el proceso de entender el mundo con toda su complejidad y a base de eso emancipar a toda la humanidad. Por eso, tampoco es un mundo en el que nadie quiera vivir.

El artículo no examina el panorama con perspectiva desde el marco de ciertos problemas clave: en primer lugar, ¿cómo se mantiene el proletariado, bajo la dirección de su partido, firmemente en el poder y garantiza que sea un poder que vale la pena mantener, que impulse la transformación socialista en toda esfera y encamine la sociedad hacia el comunismo? ¿Cómo se defiende el nuevo poder estatal de una manera revolucionaria, ante los explotadores que ha tumbado y que quieren regresar al poder y ante los ataques imperialistas, al tiempo que impulsa las transformaciones necesarias para llegar a un mundo comunista y la efervescencia que eso implica? ¿Cómo se atrae cada vez más a las masas a ese proceso revolucionario de construir la sociedad socialista como la transición al comunismo? ¿Cuáles son las contradicciones que se presentan al impulsar la sociedad, a través de acalorada lucha y tira y afloje, con el objetivo de lograr una sociedad sin clases que haya superado la necesidad del estado, que haya abolido el estado, junto con las divisiones opresivas y antagónicas en el seno de las masas? Entonces, ¿cómo examinamos todo —inclusive el papel de las elecciones— a esta luz?

En vez, el artículo aborda la cuestión así: “Esto es algo que va a causar ‘problemas’, o sea, las masas van a querer elecciones y eso podría ser caótico, así que tenemos que controlar firmemente todo, aunque hablemos de efervescencia y disentimiento".

El artículo cita a Bob Avakian, pero en términos generales, con respecto a este problema, no parte de su método y enfoque, de su visión que gira en torno al concepto de un “núcleo sólido con mucha elasticidad”; por tanto, las citas quedan fuera de contexto y carecen de significado. En la nueva visión del socialismo de Bob Avakian, la “elasticidad” abarca muchas formas de creatividad, iniciativa, pensamiento poco convencional y disentimiento. A partir del núcleo sólido, que tiene como punto de partida la meta del comunismo y la sociedad sin clases, y en ese contexto la necesidad de mantenerse firmemente en el poder para cumplir con esa meta, no solo se debe permitir la elasticidad sino fomentarla, aplaudirla y desencadenarla plenamente. Esa es la visión de una sociedad llena de efervescencia, en la que hay grandes luchas sobre toda clase de asuntos; es una sociedad más desenfrenada, más plena de efervescencia y disentimiento de lo que ha existido en las sociedades socialistas previas.

¿Qué quiere decir esto con respecto a las contradicciones que surgirán en torno a las elecciones en una sociedad socialista?

Al abordar esto, un principio fundamental es que el proletariado no puede compartir el poder con otras clases ; en cualquier estado, una u otra clase ejercerá el poder y transformará la sociedad de acuerdo con las relaciones económicas y sociales subyacentes características de su tipo de sociedad. Esto tiene un significado muy concreto en el socialismo. Veamos dos ejemplos importantes: el ejército y los tribunales superiores tendrán que responder ante el partido. Por otra parte, habrá una constitución y leyes, que definirán el marco de cómo se ejercerá esta dirección. Como ha recalcado Bob Avakian, si bien en un sentido general el ejército y los tribunales deben ser responsables ante el partido, que los dirige, también deben ser responsables ante la constitución y las leyes; el partido no debe “saltar por encima” ni violar la constitución o las leyes, al dirigir al ejército y los tribunales o en cualquier aspecto de su dirección. Avakian también dice que se debe distinguir entre las palancas clave del poder estatal, como los tribunales y el ejército, y las “ instituciones y las funciones del gobierno en una sociedad socialista, como los organismos de toma de decisiones, asambleas legislativas de algún tipo e instituciones centralizadas que pueden poner en práctica las decisiones, o un poder ejecutivo de algún tipo”.* Avakian también plantea que es necesario —mientras se mantiene un firme control del estado por medio de la dirección del partido— ver cómo las masas “pueden participar cada vez más no solo en el ejercicio del poder del estado, sino además en otras formas, otros aspectos de la administración y el gobierno de la sociedad, y la creación de leyes; y cómo el proceso político de una sociedad socialista (con el control firme del proletariado sobre el estado concentrado por medio de la dirección de su partido) puede llevar o contribuir a la clase de efervescencia de que he estado hablando como un elemento esencial de lo que tiene que existir en una sociedad socialista, incluido el énfasis en la importancia de la disidencia”. En ese pasaje de esta obra innovadora, propone que parte del proceso de seleccionar a individuos a las asambleas legislativas a nivel local e incluso a nivel nacional esté abierto a la contienda.

En el socialismo, las masas no solo deben tener el derecho a manifestarse, a criticar y a plantear desacuerdos con la política oficial o incluso con la ideología directriz; eso es algo que se debe fomentar y promover como aspecto esencial y necesario del proceso de debate y lucha que tiene que darse para que el partido, junto con las masas, conozca y transforme más plenamente el mundo. A esa luz, las elecciones son una manera de proveer la contienda en grande y por toda la sociedad que será necesaria para bregar y decidir el rumbo que se debe tomar, las medidas que se deben aplicar y la dirección que se necesita.

Elecciones en el socialismo: Contienda auténtica y no una mera formalidad

Las elecciones en el socialismo no serán una mera formalidad o una especie de truco para engañar a la gente y hacerla pensar que tiene voz. NO es cierto que el partido ya lo “sabe todo” y que lo único que tiene que hacer es “educar y movilizar a las masas”.

“Todos vamos a estar juntos en ese proceso”, y el partido tiene que dirigir a las masas y a la vez aprender de ellas al dirigirlas. Tiene que reconocer que si bien, en términos generales, aplicar el punto de vista y el método comunistas permite llegar a la verdad en un sentido fundamental y global, eso no quiere decir que en un momento dado el partido sabrá una verdad en particular.

