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La persecución de los inmigrantes, y el “baile de tres pasos estadounidense”

Durante años, la frontera entre Estados Unidos y México ha estado sumida en una enorme crisis que se intensifica. En Estados Unidos, los políticos de ambos partidos políticos de rutina hacen viajes a la frontera, posan para tomarse fotografías con los cerdos de la Patrulla Fronteriza y gritan que la situación está “fuera de control”. Culpan a los inmigrantes de la epidemia de fentanilo, de los delitos violentos y otros problemas sociales en Estados Unidos.

Actúan como si Estados Unidos no tuviera responsabilidad por lo que está impulsando a millones de personas a ir a Estados Unidos. Pero veamos un estudio de caso y veamos lo que lleva a las personas a arriesgarse a la vida para ir a Estados Unidos.

Una breve acusación contra el imperialismo estadounidense: el caso de El Salvador

Victims of guerrilla attack on village of El Mozote, 1981.

 

Después de que fuera asesinado a tiros en 1981, el arzobispo Romero, que había llamado a un fin a la ayuda estadounidense al ejército salvadoreño, estalló la guerra civil. La represión genocida contra los campesinos pobres de las zonas rurales de El Salvador fue un eje importante de la guerra dirigida por Estados Unidos contra las fuerzas guerrilleras respaldadas por la Unión Soviética, la que en ese momento era un poderoso rival imperialista de Estados Unidos en todo el mundo. El 11 de diciembre de 1981, un batallón armado y entrenado por Estados Unidos entró en la aldea norteña de El Mozote, aparentemente en busca de guerrilleros. No encontraron ninguno. No obstante, ejecutaron a más de 800 civiles, incluidos niños.   

En 1970, vivían poco menos de 20.000 salvadoreños en Estados Unidos. En 2021, vivían ahí 2,5 millones. ¿Qué pasó en esos 50 años que hizo que tanta gente abandonara su tierra natal? ¿Simplemente decidieron que quisieran un cambio de paisaje?

A principios del siglo 20, Estados Unidos convirtió a una gran parte de El Salvador en una gigantesca plantación. Explotaron a millones de campesinos despiadadamente y los expulsaron de sus tierras; envenenaron gran parte del paisaje frondoso y las fuentes de agua del país. Destruyeron la agricultura tradicional que había sustentado la vida del campesinado de El Salvador. Corporaciones imperialistas e instituciones financieras con sede en Estados Unidos acumularon inmensas riquezas (el libro Coffeeland [Cafeilandia] de Augustine Sedgwick lo pone al descubierto en detalle). La inmensa mayoría de la población de El Salvador vivía en la pobreza extrema, y enfrentaba una feroz represión por parte de sus militares y policías.

En 1980, los grupos guerrilleros opuestos al gobierno se fusionaron en el El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional [FMLN]. Pronto estalló una guerra civil. Fuerzas militares y policiales financiadas, entrenadas y asesoradas por Estados Unidos infligieron sistemáticamente una violencia espantosa al pueblo. Monjas y un destacado obispo fueron ejecutados; los manifestantes fueron abatidos; aldeas enteras de indígenas fueron masacradas, sus pozos fueron envenenados y sus campos destruidos. ¿La respuesta de Estados Unidos a esta matanza? Aumentó su apoyo al ejército y la policía de El Salvador.

En esos años muchos salvadoreños huyeron de El Salvador hacia ciudades en Estados Unidos, especialmente Los Ángeles. Sin forma de ganarse el sustento, en una tierra desconocida, donde se hablaba un idioma desconocido y, en muchos casos, estaban traumatizados por la violencia respaldada por Estados Unidos en su país natal, muchos de los jóvenes recurrieron a las pandillas como medio de supervivencia. Pero a fines de la década de 1990, Estados Unidos comenzó a deportar a grandes números de jóvenes salvadoreños de regreso a su devastada y empobrecida patria, en nombre de la “guerra contra las pandillas”. Se disparó la terrible violencia entre los habitantes de San Salvador y otras ciudades. Luego, en 2019, Nayib Bukele, un fascista estrechamente alineado con el Partido Republicano de Estados Unidos, asumió la presidencia de El Salvador. Pronto implementó una serie de estados de sitio y detenciones en masa para imponer un orden fascista en el país. (El libro Everyone Who Is Gone Is Here [Todo aquel que se haya ido está aquí] de Jonathan Blitzer examina gran parte de esta historia).

