La mujer en China:
Descartadas por el mercado libre

Obrero Revolucionario #1001, 11 de abril, 1999

En la primera mitad de este siglo, el pueblo chino libró una épica lucha contra la opresión. Mao Tsetung identificó las tres montañas que pesaban sobre el pueblo chino: el feudalismo, el capitalismo burocrático y el imperialismo. Cada una de ellas hacía sufrir mucho a la mujer. Pero en 1949, después de más de 20 años de lucha armada dirigida por el Partido Comunista de China y Mao Tsetung, el pueblo chino se quitó de encima las tres montañas. Entre 1949 y 1976, hubo grandes luchas contra la opresión de la mujer y su situación mejoró dramáticamente. Hoy, esas tres montañas vuelven a pesar sobre el pueblo y ha vuelto la horrorosa opresión de la mujer. Una vez más el pueblo chino tiene que quitarse de encima esas tres montañas.

"¡Todos somos dueños de la nueva China! La mujer goza de igualdad, de derechos políticos y económicos. Antes teníamos una posición inferior... pero ahora todo ha cambiado. Nuestro gran deseo es contribuir a la revolución".

una mujer de la China revolucionaria
durante la época de Mao

"Es muy peligroso, pero no me queda otro remedio. No regresaré al pueblo, pues allá la vida es muy difícil. Cada semana se sabe de otro [rapto]. No hay remedio, pero no creo que me vaya a pasar a mí".

comentario de Fu Litong, una china de 20 años
que buscaba trabajo en una ciudad a 300 kilómetros de su pueblo,
al oír que raptaron, violaron y vendieron a una mujer

Xian, China: A la sombra del antiguo muro que rodea la ciudad, centenares de personas esperan en una calle lodosa; buscan empleo en este mercado no oficial. Muchas de ellas son campesinas jóvenes, para quienes la promesa de un trabajo encierra el peligro de violación, salvajes golpizas y de terminar como esclava doméstica.

En este mercado han raptado a muchísimas mujeres, y lo mismo pasa en los mercados de otras ciudades, las paradas de camión y estaciones de tren en todo el país. Por lo general los traficantes engañan a la mujer, la someten a golpes y luego la entregan a un señor como `esposa'".

New York Times, "Women as Chattel: In China, Slavery Rises"
(La mujer como esclava: Resurge la esclavitud en China),
6 de septiembre de 1995

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La práctica de "secuestrar y vender a mujeres" está en ascenso en la China capitalista hoy. Los campesinos solteros pagan de $250 a $500 por una joven; los traficantes recorren campo y ciudad con su "negocio"; ofrecen mordidas a la policía para que se haga la de la vista gorda. Aunque no hay cifras exactas, se calcula que cada año venden decenas de miles de mujeres como esclavas. Algunas logran escaparse, pero les da tanta vergüenza que muchas veces no regresan a la familia.

La venta de mujeres es un fenómeno rural, pero es común que las secuestren en las ciudades para venderlas en los caseríos y pueblos del campo. En algunos casos, funcionarios del gobierno facilitan los "matrimonios". Según una nota periodística: "[Las autoridades] no ponen fin al secuestro y venta de mujeres; al contrario, lo facilitan, agilizan los trámites, se ofrecen de testigos y asisten a la `boda'".

El New York Times informó del caso de Zhao Meimei, una señora casada de 32 años: se la vendieron a un campesino llamado Wang en un pueblo que quedaba a 600 kilómetros de su casa. Wang la tenía en una cueva, la golpeaba y violaba constantemente. Pasó un año así, lo cual le provocó problemas mentales. Luego dio a luz una niña; se la quitaron y su salud mental empeoró. Los vecinos no hicieron nada por ayudarla porque, al parecer, consideraban que no les correspondía.

Finalmente, las autoridades liberaron a Zhao Meimei de la cueva; se comunicaron con el esposo en su pueblo natal, pero al enterarse de que tuvo una niña y de su enfermedad mental, él la rechazó. No buscaron al traficante que la secuestró ni acusaron a Wang. Por el terrible maltrato que sufrió, Zhao Meimei no estaba en condiciones de cuidarse sola, pero en vez de buscar una solución adecuada, las autoridades la regresaron a Wang con la advertencia de que no debía maltratarla.

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Antes de la revolución maoísta de 1949, muchas familias se veían obligadas a vender a hijas y hasta niños chiquitos para no morirse de hambre. Incluso cuando no existía esa necesidad, el contrato de matrimonio era un arreglo entre dos familias, es decir, la mujer no tenía la libertad de elegir al esposo.

Con la revolución, el pueblo chino libró una gran lucha por acabar con el terrible trato que la mujer sufría a manos del padre, el esposo y la suegra. Las mujeres se organizaron; buscaron soluciones colectivas a las golpizas; y procuraron cambiar la situación en que cada quien tenía que batallar por su cuenta contra el esposo o el padre porque eso perpetúa la opresión de la mujer. En la nueva sociedad se consideraba que lo que ocurría "a puerta cerrada" no era asunto exclusivamente de la pareja: si un hombre maltrataba a su esposa, la comunidad tenía la obligación de encontrar una solución. Es decir, todo el mundo tenía que ver que no se golpeara a la mujer ni se la tratara como propiedad.

En el caso de hombres que golpeaban a su esposa, las compañeras se organizaban en comité y se presentaban para platicar con el señor. Libraban una lucha ideológica con él; estaban al pendiente de la situación y, si seguían las golpizas, lo castigaban. Si con todo eso no lograban una solución, recomendaban que la mujer se divorciara.

En la China revolucionaria, toda la sociedad se movilizó contra la opresión de la mujer. En esa lucha histórica, la mujer china alzó la frente y por vez primera hizo añicos las cadenas de la tradición que la tenían como esclava. Sin embargo, después de la muerte de Mao en 1976, tumbaron el socialismo. Con la restauración del capitalismo se restauró el salvaje trato a la mujer como propiedad privada y su esclavitud.


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