Una vez más, no se puede permitir que la naturaleza fundamental de la sociedad socialista (la base económica socialista, los principales órganos del poder estatal, las instituciones clave) “quede al mejor postor”. Esto se codificará en la constitución de la sociedad socialista. Pero a las elecciones las caracterizará una auténtica contienda sobre los puntos de vista de los diferentes candidatos y una auténtica discusión de las masas, que lidian y debaten sobre los problemas más agudos y polémicos de la sociedad con visión del futuro, que a veces se concentrarán en choques sobre medidas económicas, políticas y sociales. A los que se postulen para esas elecciones habrá que darles financiamiento y acceso a la prensa para que de veras puedan presentar su punto de vista.

Celebrar elecciones en el socialismo con auténtica contienda no es algo exento de peligro; hay mucho en juego. Se puede movilizar a las masas en torno a medidas incorrectas, y eso puede tener serias consecuencias; si esas medidas pasan a ser leyes y forman parte de un rumbo que mina el carácter fundamental y dirección de la sociedad, habrá que encontrar los medios de bregar para que la sociedad siga por el camino socialista, e inclusive iniciar revoluciones culturales generales si los revolucionarios piensan que se está revocando el carácter y la dirección socialistas de la sociedad. Pero sin esa contienda se corre el riesgo mayor de convertirse en un poder que no avance hacia el comunismo y que no vale la pena defender. Este proceso global de elasticidad sobre la base de un núcleo sólido es indispensable porque si no se tiene eso —en un sentido general en toda la sociedad y con respecto a las elecciones— no se logrará la efervescencia, el disentimiento, la polémica y los debates que son absolutamente necesarios para que las masas, junto con el partido, puedan distinguir la verdad y decidir, paso a paso, qué es lo que se necesita en un momento dado para impulsar la sociedad hacia el comunismo: un mundo sin clases. En un ambiente así de desenfrenado y vibrante, el partido no va a ganar todos los debates (¡y si está equivocado no debe ganarlos!). Pero debe aprender de todos los debates y capacitarse mejor para dirigir todo el proceso.

En todo este proceso hay que distinguir entre quienes están empeñados en tumbar del poder al gobierno socialista y las fuerzas y personas que no lo están, pero que protestan contra el gobierno y posiblemente organizan una oposición política, o que expresan oposición al sistema socialista en general, pero no participan en conatos organizados para tumbar al gobierno. Eso es una tarea difícil y un reto, pero hay que hacerlo y hacerlo bien: tanto mantenerse firmemente en el poder e impedir la contrarrevolución, como mantener la “elasticidad” necesaria y fomentar una situación en que haya “aire para respirar” al mayor grado posible. La constitución y las leyes reflejarán la base y la dirección de la nueva sociedad socialista. Los conatos de tumbar al gobierno serán ilegales. El poder estatal y la naturaleza socialista de la sociedad (como transición a un mundo sin clases, libre) no "quedará al mejor postor". Pero hay toda una amplia gama de problemas que habrá que examinar, sopesar, discutir y debatir constantemente, muchos de los cuales tienen que ver con la naturaleza de la sociedad socialista. Por eso es que NO serán ilegales el disentimiento, la crítica ni la oposición política fuertemente crítica, ni siquiera fundamental: todo eso se fomentará. En el socialismo debe haber —y se debe sentir que hay— espacios para discrepar con los que detentan el poder, y tiene que haber recursos y medios para expresar esos puntos de vista.

El disentimiento se considerará crucial para todo el proceso político de la sociedad socialista. Ser la dirección de vanguardia en el socialismo implica desatar y dirigir una lucha reñida, a sabiendas de que podría —y de hecho, debería — volverse caótica, complicada y arriesgada.

En esto hay un importante método epistemológico. En primer lugar, las críticas que se planteen podrían ser correctas. Y aunque las fuerzas de oposición estuvieran completamente equivocadas, es posible que sus críticas tengan elementos de la verdad de los cuales es importante aprender.

Si no se atraen diversos puntos de vista al amplio debate y lucha social, no se logrará el complejo proceso que es necesario para llegar a la verdad. Es sumamente importante que los defensores de varias posiciones, especialmente los que discrepan con el gobierno y lo critican, tengan toda la oportunidad de presentar sus puntos de vista. Solo de esa manera el partido y las masas podrán debatir, sopesar y captar lo correcto de lo que está en consideración. Sin un proceso así, no se podrá construir un socialismo en el que las masas sean cada vez más protagonistas en el proceso de decidir qué es cierto y correcto, y cómo seguir revolucionando la sociedad hacia el comunismo.

¿Qué clase de sociedad tendríamos si se trata simplemente de suprimir y callar a la oposición? En primer lugar, la sociedad no se beneficiaría del lado positivo del disentimiento, oposición, debate y presentación de diferentes puntos de vista. En poco tiempo, se volvería una sociedad en la que nadie querría vivir, con un ambiente sofocante en que las masas no participan cada vez más en la transformación de todo aspecto.

Esas son las contradicciones peligrosas y complejas que la dictadura del proletariado tiene que resolver. Eso es lo que significa “ir al borde de ser descuartizado”, donde se corre el riesgo de perder el poder pero así y todo se sigue adelante, porque ese es el tipo de sociedad y el proceso que se necesita para llegar al comunismo.

Se requerirá dirección con una visión del futuro para sortear los complejos retos que implica construir el socialismo de esa manera —la única manera en que se puede construir el socialismo—, construir una sociedad donde el debate, el disentimiento y la oposición son generalizados: una sociedad donde hay creatividad y experimentación, así como tremenda agitación social en diferentes direcciones. Esa es la clase de sociedad que queremos y necesitamos para llegar al comunismo, a una sociedad libre de clases, un mundo de seres humanos que se asocian libremente.


Footnotes

* Bob Avakian “Un análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente”, Parte 2, Revolución # 74; es parte de la obra titulada "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”.  [back]

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

El papel de las elecciones en el socialismo

Lo siguiente es un pasaje del artículo "Las elecciones: El rollo y la realidad" (Revolución #68, 5 de noviembre de 2006), que es el tema de la crítica de la carta en este número.

