Sentencian a policía asesino en el caso Baez

Obrero Revolucionario #979, 25 de octubre, 1998

Es 1994, la víspera de la navidad. La familia Báez está reunida. Unos vinieron de visita de la Florida, pero para ellos es hora de regresar. Saben que habrá mucho tráfico, así que deciden salir de la casa muy temprano, a las 3 ó 4 de la mañana. El equipaje está listo y tienen unos momentos para disfrutar juntos. Juegan a las cartas, pero tienen mucha energía y no quieren quedarse adentro. A la una, cuatro hermanos salen de la casa para jugar fútbol. A Iris Báez le gustaba que sus hijos jugaran frente a la casa. De esa manera podía verlos y ayudarlos si había problemas. Todos están muy contentos... pero de repente en vez de dar en la portería, la pelota da en el techo de una radiopatrulla estacionada en la calle. Los hermanos piden perdón. No es gran cosa.

A los agentes les gusta estacionarse en esa calle, a veces para tomar café, a veces para dormir. Llega otra radiopatrulla. El chofer es Francis Livoti, un policía contra quien se han entablado 14 quejas de brutalidad, muchas por apretarle el cuello a los detenidos. Va con un sargento que supuestamente lo acompaña para controlarlo.

En eso, una pelota da en el carro de Livoti. Se baja y les grita que se larguen a su casa. Pero están frente a su casa. Vuelven a jugar. Livoti se baja energúmeno. "¡Basta ya! ¿Quién quiere pelear?", grita. Agarra a uno de los hermanos, David, y lo zampa en la patrulla. Anthony protesta. Livoti agarra a Anthony por el cuello. Anthony es grande, era luchador. Probablemente puede darle duro a Livoti, pero no opone resistencia. A Livoti no le importa; está enloquecido. Le aprieta el cuello 10 segundos, 20 segundos, 30 segundos, 40 segundos, 50 segundos... un minuto muy largo. Le está estrujando la vida.

Anthony cae desmayado boca abajo en la calle. Los policías le clavan la rodilla en la espalda y lo esposan. Lo dejan en la calle 15 minutos y lo arrastran a una patrulla. Nunca recobra el conocimiento.

El 8 de octubre, sentenciaron al ex-policía Francis Livoti por el asesinato de Anthony Báez; recibió una condena de siete años de prisión y una multa de $12.500.

La policía quería tapar ese asesinato a sangre fría, pero Iris y Ramón Báez, los padres de Anthony, y sus partidarios no lo permitieron. Libraron una gran lucha para acusar a Livoti. Cuando invadieron la fiscalía del Bronx, finalmente las autoridades lo acusaron de "homicidio por negligencia criminal". Pero a pesar de claras pruebas de perjurio y obstrucción de justicia por parte de la policía, lo declararon inocente en octubre de 1996. Miles de personas se echaron a la calle para protestar. En enero de 1997, el Departamento de Policía de Nueva York (DPNY) despidió a Livoti por aplicarle una llave estranguladora a Anthony, lo que es ilegal. Le quitaron su pensión, pero a ese asesino no lo condenaron de nada. Tampoco acusaron a los demás policías que mintieron durante el testimonio.

Ramón e Iris Báez no se dieron por vencidos; estaban resueltos a obtener justicia. Gracias a su activismo, a la amplia indignación popular por el veredicto y al creciente movimiento contra la brutalidad policial, las autoridades federales se vieron obligadas a acusar a Livoti de violar los derechos civiles de Anthony. No lo acusaron de homicidio (dizque por falta de pruebas), sino de violar "el derecho de seguridad personal y de no ser sometido a fuerza irrazonable" de Anthony. Dicha acusación conlleva una condena máxima de 10 años de prisión, mientras que el homicidio conlleva cadena perpetua. Un jurado lo declaró culpable el 26 de junio.

El juzgado se llenó el día de la sentencia. Fue gente de todas las edades y nacionalidades para apoyar a la familia Báez; entre los presentes había otros padres de víctimas de la policía. Por otro lado, unos 100 policías apoyaron a Livoti. El pasillo se colmó de gente porque no había cupo en la sala. La jueza (siguiendo la ley federal) oyó los distintos puntos de vista sobre la sentencia, "deliberó" y dio a conocer su decisión.

