Nunca perdonar, nunca olvidar

Shaka Sankofa y el sistema de injusticia

Viva el espíritu revolucionario de Shaka Sankofa

Obrero Revolucionario #1061, 1 de julio, 2000

El 22 de junio, a las 8:49 de la noche, Shaka Sankofa dio su último suspiro en la cámara de muerte del penal Huntsville, Texas. Este sistema de INJUSTICIA ejecutó a sangre fría a un revolucionario negro.

Shaka Sankofa (Gary Graham) juró que opondría resistencia hasta el último momento y que no cooperaría con la maquinaria de la muerte, y así fue.

En mayo le rociaron gas pimienta para trasladarlo a otra celda de la unidad supermax de Terrell cuando se fijó la fecha de ejecución. Luchó la noche que lo trasladaron a Huntsville para ejecutarlo y habló con la prensa durante la cuenta regresiva. Con la mirada enfocada y resolución en la voz, condenó el racismo y las injusticias del sistema.

Shaka no participó en el ritual de la última cena del condenado, y cinco guardias tuvieron que sacarlo a la fuerza de su celda y llevarlo a la cámara de ejecución. Los testigos dicen que tenía grilletes en las manos y la cabeza sujeta a la camilla, que tenía moretones en los brazos y que estaba cubierto con una sábana, indudablemente para tapar las huellas de las palizas que le dieron.

Pero si sus enemigos esperaban que se "arrepintiera", que le pidiera "perdón a dios" o que simplemente se quedara callado, se equivocaron. Shaka se mantuvo resuelto y completamente intrépido. Mientras le inyectaban el veneno letal, dio una enérgica y apasionada declaración.

Los opresores le arrebataron la vida, pero no le quebraron el espíritu revolucionario. Y eso es algo que inspira y fortalece la causa del pueblo, aunque nos duele profundamente.

La resuelta y valiente lucha de Shaka puso de relieve para millones de personas, aquí y en el resto del mundo, la justicia y la injusticia. La naturaleza de la bestia chupasangre que gobierna quedó a la vista de todos.

De un lado estaba un negro condenado y sentenciado a muerte en un juicio tan chueco que hasta horrorizó a gente que tiene fe en la democracia estadounidense. Lo condenaron a raíz del testimonio equivocado de una testigo y sin pruebas materiales, y con un abogado nombrado por el juez que ni siquiera presentó dos testigos que le dijeron a la policía que Shaka no fue quien mató a Lambert.

Del otro lado están el gobierno y las cortes que ni siquiera le concedieron un plazo para que se presentaran todas las pruebas y testigos por primera vez.

De bandido a luchador
contra el sistema

Richard Burr, uno de los abogados defensores de Shaka, dijo: "El trayecto que llevó a Gary Graham al pabellón de la muerte es el mismo que han vivido muchos jóvenes negros del quinto distrito de Houston, Texas, y otros ghettos negros". Shaka no sabía leer ni escribir cuando desertó la escuela en séptimo grado y, en sus propias palabras, "estaba fuera de control": furioso contra el mundo entero pero ignorante de las causas reales de la pobreza y el racismo que lo rodeaban.

Cuando mataron a Lambert, Shaka estaba cometiendo una serie de robos a mano armada. Pero la única razón por la que la policía y la fiscalía lo consideraron "sospechoso" es que les pareció fácil condenarlo.

La testigo de cargo dice que vio al tipo que mató a Lambert a través del parabrisas del carro en que estaba como a 10 metros de distancia. La descripción que dio del asesino no cuadraba con las características de Shaka, pero la fiscalía la presentó como la única testigo contra Shaka. En vísperas de la ejecución, a esa testigo la pasearon ante las cámaras para reafirmar su testimonio y los partidarios de la ejecución dijeron que su seguridad demostraba concluyentemente que es culpable.

Muchos abogados y expertos en juicios dicen que los testigos cometen errores, aun cuando creen estar seguros. Una señora que pidió clemencia para Shaka habló de su propia experiencia: fue violada y estaba segura de que identificó al agresor, y a partir de su testimonio condenaron a un hombre. Pero años después un examen ADN comprobó que no era culpable.

En el caso de Shaka también hay pruebas de que la testigo se equivocó. El informe policial señala que dos testigos dijeron que Shaka NO fue el homicida y, además, la policía y la fiscalía saben que la pistola que le encontraron a Shaka NO es la que mató a Lambert.

Pero ninguna de las pruebas esenciales para mostrar que Shaka era inocente se presentaron ante la corte. El abogado (nombrado por el juez porque no podía pagar por su cuenta) supuso que Shaka era culpable, no realizó ningún tipo de investigación ni montó una defensa adecuada. A Shaka lo condenaron a raíz del testimonio de una sola testigo y en las subsecuentes apelaciones la corte se negó a oír el testimonio de otros testigos o a examinar pruebas de su inocencia.

Tres jurados han presentado declaraciones firmadas de que si se hubieran enterado de las pruebas durante el juicio no hubieran tomado la decisión que tomaron.