Vimos por qué en la sociedad capitalista no se puede expresar “la voluntad del pueblo” por medio de las elecciones. Para que los intereses del pueblo definan la dirección de la sociedad, se necesita un sistema radicalmente diferente en que las masas gobiernen: la dictadura del proletariado, donde no impera el afán de ganancia del capital. Eso es el socialismo.

¿Puede haber debate, discusión y participación en la vida política de la sociedad de las amplias masas en la dictadura del proletariado? Puede, es más, debe haberlos. En ese contexto, las elecciones pueden desempeñar cierto papel, aunque no el papel decisivo.

Para entender esto es necesario salirse del marco de referencia de la democracia burguesa, en que la participación política se limita a votar y a apoyar a uno u otro político. Como vimos, esas elecciones no son el medio para tomar decisiones fundamentales y sirven para legitimar el sistema y las medidas de la clase dominante. ¿Qué diferencia habrá en el socialismo, en la dictadura del proletariado?

En la dictadura de la burguesía, la política y en particular las elecciones sirven para pacificar a las masas y mantener el statu quo de la sociedad de clases. Pero en la dictadura del proletariado el objetivo de las instituciones políticas y de toda la vida política de la sociedad (incluido el papel que desempeñen las elecciones) es dirigir y desencadenar a las masas a cambiar el statu quo, a revolucionar continuamente la sociedad.

Esto se relaciona con el carácter de la sociedad socialista como una etapa de transición a un mundo comunista, en que se hayan alcanzado “las cuatro todas”: la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en que estas descansan, de todas las relaciones sociales que acompañan esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que surgen de esas relaciones sociales.

La charla de Bob Avakian “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” (revcom.us), presenta un análisis sumamente innovador de la democracia y la dictadura en la sociedad socialista que recomendamos a los lectores. Esta visión amplia y radical de la sociedad socialista saca lecciones de los grandes avances, y de las deficiencias, de la construcción del socialismo en la Unión Soviética y en China, los expande y presenta nuevos planteamientos.

Aquí no podemos ahondar en la dinámica fundamental del socialismo de incorporar cada vez más a las masas en el gobierno y en la transformación de la sociedad. Esto tiene una importante dimensión epistemológica (teoría del conocimiento) que interactúa con el aspecto político.

En la sociedad capitalista, a las masas no se les permite participar en el gobierno de la sociedad. Para el proletariado, especialmente, la falta de educación, la pobreza, las largas jornadas laborales, etc., hacen sumamente difícil participar en la vida política.

En la dictadura del proletariado, las masas tendrán el derecho de participar plenamente en la vida política. Su vida ya no será controlada y arruinada por la explotación capitalista. Con la dirección del partido de vanguardia, las masas podrán realizar transformaciones inmediatas de la sociedad y después, ola tras ola, continuarlas para reducir las diferencias entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre el hombre y la mujer, y entre los blancos y las nacionalidades oprimidas. Pero mientras tales diferencias persistan, presentarán obstáculos a la participación intelectual y política plena de las masas. Para dar un ejemplo, la sociedad socialista “heredará” la situación de que un sector relativamente pequeño hace el trabajo intelectual y sabe trabajar con las ideas, mientras que las masas populares hacen el trabajo manual.

Otro gran problema del socialismo es que por un tiempo una buena parte de la población tendrá que pasar la mayor parte del tiempo trabajando para producir lo necesario. Esto limita su capacidad de participar plenamente en las distintas esferas. Otros sectores estarán en una posición mejor y tendrán más conocimientos para participar en el discurso político. Por estas razones, someter todos los asuntos a elecciones daría pie a la restauración de la vieja sociedad.

En el socialismo, habrá fuerzas de clase (los viejos explotadores y también nuevos explotadores que surgirán debido a las desigualdades que quedan) que sabotearán el socialismo, y querrán tumbar el gobierno y restaurar el capitalismo. Por un tiempo, las sociedades socialistas estarán rodeadas por poderosos países capitalistas, que tratarán de invadirlas y de estimular la subversión. Defender la sociedad socialista de tales enemigos será una cuestión de vida o muerte. En ese contexto, poner el destino de la sociedad y el socialismo a votación sería traicionar la revolución.

El proletariado debe tener un firme control del estado. Pero dentro de ese marco, debe haber un proceso continuo, dirigido por el partido de vanguardia comunista revolucionario, en que las masas cada vez más conocen el mundo, entienden su complejidad, distinguen lo correcto y lo incorrecto, la verdad y las mentiras, etc., a fin de ser capaces de gobernar la sociedad y transformarla hacia la meta del comunismo. Las masas participarán cada vez más en el ejercicio del poder estatal y en otros aspectos de la administración de la sociedad. Por todo esto es sumamente importante que exista una atmósfera general de efervescencia intelectual y debate, pensamiento crítico y disentimiento que cree una sociedad vibrante en que las masas participan conscientemente en el conocimiento y la transformación del mundo. En ese contexto, ciertas elecciones, como una parte del proceso de seleccionar los líderes del gobierno, podrían ayudar a las masas a entender diferentes agendas; por ejemplo, las masas oirían posiciones opuestas al gobierno socialista directamente de boca de la oposición. Igualmente, las elecciones pueden someter distintos elementos de la sociedad socialista a un necesario examen crítico. Todo esto puede contribuir a que el pueblo lleve la sociedad hacia la eliminación de “las cuatro todas”.

Las elecciones, como todo en la sociedad de clases, están condicionadas y moldeadas por las relaciones de clase. En el socialismo, las elecciones contribuirán al ejercicio del poder político por el proletariado, y el papel del partido de vanguardia será dirigir a las masas a entender y transformar toda la sociedad, como parte de crear un mundo comunista.

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Segregación ayer… y hoy:
Este sistema ni quiere ni puede crear igualdad

Texto de una exhibición de fotos de Revolución. Una serie de fotos-diapositivas estará en este portal más tarde esta semana.

