Trump y Pence maniobran agresivamente para consolidar el poder fascista

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El régimen encabezado por Donald Trump y Mike Pence ha aprovechado la crisis gestada por el coronavirus para tomar la ofensiva — triturando el estado de derecho y envalentonando a diferentes componentes de las fuerzas sociales fascistas cohesionadas en torno al régimen. Las acciones descritas a continuación no son ultrajes aislados. Son componentes de una ofensiva general de parte de un movimiento fascista comprometido con una dominación completa. Hay que pararlo, y expulsarlo del poder antes de que consolide totalmente su dominio.

Vea abajo algunas formas centrales en que eso se expresó tan sólo en la última semana.

Retiran los cargos contra Flynn

William Barr, el procurador general del régimen de Trump y Pence, anunció que el Departamento de Justicia retiró todos los cargos contra Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional de Trump. Flynn se declaró culpable dos veces de mentir a agentes del FBI sobre sus conversaciones con diplomáticos rusos a fines de 2016, mientras el régimen de Trump y Pence se preparaba para asumir el poder. También admitió en audiencia pública que había mentido.

Esta maniobra sin precedentes de Barr culminó meses de lo que la Prensa Asociada calificó de “presión cada vez mayor proveniente del presidente republicano y sus aliados políticos de la derecha”. Es parte de una ofensiva prolongada para revocar la base sobre la cual tomó lugar la investigación por Robert Mueller de la influencia rusa en las elecciones de 2016. Los fascistas encabezados por Trump dicen que la investigación Mueller fue ilegítima en su totalidad — que el FBI no tenía ningún motivo para interrogar a Flynn en primer lugar, y por lo tanto el hecho de que él mintió a los agentes del FBI sobre sus conexiones rusas no es un crimen.

La maniobra de Barr es un salto en la conversión del Departamento de Justicia y el procurador general, que supuestamente son árbitros imparciales de la ley, en herramientas del poder ejecutivo (el presidente), con tal de liberar a un funcionario del régimen fascista que admite haber cometido el perjurio. Va con la intención de crear una autoridad incondicional e incuestionable del ejecutivo fascista y la lealtad a él en todos los niveles del gobierno. Susan Hennessey, una abogada con la Brookings Institution, escribió: “Este momento representa el colapso total de un Departamento de Justicia apolítico”.

Al retiro de cargos contra Flynn por Barr se sumaron casi inmediatamente las amenazas de venganza contra los oponentes de Trump en el gobierno. La campaña trumpista dijo que Flynn había sido un blanco de una “caza de brujas corrupta… durante el mandato de Joe Biden” y llamó a “investigar a los investigadores”. Sean Hannity, un portavoz para el régimen fascista en el Noticiero Fox, dijo: “Ya es hora de investigar al Departamento de Justicia de Barack Obama y Joe Biden”. Y Donald Trump Jr. tuiteó que “hay que castigar a los actores del mal como es debido, pues, ¡así como nos hubieran castigado a nosotros!”.

Barr defendió su acción haciendo uso de una epistemología descaradamente fascista. Cuando la periodista de la CBS Norah O’Donnell le preguntó cómo la historia juzgaría su acción, Barr contestó arrogantemente: “La historia está escrita por los ganadores, así que depende, en gran parte, de quién está escribiendo la historia”.

El fascismo cristiano, y no la ciencia, determina las políticas

El 7 de mayo, al llegar a 75.000 el saldo oficial de muertos por la Covid-19 en Estados Unidos, se filtró información de que el régimen de Trump había rechazado las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) respecto la reapertura de la economía. La Prensa Asociada reportó que se les dijo a los científicos de la agencia que un plan que habían preparado con un resumen de esas directrices “nunca vería la luz”.

Esa decisión del régimen se debe a razones relacionadas con su deseo de abrir la economía estadounidense. Pero un factor clave del rechazo de las directrices por Trump es que las fuerzas fascistas cristianas al interior y exterior del régimen no quieren que el gobierno publique ni siquiera lineamientos voluntarios sobre la capacidad de las personas de congregarse en las iglesias — aun cuando congregarse contribuye a propagar la enfermedad a muchas otras personas. El New York Times informó que un “alto oficial en el Departamento de Salud y Servicios Humanos con profundos vínculos con los conservadores religiosos objetó cualquier control sobre los servicios religiosos”. Roger Severino, un funcionario en el régimen que anteriormente dirigía el DeVos Center for Religion and Civil Society (Centro DeVos para la Religión y la Sociedad Civil) en la Heritage Foundation derechista, dijo: “Los gobiernos tienen el deber de instruir al público sobre cómo mantenerse seguro durante esta crisis y sin duda alguna pueden hacerlo sin dictarles a las personas cómo deben rendir culto a Dios”.