Los argumentos de Livoti y su abogado dejaron en claro que Livoti no se arrepiente de nada. El abogado de Livoti, Stuart London, dijo que Anthony Báez era un criminal que se resistió a la autoridad y provocó "una serie de sucesos que culminaron en su muerte prematura". Se quejó de que a Livoti le quitaron la pensión (más de un millón de dólares) y el seguro médico, y de que lo "vilificaron en la prensa". Dijo que incluso un día de cárcel sería un "martirio terrible", que lo podrían atacar y que la organización Latin Kings había mandado matarlo (aunque no dio pruebas). Livoti se paró a menos de siete metros de distancia de la familia Báez. Le dijo a la jueza que sentía remordimiento pero que no podía demostrarlo porque con la intensa publicidad que el caso ha recibido, se interpretaría como admisión de culpabilidad. Lloriqueó que ahora no puede conseguir buenos trabajos y que quiere sacar un título en fisiología.

Después, los abogados del gobierno presentaron sus argumentos. En una carta a la jueza, dijeron: "Su reacción cínica [de Livoti] a la muerte de Anthony Báez ha socavado la confianza del pueblo en el gobierno". De hecho, por esa razón fue que intervino el gobierno federal; necesitaba apaciguar la amplia indignación y protestas que prendió este asesinato contra la brutalidad policial. Los abogados del gobierno dijeron que no tenían evidencia para probar una acusación más grave. Sin embargo, hay (y había) muchas pruebas de que Livoti asesinó a Anthony Báez. Livoti tiene fama documentada de maltratar a los detenidos y de estrangularlos, como a Anthony Báez. Livoti está purgando una condena de siete meses en la cárcel de Riker's Island (por estrangular y abofetear a Steven Resto, de 16 años de edad); así que lo trajeron desde la prisión para la sentencia en el caso de Anthony Báez.

La jueza podía haberlo sentenciado a 10 años de prisión, pero no lo hizo. Explicó que Livoti tenía 15 años de ser policía, "más de 500" arrestos y 17 elogios en su hoja de vida, y que "me impresionó su declaración". Además, dijo que el departamento de policía tenía la culpa por no reasignarlo a pesar de haber recibido muchas quejas de brutalidad.

Una semana antes, el gobierno municipal acordó pagar una indemnización de tres millones de dólares a la familia Báez. Ahora le dieron a Livoti una de las sentencias más severas que jamás haya recibido un policía asesino: apenas siete años de cárcel. La lucha dura y persistente de la familia Báez y de miles más contra la brutalidad policial le permitió al pueblo saborear un tantito de justicia. Pero falta mucho más, y el sistema cedió en este caso solo porque temía que la lucha contra la brutalidad policial cobrara más fuerza.

Afuera, bajo una lluvia constante, Iris Báez dijo a los reporteros: "Siete años no es una condena suficiente, porque mi hijo está muerto. No puede lograr sus sueños. Livoti dijo que quiere estudiar y quiere casarse. Mi hijo estaba casado. Le quitaron la posibilidad de tener hijos. Le quitaron eso a su esposa, Maribel. Me quitaron a mí la posibilidad de tener nietos. Noventa meses no es nada". Dijo Ramón Báez: "Lo que vi hoy son cien policías que venían a apoyar a un criminal. Y en el vecindario, me dicen que si a Livoti lo meten a la cárcel, yo tendré que mudarme. Esto todavía no se acaba".

Dijo Iris Báez: "Vamos a tener un mitin el 22 de octubre y espero que vengan todos al mitin contra la brutalidad policial, una marcha a la alcaldía. Porque nuestro alcalde Giuliani es responsable por todo lo que pasa en la ciudad. Es responsable por lo que está pasando porque los deja permanecer en el trabajo. Los felicita cuando matan".


This article is posted in English and Spanish on Revolutionary Worker Online
http://rwor.org
Write: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Phone: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(The RW Online does not currently communicate via email.)