Fuentes de agua segregadas en el palacio de justicia de Albany, Georgia. [Foto: Danny Lyon]


Protesta en una piscina "solo para blancos" de Cairo, Illinois, 1962. [Foto: Danny Lyon]

La supremacía blanca es una parte fundamental de todos los aspectos del sistema capitalista estadounidense. Tras el período de Reconstrucción (que siguió la guerra de Secesión y terminó en 1877), volvieron a imponer la opresión del pueblo negro a la fuerza con el sistema de segregación conocido como "Jim Crow". Especial pero no únicamente en el Sur, las escuelas y todas partes de la sociedad eran segregadas por ley y por las chusmas linchadoras. En 1896, en el fallo Plessy vs. Ferguson, la Suprema Corte declaró que la Constitución permitía esa segregación oficial. A los negros los relegaban a escuelas, viviendas y trabajos inferiores y deshumanizantes. Muchas décadas después de la esclavitud, y hasta los años 1940, el Ku Klux Klan celebraba mítines públicos, quemaba cruces, arrastraba a familias negras de sus hogares, torturaba y asesinaba… para mantener el sistema de aparcería (casi esclavitud).

En 1954, en el fallo Brown vs. Board of Education, la Suprema Corte declaró que decir que la educación segregada es "separada pero igual" era un fraude y un incumplimiento de la Constitución. Mandó integrar las escuelas "lo antes posible" e inició grandes cambios. Las miradas del país y del mundo estaban puestas en los valientes estudiantes negros que entraron a las escuelas a pesar de la oposición de chusmas violentas, políticos racistas y policías salvajes, que les bloqueaban el paso. Pero se hizo patente que simplemente acabar con la norma de la educación "separada pero igual" no llevaría a cambios auténticos, porque la supremacía blanca estaba sumamente arraigada en todos los aspectos de la sociedad.

A pesar de dos décadas de lucha heroica, y muchas muertes, los patrones de segregación escolar cambiaron poco. En los años 70, el sistema desató una reacción. Desde hace 30 años, los avances en la lucha para integrar las escuelas han estado bajo ataque. Se dice que los esfuerzos de eliminar la omnipresente segregación son "discriminación a la inversa". El funcionamiento del sistema ha devastado comunidades donde viven muchos negros. Han construido cárceles en vez de escuelas, y han criminalizado a toda una generación. Hoy hay más segregación en la educación que en 1968; los cuatro estados con el mayor nivel de segregación son Nueva York, Michigan, Illinois y California; y en Nueva York solo un estudiante negro de cada siete estudia en una escuela que no es segregada. La raza afecta todo y a todas las capas sociales de esta sociedad: lo que pasa cuando la policía para un carro, la atención médica, donde se puede vivir, etc.

El proletariado es la única clase que puede acabar con la segregación y que lo hará. La clase dominante y el sistema capitalista nunca pueden integrar completamente la sociedad y acabar con la opresión nacional, aunque lo quisieran hacer. En contraste, el proletariado --y una sociedad socialista futura donde gobernará-- no tendrá ningún interés en absoluto en la prolongación de la segregación. El Borrador del Programa del Partido Comunista Revolucionario, EU, dice que en la futura sociedad socialista, "Se prohibirá la segregación en comunidades, escuelas, etc., y se alentará la integración. Se desmantelarán los grupos racistas/segregacionistas y se aplastará a grupos que han lanzado ataques racistas, como el KKK y los nazis". Continúa: "A diferencia del capitalismo, que impone la discriminación sistemática y prohíbe la participación de las nacionalidades oprimidas en muchas esferas de la sociedad, el nuevo estado proletario brindará los recursos, apoyo y dirección necesarios para superar todas las desigualdades entre nacionalidades y todas las barreras a la participación plena e igual en todas las esferas y todos los niveles de la sociedad".

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Nueva campaña de El Mundo no Puede Esperar

¡Pronúnciate! ¡Vístanse de naranja!

Recibimos la siguiente declaración del portal de El Mundo no Puede Esperar-Fuera Bush y su Gobierno (worldcantwait.org):

EL PALIACATE DE
EL MUNDO NO PUEDE ESPERAR

COMO SEA
QUE LO USES
SERÁ UNA FUERTE
DECLARACIÓN

¡FUERA EL
GOBIERNO DE BUSH
EL MUNDO NO PUEDE ESPERAR!

HAZTE ESCUCHAR

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Durante los últimos siete años, el gobierno de Bush se ha atribuido el derecho de invadir países que no son ninguna amenaza, meter a la cárcel indefinidamente, revocar el derecho de hábeas corpus, torturar, espiar a docenas de millones de ciudadanos estadounidenses sin orden judicial (y cuando eso se descubre, declara sin inmutarse que continuará haciéndolo), dar su propia interpretación de centenares de nuevas leyes a la hora de firmarlas, declararse por encima de la ley y del escrutinio, pisotear los derechos civiles, negar la amenaza grave del calentamiento global y suprimir la ciencia.

Peor aún, ¡nuestros “guardianes” de los medios de comunicación y la “oposición leal” les han permitido a Bush y Cheney hacer todo eso con impunidad! Eso no se puede permitir. No podemos dejar que la historia nos recuerde como una población que hacía la vista gorda frente a la tiranía, la tortura y los crímenes de guerra cometidos en nuestro nombre y delante del mundo entero.

Nos toca a nosotros parar todo esto.

Si ya no quieres oír jamás las palabras “GUERRA CONTRA EL TERRORISMO” o que se invoque el “11 DE SEPTIEMBRE" como justificación de otra guerra injusta, más mentiras, más espionaje y más tortura, pronúnciate.

Si no puedes olvidar las imágenes de los cadáveres negros hinchados que flotaban por las calles de Nueva Orleáns, pronúnciate.

Si ya no puedes vivir una vida normal a sabiendas de que desaparecen a gente en cámaras de tortura secretas, pronúnciate.

Si te da asco la intolerancia que los de arriba están desatando y propagando para atacar a los más vulnerables, a quienes tratan como chivos expiatorios, pronúnciate.

