Informe especial

EN UN FRENTE GUERRILLERO CON EL NUEVO EJERCITO POPULAR DE FILIPINAS

Parte 2:
Con los campesinos de base; la revolución agraria

Obrero Revolucionario #953, 19 de abril, 1998

Pasó el aguacero y salimos del campamento para reunirnos con tres campesinos de un grupo clandestino en uno de los barrios (poblados) de la región. Nos reunimos en una pequeña huerta, sentados en un tronco. Querían informarnos acerca de la vida de los campesinos y de la situación política. Mientras hablábamos, un combatiente del Nuevo Ejército Popular (NEP) hacía guardia.

Rolan ha estado en la lucha desde 1986; Pedro y Tito entraron al grupo clandestino en 1994. Los tres son campesinos pobres, tienen pequeñas parcelas y se mantienen a duras penas. En el barrio de Rolan cultivan abacá--cáñano, que se utiliza para elaborar cuerda, tela, etc.,--maíz y tubérculos. Lo que gana de la parcela no le alcanza, así que trabaja también en la tala, pero le compran la madera a un precio muy bajo.

Pedro habló del NEP: "Los del NEP están aquí [en el barrio] debido a la pobreza y el atraso, sobre todo por la tierra que nos toca. Nos han enseñado mucho; por ejemplo, ya sabemos de lo que pasa en Filipinas y de la situación internacional. Con la ayuda de los camaradas del NEP podemos educar a los demás. Les ayudamos a luchar por el derecho a la tierra".

Les pregunté de los cambios que han ocurrido con el NEP. Tito nos habló de bayanihan, la palabra tagalog que significa ayuda mutua. (Tagalog es el idioma más común de Filipinas.) Bajo la dirección del NEP, los campesinos se organizan para trabajar las parcelas colectivamente, rotando de una parcela a otra en pequeños grupos. Dijo Pedro: "Así podemos cultivar más y es una gran ayuda".

Empezó a llover de nuevo y entramos a la casita de un compañero campesino para seguir platicando. Pedro añadió: "Filipinas es un país rico, con muchos minerales y recursos naturales, pero los imperialistas los controlan y, por eso, somos pobres". Rolan dijo: "Miren estas montañas. Sería posible cultivar mucho aquí, pero el gobierno se roba la tierra. No nos permite cultivarla. Hay lucha armada en Filipinas y otros países porque todos vivimos la misma situación debido a la obra del imperialismo y el capitalismo burocrático. ¿Por qué están los yanquis en nuestro país? Queremos que se vaya el imperialismo yanqui".

El maoísmo
y el problema agrario

Antes de ir a Filipinas, estudié diferentes materiales acerca de la teoría maoísta de hacer la revolución en países semicoloniales y semifeudales. Quería familiarizarme con las cuestiones clave en esos países.

La revolución en el tercer mundo enfrenta tres montañas: debe tumbar la clase capitalista burocrática y el sistema estatal (que son dependientes del imperialismo y están a su servicio), barrer con el latifundismo semifeudal en el campo y botar al imperialismo.

Mao Tsetung estableció el camino de esa revolución: la revolución de nueva democracia; el proletariado y su ideología de liberación cabal la dirige, y moviliza al campesinado como la fuerza principal. En los países oprimidos es imprescindible resolver el problema de la tierra en forma revolucionaria para barrer con el imperialismo y para defender el nuevo poder.

La demanda campesina de "la tierra para quien la trabaja" es justa; asesta un golpe poderoso contra las grandes concentraciones de riqueza y medios de producción, así como la gran desigualdad en el campo, y permite mejorar la producción y elevar el nivel de vida.

