Cinco de Mayo, 1998

De la rama de Los Angeles del
Partido Comunista Revolucionario, EU

Obrero Revolucionario #955, 3 de mayo, 1998

¡Apoyemos la lucha de nuestros hermanas y hermanos mexicanos!
¡LA REBELION SE JUSTIFICA!

Empieza a levantarse el gran gigante, el pueblo mexicano, más de ochenta millones con razones de sobra para odiar al imperialismo yanqui. El gran revolucionario Mao Tsetung enseñó que: "Una sola chispa puede incendiar la pradera". Hoy vemos que la pradera seca del campo mexicano está por estallar en llamas: el levantamiento armado de los campesinos de Chiapas en enero de 1994; luchas y levantamientos en los estados de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, en la Huasteca, en Nuevo León, Baja California, Tabasco, Morelos. En San Jerónimo Tulijá, Chiapas, el 1º de marzo, centenares de campesinas armadas con palos se enfrentan con el ejército; la escena se repite en otros parajes: mujeres y niños con armas rudimentarias bloquean el paso al ejército. Escenas de un pueblo en pie de lucha.

En el campo mexicano hay millones de campesinos pobres. Trabajan de jornaleros o sobreviven cultivando pequeños terrenos. La deuda y la usura los aplastan. Los obligan a trabajar para el terrateniente o en proyectos de construcción. Los azotan los caciques y sus guardias blancas. ¡Es justo rebelarse!

La lucha de los indígenas estremece todo México y despierta entusiasmo y apoyo en el mundo entero. Su actuar audaz nos llena de gran alegría, pues son de los oprimidos y explotados, los de abajo, cuyo trabajo crea toda la riqueza del planeta. Los campesinos rebeldes de México son nuestros hermanos y hermanas; nuestro pueblo enfrenta al fiero enemigo y la sangre que corre es nuestra sangre.

La situación actual en el campo mexicano demuestra que están madurando las condiciones para estallidos revolucionarios. Tal como a nosotros esto nos alegra, da rabia al enemigo, es decir, a los imperialistas yanquis y a la clase capitalista burocrática-compradora (grandes capitalistas subordinados al imperialismo) y terratenientes mexicanos. La tercera parte del ejército federal de México, 70.000 efectivos, está en Chiapas. El asesinato de campesinos por soldados y guardias blancas es cosa de todos los días. En las ciudades reprimen manifestaciones de vendedores ambulantes, maestros y padres de familia. Detienen y torturan a cientos de campesinos, indígenas y luchadores sociales.

Se militariza el campo. Hay retenes por todos lados dizque por la lucha contra la droga, dirigida por los yanquis, los mismos que financiaron a la contra de Nicaragua con dinero del narcotráfico y cuya CIA vendió "crack" en los barrios pobres de este país. ¡Esos descarados disfrazan su agresión contra el pueblo mexicano con el cuento de las drogas!

Desde hace mucho, los yanquis han considerado a México como su coto exclusivo para explotar al máximo. Han invertido 26 billones de dólares en fábricas como Ford, General Electric e IBM, donde se paga la sexta parte de lo que recibe un obrero estadounidense. La mayoría de los mexicanos ganan menos del salario mínimo de 3.60 dólares al día. Así es en países de Africa a Sudamérica, pues el secreto sucio del sistema imperialista es que vive de las superganancias exprimidas a México y otros países oprimidos.

La inversión imperialista tergiversa la economía. Hoy México tiene menos capacidad para alimentar a su propio pueblo que en 1910. Mueren 158.000 niños al año por desnutrición y enfermedades curables; sin embargo, México produce el 69% de las legumbres y frutas que se consumen en Estados Unidos durante el invierno. Y ahora con TLC/NAFTA, los pequeños productores mexicanos tienen que competir directamente con la agroindustria yanqui, así que se va a despojar a millones más de sus tierras.

México es una piedra angular del imperio yanqui y este reacciona como monstruo herido ante la justa lucha del pueblo que clama libertad, tierra, una vida digna. Tras el levantamiento de Chiapas en 1994, la venta de armas de Estados Unidos a México aumentó de 16 millones a 54 millones de dólares. Los yanquis han enviado asesores y han traído altos oficiales del ejército mexicano aquí para entrenarlos en tortura y contrainsurgencia.

El gobierno mexicano pregona el diálogo y dice que "La violencia no es el camino", mientras el ejército y las bandas paramilitares ligadas al PRI siembran terror a diario y embisten contra el pueblo. El ejemplo más reciente es la bárbara masacre de Acteal, donde asesinaron a 45 campesinos tzotziles el 22 de diciembre pasado. Siempre es así, los que están empapados de la sangre del pueblo dicen que la violencia no es el camino.

Según la lógica del opresor, él puede incendiar aldeas enteras, pero no se le permite al pueblo ni siquiera prender una vela. Nuestra lógica es totalmente distinta: ¡Es justo rebelarse!

Es una falsa ilusión buscar reformas o esperar que el gobierno sea más humano. Están los acuerdos de San Andrés entre el EZLN y el gobierno: este no los ha respetado, los ha violado sistemática y descaradamente; por ejemplo: el desalojo violento de comunidades pro-EZLN y la deportación de simpatizantes extranjeros.

A grandes males, grandes remedios. El problema es el sistema y su clase dominante; lo que se necesita es una Revolución de Nueva Democracia, que se libra a través de la guerra popular. Podemos aprender mucho de la experiencia de Mao Tsetung, quien dirigió al Partido Comunista de China en la Revolución de Nueva Democracia y la construcción de una sociedad totalmente nueva. Dicha revolución moviliza a los campesinos bajo la dirección del proletariado y su partido comunista como la fuerza principal para liberar un país dominado por imperialismo.

La revolución confisca la propiedad de los imperialistas, grandes capitalistas y terratenientes. Aplica la consigna "la tierra para quien la trabaja". La tierra pasa a manos de los campesinos, borrando así la semifeudalidad y sentando bases para la colectivización voluntaria de la agricultura. Se repudia la deuda externa con los imperialistas; los bancos y las grandes empresas pasan a manos del pueblo. El nuevo estado popular reorganiza la economía a fin de satisfacer las necesidades del pueblo y no de aumentar las ganancias de unos cuantos chupasangres. Esta Revolución de Nueva Democracia no es un sueño; se libra actualmente en varios países del mundo como Perú, Nepal y Filipinas.

A través de la historia las masas populares de México se han levantado contra los opresores una y otra vez. Hoy se conmemora la victoria de la Batalla de Puebla contra los invasores franceses en 1862. Este Cinco de Mayo nuevamente se escucha el grito y deseo de liberación del pueblo mexicano, que se alza en lucha, sobre todo en el campo, para romper las cadenas de la dominación y la explotación.

Una de las peores pesadillas de los imperialistas yanquis es que se desate una tormenta revolucionaria en México. La militarización de la frontera y la guerra contra los inmigrantes forman parte de su plan para contener las llamas de rebelión y revolución. Los oprimidos de México y Estados Unidos tenemos una causa común; existe una estrecha interconexión entre nuestras vidas y nuestras luchas. Somos hermanos y hermanas.

¡Que la lucha revolucionaria transforme a México en una daga apuntada al corazón del imperio yanqui!

Partido Comunista Revolucionario, EU,
rama de Los Angeles, California


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