Si abrigas el ideal de igualdad entre el hombre y la mujer, y no aceptas volver a la época en que se pueda obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere, pronúnciate.

Si crees en la separación de la iglesia y el estado, pronúnciate.

Si te llena de emoción que los seres humanos tienen la capacidad de descubrir y entender las maravillas del universo natural, pronúnciate.

Si crees que la verdad es importante, pronúnciate.

Si estás harto de esperar a que los políticos hagan lo que se debe hacer, o a que otra persona dé el primer paso… pronúnciate.

Ahora te toca hacer una declaración que repercuta dondequiera que vayas y en toda persona que encuentres.

Ahora te toca ser el símbolo de una conciencia que no se rajará y tampoco se irá.

Una sola persona puede representar una diferencia enorme. Después serán centenares… miles… y luego millones que se niegan a voltear la cara para no ver, a vender el alma, a aceptar guerras sin fin en un mundo sin esperanzas.

Con cada nuevo brote del color naranja, nuestra corriente crecerá, y con cada persona que eso atrae cobraremos fuerza. Lo que ahora está latente se manifestará hasta que no puedan pasarnos por alto, y el mundo verá que los criminales de guerra de Washington, D.C., tienen los días contados:

No estamos esperando. ¡ESTAMOS SACANDO DEL PODER AL GOBIERNO DE BUSH!

“Vístanse de naranja. Que luzca el color naranja por todas partes. Los del overol naranja, los torturados y detenidos sin opciones, no estarán solos”.

El 27 de julio se iniciará por todo el país la campaña “Vístanse de naranja". Organiza reuniones, conciertos, etc. Reparte paliacates naranjas todo el día.

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Antecedentes de una confrontación:

Estados Unidos e Irán: Una historia de dominación imperialista, intriga y guerra

Quinta parte: La revolución de 1979 y el ascenso del fundamentalismo islámico

Larry Everest

Durante más de 100 años, Estados Unidos y las demás potencias imperialistas han dominado a Irán con intrigas clandestinas, intimidación económica e intervenciones e invasiones militares. La dominación de Irán ha estado profundamente entrelazada en la estructura del imperialismo global. Esta historia de dominación explica la hostilidad de Estados Unidos hacia Irán hoy y las actuales amenazas de guerra. La primera parte de esta serie exploró la rivalidad de las potencias europeas para explotar a Irán y sus recursos petroleros antes y después de la I Guerra Mundial. La segunda parte detalló cómo Estados Unidos tumbó al gobierno laico nacionalista de Mohammed Mossadegh en 1953 y volvió a poner en el poder a un administrador leal: el brutal sha Mohammed Reza Pahlavi. La tercera y cuarta partes examinaron las consecuencias de 25 años de dominación estadounidense para el país y la población, y cómo sembraron las semillas de la revolución de 1979. La quinta parte examina cómo la revolución de 1979 y la respuesta de Estados Unidos contribuyeron al ascenso del fundamentalismo islámico.

Quinta parte: La revolución de 1979 y el ascenso del fundamentalismo islámico

En diciembre de 1977, el presidente Jimmy Carter brindó por el sha de Irán y dijo que el país era una "isla de estabilidad" en un mar turbulento. Unas semanas después, un grupo de estudiantes religiosos realizó una pequeña protesta contra el sha en Qum, que las fuerzas del orden reprimieron violentamente. No era nada inusual, pero esta vez se inició un ciclo y se desató una poderosa ola de descontento e indignación populares. La represión le echó leña y provocó más protestas. Un año después del brindis de Carter, una ola de revolución recorría el país. En un solo día, más de diez millones de personas (un tercio de la población) se echaron a la calle pidiendo el fin de la monarquía. En enero de 1979, el odiado sha tuvo que huir; en febrero, el ayatola Ruhollah Jomeini y sus partidarios tomaron el poder.

La revolución iraní, la consolidación de una teocracia islámica y la respuesta de los imperialistas estadounidenses tendrían un impacto profundo. Debilitarían el control estadounidense del Medio Oriente y contribuirían al ascenso del fundamentalismo islámico opuesto a Estados Unidos. Con la revolución, Irán pasó de ser un baluarte de la dominación estadounidense a ser uno de sus principales obstáculos en la región. A lo largo de las décadas siguientes, el imperialismo y el fundamentalismo islámico se opondrían y al mismo tiempo se reforzarían.

Estados Unidos: Aturdido y confundido

La revolución iraní tomó por sorpresa a la clase dominante estadounidense. En agosto de 1978, cuando el maremoto revolucionario estaba a punto de estallar, un informe de la CIA concluyó: "Irán no está en una situación revolucionaria y ni siquiera en una situación ‘pre-revolucionaria’".

En el otoño de 1978, las fuerzas del orden masacraron a miles de manifestantes en el "viernes sangriento", pero ni eso logró detener la lucha. Así los imperialistas se dieron cuenta de la magnitud de lo que pasaba en Irán, pero no lograron ponerse de acuerdo para responder y siguieron paralizados: unos estaban a favor de dar un golpe militar pero a otros les preocupaba que desatara un levantamiento revolucionario más profundo y empujara a las masas hacia el campo de la izquierda revolucionaria laica.

Por otro lado, la principal necesidad que motivaba a los imperialistas era la contienda con la Unión Soviética. Muchos estrategas de la clase dominante pensaban que Jomeini y los clérigos se opondrían a la izquierda y a los soviéticos, y que entregarían el poder a los tecnócratas aliados de Estados Unidos. En febrero de 1979, un alto funcionario del gobierno escribió que el movimiento de Jomeini "es mejor organizado, progresista y capaz de oponer resistencia al comunismo de lo que sus detractores quieren que creamos".

Ninguna de las opciones le convenía a Estados Unidos, y su libertad de influenciar los sucesos en Irán disminuyó rápidamente. A fin de cuentas, el gobierno de Jimmy Carter decidió tratar de llegar a un acuerdo con la nueva República Islámica. Conservó las relaciones diplomáticas con Irán y trató de crear vínculos con varias fuerzas del nuevo gobierno.