Condenado de un crimen que no cometió, a Shaka lo encerraron en el pabellón de la muerte, un lugar creado para maltratar y doblegar seres humanos. Durante los 19 años que permaneció preso murieron su mamá y su papá, y no lo dejaron asistir al entierro. Tampoco le dejaron tener contacto con sus dos hijos. Tuvo cinco fechas de ejecución antes de la sexta y última del 22 de junio.

A pesar de todo, Shaka no se rindió, aprendió a leer y a escribir, se concientizó y se dio cuenta de las muchas injusticias sociales. Además, fundó el grupo y la revista de presos Endeavor Project.

Shaka prestó mucha atención a la injusticia de la pena de muerte en Estados Unidos, y en una entrevista de 1996 dijo: "La única manera de resolver eso de una manera significativa y cuantitativa es atacando al sistema. No queremos reformas, no nos sirven para nada. Para nosotros no hay un proceso de clemencia justo ni humano que lleva a una ejecución. Queremos abolir todo el proceso, queremos eliminar todo el proceso".

Millones de personas que lo vieron en entrevistas televisadas pudieron ver que el bandido Gary Graham se había transformado en Shaka Sankofa, luchador del pueblo.

Un sistema de INJUSTICIA

La mayoría de la gente jamás se hubiera enterado del caso de Shaka Sankofa si no fuera por el debate sobre la pena de muerte y la candidatura presidencial del gobernador de Texas, George W. Bush, que han hecho ver a millones de personas que se estaba cometiendo una gran injusticia.

La Junta de Libertad Condicional de Texas anunció pocas horas antes de la ejecución que no revocaría su decisión. Como de costumbre, ni siquiera se reunió para tomar una decisión de vida o muerte. Los miembros mandaron el voto, lo que llaman "muerte por fax".

El gobernador Bush escogió a todos los miembros de la junta y todo mundo sabe que él pudo haberlos convencido de no ejecutar a Shaka, pero Bush decidió proceder con la ejecución número 135 de su gobierno.

Ante la abundante cantidad de pruebas de que a Shaka lo condenaron injustamente, los partidarios de la ejecución empezaron a decir que los robos a mano armada y los otros delitos que cometió eran suficiente motivo para ejecutarlo. Al referirse a Shaka, Bush incluso habló de sus "víctimas", en plural, aunque solo lo condenaron de matar a un hombre. Esto es un indignante y peligroso argumento de que se puede ejecutar a una persona aunque no existan o existan muy pocas pruebas de que cometió un delito capital y aunque su juicio fuera toda una farsa.

La víspera de la ejecución, Bush anunció: "Después de sopesar los hechos, estoy convencido de que se está haciendo justicia. Gary Graham ha tenido pleno acceso a los tribunales estatales y federales".

Ante la gran cantidad de evidencia de que a muchos presos los han sentenciado a muerte en juicios racistas, con abogados incompetentes que hasta duermen en la corte, Bush dijo que cada uno de los presos ejecutados durante su gobierno era "culpable". Pero una encuesta días antes de la ejecución de Shaka indicó que la mayoría de los tejanos piensa que se ha ejecutado a inocentes. El 12 de junio, la Facultad de Derecho de la Universidad Columbia publicó un estudio que señala que siete de cada diez condenados a muerte fueron condenados en juicios patentemente injustos.

Mientras Bush niega que haya ejecutado a inocentes, Al Gore, el candidato a la presidencia por los demócratas, dio a entender que las ejecuciones como consecuencia de juicios injustos son inevitables, simplemente parte del sistema. Y aunque no comentó directamente sobre el caso de Shaka, la víspera de su ejecución repitió que está a favor de la pena de muerte, aunque dejó abierta la posibilidad de suspenderlas temporalmente. Sin embargo, agregó: "Hay que reconocer que siempre habrá un porcentaje pequeño de errores", o sea, una versión de la consigna reaccionaria: "Mátenlos a todos y que dios resuelva".

Como loros, los partidarios de la ejecución de Shaka decían: así es el sistema. Entonces hay que preguntar: ¿qué nos dice eso acerca del "sistema judicial" cuando ni las cortes, ni la junta de libertad condicional ni las instituciones del gobierno y sus politiqueros quieren postergar una ejecución aunque hay contundentes pruebas de que el acusado es inocente?

¿Qué clase de sistema es el que ejecutó tan injustamente a Shaka Sankofa? Un sistema completamente inservible que hay que tumbar lo más pronto posible.

¡Jamás olvidar,
jamás perdonar!

El sistema capitalista condenó injustamente y sentenció a muerte a Shaka Sankofa. Es un crimen intolerable y abominable, un crimen que jamás debemos olvidar ni perdonar.

Shaka se mantuvo fuerte, firme y revolucionario hasta el fin; así nos dejó un legado, un desafío, para seguir luchando contra el sistema contra el cual él lucho tan valientemente. Dijo: "Pueden ejecutar a un revolucionario, pero no pueden parar la revolución. La revolución continuará. El pueblo seguirá haciendo la revolución".


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