El baile de tres pasos estadounidense

Este tipo de persecución implacable a personas y de destrucción de sociedades ha continuado en toda América Latina —y en todo el mundo— y es una marca de larga data del capitalismo-imperialismo estadounidense. Podríamos llamarlo “el baile de tres pasos estadounidense”, y es una gran parte de lo que ha hecho de Estados Unidos lo que es... y de gran parte del resto del mundo lo que es.

Primer paso: saquear y empobrecer

Estados Unidos saquea los recursos de un país su agricultura, su tierra, su industria, sus finanzas, su gente— e inunda sus mercados con productos estadounidenses producidos a menor costo, especialmente productos agrícolas. Esto trastorna la economía del país, empuja a la gente a vivir en ciudades ya superpobladas y empobrecidas y, en general, crea caos y hace la vida inhabitable para millones de personas.

Paso dos: invasión y dominación

Si la gente cuestiona y desafía la presencia estadounidense en su país, si se declara en huelga, protesta, quizá hasta se rebele contra la dominación estadounidense... Estados Unidos quizá lo invada. En todo caso, se asegurará de dominar, controlar y corromper totalmente al gobierno, especialmente al ejército y la policía, y de utilizarlos para suprimir brutalmente al pueblo. Si se desintegran las relaciones sociales y las personas se atacan entre sí, se organizan escuadrones de la muerte, se permite que florezcan las pandillas y se crea un reino de violencia y miedo omnipresentes en la población.

Paso tres: satanización, muerte y deportación

Cuando millones de personas y sus familias ya no pueden soportar vivir en el infierno impuesto por Estados Unidos, cuando están impulsados a buscar refugio en Estados Unidos — los satanizan, insultan, degradan y llaman delincuentes; mueren por miles en desiertos, ríos y alta mar; se topan con una zona de guerra hipermilitarizada conocida como “la frontera”, un lugar donde los “robo-policías” fuertemente armados tratan a personas empobrecidas y desesperadas como “el enemigo” . Y a la mayoría de aquellos que de alguna manera logran sortear la travesía les espera la superexplotación, la brutalización por parte de la policía y el encarcelamiento en masa. El terror se cierne sobre su vida con la amenaza (y frecuentemente la realidad) de la deportación.

¿Crees que estamos exagerando? Lee en los artículos de la serie “Crimen Yanqui” de Revolución vinculados a continuación unos ejemplos de una parte de la violencia y represión que el capitalismo-imperialismo estadounidense ha impuesto a los países hacia el sur durante más de un siglo.

Necesitamos y exigimos: Una forma completamente nueva de vivir, un sistema fundamentalmente diferente

 

conéctate con la Revolución que pueda poner fin al sistema responsable de esta situación.

Ahora ya puedo escuchar estos reaccionarios idiotas diciendo: “Ok, Bob, responde a esto: Si este país es tan terrible, ¿por qué gente de todo el mundo viene aquí? ¿Por qué hay tanta gente tratando de meterse en vez de salirse?...”. ¿Por qué? Yo te voy a decir por qué. Porque han cagado al mundo aún peor que lo han cagado a este país. En el proceso de adquirir su riqueza y poder, ellos lo han hecho imposible para mucha gente poder vivir en sus propios países.

Bob Avakian, Lo BAsico 1:14

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Del genocidio en Gaza, a la creciente amenaza de una guerra mundial entre potencias nucleares, a la creciente devastación ambiental…, el sistema capitalista-imperialista que nos gobierna es un horror para miles de millones de personas por todo el mundo y está desgarrando el tejido de la vida sobre la Tierra. Ahora, la batalla total al interior de la clase dominante estadounidense, entre republicanos fascistas y demócratas criminales de guerra, está llegando a un desenlace —probablemente durante, o antes de, las venideras elecciones—, desgarrando a la sociedad como nunca antes había ocurrido desde la Guerra Civil.

Bob Avakian (BA), líder revolucionario y autor del nuevo comunismo, ha desarrollado una estrategia para hacer los preparativos para la revolución y para hacerla. Ha analizado científicamente que el presente es un momento poco común en el que una revolución real se ha vuelto más posible, y ha expuesto la visión panorámica, la base sólida y el plano concreto para “lo que sigue” en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.

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