Desde tiempo atrás, Jomeini era partidario de un gobierno de "juristas" islámicos (académicos y clérigos), que reimpusiera la ideología y las relaciones sociales islámicas dentro de los confines del orden social y las estructuras económicas existentes. Eso concordaba con los intereses de ciertos sectores de las capas feudales y burguesas de Irán, y requería reconfigurar su papel regional y su relación con el imperialismo estadounidense. Pero no requería romper con la dominación imperialista en general ni mucho menos extirpar el feudalismo. Jomeini y sus partidarios veían el nuevo estado iraní como un modelo para el resto del mundo islámico. Por su parte, los muchos agentes de la CIA estacionados en Irán tenían la mirada puesta en la Unión Soviética; un alto funcionario le dijo al escritor Robert Dreyfuss que "prácticamente nadie en el gobierno de Carter sabía quién era Jomeini hasta que era demasiado tarde".

La toma de la embajada estadounidense

El 4 de noviembre de 1979 Estados Unidos recibió otra sorpresa muy desagradable. Con la aprobación de Jomeini, unos estudiantes islámicos se apoderaron de la embajada estadounidense en Teherán y tomaron de rehenes a los empleados con la demanda de que el sha regresara para juzgarlo.

Varios factores provocaron la toma. Primero, Estados Unidos le abrió las puertas al sha (que moría de cáncer) para recibir atención médica. Segundo, en Argelia se celebró una reunión entre el asesor de seguridad nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, y el primer ministro y los ministros de defensa y relaciones exteriores de Irán (todos aliados de Jomeini pero pro Estados Unidos y con una orientación básicamente laica).

Las fuerzas de Jomeini, que organizaron y llevaron a cabo la toma de la embajada, aprovecharon la indignación popular contra el sha y el miedo general de que Estados Unidos estuviera conspirando para devolverle el poder, como en 1953. Sin embargo, la meta principal de Jomeini y los clérigos era desprestigiar y expulsar a las fuerzas laicas, consolidar un monopolio de poder en sus propias manos y establecer una teocracia islámica.

El "arco de crisis" del Medio Oriente

En diciembre de 1979, poco después de la toma de la embajada, la Unión Soviética invadió a Afganistán. La invasión le dio el control de un amortiguador clave entre Irán y Pakistán, y la acercó al golfo Pérsico. Ocurrió en el contexto de lo que un alto funcionario del gobierno de Reagan llamó una redoblada "competencia por influencia con Estados Unidos por todo el Medio Oriente, el océano Índico, el cuerno de África, la península arábiga y el suroeste de Asia". Al gobierno estadounidense le preocupaba que los gobiernos de su establo del golfo Pérsico fueran vulnerables a la agitación islamista fomentada por Irán. O sea, pensaba que tenían ante sí un "arco de crisis" de Afganistán a Arabia Saudita, pasando por Irán.

Respuesta estadounidense: Armar y organizar a los fundamentalistas islámicos

Los imperialistas estadounidenses planearon una respuesta multidimensional y agresiva para apuntalar a los gobiernos amigos del Golfo y contrarrestar a los soviéticos. Carter definió el marco de esas medidas en el Informe presidencial el 23 de enero de 1980: "Cualquier intento de cualquier fuerza externa de obtener el control de la región del golfo Pérsico será considerado como un ataque contra los intereses vitales de Estados Unidos, y se rechazará por todos los medios necesarios, inclusive la fuerza militar". Brzezinski explicó que esa "Doctrina Carter" era "una revolución estratégica en la posición global de Estados Unidos". Controlar el golfo Pérsico pasó a ser tan importante para el imperio como las alianzas con Europa y Japón, con una concomitante expansión de la presencia militar en la región.

Un elemento clave de esa estrategia, que más tarde causaría muchos problemas para Estados Unidos, fue movilizar fuerzas islámicas en contra de los soviéticos, especialmente en Afganistán (lo que ya se había hecho en Argelia, Turquía, Jordania, Egipto e Israel). Un alto funcionario del gobierno de Carter lo explicó así: “La teoría era que existe un arco de crisis, así que hay que movilizar un arco de islam para contener a los soviéticos”.

Irónicamente, eso ocurrió después de que el primer estado islámico tomó el poder en la región.

En julio de 1979, cinco meses antes de la invasión soviética, Estados Unidos inició una campaña clandestina para desestabilizar al gobierno afgano prosoviético armando y financiando a la oposición islamista. Según Brzezinski, la meta era “provocar una intervención militar soviética”. Después de la invasión, Brzezinski le escribió a Carter: “Ahora tenemos la oportunidad de darle a la URSS su guerra de Vietnam”. Durante la década siguiente, el gobierno estadounidense le dio $3 mil millones de armas y ayuda a los muyahidines islámicos y contribuyó a crear una red global de combatientes islamistas, algunos de los cuales pasarían a ser el núcleo de Al Qaeda.

Aprueban la invasión iraquí de Irán de 1980

Otro elemento importante del contraataque estadounidense fue castigar a Irán para obligarlo a poner en libertad a los empleados de la embajada y a parar la agitación islamista por toda la región. La estrategia era presionar y contener a la República Islámica, pero no tumbarla. El gobierno de Jomeini reprimía salvajemente a los izquierdistas iraníes, conservaba su distancia con la Unión Soviética y seguía enviando petróleo al Occidente… todo lo cual concordaba con los intereses estadounidenses. La principal preocupación de Washington era, como dijo Brzezinski, forjar “una coalición islámica antisoviética”.

Estados Unidos tenía recursos militares limitados en la región y temía que un ataque de gran envergadura contra Irán provocara una confrontación con la Unión Soviética, que podría desembocar en una conflagración nuclear. Durante e inmediatamente después de la revolución iraní, Estados Unidos y la URSS se soltaron una serie de amenazas levemente disimuladas, acompañadas de maniobras militares y alertas nucleares, como advertencia mutua de no entrometerse en Irán.

