A la sombra del Arbol de la Libertad

El asesinato policial de Chubby Hood

Michael Slate

Obrero Revolucionario #934, 30 de noviembre, 1997

Hay historias tan dolorosas que no quisiéramos contarlas, pero nos toca repetirlas una y otra vez; es necesario que se escuchen hoy y mañana. Nos toca también escribirlas y algún día cuando tengamos un mundo totalmente diferente y se pregunte: "¿A poco fue tan terrible?", podemos sacar una historia de esas y sabrán. La historia de Darryl "Chubby" Hood es una historia así: la historia de un hombre negro de 40 años ejecutado por el Departamento de Policía de Los Angeles en los proyectos Jordan Downs el sábado 15 de noviembre al mediodía.

Watts es un rincón escondido al extremo de Los Angeles y el proyecto Jordan Downs es un lugarcito olvidado allí. Está al otro lado del ferrocarril, allí donde la calle 103 ya no parece avenida sino un camino de concreto entre terrenos baldíos, edificios abandonados, pequeñas iglesias y tiendas. Se agarra a la izquierda en la calle Grape, pasando por jardines de cacto y maíz. No hay nada suave en Jordan Downs; son unos 500 departamentos como barracas de un cuartel militar. Con ventanas en enrejadas y los números pintados en las paredes de los edificios, parece un campamento para prisioneros.

En medio del proyecto hay un campo de béisbol/fútbol, entre el gimnasio y un parque de recreo al norte y, al sur, una bodega abandonada donde hay muchos contenedores que parecen un montón de ataúdes. Se ve también una grúa oxidada con su cuello estirado hacia el horizonte.

Los sábados, los niños del equipo de fútbol, las Estrellas de Jordan Downs, le echan todas las ganas al juego. Más tarde los mayores salen a jugar a su manera. Cruzan por un camino al sur del campo para ir de un extremo del proyecto al otro. Allí está el Arbol de la Libertad, un árbol muy grande y antiguo cuyas raíces retorcidas salen de la tierra, el lugar justo para la plática y el cotorreo.

La ejecución de Chubby

El 15 de noviembre a eso del mediodía, faltaban 5 minutos en el partido de las Estrellas de Jordan Downs; ya mero iban al campeonato del distrito. Chubby Hood estaba detrás de un edifico al lado del campo; tenía un cuchillo grande de cocina y se daba puñaladas a la cabeza, pues quería suicidarse.

Llegó la policía. En cuestión de minutos una ráfaga de fuego acabó con el partido de fútbol; el cuerpo de Chubby, lleno de tiros, quedó tendido en el campo donde hace poco estaban jugando. Momentos después la policía esposó al cadáver; 80 a 100 policías antimotín se desplegaron por todo el proyecto, y obligaron a la gente a meterse adentro bajo amenaza de arresto, golpiza y peor. Se declaró un estado de alerta táctica para Watts. El nuevo jefe de la policía, Bernard Parks, quien aprendió el oficio del notorio ex jefe Daryl Gates, voló al lugar de los hechos. Les dijo a los vecinos indignados que la policía "no podía usar balas de goma porque Chubby no traía un cuchillo de goma". Otro agente le explicó a una señora furiosa que no tenían más remedio que dispararle a Chubby porque "no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando una persona se quiere matar". Poco después de su llegada, Parks dio a conocer la versión oficial: Chubby arremetió contra la policía, amenazó su integridad física y no había otra que matarlo.

Chubby se crió en Jordan Downs y los vecinos lo recuerdan como un hombre que siempre ayudó a los demás. Llevaba a los amigos al super y recogía a los niños en la escuela. Me contaron que Chubby y su esposa fueron novios de prepa; tuvieron cinco hijos y un nieto. Dicen que fue "un hombre muy trabajador que se dedicó a la familia", un ex boxeador y un ex chófer de maquinaria pesada; cuando perdió su empleo, hacía trabajos, todo lo que se ofrecía en los proyectos. La policía lo describe como un asesino loco; los vecinos dicen que padecía una enfermedad mental durante años--"gente dentro de la cabeza que lo mandaba a hacer cosas"--y por varios años fue a los hospitales a pedir ayuda, pero no lo trataron.

Los amigos y vecinos de Chubby buscan una explicación y hay mucho debate acerca de qué hacer. Con un gran coraje, desmienten la versión de la policía. Como dijo un amigo de largo dato: "Puras mentiras. Una gran mentira. Aquí de por sí no nos caen bien los policías. No los llamamos porque siempre atacan a la víctima. Uno los llama y luego luego le caen encima a uno mismo. Vienen y nos disparan a nosotros como si fuéramos animales. Dicen que lo merecemos. ¡Ni madres! Así lo hacen".