Al atacar el latifundismo, los campesinos alzan la frente y luchan contra el feudalismo y la opresión. Exigen el derecho de las campesinas a la tierra, pues eso es central en la lucha contra la opresión de la mujer del campo. "La tierra para quien la trabaja" es un paso decisivo para tumbar el viejo sistema, pero no es la meta final sino que sienta las bases para un gran salto adelante, el salto socialista, en la agricultura. Una vez que tengan tierra, los campesinos establecen--voluntariamente y paso por paso--nuevas formas de propiedad y producción colectivas.

El maoísmo nos enseña que para eso es imprescindible conquistar y forjar el poder político a través de la guerra popular; es decir, se necesitan formas de bases de apoyo en el campo, donde las masas campesinas ejercen el poder político: esta es una condición fundamental para el avance de la revolución agraria.

Desde la perspectiva maoísta, esas medidas y transformaciones son clave para mantener la alianza obrero-campesina y desarrollar la revolución.

Así que tenía mucho interés en ver cómo se estaban manejando esos problemas y retos en Filipinas.

Datos básicos
acerca del campo filipino

El movimiento revolucionario de Filipinas ha hecho análisis muy valiosos de la economía agraria del país. A continuación, un resumen de lo que aprendí a través de discusiones y estudio.

Más del 60% de la población vive en el campo y los campesinos son casi el 50% de la fuerza laboral. La tierra es el recurso natural más importante del campesinado; de allí derivan sus alimentos e ingresos. Pero la tierra está concentrada en manos de los terratenientes y las corporaciones imperialistas; de hecho, el gobierno y las compañías agroindustriales, madereras y mineras (nacionales y extranjeras) están acaparando más y más tierra.

Los grandes terratenientes son menos de .5% de los propietarios de tierra, pero controlan el 21% de las propiedades. Tienen representantes en todos los niveles del gobierno y las fuerzas armadas defienden sus intereses. Aparte, suelen tener sus propios grupos armados.

En Filipinas la explotación semifeudal es una realidad despiadada. Los campesinos trabajan vastas extensiones de tierra y las hacen producir: aran, abonan, combaten plagas. Siembran el arroz, cosechan los cocos. Pero un puñado de latifundistas son dueños de la tierra y el campesinado tiene que pagarles renta; es decir, se les roba el fruto de su duro trabajo, pues el 70% no son dueños de la tierra que trabajan.

La forma más común de pagar la renta de la tierra es en productos: el arrendatario (generalmente un campesino pobre) entrega una parte de la cosecha de arroz, coco, etc., al latifundista; tiene esa obligación independientemente de todo problema que ocurra con el clima o la cosecha. El dueño recibe de 40% a 90% del producto. Además, el campesino tiene que pagar los gastos de producción.

Por otra parte, los campesinos sufren a manos de los comerciantes: tienen que comprar bienes e insumos a precios altos y vender su producto a precios bajos. Es común que los campesinos (inclusive los campesinos medios que tienen tierra) se endeuden con los prestamistas, que cobran intereses muy altos.

Además de los campesinos, están los jornaleros, que sufren una explotación extrema; reciben salarios muy bajos y viven en la miseria. Es común que los campesinos pobres trabajan por temporada como jornaleros.

La mayoría de los campesinos trabajan pequeñas parcelas, tienen herramienta muy elemental y trabajan muy duro. Las presiones económicas son tremendas y muchos pierden sus tierras; buscan trabajo eventual en el campo o migran a las ciudades. La pobreza, la enfermedad y el analfabetismo son constantes del campo filipino.

La revolución filipina
y la reforma agraria

El Partido Comunista de Filipinas (PCF) analiza que lo medular de la lucha por la nueva democracia es resolver el problema de la tierra y liga esta demanda campesina a la lucha armada para establecer formas del poder popular en el campo. En eso se fundamenta la guerra popular prolongada para tumbar el sistema semicolonial y semifeudal.