En vista de esas limitaciones, Estados Unidos decidió actuar por medio de Saddam Hussein, cuyo gobierno nacionalista laico se sentía amenazado ideológica y políticamente por la revolución islámica de Irán (en parte porque el 60% de la población iraquí eran chiítas muy oprimidos). En la primavera y verano de 1980, Washington alentó a Irak a atacar a Irán (posiblemente con una reunión entre Hussein y Brzezinski o altos funcionarios de la CIA en Jordania). El 22 de septiembre de 1980, Irak invadió el suroeste de Irán.

La “sorpresa de octubre” de Reagan

A los ojos del gobierno de Carter, la invasión concordaba con los intereses estadounidenses, pero cuando las fuerzas iraquíes conquistaron gran parte del sur de Irán, resultó patente que Hussein tenía mayores ambiciones. Por eso Estados Unidos anunció que oponía a “descuartizar a Irán” y prometió darle $300 a $500 millones en armas si ponía en libertad a los empleados de la embajada.

Esa oferta nunca dio fruto debido a una conspiración secreta entre los clérigos iraníes y poderosas fuerzas derechistas de Estados Unidos.

Para la clase dominante estadounidense, la toma de la embajada y los 52 empleados, que duró 444 días, era una humillación global. La prensa lo llamaba “América tomada de rehén” y los comentaristas se quejaban de que Estados Unidos era un “gigante lastimoso” que no podía imponer su voluntad ni siquiera en un país del tercer mundo. De remate, un operativo militar del 24 de abril de 1980 para rescatar a los rehenes fracasó totalmente. Esas limitaciones al poderío estadounidense frustraban profundamente a los partidarios de Ronald Reagan, y estos decidieron que su victoria electoral era crucial para fortalecer la dominación global y confrontar agresivamente a los soviéticos.

Esos partidarios de Reagan (muchos de los cuales son los principales neoconservadores belicistas del actual gobierno de Bush) temían que si Carter lograba la libertad de los rehenes, sería reelegido; y se pusieron a impedirlo. En el verano de 1980, los principales asesores de Reagan llegaron a un acuerdo secreto con la República Islámica: si Irán no ponía en libertad a los rehenes hasta después de las elecciones y Reagan ganaba, levantarían las sanciones económicas impuestas por Carter y permitirían que Israel enviara armas a Irán. Gary Sick, funcionario del gobierno de Carter, dijo que fue “ni más ni menos que un golpe de estado político”.

Los ayatolas de Irán aceptaron el acuerdo porque querían prolongar la crisis de la embajada y la guerra con Irak para posar de luchadores antiimperialistas, aventajar y aplastar a sus enemigos, y consolidar firmemente la teocracia. Reagan ganó y el 21 de enero de 1981, el día de la toma de posesión, Irán puso en libertad a los rehenes.

Parálisis en el Golfo, derrota de los soviéticos y ascenso del fundamentalismo islámico

A corto plazo, la ofensiva estadounidense tuvo éxito. La guerra de Irán e Irak duró ocho años y ningún lado salió victorioso. La guerra y las luchas internas absorbieron las energías de la República Islámica, y los gobiernos del establo estadounidense sobrevivieron. la Unión Soviética tuvo que retirarse de Afganistán en 1989, y esa derrota contribuyó a su derrumbamiento y a la victoria estadounidense en la “guerra fría”.

Sin embargo, esas medidas (inclusive la victoria sobre los soviéticos) desencadenaron en muchos sentidos nuevas contradicciones y sembraron las semillas de las enormes dificultades que Estados Unidos tiene hoy en el Medio Oriente y Asia central.

Las guerras de sustitutos en el golfo Pérsico y Afganistán causaron una enorme cantidad de bajas. Se calcula que en la guerra de Irán e Irak murieron a lo mínimo 367,000 personas (262,000 iraníes y 105,000 iraquíes). Unas 700,000 quedaron heridas, así que el total de muertos y heridos excedió un millón. De 1979 a 1989, la guerra de Afganistán le costó la vida a más de un millón de afganos (y 15,000 soldados soviéticos) y desplazó a un tercio de la población a campos de refugiados. Todo esto contribuyó al sufrimiento y desplazamiento generalizados en la región, y ha sido una importante fuente del islamismo opuesto a Estados Unidos.

La guerra de Irán e Irak ayudó al gobierno de Jomeini a consolidar el poder, lo que aprovechó para promover movimientos islamistas por toda la región. Dreyfuss escribió: “La revolución religiosa de Irán fue más allá de resquebrajar el puesto de avanzada estadounidense más importante. Cristalizó un cambio fundamental del carácter de la derecha islámica, un cambio que empezó con la Fraternidad Musulmana varias décadas antes. Al cobrar fuerza en los años 70, la derecha islámica se volvió más firme, unos elementos se radicalizaron… y adoptó un carácter más político”.

Al armar y entrenar a los muyahidines afganos e islámicos, Estados Unidos creó una fuerza combatiente que se volvió en contra de sus patrocinadores (estadounidenses y sauditas) y les creó un gran problema. La victoria contra los soviéticos envalentonó a los islamistas, que pensaban que habían derrotado a una superpotencia así que también podían derrotar a la otra. Además, el derrumbamiento de la Unión Soviética fortaleci& oacute; al fundamentalismo islámico ideológicamente (el laicismo y el marxismo supuestamente fracasaron) y políticamente (un principal patrocinador de las fuerzas laicas y nacionalistas cayó).

En el curso de la década pasada y la actual, la tendencia islamista ha representado un problema cada vez más serio para el imperialismo yanqui.

Próxima parte: La estrategia estadounidense hacia Irán, 1980-2003: De contención a cambio de gobierno


Fuentes:

Bob Avakian, “Why We're in the Situation We're in Today…And What to Do About It: A Thoroughly Rotten System and the Need for Revolution” (Por qué estamos en esta situación… y qué hacer al respecto: Un sistema totalmente podrido y la necesidad de la revolución), (en inglés) en http://www.bobavakian.net/audio.html

Robert Dreyfuss, Devil’s Game--How the United States Helped Unleash Fundamentalist Islam, pp. 217-230.