Estaban presentes unos 300 vecinos cuando la policía lo mató. Muchos estaban en el campo viendo el partido. Mucha gente salió corriendo de la casa al escuchar los primeros tiros. Asimismo, les gritaron a la policía que no lo matara. Unas cuatro o cinco personas vieron la ejecución de cerca, de principio a fin. Un amigo estaba en el Arbol de la Libertad y quiso ayudarlo: "Llegaron dos policías, sacaron las pistolas y le dijeron que soltara el cuchillo. Yo estaba con tres o cuatro vecinos más; les dijimos a los policías que Chubby estaba mal, que tenía problemas mentales, que era buena gente. Les pedimos que no dispararan, que lo calmaran nada más; pero cuando no soltó el cuchillo, empezaron a disparar no más. No les iba a hacer daño. En el noticiero dijeron que arremetió contra la policía. No pasó nada así; nada más tenía el cuchillo, los miraba e iba para atrás. Se le acercaron y de repente le dispararon. Eso pasa demasiadas veces.

"Pasa todos los días en Los Angeles, en todo el país; la policía mata y no recibe ningún castigo. Constantemente meten a la cárcel dizque por homicidio pero, en realidad, precisamente los policías acaban de cometer el delito de homicidio y no les pasó nada. No es justo. ¿Cómo así que pueden hacerlo? Tienen la chapa, tienen el arma y la ley dice que no los pueden meter al bote, que no tienen que pagar por lo que hicieron. Merecen castigo.

"Todos estábamos aquí diciendo que no le dispararan, que estaba mal, que nada más había que calmarlo. Sabían que estaba mal porque se lo dijimos, pero no les importaba. Nada más querían dispararle. Me da mucho coraje cada vez que lo pienso. No es justo. Es totalmente injusto".

Clarence, un amigo de Chubby de mucho tiempo, le dijo al OR: "Miré detrás del edificio y vi que se estaba dando puñaladas a la cabeza. Vine por aquí por la cerca y le pedí, le rogué, pues: `Chubby, ¿qué haces, hombre? Tienes esposa, hijos, todo eso'. Dejó de hacerlo y le pedí el cuchillo. Casi me lo da, pero en seguida ve detrás de mí, que viene la policía. Corrió al campo y después regresó.

"La gente no se dio cuenta, pero le metieron dos tiros, uno en el brazo y el otro en la pierna. Se cayó de espalda y le vinieron con el stun gun y le rociaron mace (irritante aerosol). En ese momento fácilmente lo hubieran inmovilizado, pero guardaron su distancia. Cuando Chubby se paró y corrió al campo, lo seguí. Le dije: `Chubby, Chubby, Chubby, por favor, dame el cuchillo, hombre. Si no me lo das, te van a matar'. Viene el sargento y me dice: `¡Quítate, cabrón!'. Le dije: `Espérese un momento' y le expliqué que estaba hablando con Chubby antes de que llegara la policía y si me daban unos momentos más, a lo mejor iba a soltar el cuchillo. El sargento se me acercó de nuevo y me dijo: `Ya le dije, cabrón, que se quitara'. Volteé y entonces soltaron la ráfaga.

"Lo rodeaban unos 20 policías. Los amigos me preguntan cuántos tiros le metieron y les digo 25 ó 30, pero allá en el hospital dijeron que solo fueron 11. Dicen que arremetió contra ellos. No es cierto. Tenía las manos por detrás, el cuchillo también apuntaba hacia atrás. No podía apuñalarlos porque estaban a 4 ó 5 metros de él. Lo mataron y ya que estaba muerto, lo esposaron.

"Fui a la delegación después para hacer una declaración y allí estaban los policías que participaron en eso comiendo pizza, como si fuera una fiesta. El sargento me invitó a un trozo. Le dije: `No quiero comer esa pinche pizza con ustedes'. Cuando Parks vino a los proyectos, pedimos una oportunidad de hablar con él. Nos dio la mano y dijo que tenía toda la información y todo. Le pregunté: `¿Cómo va a tener toda la información cuando yo lo vi con mis propios ojos?'. Me dijo que recibió su información de sus muchachos y no necesitaba más. Nos dejó, subió al coche y se fue".

Juntar los recuerdos

Para el 16 de noviembre apareció un memorial en el lugar donde murió Chubby. Demuestra el gran impacto que ese asesinato ha tenido; por ejemplo, en Jordan Downs ha habido relaciones tensas entre negros y latinos, pero se han unido a raíz del asesinato.

Todos los días los amigos, parientes y vecinos van al memorial, con velas, retratos religiosos y flores. Los maestros llevaron a su clase de kinder y les explicaron lo que pasó. El nieto de Chubby dejó un juguete allí y los amigos han dejado tarjetas y cartas. Una señora colocó un recipiente de cacahuates porque muchas tardes platicaban juntos con Chubby y comían cacahuates. Una estatua de cerámica de dos personas en bicicleta simboliza el amor de Chubby por montar en bici. Asimismo, han dejado dulces. También hay carteles de vecinos de otros proyectos de Watts y otros barrios. Un cartel especial del OR con fotos de la protesta del 22 de octubre dice: "Es justo rebelarse contra la brutalidad policial".