Antes de ir al campo, estudié el programa del Frente Nacional Democrático (FND), el frente único clandestino de la revolución filipina; ese documento aborda la cuestión de la reforma agraria:

"El actual programa mínimo de la reforma agraria plantea rebajar la renta de la tierra, abolir la usura y que los campesinos establezcan sistemas de ayuda mutua.... El triunfo de la revolución a nivel nacional nos permitirá realizar el programa máximo de la reforma agraria: la confiscación de la propiedad de los terratenientes y su distribución equitativa y gratis a los campesinos sin tierra". El programa mínimo también plantea aumentar los salarios de los jornaleros y los precios que los campesinos reciben por sus productos.

El blanco de la revolución filipina son las clases terratenientes: los grandes terratenientes (déspotas que sueltan sus matones contra el pueblo), los que se roban la tierra de los campesinos y los que tienen lazos estrechos con las camarillas dominantes.

Mis experiencias y pláticas con los compañeros de base me ayudaron a entender cómo el PCF está abordando los problemas de la revolución agraria y cómo esta está transformando la economía del campo.

Rebajar las rentas

Frank, un camarada dirigente de la región, me platicó del trabajo duro y peligroso de los que cultivan el coco: "Tres hectáreas de tierra dan de 3000 a 4000 cocos cada 45 días. Los bajan de los cocoteros y los llevan en carretas de bueyes a los hornos. Hay que quitarles la cáscara; pelan 1000 en una jornada de 12 horas; después los parten y los cocinan. Se saca la carne y se cocina una vez más. Finalmente la ponen en bolsas para transportarla".

Los campesinos pobres y los jornaleros hacen el trabajo más duro (bajar los cocos y pelarlos). Trabajan en las tierras que los campesinos medios rentan de los terratenientes. Las mujeres también hacen todo ese trabajo.

Las tierras donde se cultiva el coco pertenecen a los grandes terratenientes, como explicó Frank: "Cobran rentas muy caras, las dos terceras partes de la cosecha. El capataz suele vivir con los campesinos y es común que ande armado; dirige el trabajo y asegura que se entregue el producto como renta al terrateniente. Compra la carne del coco y muchas veces hace trampa en los precios o en la pesa".

El movimiento revolucionario ha plasmado el programa mínimo en grandes zonas de la región. No expulsan al terrateniente ni confiscan su tierra; pero cambian el arreglo entre él y los campesinos para favorecerlos. Es decir, consiguen una rebaja "drástica" (en las palabras de Frank) de renta. Por ejemplo, los campesinos se quedan con las dos terceras partes de la cosecha (en lugar de la tercera parte que les correspondía antes). Dijo Frank: "A veces hemos exigido que se rebaje más".

De acuerdo al programa del FND, también luchan por aumentos salariales de los jornaleros y contra la usura, la práctica de los prestamistas de cobrar intereses sumamente altos, hasta el 150% por la temporada. A través de la lucha se ha logrado rebajarlos a la mitad. Asimismo, el NEP organiza la defensa de los campesinos contra matones y ladrones.

Le pregunté a Frank acerca de cómo consiguen una rebaja de renta: "A veces los confrontamos, es decir, se organizan marchas a las residencias de los terratenientes, les gritamos y los amenazamos, pero es más común la negociación; a través de los años de acciones militares del NEP y la fuerza de los movimientos de masas se han ablandado. Así que primero, tratamos de hablar con ellos".

Señaló un punto de orientación fundamental en cuanto a los métodos de la revolución agraria: las masas no se pueden substituir por el NEP. A veces se emplea la fuerza, otras veces no. En todo caso: "El NEP debe educar e inspirar... pero las masas tienen que dar batalla contra los terratenientes".

Platiqué con los miembros de la unidad acerca de su trabajo en los barrios. Lino habló de la situación general: "Hay una terrible crisis, a los campesinos no les alcanza para vivir".

La agroindustria extranjera, los especuladores nacionales y los terratenientes (de vieja y nueva laya) están acaparando la tierra, dejando las peores tierras para los campesinos. Al mismo tiempo, los costos de producción y las rentas suben. Los hombres tienen que migrar de sus pueblos para buscar trabajo y eso crea una situación más difícil para la mujer campesina.