Llenar las cortes con jueces fascistas

Llenar las cortes federales con jueces fascistas ha sido una alta prioridad del régimen de Trump y Pence, y eso es una razón importante por la que han contado con el apoyo inmarcesible de los líderes cristianos fascistas. El líder del Senado, Mitch McConnell, un aliado íntimo de Trump, reconvocó al Senado esta semana para que pudiera hacer ratificar más de los nominados por Trump. McConnell dijo que reconvocaba al Senado esta semana, a pesar del peligro del coronavirus, porque “tenemos que celebrar audiencias, y tenemos que confirmar jueces”.

La primera audiencia es para Justin Walker de 38 años, un protegido de McConnell. Ha sido nombrado para la Corte de Apelaciones de Estados Unidos del Circuito del Distrito de Columbia, considerada ampliamente como la segunda en importancia después de la Corte Suprema. Walker, que era asistente de Brett Kavanaugh antes de ser nombrado por Trump para la Corte Suprema, nunca ha presidido ningún caso, y la American Bar Association (ABA, Colegio de Abogados de Estados Unidos) lo considera “no cualificado”. El cargo que él ocuparía no estará disponible sino hasta septiembre, pero el National Law Journal informó que Trump ha dicho que, de no aprobar sus nombrados, haría uso de “un poder presidencial que nunca se ha usado para levantar la sesión de la legislatura y que él mismo llenará los cargos”. Walker, en un discurso reciente, burlonamente le “agradeció” a la ABA y a varios liberales que se han opuesto a su nombramiento, diciendo: “Gracias por servir como recordatorio duradero de que, aunque mis principios legales son prevalentes, aún no han prevalecido. Y aunque estamos ganando, aún no hemos ganado”.

Despiden a la inspectora general por decir la verdad

Trump despidió a Christi Grimm, que había sido inspectora general en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS, por sus siglas en inglés), al enterarse de que ella había publicado un informe que criticaba a los esfuerzos de su régimen de combatir la pandemia de la Covid-19. Grimm había entrevistado a 323 administradores hospitalarios en la elaboración de su informe, el cual indicó que los hospitales experimentaban escaseces de artículos críticos como equipo protector personal, y que algunos de los suministros que recibieron de las reservas federales eran “de insuficiente cantidad y calidad”.

Trump respondió, “Denme el nombre de la inspectora general”. Pocos días después, Grimm, que había trabajado 21 años para el DHHS, fue despedida.

Trabajar sin máscaras — “Vivir y dejar morir”

El 6 de mayo, Trump visitó una planta manufacturera de máscaras en Phoenix. Con descaro, no se puso una máscara, mientras se paró junto a un contenedor de máscaras listas para ser embarcadas — demostrando y promoviendo un comportamiento ignorante y egoísta para las muchedumbres de sus seguidores patrioteros.

Por lo general Trump prefiere canciones patrióticas para sus actos públicos, pero para esta gira, el sistema de sonido de la fábrica emitía a todo volumen la canción “Live and Let Die” (Vivir y dejar morir), en la versión de Guns n’ Roses. Intencional o no, tocar esta canción en este momento cuando grandes números de personas se están muriendo se podría interpretar como una banda sonora para el movimiento fascista de Trump y Pence — un sector de la población debe vivir: a saber, los seguidores de Trump, las turbas que aúllan en sus mítines, los policías que lo aman, los fascistas cristianos con su inquebrantable lealtad a él y su programa fascista. Y respecto a los demás —los presos, los inmigrantes, los negros, los indígenas, los latinos, los sin techo, todos aquellos que se están muriendo debido a este virus a tasas desproporcionadamente altas— que se mueran, para salvar el “gran estilo de vida estadounidense”.


Lea el texto de la película en español.
Vea unos cortos y las preguntas y respuestas de esta película en inglés.

Rechazar el Fascismo es un movimiento de personas con diversas perspectivas, unidas en nuestro reconocimiento de que el Régimen de Trump y Pence representa un peligro catastrófico para la humanidad y el planeta y que es nuestra responsabilidad sacarlos del poder por medio de protestas no violentas que crezcan a diario hasta que se cumpla nuestra demanda. Esto quiere decir trabajar y organizarnos con toda nuestra creatividad y determinación para movilizar a miles y, con el tiempo, a millones de personas en las calles de las ciudades y los pueblos, para exigir:

¡Esta pesadilla tiene que terminar: El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!

Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org) acoge a los individuos y las organizaciones con diversos puntos de vista que comparten nuestra determinación a no aceptar a un Estados Unidos fascista, los que se sumen a nosotros y/o sean socios con nosotros en esta gran causa.

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