En la noche prenden velas. Los vecinos llegan a consolarse y a expresar el coraje que sienten por el asesinato a sangre fría de su amigo. También llega gente de otros barrios; trae dinero que ha juntado para ayudar a la familia. El miércoles 18 de noviembre se dio una protesta espontánea: 150 personas marcharon por el proyecto, coreando: "¡Sin justicia, no hay paz! ¡Abajo los policías asesinos!".

La vida bajo
la ocupación policial

En los últimos días, he visto que el libro del Proyecto Vidas Robadas--libro de la Coalición 22 de Octubre que contiene los nombres de víctimas del asesinato policial--está llamando mucho la atención en el proyecto. Muchas personas me han comentado que les afectó mucho ver que no son las únicas que experimentan eso, que por todo el país gente de todas las razas cae víctima de la policía. Un hombre memorizó unas historias del libro y me contó los pormenores del asesinato policial de un coreano.

Por todos el proyecto se habla de Chubby y lo que hizo la policía. También hablan de lo que es la vida allí. Un compañero me dijo: "Estuve preso ocho años y medio por un homicidio relacionado con pandillas. Ahora que salí, siento que estoy en prisión, más que antes cuando estaba preso. Me sentía más seguro en el bote. Aquí afuera viene la policía, nos hostiga, nos persigue, hace lo que le da la gana. Hacen redadas y uno nunca sabe cuándo pueden meterlo al bote. Me canso de ver el maltrato policial de mi gente".

Los vecinos me contaron historias de brutalidad e intimidación constante. Hace un mes la policía les dio una paliza a dos señoras--una de ellas embarazada--por estacionar el coche en el césped para descargar las compras del super. Como consecuencia, tuvo un parto prematuro. En esos días la policía le metió un tiro en la espalda a un joven por cotorrear con sus amigos en el estacionamiento. Sobrevivió y lo acusaron de tentativa de asesinato. Una Fuerza Táctica del FBI y otras agencias policiales tumba las puertas y allana las casas. Una señora cuenta que dos policías que patrullaban allí la desnudaron, la vejaron y la tiraron desnuda de la patrulla.

Con el mero hecho de mencionar el asesinato de Chubby, le gente suelta un río de coraje. Queenie es una compañera a quien van a desalojar con la ley de "un strike" que regula la vivienda pública; la semana pasada habló ante la gente que se junta alrededor del Arbol de la Libertad. Primero un hombre gritó: "¡Los güeros la regaron!". Luego Queenie dijo: "Me llamo Queenie y yo vi todo lo que pasó. El estaba al otro lado de los proyectos. Iba en plan de matarse y un vecino llamó a la policía. Llegaron los agentes armados hasta los dientes. No fue cosa de stun guns ni nada de eso. Llegaron con las armas listas. Le metieron dos tiros. Se paró y empezó a correr. Lo rodearon allí en el campo; se estaba dando puñaladas. Yo estaba allí parada y me dijeron: `¡Seño, lárguese!' Les contesté: `¡Cómo creen que me voy a largar! Yo lo conozco'. En eso soltaron la balacera. Le dieron con todo, escopetas y todo.

"Miren, si lo encuentran a uno aquí solo, lo van a matar igual. Así no más. Cada vez que aparecen por aquí tienen las armas desenfundadas. Viene la patrulla con la puerta abierta tantito y las escopetas listas, por fuera. Así patrullan como para decirnos: aquí estamos, sálganse a pelear. Así es. Nos asesinan y no les pasa nada. ¡Son asesinos sangrientos! ¡Asesinos sangrientos!"

Un día al atardecer los amigos de Chubby prendieron una docena de velas en el memorial. Las luces en el campo oscuro atrajeron gente de todo rincón de los proyectos. Se juntaron. La ira popular era palpable. Una compañera dijo: "¿Saben qué? Ese día cuando lo mataron nos dio mucha fuerza. Lo mataron sin ningún motivo; fue un asesinato. Me dio asco, pero después nos dio a todos mucha fuerza. Lo mataron aquí frente a todos. Eso fue algo muy tonto que hicieron. De por sí no nos cae bien la policía y ahora nos cae mucho peor. Nos dio fuerza y nos estamos dando cuenta de que hay que unirnos y hacer algo".

Los vecinos hablaban del incidente y de qué debían hacer; dos primos de Chubby dejaron el grupo y fueron a sentarse en los columpios para estar solos con su dolor y coraje. Uno de ellos me dijo que el padre de Chubby siempre le advirtió a la familia que a fin de cuentas "la policía de Watts" tiene el poder de vida o muerte. La prima escuchó un buen rato, pero luego empezó a hablar, luchando por controlar el llanto: "Me hace sentir muy mal. No puedo comer, no puedo dormir. Ahorita ni quiero escuchar que alguien diga la palabra chota, policía, puerco... ¡chinga la policía! No mataron a mi primo; lo ejecutaron. Exigimos justicia".


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