En el frente guerrillero, el NEP colabora con los campesinos para resolver problemas de producción y los anima a sembrar cultivos para mejorar su situación, por ejemplo tubérculos. "No son difíciles de cultivar; es un alimento básico importante, sobre todo cuando escasea el arroz".

Hablando de la situación general, Frank explicó que en esta etapa "no corresponde la tierra para quien la trabaja; se implementa el programa mínimo en amplias zonas".

Me interesó mucho saber por qué los revolucionarios filipinos consideran que no es el momento de confiscar y repartir la tierra (me refiero al programa mínimo de la revolución agraria que implementan actualmente), porque eso encierra cuestiones importantes y difíciles que se presentan en Filipinas, al igual que en otros países.

Frank señaló varios factores; principalmente "el carácter de la lucha en el campo y los cambios en la correlación de fuerzas" hacen difícil "consolidar" la distribución de la tierra. Es decir, la revolución logra avances, pero después el enemigo lucha por recobrar lo que ha perdido. Esa situación plantea problemas muy concretos.

Hay que tomar en cuenta la fuerza y capacidad de la revolución--del partido, el NEP, las organizaciones de masas y los organismos de poder político--relativa a la fuerza del enemigo en una zona dada. La revolución debe responder a las represalias del enemigo y, para eso, es importante el nivel de conciencia y organización campesina. Además, es necesario que los campesinos adquieran experiencia y mayor conciencia para que puedan practicar "autogobierno" de la tierra. De igual modo, el problema de repartir la tierra no es simplemente cuestión de dar una parcela a cada quien; requiere que el partido y el NEP tengan los cuadros y la capacidad para dirigir y organizar a las masas. Todos esos factores afectan el alcance de la reforma agraria.

Frank recalcó que las masas aprenden a través de la lucha: "La conciencia de las masas depende de la práctica. Cuando triunfan en la lucha para rebajar las rentas o contra el abigeo, hay que resumir la experiencia y sacar las lecciones, que quede claro que las victorias son fruto de la unidad de las masas, del NEP, y que todo eso debe encaminarse a la lucha por el poder popular. Explicamos las medidas a las masas [por ejemplo, por qué rebajar las rentas--y no confiscar los latifundios--es el programa mínimo]. Les enseñamos de la guerra popular prolongada, la revolución agraria y cómo construir bases de apoyo".

Experiencia más avanzada

En algunas zonas se ha podido rebasar el programa mínimo y repartir la tierra, gracias al poderío de la revolución armada. El NEP ha movilizado a los campesinos a tomar latifundios abandonados y cultivar la tierra, y ha dirigido luchas por confiscar las propiedades de terratenientes crueles. Asimismo, ha formado cooperativas donde los campesinos trabajan la tierra en forma colectiva; también compran y distribuyen productos por medio de cooperativas. De igual modo, en las haciendas (por ejemplo los latifundios de caña) se organizan cooperativas. Esas medidas se esbozan en el programa del NEP.

A un día de camino de nuestro campamento queda un barrio de "300 familias altamente politizadas" (en palabras de un combatiente). Forma parte de una base guerrillera más consolidada; se ha forjado como bastión a lo largo de años de lucha encarnada entre la revolución y la contrarrevolución. El barrio ha tenido una rama del partido, organizaciones de masas y unidades de autodefensa... y les ha tocado reconstruirlas tras las feroces embestidas del enemigo que busca barrer con la revolución.

En los años 80, confiscaron las tierras de un latifundista "déspota", donde los campesinos arrendatarios cultivaban maíz, coco y hortalizas, y se distribuyó la tierra. El latifundista vivía en la ciudad y no disputó la toma de las tierras; es más, como no le había pagado al banco, se las iban a quitar. Los campesinos han seguido trabajando esas tierras y han aumentado la productividad mucho. Carlo, uno de los combatientes del NEP, me dijo que el gobierno ha mandado inspectores al barrio en los últimos meses para regularizar las escrituras. Seguramente eso dará lugar a luchas.