Larry Everest, Oil, Power & Empire: Iraq and the U.S. Global Agenda (Petróleo, poder e imperio: Irak y el plan global de Estados Unidos), Capítulo 4: “Arming Iraq, Double-Dealing Death in the Gulf”

Larry Everest, “Islamic Revivalism and the Experience of Iran”, revista Revolución, otoño/invierno de 1989

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

ICE detiene a activista chileno y otros en redada en tren de Amtrak

El 6 de julio, agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), parte del Departamento de Seguridad de la Patria, se subieron a un tren de Amtrak cerca de Rochester, Nueva York, y pidieron documentos a los que les parecían migrantes. Llevaron a la cárcel a 35 personas que no tenían prueba de ciudadanía o de residencia legal. Esto es un ejemplo asombroso de un atropello que es cada vez más común: redadas aterradoras de ICE en los lugares donde los migrantes viven y trabajan, y cuando viajan en carro o transporte público.

Entre los detenidos ese día estaba Víctor Toro, un exiliado chileno y activista político. Miles de personas lo conocen por las décadas que tiene militando en movimientos revolucionarios y progresistas, primero en Chile y ahora en Estados Unidos. Lo detuvieron cuando regresaba a Nueva York de una conferencia nacional en California sobre los derechos de los migrantes. Su arresto preocupa a muchos por la posibilidad de que fuera un blanco de ataque por su activismo e ideas políticas. La noticia de su detención salió dos veces en la primera plana del periódico El Diario/La Prensa de Nueva York, y hubo reportaje también en el New York Times, New York Post y otros medios de comunicación.

A Víctor Toro y los demás detenidos los llevaron a una cárcel del condado. Una vez puesto en libertad, Víctor relató el incidente ante una reunión de simpatizantes en el distrito Bronx: “Cuando estuve en la cárcel y el primer día que me pusiera este uniforme color naranja que ustedes han visto tantas veces en ese campo de concentración, Guantánamo, indudablemente que me planteé un montón de reflexiones de ver tantos hermanos asiáticos, tantos hermanos mexicanos, y tantos hermanos venidos de los países, en condición de indocumentados, vestidos del mismo color… Bueno, la primera fue una gran indignación. Todos han visto a los presos… en Guantánamo con ese traje horrible, esposados de los pies y las manos amarrados, casi cayéndose. Esa es la primera impresión y uno empieza a reflexionar. Pero con los días, voy viendo que todos están vestidos de naranja”.

En una entrevista con El Diario/La Prensa dijo: “Ese traje de color naranja es horrible y da terror. No olvidaré su inscripción: Cayuga County. Sentí la misma humillación de los prisioneros de Guantánamo, y también me revivió los días cuando fui prisionero político de la dictadura militar en Chile…”.

Víctor Toro y su esposa, Nieves Ayress, estuvieron entre los miles de chilenos detenidos y torturados por el régimen de Augusto Pinochet, que tomó el poder por medio de un golpe de estado respaldado por Estados Unidos el 11 de septiembre de 1973 (fecha que el escritor Ariel Dorfman y otros llaman “el otro 11 de septiembre”). Pinochet y Cía. asesinaron y desaparecieron a miles de personas. Cuando los generales fascistas tomaron las emisoras y anunciaron el golpe, identificaron a Toro por nombre como alguien que se buscaba “vivo o muerto”.

A finales de los años 70, Toro y Ayress lograron escaparse. En 1984, cruzaron sin papeles la frontera peligrosa de Estados Unidos y se establecieron en el South Bronx. Después, el gobierno chileno declaró que Toro estaba “muerto” legalmente, lo que complicó todo el proceso de regularizarse.

Toro y Ayress siguieron adelante para reanimar la vida política de un barrio devastado del South Bronx. Fundaron el centro político-cultural Vamos a la Peña, que auspiciaba y apoyaba a varias causas progresistas durante muchos años. (Tuvieron que cerrarlo el año pasado pero esperan reabrirlo). En octubre de 1996, La Peña participó en convocar y organizar la primera marcha pro derechos de los migrantes de Washington, D.C. También fue el centro organizativo de muchos programas impactantes para el Día Internacional de la Mujer. Víctor Toro fue uno de los primeros que firmó la Convocatoria de El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno, y organizó para el estreno de ese movimiento el 2 de noviembre de 2005.

En comentarios a sus simpatizantes después de salir de la cárcel, Toro dijo: “Una tendencia económica y política contrarrevolucionaria, ultra-reaccionaria, que bordea el fascismo, es la que ha estado predominando en todo lo que se decide políticamente ahora en Estados Unidos. Y por eso es que tenemos, como costo, un proceso de derechización, una guerra en Afganistán, una guerra en Irak, una intervención y bombardeos en diferentes países de una manera prepotente, de una manera criminal. Pero para oponerse a eso hay que dar una lucha de resistencia, hay hombres y mujeres que están dispuestos a no rendirse ante toda esta tremenda opresión de que hemos sido objeto en todos estos últimos años y esta resistencia se expresa en muchas partes”.

Cuando ICE detuvo a Toro, sus partidarios entraron en acción rápidamente y recaudaron $5,000 para sacarlo bajo fianza. Ahora le espera una audiencia de deportación. Se ha entablado una petición para otorgarle asilo político en este país.

Víctor Toro señaló las repercusiones más amplias de las redadas de ICE y los demás ataques crecientes contra los migrantes: “Si ustedes chequean casi todas las diferentes versiones y las distintas leyes [de inmigración] que se presentaron y que por supuesto fracasaron tanto en el Congreso como en el Senado norteamericano, todas esas propuestas de ley, es indudable que afectan a los indocumentados, pero también son leyes que afectan al conjunto de la sociedad en este país. Son más que unas leyes de inmigración. Son leyes casi de interior, de seguridad nacional, más policías en cada una de las ciudades, muros en toda la frontera con México, más policías, más militares, o sea, menos movimientos de la sociedad civil, mayores restricciones a los derechos humanos y mayores restricciones a los derechos civiles…”.

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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Si crees que…


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