La ayuda mutua es muy avanzada en ese barrio. Equipos de cinco campesinos trabajan juntos (aran, abonan, etc.), rotando a una parcela diferente cada día, cinco días a la semana. Además de aumentar la producción, la ayuda mutua forja la conciencia colectiva. Asimismo, grupos especiales que organizan a los jóvenes, las mujeres, etc., tienen parcelas comunales.

Pregunté cómo trabajan con los campesinos de esta región donde la revolución ha consolidado su fuerza, qué les dicen acerca de su papel y el camino a seguir. Isabel, una dirigente regional del frente guerrillero, respondió qué se le dice al campesinado: "El problema clave en nuestro país es la tierra; si quieren tierra, hay que unirse, organizarse y participar en la lucha. Ahora, ustedes tienen tierra, es decir, la revolución les ha brindado tierra, pero hay que seguir organizándose y participando en la revolución agraria. Apenas comenzamos. Hay que apoyar al NEP y la lucha armada hasta la victoria, pues ustedes los campesinos son la fuerza principal de la revolución".

Los retos del mundo de hoy

Como mencioné antes, Mao Tsetung estableció el camino a la liberación para los países semicoloniales y semifeudales. La situación china permitió que las fuerzas revolucionarias establecieran bases de apoyo relativamente autosuficientes y estables en el campo a partir de 1928.

Se realizó la reforma agraria bajo la dirección del Partido Comunista China; los campesinos pobres y jornaleros eran la columna vertebral del movimiento, confiscaron la tierra de los terratenientes y la repartieron a los campesinos. (Cuando los imperialistas japoneses invadieron China, los comunistas organizaron un frente único contra los invasores y la reforma agraria cambió por un tiempo, centrándose en la lucha para rebajar las rentas.) Así sembraron las semillas de una nueva economía. Las bases de apoyo crecieron y sirvieron para el avance de la lucha armada por la toma del poder nacional. En 1949, triunfó la revolución de nueva democracia en China.

En la economía mundial se han operado cambios importantes desde entonces. La globalización fomenta la mayor integración de la agricultura del tercer mundo al mercado internacional y el mayor alcance de la economía momentaria. Centenares de millones de campesinos pierden sus tierras y migran a las ciudades.

Todos esos cambios no han aliviado en nada la situación de las masas--al contrario, han traído más miseria--ni han alterado el hecho de que la lucha por la tierra y contra el semifeudalismo es lo medular de la lucha en el campo en la mayoría de los países del tercer mundo, como México, India y Filipinas.

Los revolucionarios maoístas de las naciones oprimidas bregan por resolver los problemas concretos de la situación en cada país (por ejemplo cómo enfrentar la capacidad tecnológica y militar del enemigo). Es lógico que en el transcurso de la guerra popular, la revolución agraria pase por etapas específicas y emplee distintas tácticas y medidas; pero en todo momento, el camino maoísta exige la firme orientación y práctica de barrer con el semifeudalismo a lo largo del camino.

A manera de conclusión

Al pensar en todo eso, me acordé de algo que Pedro, uno de los tres activistas campesinos, me dijo. Le pregunté cómo veía las perspectivas de la revolución y reflexionó su respuesta por unos momentos: "El enemigo tiene fuerza, pero el gobierno no ofrece ningún futuro a los pobres, no ofrece solución alguna. Vamos a luchar y vamos a aprender más. La revolución cobrará fuerza". En vista de lo que aprendí en el frente guerrillero, llegué a pensar que Pedro tenía razón.

Continuará

En la próxima entrega de la serie: Más acerca de los campesinos de base y la revolución agraria


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